martes, 16 de agosto de 2011

El asunto de los empresarios españoles y su conveniente amistad con el gobierno de Cuba

Del Nuevo Blog ECOS El Blog de Pedreiturría

Dada la inocencia de muchos, indignados por cuenta de la asociación de empresarios españoles con la cúspide castrista, muchos asumen una implícita y única culpabilidad del gobierno español en el tema.  Resulta un poco inocente esperar de un empresario, hablando en términos de “decencias generales”, esa dignidad. La esencia de los negocios radica precisamente en sacar ese provecho extra que genera riquezas, lo cual conlleva a valerse de todos los recursos con que se cuente para ello, ya sean legales, económicos, habilidades, conocimientos, tecnología e incluso relaciones políticos.

El 23 de mayo de 1990 Gabriel Escarrer, presidente de la Sol Mellia, junto a la familia Castro, inauguraron su primer hotel en Varadero. Se trataba de “Sol Palmeras” con un estilo constructivo mediterráneo, casi circular, en un privilegiado enclave de la península de hicacos. Escarrer no dejó de expresar su agradecimiento directo a Raúl Castro y Fidel Castro “por la confianza depositada”. Ya antes, en los setenta, varias compañías extranjeras como la CocaCola intentaron, sin éxito, negociar con el gobierno de revolucionario la oportunidad de administrar y operar sus compañías dentro del territorio nacional. Sin embargo, por aquella época, la doctrina era la no admisión bajo ninguna circunstancia de compañías extranjeras dentro del territorio nacional. “La Revolución, junto al campo socialista, era más que suficiente para enfrentar económicamente al enemigo capitalista” Pero Cuba no generaba riqueza, Cuba en sí misma no era un buen negocio, salvo la imagen que proyectaba ante el mundo, la mejor publicidad para Socialismo. Solo que, aunque se trataba de una imagen falsa, funcionaba. Los méritos constructivos de Cuba en cincuenta años de Revolución, representan muy poco, algo casi infinitesimal,  comparado con los últimos treinta años de la República. La isla, ingratamente puede alardear básicamente de las construcciones que no se hicieron durante la Revolución y esa es en realidad su imagen fotográfica. La Cuba de los afiches es la Cuba de los años treinta, cuarenta y cincuenta, no hay mucho más que presentar al público, salvo los hoteles que se hicieron a partir de los noventa con “capital mixto”, incomparables a los anteriores. Incluso la construcción del Hospital Hermanos Almejeiras, orgullo de la Revolución, era en realidad un proyecto comenzado antes de 1959, destinado a ser la sede del Banco Nacional de Cuba. La plaza de la Revolución era en Realidad la Plaza Cívica, ¡vaya ironía necesaria cambiarle el nombre! Así podríamos hacer un libro con ejemplos de ese tipo, pero alguien dirá que la Revolución hizo Palacio de las Convenciones para presentar en un marco apropiado a sus líderes ante el mundo, para venderles una salud y una educación que realmente está en decadencia perenne.  

Haciendo un rápido retroceso histórico, recordamos a las primeras intervenciones de la Revolución (1959-1961) donde miles de negocios de españoles, junto a cubanos y de otras nacionalidades, fueron intervenidos. Luego, en 1968, vino la segunda ofensiva revolucionaria en donde el resto de la propiedad privada, quedó finalmente en manos del gobierno. Según cuentan, hubo incluso ridículas intervenciones de puestos de fritas de vendedores ambulantes. A ese nivel llegaron aquellas gestiones oficiales. Pasó un período de casi treinta años en donde el único propietario en Cuba era “el pueblo”, entiéndase aquí pueblo por el gobierno revolucionario. Sin embargo, la Revolución cubana, nunca fue una Revolución con verdaderos principios, los cuales eran los sujetos mutantes según los causes del mundo, combinándose de manera perfecta con las verdaderas intenciones de la Revolución, perdurar todo lo posible. Se suponía, según lo que se enseñaba en mi época, que en el socialismo la propiedad privada era inadmisible. Los medios de producción según los principios marxistas-leninistas deberían estar en manos de los obreros. Esto último resulto ser un simbolismo, porque en efecto, los medios de producción estaban en manos del proletariado, pero el Estado, representado en personas omnipotentes, eran los verdaderos dueños. Se pasó de una propiedad privada diversificada a una nueva forma de propiedad privada unificada. La clase obrera seguía estando al margen del poder económico, pero esta vez sin posibilidades de cambiar las cosas. Una vez que el Estado logra acaparar todos los poderes, económicos, jurídicos y políticos, entonces se convierte en sí mismo en propietario de todo, incluso de los destinos de sus ciudadanos.

