lunes, 17 de mayo de 2010

EL TABACO: DESDE CUBA HASTA CANARIAS. (PRIMERA PARTE)

 Por: Miguel Leal Cruz*
(Foto de Internet)

A fines del siglo XV, los españoles tras la conquista de Canarias se trasladan a Las Antillas; y entre otras islas desembarcan en Cuba por Maisí junto a Baracoa en la región más oriental y más agreste, que es fácilmente dominada por Colón, y más tarde por los adelantados. Hacia 1515, con la fundación de varias ciudades (Baracoa, Bayamo, Puerto Príncipe-Camagüey, Trinidad, Sancty Spiritus y La Habana), el cultivo y explotación del tabaco ya era conocido y enviado a España para su uso, en principio medicinal.

Canarias desde este momento conocía el producto por la función estratégica de sus principales puertos, y como puerta de acceso hacia las tierras recién conquistadas o en vías de colonización; a más de escala obligada para aprovisionamiento en la ruta del Atlántico a través de La Gomera, primero, y de La Palma, como también desde Las Isletas y Gando en Gran Canaria desde antes.

Es partir de la segunda mitad del siglo XVI cuando comienza a expandirse el cultivo de tabaco en las fértiles tierras del interior Cuba, utilizando las vegas de tierra dura.

Unas eran compradas y otras arrendadas por campesinos "isleños", dando lugar a una cultura propia canaria: los vegueros, que al contrario del cultivo latifundista y esclavista de la producción tabaquera típica en el sur de los Estados Unidos, en Cuba, su explotación se llevó a cabo en régimen de pequeña propiedad, explotada en su mayoría por "isleños". Como ya se ha dicho, estos eran grandes conocedores en oficios agrícolas desde antes de emigrar a la Isla antillana, y que allí conocieron y perfeccionaron, en especial la del laboreo del tabaco originario de aquella zona.

Este producto, una vez que fue debidamente sistematizado por los españoles, en el que los isleños canarios fueron principales protagonistas, se cultivaba y elaboraba desde el mismo siglo XVI. Se sembraba en pequeñas parcelas o vegas junto a los ríos cubanos, de ahí el apelativo de “vegueros isleños” a los canarios. Hubo enfrentamientos entre ganaderos y tabaqueros por competencias territoriales y de propiedad de paso, cuya disputa finalizó en 1688 cuando una Real Cédula prohibió el transito de ganado por las riberas de los ríos, favoreciendo con ello el cultivo de este producto. Aspectos estos que recoge exhaustivamente un libro de reciente edición.

Para la Isla de La Palma las primeras referencias que se constatan de este producto, ya ampliamente explotado en Cuba y posesiones hispanas aledañas, como se ha dicho, será en el siglo XVII a través de unas escrituras protocolarias de arrendamiento, investigadas por el profesor palmero Anelio Rodríguez Concepción. Éste, en declaraciones a Radio Nacional de España en el V Centenario del Descubrimiento de América, dijo que el trasiego del tabaco entre Cuba y Canarias ya era normal desde mucho antes, pero que se utilizaba “incluso como dádiva piadosa pues el Capitán Julián Felipe donó para el retablo de la virgen de las Nieves en 1672, entre otras cosas, 24 libras de tabaco para su venta en beneficio de la Patrona insular…”

Como es conocido, el puerto de Santa Cruz de de La Palma a poco de finalizada la conquista de la isla en 1493, se convirtió en punto crucial para el tráfico marítimo con aquellas posesiones americanas. Esta ciudad llegó a adquirir gran renombre; disponía de un Jugado de Indias que controlaba, para La Corona, el tráfico comercial con el Nuevo Mundo. Como es sabido para su prestigio, hasta el siglo XVII fue el tercer puerto del imperio español conjuntamente con Amberes y Sevilla. A finales del mismo el protagonismo pasó a Tenerife con los puertos de Garachico y de La Orotava.

