martes, 15 de diciembre de 2009

SALTO SOBRE EL VACíO, (O EL CUENTO DE LA NOSTALGIA). Por Ihosvany Hernández


(Del Blog La Parada de los Mangos)

El otro día, mi mujer y yo, nos pusimos a hablar de la nostalgia porque el asunto aún no nos quedaba bien claro. Aquella noche veíamos videos en Internet y nos emocionamos ante los rostros de los personajes que hicieron delicia en nuestra infancia. Allí, a través de YouTube, descubrimos fragmentos de programas de finales de los setenta y de los ochenta. Entonces vivíamos en Cuba. Sí, mi mujer y yo somos cubanos. Y hace unos años vivimos en Montréal; esta ciudad mitad francesa, mitad inglesa, mitad latina, mitad de otras mitades de mitades de medio universo; y aquí recordamos lo que fuimos, y hablamos de lo que hoy somos.

En aquel Tercer Mundo tuvimos la quintaesencia del Socialismo en pleno Caribe. Nos educamos, crecimos, y mucho después nos marchamos de aquella patria que hoy recordamos con una desorbitación que me llena los ojos de agua, de lágrimas quise decir. Y no es que me preocupe si dejamos un país hermoso con su azul o su eterno verano, porque si salimos de allí fue para estar mejor y no vernos en la miseria del pan al día y el apagón de largas noches que se hacían inefables, o turbulentas hasta el incordio. Aunque, aclaro, a la luz de los mechones, o lo que se resolvía para alumbrarnos, nos reuníamos a conversar un poco o a tocar rumba de cajón, “y maldecir con justo encono…”

Salimos de Cuba porque nos mataba el hambre de los noventa y la gente se iba a mares, ¡por mar claro está! Y nosotros nos fuimos porque se nos presentó la oportunidad (por separado), y la aprovechamos (por separado).

Ella vino primero. Llegó con un grupo bailarines a dar una gira. Pero en cuanto el grupo pisó tierra nevada, muchos solicitaron refugio. Y ella, claro está, no se quedó atrás. Hubo un juicio y al año le dieron su residencia.

Yo llegué un poco después gracias a una beca de investigación; y como lo tenía bien claro: “para atrás ni para coger impulso”, también me quedé. Pocos meses después nos conocimos en el “Cubano’s Club”. Ella estaba en la barra, y al entrar lo primero que divisé fue su espalda que dejaba desnuda usando aquel vestido que la hacía fenomenalmente arrebatadora. De ahí en lo adelante comenzamos a vernos hasta que decidimos vivir juntos.

Pero no fue esa noche la que del problema, sino aquella cuando nos dio por discutir porque eso de la nostalgia no quedaba claro. Y en su desolación quizás se sentía confundida, atolondrada, por eso, quizás, en cuanto le expuse mis ideas comenzó a ofenderme porque, al parecer, creía que mi intención era arremeter contra el país. Te digo, se me paró delante, con las manos en jarras, y me dijo:

—¡Lo que pasa es que tú odias la tierra que te vio nacer!

Fue cursi y sentimental y hasta violenta en su tono y sus gestos.

—Si estoy aquí no es porque no quiera a Cuba sino porque en Cuba la cosa esta mala y ya no podíamos hacer mucho para sobrevivir, y lo que nos quedaba era morirnos de hambre o coger una lancha y largarnos de allí —le dije.

El otro día, mi mujer y yo, nos pusimos a hablar de la nostalgia porque el asunto aún no nos quedaba bien claro. Aquella noche veíamos videos en Internet y nos emocionamos ante los rostros de los personajes que hicieron delicia en nuestra infancia. Allí, a través de YouTube, descubrimos fragmentos de programas de finales de los setenta y de los ochenta. Entonces vivíamos en Cuba. Sí, mi mujer y yo somos cubanos. Y hace unos años vivimos en Montréal; esta ciudad mitad francesa, mitad inglesa, mitad latina, mitad de otras mitades de mitades de medio universo; y aquí recordamos lo que fuimos, y hablamos de lo que hoy somos.

En aquel Tercer Mundo tuvimos la quintaesencia del Socialismo en pleno Caribe. Nos educamos, crecimos, y mucho después nos marchamos de aquella patria que hoy recordamos con una desorbitación que me llena los ojos de agua, de lágrimas quise decir. Y no es que me preocupe si dejamos un país hermoso con su azul o su eterno verano, porque si salimos de allí fue para estar mejor y no vernos en la miseria del pan al día y el apagón de largas noches que se hacían inefables, o turbulentas hasta el incordio. Aunque, aclaro, a la luz de los mechones, o lo que se resolvía para alumbrarnos, nos reuníamos a conversar un poco o a tocar rumba de cajón, “y maldecir con justo encono…”

Salimos de Cuba porque nos mataba el hambre de los noventa y la gente se iba a mares, ¡por mar claro está! Y nosotros nos fuimos porque se nos presentó la oportunidad (por separado), y la aprovechamos (por separado).

Ella vino primero. Llegó con un grupo bailarines a dar una gira. Pero en cuanto el grupo pisó tierra nevada, muchos solicitaron refugio. Y ella, claro está, no se quedó atrás. Hubo un juicio y al año le dieron su residencia.