De pronto el dólar, la moneda del enemigo, se hace legal, de pronto el Estado decide que el capital extranjero es bien recibido dentro de la isla y de pronto aquellos que eran la supuesta vergüenza cubana se convierten en los benefactores. Incluso el estado cubano se molesta con el gobierna americano cuando este restringe el envió de dinero a la isla a 1200 dólares al año, por cada uno de los residentes en su territorio. De buenas a primera el gobierno cubano grita “mafia anticubana de Miami, necesitamos de tu maldito dinero”. Si antes la política del gobierno revolucionario era absurda, ahora era absurda y desvergonzada. Sin embargo, el gobierno cubano puede soportar que los extranjeros hagan negocios dentro de la Isla de los cubanos, pero a los cubanos no se les permite hacer tales negocios, incluso a los cubanos con otras ciudadanías residentes en el extranjero. Es como si quisieran pisotearte y demostrarte que pueden hacer contigo lo que les venga en ganas porque naciste en el país equivocado y todos valen más que tú porque no eres un extranjero. Y ahora aparece el empresario español, el canadiense, el mexicano e  incluso el haitiano. Ellos sacan sus cuentas rápidamente “A esta pobre gente me la están poniendo en bandeja. No tienen ningún sindicato, porque para colmo la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el único sindicato que existe, es del Estado y a este no le interesa su gente”. La maquinaria capitalista se echa a andar, dentro del Estado Socialista. Si la maquinaria empresarial tiene que cumplir con ciertas normas en los estados democráticos y cuidarse de no hacer algo que la pueda llevar a enfrentarse a la ley, dentro del Estado Socialista el mensaje es: “Yo les presto a mis esclavos, el dinero que ellos produzcan lo administro yo, el dinero de mis esclavos me pertenece”. Con esos términos, hombres y mujeres trabajando sin derechos, al empresario se le hace la boca agua. Nada más hay que ir a China para entenderlo mejor, pero China no nos interesa para llegar a donde queremos llegar aquí, estamos en el Caribe, aquí las cosas son más calientes y van a ritmos diferentes.

A principios de los noventa, José Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia, se entrevistó con autoridades cubanas y después con el mismo Fidel Castro en una reunión a puertas cerradas en la casa del embajador de España. Nadie sabe que se habló detrás de aquellas puertas. Afuera, en el gran jardín de aquella casa, en el lujoso reparto Siboney, personalidades como el Gallego Fernández y Ricardo Alarcón vestían suntuosos trajes con brillantes en sus corbatas, nada de esas modesticas camisas a cuadros con que se les suele ver aparecer en público. Estaban jugando al capitalismo, un juego prohibido, pero que seguramente les apasiona. Muchos sirvientes, muchos tragos nunca vistos con sus colores exóticos. Resaltaba por sobre todas las cosas la exquisita pastelería francesa, incluso allí estaba Carlos Varela, el cantante cubano, vistiendo una especie toga negra. Increíblemente, Amárelo de Castro, el secretario de Fraga, también permanecía afuera. Demasiado secreto para que no pareciera importante. ¿Mafia? ¿Por qué no? Castro tenía fama de mafioso, al menos eso es lo que pensaba Eduardo Chivas de él.

¿Pero alguien se sorprende? Las cúspides de la política funcionan prácticamente igual que una organización mafiosa. Los intereses personales son bienes canjeables en el mercado de la política. Sin embargo, Fraga Iribarne representaba allí los intereses de los gallegos y ¿quién representaba los intereses de los cubanos? Nadie estaba ahí por ellos, nadie salvo una brisa fresca que no olvidaría ese momento para recordarlo hoy. Ahora nos quejamos de que los españoles tienen intereses en Cuba, los acusamos de ser cómplices del gobierno cubano al darle las herramientas que necesitan los canallas para subsistir, pero estamos actuando objetivamente. Veamos las cosas más despacio.

Empresarios americanos están desesperados por entrar con sus productos en Cuba, solo se lo impide una ley que ya todos conocen, La Ley Helms-Burton. Sin embargo, el resto del mundo sigue operando con cierta desfachatez en territorio cubano. En ese punto Estados Unidos mantiene una posición, si no inteligente, moralmente aceptable con sus principios. Nadie va cuestionar aquí esos principios, solo aceptemos que son sus principios y los Estados Unidos no los traicionan. Sin embargo, Estados Unidos es realmente responsable de un mal mayor, la permanencia de los Castros en el poder por más de cincuenta años. Muchos aseguran que a Estados Unidos le combino esa dictadura porque le permitió a ciudades como Miami erigirse capital de Latinoamérica, pero nosotros no nos hacemos vocero de esta afirmación hasta que no se presenten pruebas. Sin embargo Cuba, tan próxima al territorio americano, tan amenazante, con un gobierno extremadamente despótico con su pueblo, permaneció y permanece intocable. Otras dictaduras del mundo no tuvieron esa oportunidad cuando Estados Unidos decidió tomar cartas en el asunto. ¿Por qué Cuba no fue enfrentada? Coincido con Castro con que Estados Unidos no tiene el derecho a autoproclamarse  gendarme del mundo, pero coño, ya que lo es, ¿Por qué se olvidó de Cuba? No hay nada peor que eso, volver la vista al otro lado si no se trata de petróleo.

