sábado, 12 de diciembre de 2009

Las Reivindicaciones Pendientes (III). Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico. Por Pedro Ramón Sánchez Peinado.

Cómo tercera parte de la serie que comencé hace algún tiempo con las reivindicaciones que España debería de hacer para, con justicia, corregir los fallos de su historia, me refiero ahora al espinoso tema que supuso que nuestro país finiquitara su Imperio de Ultramar de cara a los garantes de las libertades y la democracia. Los Estados Unidos de América. Los amigos americanos, que son sólo ellos los americanos pues cuando alguien hace algo que les mosquea están atacando a América. ¿Cuando alguien hace algo que mosquea a los mexicanos que ataca?¿La Antártida?

El uno de enero de mil ochocientos noventa y nueve España sufrió la humillación más grande de su Historia. En cierto modo nos lo teníamos merecido. Por gualtrapas. Aquel día entraba en vigor el tratado de París. A cambio de veinte millones de dólares de la época, lo cual no deja de ser un pastón y para no dar la pinta de habernos dado por donde la espalda pierde su honroso nombre sin vaselina, España finiquitaba su imperio en favor de los gringos. Estados Unidos se hacía con Puerto Rico, Filipinas y Guam. Así tenían un sitio para ir hacer prácticas de tiro naval, otro cómo proyección sobre Asia previo lavado de cerebro de la población para borrar todo rastro español y otro al que dieron el carácter de Territorio no Incorporado para meter las tropas que les sobraran de otros lugares de Asia cuando los fueran echando de todos lados. Territorio Incorporado es otro eufemismo cómo el de Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Viene a decir ni contigo ni sin ti, nos aprovechamos de vuestro territorio pero , por Dios, ni aspireis a ser estadounidenses.

Todo hay que decirlo el pueblo estadounidense, que no americano, adolece de cierto espíritu oportunista. Al igual que entraron en la Segunda Guerra Mundial cuando estaban seguros de poder ganarla con un mínimo de bajas (Los franceses, ingleses, holandeses, belgas, soviéticos y tal y tal ya habían hecho el trabajo gordo), los EEUU esperaron a la debilidad de España para meternosla doblada con el asunto del Maine. Si hubieramos estado un poco mejor militarmente quizás se lo hubieran pensado mejor. Mientras ellos venían con sus acorazados flamantes y recien salidos del astillero con mas hierro que un contenedor de lentejas, nosotros ibamos con nuestras gloriosas pero aboteargadas y remendadas hasta el infinito nueces flotantes. Me supongo a la marinería con los testis por corbata mientras venian venir el obús que los mandaría al fondo del mar sin posibilidad de respuesta.

Así las cosas, los humilladetes españoles y los humilladores yanquis se sentaron en una mesita en París. Todo muy bonito con su recién terminada Torre Eiffel, con su Sena y con su Notra Dame. Cerquita de la frontera española por si pintaban bastos y los yanquis decidían agregar al paquete el País Vasco o el territorio comprendido entre la Junquera y Madrid. Equipados con sus uniformes nuevos, con muchísimas chapas y con su té o café o carajillo o agua de Vichi que pagaban los yanquis y pastitas para rubricar el fin de un imperio y el comienzo de otro. Se acababa así la guerra hispano-norteamericana que tantas secuelas había tenido, por lo que nos toca, en Cuba. Eso si, los representantes de la Fídelisima debieron enterarse por morse. Ni fueron invitados ni pintaban nada en la vela imperial. Los Estados Unidos lo habían dejado muy clarito. Ni asomar la naricilla que os la cortamos. Os independizais, vale, pero firmamos nosotros, los futuros árbitros del mundo. Y no os quejeis que no os incorporamos cómo a Puerto Rico, donde nuestra Armada va a lanzar pepinos cómo el Saturno XII. Es decir, se firmó la independencia de Cuba sin que los cubanos firmasen nada. Viene a ser cómo si entre Portugal y Francia se firmara la independencia de madeira y luego fuera Francia la que se dedica a decir cómo, cuando y qué se hace en la independencia de marras. Algo olería a podrido y la verdad es que al Generalísimo Máximo Gómez le debía de oler aún peor cuando llegó a decir ni libre ni independiente todavia. Cuba llegaría en efecto a ser independiente, el precio que pagó por ello, y que aún está pagando es de sobras conocido por todos.