Yo llegué un poco después gracias a una beca de investigación; y como lo tenía bien claro: “para atrás ni para coger impulso”, también me quedé. Pocos meses después nos conocimos en el “Cubano’s Club”. Ella estaba en la barra, y al entrar lo primero que divisé fue su espalda que dejaba desnuda usando aquel vestido que la hacía fenomenalmente arrebatadora. De ahí en lo adelante comenzamos a vernos hasta que decidimos vivir juntos.

Pero no fue esa noche la que del problema, sino aquella cuando nos dio por discutir porque eso de la nostalgia no quedaba claro. Y en su desolación quizás se sentía confundida, atolondrada, por eso, quizás, en cuanto le expuse mis ideas comenzó a ofenderme porque, al parecer, creía que mi intención era arremeter contra el país. Te digo, se me paró delante, con las manos en jarras, y me dijo:

—¡Lo que pasa es que tú odias la tierra que te vio nacer!

Fue cursi y sentimental y hasta violenta en su tono y sus gestos.

—Si estoy aquí no es porque no quiera a Cuba sino porque en Cuba la cosa esta mala y ya no podíamos hacer mucho para sobrevivir, y lo que nos quedaba era morirnos de hambre o coger una lancha y largarnos de allí —le dije.

—Pero dime algo, ¿es que aquí estamos mejor? —me preguntó indignada, como si quisiera abalanzarse sobre mí.

—!Al menos tenemos Derecho al Internet! Míranos ahora embobecido con esos videos…

—¡Pero nos falta la familia!

—¡Allá no hay quien viva y el que vive no hace más que repetir que quiere irse!

—¡No todo el mundo piensa igual!

—¡Seguro que no!

—¡Hay que defenderla!

—¡Yo la defiendo!

—¡Aquí nos explotan!

—¡Allá vivíamos al explotar!

—¡Pero nos pagaban un salario y casi no hacíamos nada!

—¡Por eso que el país no avanza! ¡Por eso es que no hay desarrollo!

—¡Aquí te pagan por horas y a veces ni hay horas suficientes y a veces es mejor tener dos o tres trabajos para pagar la renta!

—¡Pero vivimos bien!

—¡Como dos inmigrantes!

—¡Pero vivimos!

—¡Sí, hartos de tanta nieve! ¡Mira, yo estoy cansada de tanta nieve, y hasta del individualismo! Al menos en La Habana todo el mundo me conocía. Si alguien preguntaba por mí, enseguida decían: “422, sexto piso, la segunda puerta a la derecha.” Y la vecina nos cuidaba el casa cuando no estábamos, porque aquella zona era conflictiva y siempre habían robos… Éramos muy unidos.

—¿Quieres volver al colectivismo? Mira que eso termina en promiscuidad y luego tienes a todo el mundo husmeando en tu vida. ¡Sinceramente, creo que eso de crear seres socialmente útiles te ha afectado mucho!

—¡Aquí todos viven preocupados por el dinero, por lo que les pertenece, y a nadie le importa el vecino! IEgoístas qué son todos!

—¡La propiedad privada es importante, por esa vía se llega al desarrollo! ¡La vida es productividad! ¡Qué cada cual se ocupe de lo suyo!

—¡Estás hecho un capitalista de mierda, no me lo esperaba de ti!

—De mí se puede esperar cualquier cosa. He aprendido a saltar de un país a otro y de un sistema a otro… ¡Y aquí sigo, vivito y coleando!

—¿Pero y la nostalgia, Fernando? ¿Y la nostalgia?

Hubo un hueco en nuestras miradas, un vacío que duró unos pocos minutos pero que a mí me resultaron horas. Parecía que cientos de imágenes se cruzaban en mi camino: la casa familiar, los amigos, el barrio, las caras de cientos de conocidos amontonándose como en una manada hambrienta y pestilente.

—En definitiva, Elizabeth —salté—, ni tú ni yo podemos dar marcha atrás. Al menos escapamos de la catástrofe y aquí echaremos raíces.

Gritó cuatro malas palabras, dijo que ella no pensaba echar nada, ni raíces ni ramas. Y apagó la computadora y se sentó en el sofá, y percibimos los olores mezclados de nuestras comidas, y el vaho que se acumulaba en aquel espacio reducidos en donde logramos sobrevivir de invierno en invierno contemplando, a veces, la nieve en los cristales de la ventana, y a rato alegrándonos con una botella de vino tinto producido en Australia o en Francia.

Ya un rato más tarde, cuando estuvo más calmada, nos preguntamos qué hacíamos en un país tan frío cuando en el nuestro el sol nos daba de lleno en la cara todo el año. Entonces, el silencio ascendió entre los dos y nos miramos buscando la respuesta en medio de aquel mar suspendido como una cuerda que había que pasar de un extremo a otro, cuidando no caer, de no morir en ese hueco infinito llamado nostalgia...