Hablemos de Latinoamérica, “Los Pueblos Hermanos”. La Revolución ha sabido hacerse una buena publicidad por esas regiones. Incluso dan cuotas de becas para que muchos latinoamericanos vayan a estudiar gratis a Cuba carreras como medicina, enfermería, ciencias biológicas y hasta ha creado una Escuela Internacional de Cine, donde realmente los latinoamericanos son los privilegiados. Cuando regresan estos bendecidos por la Revolución a sus respectivas tierras, lo hacen haciendo un proselitismo revolucionario que crea una imagen surrealista de la realidad cubana. La Revolución cubana ha colaborado activamente con muchos grupos guerrilleros y existen incluso pruebas gráficas de su relación activa con las guerrillas colombianas y el desaparecido ejercito zapatista, con su comandante Marcos. A los cubanos sin derechos en Latinoamérica, no como seres humanos de segunda, sino como seres de tercera y cuarta clase, que viven en un limbo legal en toda esa región de nuestros pueblos hermanos de Latinoamérica, les consta de manera sobrada lo que es Cuba para esos pueblos. Es la esperanza, un mundo mejor, en donde los canallas cubanos que huyeron de la Isla representan “la escoria malvada” dentro una Revolución hecha “por los humildes y para los humildes”. México protesta enérgicamente por el muro que frena la huida de sus nacionales a un mundo con mayores posibilidades económicas y sin embargo no perdona a los cubanos que coge infraganti atravesando su territorio hacia los Estados Unidos.  Latinoamérica también se ha portado muy mal con Cuba y con los cubanos. Muy pocos gobiernos latinoamericanos han levantado la mano contra la tiranía de nuestro pueblo. ¿Nos declaramos sus enemigos?

Bueno, ¿y qué decir de China? Cuba ha firmado acuerdos a puertas abiertas sobre tecnología de comunicaciones e informática. China está ayudando a Cuba a crear una red interna que impida a los cubanos conectarse con el mundo y filtrar la información que han de consumir los mismos. En el Google de China las palabras “Revolución Cultural China” no genera la información correcta. No encontrarás e la red China fotos en donde aparezcan soldados chinos atacando al Tibe, ni nada inconveniente para la política de ese país. Ese tipo de ayuda es más estabilizadora para el gobierno de la Isla que de cualquier otro tipo.

Si ahora pensamos en los empresarios españoles, como simples negociantes de este mundo, quienes al igual que cualquier inversionista, va a estar a la espera de su oportunidad, esa que le permitirá aumentar su capital, ya nos va pareciendo el asunto un poco más normal. El gobierno Español, cumple con su deber sagrado, el más crucial de sus deberes, el de proteger los intereses de sus ciudadanos y desafortunadamente los cubanos no son ciudadanos españoles. Alguien debería responsabilizarse por nuestros intereses de cubanos y ese alguien está en esos consulados cubanos regados por el mundo en donde se trata a los cubanos con pedazos de mierdas, ese alguien te reprime, te encarcela y te mata si te expresas de una manera inconveniente para su política. Es el mismo alguien que dictamina que los extranjeros tienen derecho a enriquecerse con el sudor de los cubanos, sin darle a estos las garantías mínimas de ser pagados correctamente, tratados como ciudadanos con derechos y protegidos como nacionales, como ocurre con normalidad en el mundo civilizado. Creo que todos saben quién es ese alguien.

Ya nos va pareciendo ridículo que se culpe a segundos gobiernos sobre las bondades que se ofrecen en Cuba para aquellos extranjeros que vayan allí a hacer negocios. Esos gobiernos buscan el beneficio de los suyos porque si el mundo es importante, siempre lo es tres pasos atrás de la nación que representan. Para colmo muchos hablan de estos empresarios y los igualan al resto de los ciudadanos de sus países. Por favor, un poco de cordura. No todos los ciudadanos de estos países pueden ser empresarios invirtiendo en la Isla, por la simple razón de que en esos países hay más obreros, campesinos, jubilados, pobres, mendigos y toda clase de ser humano. Por una simple lógica no pueden ser todos empresarios. Las expresiones tales como “los españoles explotan a los cubanos”, ya no solo nos parecen de mal gusto, sino que además nos parecen estúpidas.

Los españoles, en su gran mayoría, sienten simpatías por Cuba, porque a Cuba aun la consideran un territorio perdido. Cuando algo anda mal un amigo suele consolar a otro diciéndole – No te preocupes, que más se perdió en Cuba – Cuba está allí, en boca de todos los españoles. No estaría mal un poco mas de respeto a quienes en realidad son nuestra gente, nuestros compatriotas. Démosle la responsabilidad de nuestras penas a quien realmente es el único responsable, al gobierno revolucionario cubano. Yo digo que, ¡ojala tuviéramos un gobierno como el español defendiendo nuestros intereses!