sábado, 1 de octubre de 2011

Cuba no te confíes. Por Roberto Pedreiturría


Cuba no te confíes. Por Roberto Pedreiturría


Son muchas las generaciones de cubanos que soñaron alguna vez poder regresar a Cuba sin humillarse. Son muchas las que lo soñaron y son muchas las que ya no existen. Estaba pensando en mi abuelo, quien esperaba que algún día el gobierno devenido en tiránico dejara de ser y poder pasearse por las calles de Santiago con la tranquilidad de poder decir lo que deseara sin ser juzgado. Era un hombre muy culto, tanto que a algunos les incomodaba su propia ignorancia. Murió de una isquemia cerebral a una edad muy avanzada, pero completamente lucido. Alguien me dijo que aun hacia chistes sobre el régimen que gobernaba, y gobierna, la Isla. Pero esto no es un apunte sobre mi abuelo. Él, como muchos otros, se quedaron con los recuerdos de una época anterior a la Revolución, aunque vivieran en ella. Tal vez llegó el momento, porque tal vez este al doblar de la esquina el sueño de aquellos muertos que no pudieron verlo. Esto nos convierte en privilegiados y presiento que es bueno recordarlo. 

Hay un gran movimiento cívico que antes era impensable; no hace mucho de eso. Ya nos habíamos acostumbrado al inmovilismo de ambas partes. El único problema es que pienso que no hay nada seguro y que esta oportunidad también puede escaparse si no se aprovecha bien. Esta es la época de los blogueros como Yoanis Sánchez, la época de los grupos cívicos que hacen huelgas de hambre hasta la muerte, donde un grupo de personas se lanza a la calle sin miedo a las turbas terroríficas (son muchos ya), de las Damas de Blanco, de Elías Vice y de grupos que expresan con su arte el descontento para con el régimen. Esta es la época de los teléfonos móviles (celulares) y de una precaria internet que a veces es operativa. Entonces, ¿qué falta? Falta que no haya miedo por parte de los indecisos; es a ellos a los que hay que ganar. A los comprometidos, no podremos ganarlos, simplemente porque perdieron la dignidad mientras ganaban un bocadito de jamón. Es decir que aquel hombre nuevo que dibujó Ernesto Guevara de la Serna, no sólo es un fracaso, sino que además ya no es nuevo, más bien es una vieja pesadilla. Claro, los pueden encontrar en esos actos de repudios, pero a veces también están entre nosotros. Estos hijos de la ignominia guevaresca ya nunca estarán de nuestro lado, solo podrían fingirlo bajo presión y gracias a la carencia de dignidad podrían lograrlo. Nos queda el resto, que son muchos más, y dentro del gobierno castrista lo sabe.

Para leerlo completo, visitar ECOS el Blog de Pedreiturría