Según Leonardo Torriani, ingeniero y cartógrafo a las órdenes del rey Felipe II, tanto portugueses, castellanos, franceses, flamencos y algunos genoveses, entre otros (aquí habrá de citarse a Gaspar de Fructuoso, comentado por Pedro Leal) habitaban en la villa del Apurón (Santa Cruz de La Palma). Desde su puerto se embarcaban más de 4000 pipas de vino para las distintas posesiones del Caribe y Tierra firme, con destino o como escala en el puerto de La Habana, puerta de acceso obligada, como lo era Canarias, principalmente, para acceder al Nuevo Continente.

Conocido el papel preponderante de la producción de azúcar en La Palma, en principio originario de Madeira para pasar a las Antillas, será este otro producto fundamental que consolida la relación entre Canarias y Cuba: El tabaco, con origen en dicha isla caribeña e importado para su elaboración, cultivo y consumo en esta y otras islas, y hacia el territorio continental español en rama o en puros y cigarros.

En la primera mitad del siglo XVIII, se conocen documentalmente las primeras siembras de tabaco en la Caldera de Taburiente, lugar idóneo por sus condiciones climáticas en temperatura y humedad (muy similares la de las vegas cubanas). Pero será durante el siglo XIX, cuando esta producción se expandirá notablemente en las comarcas apropiadas de la isla. Pasará a ser importante por la llegada de “isleños” asentados en Cuba que retornan a sus respectivos lugares de origen y procedencia con el conocimiento empírico de la elaboración óptima del producto, ya industrializado en la Perla Antillana. Queda claro que fue la influencia del isleño canario, palmero sobre todo, el que potenció de forma notable este sector. Como ya se ha dicho fueron conocidos como “vegueros”, para pronto denominarlos “isleños”, y ya desde el mismo siglo XVI adoptaron la tradición conocida de los nativos (si bien estos no usaban técnicas de ningún tipo) que sí utilizaban y consumían tal como aparecía entre las malezas de la isla, como fue descubierto por los españoles.

En torno a mediados del siglo XVII y especialmente a partir del inicio de la guerra cubana de 1895-98, los cultivadores canarios de tabaco, y otros, retornaron a sus respectivas islas, trayendo con ellos, como se dijo, el conocimiento de esta actividad; que llevaron a cabo y trasladaron con éxito a sus fincas, en especial en la Palma y Tenerife, creándose una pujante industria, que alcanzó a todas las islas y a territorio peninsular, lamentablemente perdida (como será el cultivo del plátano…, parece).

Un intelectual cubano de enorme prestigio en Cuba, llamado “el restaurador de La Habana” la ciudad prototipo de la arquitectura colonial en América, Eusebio Leal Spengler, en una conferencia expuesta en Santa Cruz de La Palma, Caja Insular, con motivo de los actos del citado V Centenario, nos dice que recordaba los ingenios de Orozco, en Pinar del Río, donde se desarrollaba “el mundo canario” en los cañaverales y el platanal”. Pero allí al occidente de Cuba ardía algo más profundo relacionado con lo “isleño”, se refiere al surco del tabaco a la vega. Añade que la vega fue el crisol en que se fundió lo cubano y lo canario en un abrazo indisoluble creando la vega más famosa del mundo. Una vega que ha vivido latente de aquellas islas a estas islas, que se enciende todas las mañanas, en el humo tentador del puro, que nació de mano canario y de mano cubana, por que en el descubrimiento del tabaco en Cuba, donde el padre de Las Casas vio a los aborígenes marchar con un tizón encendido en la boca…El tabaco ya había causado sorpresa entre los españoles a su llegada a La Española (hoy Santo Domingo con Haiti).

La mayoría de estos isleños cultivaban sus conocidos “conucos” en la misma provincia habanera pero que paulatinamente extendían hacia otras comarcas del centro de Cuba, especialmente en Camagüey; y a occidente en Pinar del Río (San Luis y San Juan y Martínez). Estos vegueros desarrollaron un régimen autónomo y de pequeña propiedad, los sitios, (típico de la personalidad individualista del canario) lo que le ocasionó frecuentes enfrentamientos con colonos cañeros y sus extensas propiedades que, además, pretendían usurpar las de aquellos.

EDIT. PERIODISMO HISTÓRICO S.L. –LA LAGUNA-

*Extracto del libro Canarias-Cuba. Perspectivas cruzadas, 2010, editado por el autor.