Así las cosas los Estados Unidos de Yanquilandia consiguieron crearnos un complejo de inferioridad enorme. Nos humillaron, nos quitaron nuestras posesiones y, para no quedar cómo malos nos echaron a nosotros el muerto. Los miles de muertos nos los pagaron en divisas. Cási a Dólar por Dead. Los dólares que nos dieron y que nos encuadró como vulgares Judas ante la Historia. Así ellos, ante los pardillos españoles firmaron un papel que rubricamos desde esta vieja piel de toro que venía a decir que ellos "nos compraban" las posesiones y que nosotros "Se las vendíamos". Nada de quitar, vendidas y pagadas. A ver quien puede decir ahora que os hemos quitado nada. Eso sí, a precio de mercado, o menos aún. A decir verdad es que o pillabamos eso o no pillabamos nada. Aunque puestos a perder la honra más valía habernos quedado sin un jandón y poder decir que nos habían dado por el trasero y que nos habían quitado lo nuestro. Al menos algún dinerillo nos cayó, aunque el precio a pagar fuera un pesimismo nacional que nos dura hasta hoy. Lo único bueno fue lo de la Generación del 98, unos literatos geniales.

¿Qué hemos aprendido de ello? No te fies nunca de un bretón, ni de un descendiente de bretón, ni nada que se parezca mínimamente a un bretón. Si Bernardo de Gálvez se hubiera estado quietecito los Estados Unidos de América no habrían nacido cómo los conocemos hoy. Ni habrían expandido la llama de la libertad procedente de la Revolución Francesa por todo el continente hacíendo que todas nuestras colonias nos dijeran Adiós muy buenas. Por supuesto aún conservaríamos Cuba, Filipinas. Guam y Puerto Rico o, en caso de no haberlo hecho, quizás se habrían independizado de otra manera más amigable, quedando cómo madre e hija emancipada. Aunque quizás aún seguiria siendo española cómo una Comunidad Más. Quizás España sería algo más optimista y no estariamos con tanto nacionalismo periférico y tanta gaita. Podría ser que incluso no hubieramos tenido que pasar por la Guerra Civil y el periodo del amiguete Franki Franco.

Nunca lo sabremos. Pasó cómo pasó y las consecuencias se desparraman hasta ahora. Sómos un pueblo desprestigiado por el pesimismo que emana de nuestra Historia por haber perdido nuestras últimas colonias y todo por extender la mano a quien al final nos la mordió.

¿Qué reivindicación debería hacer España? ¿La de la remisión de lo quitado previa devolución de lo que nos dieron?¿La de la reincorporación de territorios? No, el movimiento propiciado por Cuba Española nos muestra que los polos se vuelven a traer ente la lejanía de tales hechos. Es cuestión de tiempo que se reestablezca un equilibrio hispano roto por los hijos de la Gran Bretaña. No, no son reivindicaciones territoriales lo que España debe hacer de cara a los yanquis. Tan sólo que pidan perdón. Perdón por haberse aprovechado tanto de los españoles. De su buena fé, primero para su independencia y después para sus bases. Perdón por haber separados a padres e hijos. Perdón por haber derramado la sangre de tantos españoles heroícos y anónimos que embarcaban en Cádiz rumbo al matadero. perdón por intentar rupturar la cultura española que llevaba en esas posesiones desde siglos antes de que el primer bretón americana se considerara estadounidense. Perdón por tantas injusticias a España. Por habernos hecho quedar ante el mundo cómo los Judas que traicionaron su credo. Cómo el Saturno que, tras tragar a sus hijos los defecó para que ellos los levantaran en armas contra nosotros.

Esa es una duda que tengo. Tan buenas relaciones, tan buenos aliados que somos de los EEUU. ¿Llegará algún día alguno de sus presidentes y nos pediran perdón por lo que nos hicieron? Lo dudo, pero sería una reivindicación justa. Al menos los muertos que no retornaron podrían, al fin, descansar en paz.

Del Blog C.S. Peinado