jueves, 19 de enero de 2012

MUERE DISIDENTE CUBANO EN HUEGA DE HAMBRE WILMAR VILLAR MENDOZA. VÍDEO Y MENSAJE

Acaba de fallecer en un hospital santiaguero, el disidente cubano en huelga de hambre Wilmar Villar Mendoza.

Pondré más información a medida que vaya saliendo de la Isla.

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Ya tengo un vídeo con toda la información gracias a una colaboracióón de method.
http://youtu.be/rvHYkHdKxNc

ENTERRAR A MARTÍ. POR ALEJANDRO ARMENGOL


Una colaboración de Iván Leonard


ENTERRAR A MARTÍ. POR ALEJANDRO ARMENGOL


Por Alejandro Armengol
El Nuevo Herald
Julio 24, 2006
Florida
E.U.


Del Blog La Nueva Cuba
Julio 30, 2006




Creo que para los cubanos ha llegado la hora de enterrar a José Martí. No se trata de olvidarlo, sino de bajarlo del pedestal que sólo sirve de provecho a los arribistas de cualquier tendencia. Otorgarle el valor merecido a sus escritos y dejar que los críticos valoren sus versos --algunos brillantes, otros mediocres-- y los historiadores continúen analizando su papel en la fundación de la república cubana.

Es lamentable que en la formación de la nacionalidad se sobrevalore un cuerpo rector formado por frases brillantes, que forman un catecismo de fácil manipulación, propicio a todos los usos. Pensamientos en los que lo luminoso de la palabra dificulta encontrar lo efímero de su contenido. Lugares comunes que nos parecen únicos por lo ejemplar de la escritura.

Un ejemplo es una de las frases más repetidas de Nuestra América: ``Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio ¡es nuestro vino!''

Se trata de una exclamación lapidaria y funesta. A partir de ese momento, los incapaces y oportunistas --abundantes en Cuba y en el exilio-- han tenido su justificación garantizada.

Esta declaración apasionada contribuyó a la creación de un canon de miseria y chapucería donde lo autóctono se impuso sobre lo extranjero, no por su esencia, sino como una categoría moral falsa. No hay manifestación más clara, en el terreno político y cultural, que ese vanagloriarse de los errores mediante un nacionalismo agresivo e inculto. En el plano individual o ciudadano, se nos regaló la posibilidad de hacer mal las cosas y cerrarles la boca a los críticos.

Por supuesto que es tonto, además de injusto, el achacarle a Martí toda la chapucería que se acumula a lo largo de nuestra historia. Su pensamiento ha sido utilizado como un recurso más en la elaboración de patrañas y falsedades. Pero no reconocer que se trata de un código mal construido y peor aprovechado es cerrarle la puerta al análisis de un pensamiento que encierra conceptos caducos e ideales arcaicos junto a aspectos novedosos e ideas progresistas.

El artículo Nuestra América, al que se ha hecho referencia, es una buena muestra de esta necesidad de deslindar el valor de una prosa de belleza tentadora de la validez de un pensamiento apegado a su época, limitado a su momento.

Todo el discurso encierra dos o tres ideas básicas: la peculiaridad de América Latina frente a las potencias europeas y a un vecino poderoso como Estados Unidos; la elaboración de un pensamiento latinoamericano y la visión de un continente en marcha. La riqueza verbal supera los fundamentos ideológicos del texto y nos arrastra encantados, pero se hace necesario imponer una distancia saludable entre adjetivos y conceptos. Cuando saltamos la barrera del escritor extraordinario que lo creó, y queremos convertir algunas de estas frases en patrones de conducta, corremos un grave riesgo.

Al sacar el discurso del contexto en que fue formulado y lo transformamos en normas para la vida, caemos en el error no sólo de establecer códigos alejados de la realidad --cuya imposibilidad de cumplir descarta de inmediato cualquier valor práctico--, sino de adoptar criterios erróneos, sólo justificados por la sonoridad de la frase.

La república cubana no surge de la imaginación martiana, no nace sólo del escritor, sino es en parte consecuencia de su voluntad patriótica.

La nación ideal martiana no es más que la mistificación de varios de sus pensamientos --muchos valiosos, otros simplemente bonitos--, los cuales constituyen una obra abierta y víctima de todo tipo de tergiversaciones.

Esto no disminuye el valor de documentos como el Manifiesto de Montecristi y los discursos y cartas. Simplemente, a Martí no le dieron tiempo para contribuir a plasmar su ideal en una guía imperecedera y práctica, como es una constitución.

No hay manifestación más clara, en el plano político, de ese vanagloriarse de los errores del pasado y esa exaltación de la incapacidad más absoluta que el recurrir al ideario martiano.

Parte de la genialidad de Martí radica en agrupar en una sola persona al pensador y al hombre de acción. Pero esa grandeza es a la vez su tragedia: muere como soldado, en una lucha no sólo por la libertad de Cuba sino para evitar que los militares se adueñen del poder. Lo que los generales y coroneles lograron antes, un comandante hizo definitivo.

Junto a este afán de partero, la audacia innovadora y la temeridad que van a servir de excusa a los aprovechados.

Librarse del apostolado martiano es un gesto de independencia necesaria. Un país no se fundamenta sobre el ideal exaltado de un poeta.





BENEDICTO XVI Y LAS DAMAS DE BLANCO. POR EL DR OCTAVIO DILEWIS


Del Blog del querido amigo Dr. Octavio Dilewis  Ibarra-Tamayo CROSSROADS-ENCRUCIIJADA-CARREFOUR


Benedicto XVI y las Damas de Blanco

El 2012 trae a Cuba al Papa Benedicto XVI, que llegará a Santiago el 26 de marzo, en vísperas de la Semana Santa. Su visita coincide con la celebración de los 400 años de la aparición en la bahía de Nipe, de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. De esta forma la Iglesia Católica convoca a una ceremonia donde estarán presente la disidencia que reclama las libertades individuales y los agentes que las reprimen, las victimas y los verdugos, la luz de la fe en la virgen milagrosa y la sombra de Raúl Castro, que gobierna un marxismo muerto sin sepultura.

Nadie dude que en esa luminosa liturgia habrá de todo pero este acto perdería su esencia moral si no logramos que sea también un reconocimiento a la dignidad de la mujer cubana simbolizada en las Damas de Blanco, que a lo largo y ancho de la isla han hecho de las iglesias de Cuba un santuario de libertad. De esta forma, el Santo Padre junto a las Damas de Blanco podrán elevar una oración a la Virgen en tributo a la memoria de Laura Pollán, mártir de la heroica resistencia de la mujer cubana. Pidámosle a Benedicto XVI que reciba a las Damas de Blanco.

Históricamente, esta es la segunda visita de un Papa a la patria de Martí. En enero 21-25, 1998, Juan Pablo II llevó su mensaje de esperanza a varias ciudades de la isla y fue precisamente en Santiago de Cuba donde el arzobispo Pedro Maurice le dio la bienvenida y en presencia de Raúl Castro, le presentó al Santo Padre la Cuba profunda que sufre y sueña con la libertad. El Arzobispo humilde y valiente dijo: “Le presento el alma de una nación como una diadema de realidades, sufrimientos, alegrías y esperanza… la nación vive aquí y en la diáspora. El cubano sufre y espera aquí y también sufre, vive y espera en la diáspora”.

Habló de todos aquellos cubanos: “que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida”. Y con el coraje de un sabio santo que señala errores y predica con el ejemplo le dijo a Juan Pablo II: “Le presento además al grupo de cubanos que han confundido la Patria con un partido… y la cultura con una ideología”. Raúl Castro, atento y callado, tenía en el rostro la terrible mirada de su legendaria crueldad.

Juan Pablo II, profundamente emocionado, respondió con la certeza de quien había sufrido por sus ideales y su fe religiosa. En su voz vibraba la heroica Polonia y con palabras cargadas de devoción habló a los cubanos del dolor del cuerpo y del alma. Del sufrimiento de los perseguidos y encarcelados por razones de sus creencias y alentó a defender el derecho de los ciudadanos a participar en el debate público.

A la hora de partir, como el que conoce y lleva heridas de tiranos, se despidió de Cuba con un llamado a la dignidad nacional. Juan Pablo II dijo: “la Iglesia llama a todos para hacer de la fe la realidad de sus vidas… y alcanzar la verdadera libertad que incluye el respeto a los derechos humanos y la justicia social”.

Han pasado cerca de 14 años desde la visita de Juan Pablo II. En la tribuna del recibimiento a Benedicto XVI habrá notables ausentes. Santiago de Cuba lloró la muerte de su amado arzobispo, Pedro Maurice. El Papa de desbordante personalidad y evangelio santo murió fiel a la prédica de ese Jesús que nos dijo “la verdad les hará libres” y Fidel Castro alucina medio muerto junto al cadáver de su revolución.

Presentes en las calles de Cuba hay cientos de jóvenes que reclaman libertad. Luchan pacíficamente armados con computadoras, teléfonos celulares, guitarras y mucha dignidad. Bertha Soler, Yoani Sánchez, Sara Marta Fonseca, Ivonne Malleza, Tania Maldonado, Rosario Morales, Mercedes García, Jorge L. Pérez “Antúnez”, José Daniel Ferrer, Angel Moya, Oscar Elías Biscet y Gorki Aguila son la esencia de la Cuba Nueva, de la Cuba joven, indómita y rebelde.

La visita de Karol Wojtyla a Polonia en 1979, investido como el Papa Juan Pablo II sirvió para galvanizar a los indignados que reclamaban sus libertades ciudadanas, generando una intensa movilización que culminó en una gigantesca concentración popular de más de medio millón de personas. Así fue como el pueblo polaco cobró conciencia de su poder real de que eran muchos frente a un régimen de pocos, irremediablemente fracasado.

Es fascinante ver como en ciudades diferentes de Cuba y en el exilio, la gente parece tener la misma idea, sobre el mismo tema de libertad, al mismo tiempo. No es posible continuar la farsa de la revolución. La visita del Papa ofrece una histórica oportunidad para reunir medio millón de cubanos en la liturgia de la Plaza Cívica junto al altar donde se celebrará el ofertorio a la Virgen de la Caridad del Cobre y así con una presencia masiva dar inicio a los funerales del marxismo en Cuba. Llegó la hora de la redención de las libertades individuales y será allí donde la Patria y la Fe podrán escribir una épica de esperanza.