lunes, 10 de enero de 2011

Para los admiradores de Maceo y a la vez de la intervensión norteamericana en Cuba en 1898

(Foto de Internet)

Para los que se hacen llamar Maceistas y Martianos, y a la vez están de acuerdo con esa intervención norteamericana en 1898 que nos separó de España a la fuerza a pesar de estar comenzando en la Isla un gobierno autonómico, el primero de España y que eso era lo que quería la mayor parte de los cubanos y hasta tropas mambisas habían salido de la manigua para unirse a él. Para esos a los que tanto Martí como Maceo son sus patriotas principales, les diré que pensaba Maceo sobre la injerencia de EEUU en Cuba y después tendrán que decidir, no se puede seguir la figura de Maceo y a la vez querer lo opuesto a él. ( Podrán darse cuenta que el Generalísmo Máximo Gómez los traicionó y entregó Cuba a EEUU).

Lean:

Luego de la caída en Dos Ríos de José Martí, fue Antonio Maceo el más fuerte opositor a la injerencia norteamericana, a quien no debemos olvidar por sus constantes señales de alerta, en todo estudio que realicemos sobre el tema.

Caracterizado por su gran firmeza de principios, alto sentido de la disciplina, unidad e intransigencia revolucionaria demostradas con creces durante la Guerra de los Diez Años y en la enérgica Protesta de Baragúa, Antonio Maceo supo captar a su paso por tierras centroamericanas y el propio territorio norteamericano, el creciente poderío de este país y su marcado interés hacia Cuba.

Durante los años de Tregua Fecunda, al quehacer conspirativo de Antonio Maceo por la reanudación de la gesta libertaria se unió el recelo por los apetitos del vecino. Así escribe el 13 de junio de 1884 en carta al director del periódico El Yara, con motivo de los manejos de venta de la Isla por 100 millones de pesos que se realizaban entre España y los Estados Unidos.

[...] llega a mí noticia la nueva trama que pretenden pegarnos los españoles fingiendo arreglos importantes para los cubanos, en que aparece la intervención de extrañas naciones [...] pero quien intente apropiarse a Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, sino perece en la lucha.

Y añade en la misma carta:

Conviene no apurar la protección americana, antes bien tenerla de nuestra parte. Me parece que con alguna discreción se conservaría neutral en nuestros asuntos, si no indiferente como hasta ahora, pues creo verla salvando las apariencias españolas.

No olvida la actitud de los Estados Unidos durante la Guerra de los Diez Años e intuye perfectamente la maniobra y termina la carta sentenciando que "las naciones tienen entre sí principios internacionales que respetar, y que les obligan a ser indiferentes contra su propia voluntad, pero hay algo más entre ellas". 

Poco después, en carta a Méndez y Varona señaló al referirse al asunto: "Suceda lo que suceda Cuba no debe ni puede esperar soluciones extrañas, su porvenir está en hacerse reina absoluta de sus destinos." 

Los preparativos del plan Gómez-Maceo, uno de los movimientos revolucionarios más importantes desarrollados durante la Tregua Fecunda, le permitieron, a la vez que ampliar su horizonte sobre la realidad cubana, valorar la naturaleza de los norteamericanos a quienes, en carta a López Queralta motivada por el fracaso de las gestiones de este en los preparativos de una expedición armada, calificó como "hombres sin honra comercial," para los que no "hay más dignidad y amor propio que el dinero."

Poco después en Panamá, en entrevista realizada por el periodista español Francisco Feris, al referirse este a supuestas maniobras anexionistas a los Estados Unidos, expresó: "Es una calumnia. Para depender Cuba de alguna potencia, preferimos que sea España [...] antes que norteamericanos queremos ser españoles."

Sin duda su peregrinar por Centroamérica y los Estados Unidos le habían hecho comprender el peligro que para el futuro de su pueblo representaba el creciente poderío norteamericano y al respecto, es muy conocida su expresión en el café La Venus durante su visita con fines conspirativos a su ciudad natal en julio de 1890, en que respondiendo a las palabras del joven Hernández Mancebo, quien aludía que Cuba llegaría a ser una estrella más en la bandera americana, contestó: "Creo joven, aunque me parece imposible, que ese sería el único caso en que tal vez mi espada estaría al lado de los españoles."

Sin embargo, si bien durante la Tregua Fecunda en diferentes ocasiones Antonio Maceo alertó de una forma u otra sobre el peligro americano, es durante la Guerra de Independencia que su profundo patriotismo lo conduce a una posición antinjerencista mucho más diáfana y certera que dejó plasmada en su correspondencia.

Bibliografía: