miércoles, 3 de junio de 2009

Los burros de Santorini. (Para seguir relajandonos)

(No es nieve, es Santorini)

No se si alguien le ha hecho algún homenaje a los burros de Santorini, pero yo quiero hablar de ellos. Se que es difícil hablar de burros cuando se esta en un pueblo tan espectacular y con tanta historia, pero yo soy así .

Primero que todo empezare contándoles sobre mi experiencia cuando el barco se acercaba a un conjunto de islas montañosas, donde se destacaba una, cuya cima parecía cubierta de nieve. En realidad era el pueblo de Santorini, que al ser mayormente blanco y estar en lo alto de esa montana, pues da esa sensación.

Ese momento es maravilloso. El barco no puede anclar cerca de la costa, sino que se queda varado en el centro de lo que es el cráter de un volcán que exploto hace millones de años y lo cubrió el mar. Para llegar a la orilla hay que coger una lancha.

Para subir a Santorini hay dos opciones, los burros o subir en un funicular y cualquier opción cuesta 4 euros. Por supuesto, yo enseguida pensé en los burros. El barco griego tenia a 15 cubanos trabando en el, como sabemos estamos regados por el mundo, y a la vez el cubano aunque no te conozca trata de ayudar al cubano, nos advirtieron que si montábamos los burros después teníamos que votar la ropa, pues la peste era difícil de eliminar, y nosotros de Grecia nos íbamos para España, no queríamos contaminar los maletines, entonces optamos por el funicular. La vista desde este, subiendo esa gran montana, divisando el Mar Egeo y los islotes montañosos, es indescriptible. En el video yo salgo solo diciendo WOW, y repitiendo lo dichoso que era de poner ser testigo de semejante paisaje.

Una vez en la cima de la montana en pleno pueblo de Santorini, las emociones son muchas, el recorrer esa estrechas calles que son como pasillos, esas construcciones tan sui-generis, esas terrazas en voladizo hacia el precipicio, es algo que te corta la respiración. El contemplar la caída del sol saboreando una copa de vino tinto en una de esas terrazas, mirando a lo lejos como barco crucero que nos trajo parecía un barquito de papel flotando en lo que es el cráter de un volcán que no ha muerto. Ver como se va obscureciendo todo y Santorini va cambiando de iluminación y todo toma un velo de misterio y romanticismo, es algo que uno debe disfrutar al menos antes de morir para llevarse un recuerdo dulce de su paso por la tierra.

Pero bueno, yo en si lo que quiero es darle un homenaje a los burros de Santorini.

Primero antes de coger el funicular fuimos a ver los burros e indagar sobre estos. Resulta que están todos como en una gran fila india. Te montan y nadie va contigo, los burros son suficientemente profesionales como para llevarte sin que tú tengas que hacer nada. Es como montar los caballitos en una gran feria, donde algunos caballos van sin nadie encima pero a su vez tienen que hacer el recorrido juntos, uno detras del otro. Yo tuve que al menos tocar a algún burro e impregnarme de Santorini. A mi me dio mucha lastima con ellos pues soy amante de los animales como de la naturaleza. La cara de estos me comprimió el corazón, yo hubiese querido darles unas vacaciones, y llenar esas terrazas de burros sin hacer nada, pero parece que ellos son felices así, o no tienen otra opción. Los burros de Santorini son tan importantes como sus habitantes. Son parte del paisaje, son griegos.

Estos también descienden de la mitología, y fueron testigos del imperio romano, la dominación turca, la reconquista de los griegos, y ellos siempre ahí, haciendo una labor social, piezas claves en la construcción de Santorini. Sabe Dios cuantas piedras tuvieron que cargar y hasta cuantos látigos llevan sus glúteos. Que Alma más noble la del burro. Si, digo Alma, pues tanta nobleza, solo puede ser albergada por un Alma generosa. Es mas quisiera tener el coraje de un guerrero y el alma de un burro de Santorini.

Si alguna vez van por allí, no dejen de tocar a uno de ellos, mirarle a los ojos y darles mis saludos, mi admiración, y mi respeto.

A continuación les muestro unas fotos de los burros de Santorini.
José Ramón Morales. Febrero 16, 2008



Fijensen en los burros entre los balaustres.




Los Perros de Atenas. (Algo para relajarse)


Cuando hablamos de Atenas en Grecia, casi siempre mencionamos su historia. La grandeza que encierran sus muros, sus columnas, el Partenón, La Acrópolis, etc., pero yo hoy no quiero hablar de eso. Ya hay demasiada información y caería en una repetición de lo mismo.
Hoy quiero hablarles de “Los Perros de Atenas”, sí, y lo digo con mayúsculas pues es algo que me llamo mucho la atención.

Los perros de Atenas sobresalen pues estos son grandes, casi siempre están durmiendo en medio de la acera o la calle, no se inmutan porque las personas estén transitando a su alrededor, al contrario, uno viene caminando y tiene que darles la vuelta para no pisarlos pues ellos siguen durmiendo. No se ven ni enfermos ni desnutridos. Las personas los respetan mucho como si de un animal sagrado se tratase. Y es así, ellos son parte del paisaje ateniense.
Me llamo mucho la atención verlos con el grupo de personas en una esquina esperando para cruzar la calle. Es como si conocieran el semáforo y además la cruzan por las esquinas. Tal fue mi curiosidad que se lo comenté a un amigo y el fue a indagar sobre el asunto Así me entere que el estado cuida de ellos. Estos son vacunados y reciben tratamientos médicos cuando los necesitan. Además tiene un lugar en un parque donde ellos van a cenar.
Mi admiración era ver como estos caninos podían andar en grupo sin fajarse, como había un respeto entre ellos y además con la población. No se si eso tiene que ver con su cultura milenaria y estos a su vez son descendientes de aquellos de la mitología griega. Esos que deambulaban por La Acrópolis, los que acompañaron a Erodes en la construcción del anfiteatro, o los que fueron testigos de la muerte de Adriano.

En fin, no puede uno pasar por Atenas sin admirar y llevarse consigo la imagen de los perros callejeros, que son parte del paisaje ateniense.

Aquí les pongo unas fotos para que los vean.

Esto lo escribi el 15 de febrero del 2008
y lo publique en mi mi blog de El Pais en septiembre, 2008