(En la foto: ventana al mar, foto tomada en La Habana por el antropólogo P.S. Brotherton, © 2005)
Publicado por IHOSVANY HERNÁNDEZ GONZÁLEZ en 12:43

El fracaso de esas consultillas soberanistas. Por Pedro Ramón Sánchez Peinado

Ésta mañana, por fin, me he podido desayunar con una sonrisa en la jeta. Hoy, después de varias semanas me he tomado, gustoso, el café con leche. La razón es que lo que no han hecho los políticos, lo ha hecho el pueblo catalán al que tanto admiro, estimo y respeto. Y es que el total fracaso de las consultas soberanistas impulsadas por los grupúsculos nazionalistas en la Comunidad Autónoma de Cataluña me han demostrado que es posible creer en el catalán de bien que trabaja, come, caga y duerme cómo cualquier ciudadano de nuestra Piel de Toro. Es posible ver, a través de las tonterías que nos sueltan los políticos ,al verdadero hombre de a pie. que reside en Barcelona, Martorell o Tarragona. Ésto, al que haya leido la prensa, puede sonar algo incongruente, pues dichos grupúsculos lo han enarbolado cómo un éxito en favor de la autodeterminación. En cierta manera es así, pero sólo en cierta manera., pues hay que saber leer entre líneas y ver que lo dicen con la boca pequeña, cómo creyéndose que han triunfado pero sin tenerlas todas consigo. Lo que esperaban que fuera una base suficiente para una declaración de intenciones unilateral se ha convertido en una victoria pírrica. Todo el prestigio , si se puede llamar así, que la causa nazionalista había conseguido desde la muerte de Franki Franco se ha ido al garete. Se ha volatilizado cómo un castillo de naipes ante un huracán. Eso sí, para ellos ha sido una victoria total y absoluta, pues el noventa y cinco por ciento de los votantes ha votado "Si" a la independencia.

¿Dónde está entonces el fracaso de la consultilla? Es fácil. Por un lado de setecientos mil catalanes llamados a esas urnas ilegales en esa votación de juguete sólo acudieron unos doscientos mil. Un treinta por ciento. Si tenemos en cuenta que esas consultas se han llevado a cabo en pueblos, y digo bien, pueblos sin demasiado poder específico en la decisión total de la Comunidad, o lo que es lo mismo, seleccionados por su amplia afiliación independentista, que no catalanista, nos vamos dando cuenta de la pifia que se ha gestado. Obviamente los nazionalistas han movido a todos sus partidarios, pero debemos tener en cuenta la amplia panoplia de personas en Cataluña que se consideran nazionalistas: Anarquistas, repúblicanos, comunistas, okupas y otros muchos más sin oficio ni beneficio que acuden a todo lo que sea quemar banderas españolas o que huela al humo que éstas desprenden. Es decir, los votantes en ese plesbicito no son, ni de lejos, un grupo representativo de la sociedad Catalana, sino puros exaltados. Ésto habría sido estrapolable en cualquier otro lugar de España donde surgiera éste problema. Si las consultas se llevaran a cabo en pueblos de raigambre andalucista, ahora podríamos decir que Andalucía votó "Si" a la escisión con España. Los que han votado en esa estupidez son un montón de nazionalistas de boquilla que no saben nada de lo que comporta la independencia y que sólo saben de resistencia al franquismo, que acabó hace cuarenta años pero aún no se han enterado, quemar banderas porque es un acto de mucha resistencia o algo así o de fastidiar a la policía con luchas estilo kale borroka.

El resultado pues, ha sido tan patético que Artur Más, a la sazón presidente del nazionalista partido Convergencia y Unión se ha apresurado a decir que ellos no contemplan la posibilidad de la independencia ni en ésta ni en la próxima legislatura, con lo que el plan urdido por Carodito Rovira se difumina poco a poco mientras las elecciones van llegando al mismo ritmo. Además los grupúsculos independentistas han mostrado su verdadera jeta al no presentar un bloque compacto, sino con múltiples fisuras y distintas direcciones. Todos se quieren llevar el mérito y para ello no dudan en echar tierra sobre el otro grupo nazionalista del barrio de más abajo, lo cual sólo nos puede provocar una risa contenida ante la suficiencia que quieren demostrar y la estupidez de la que hacen gala. Esto, al fin, nos lleva a pensar que tal y cómo dice la leyenda urbana, el objetivo de los nazionalismos en Cataluña sólo persigue el dinero. Conseguir más dinero para ellos, no para la Comunidad que, supuestamente representan y ésto no se puede conseguir con la independencia. El dinero viene de España y para que España suelte la mosca tiene que verse presionada, en este caso por consultillas estúpidas que sólo crean confrontación y, en consecuencia, les hacen el juego a esos nazionalistas buenos para nada.

El domingo fue un día grande para España y debemos sentirnos orgullosos de nuestros hermanos catalanes. Con sus faltas y virtudes han demostrado una actitud cívica para con el conjunto de la Nación. Primero, no acudiendo a las urnas y segundo dejando que los nazionalistas se quiten esa careta de buena gente que lucha por su tierra mostrando las fauces del lobo que sólo pretende conseguir más dinero a base de dar dentelladas con el manido recurso de la Independencia . Estado político éste que, ni ha llegado ni va a llegar jamás, no porque los españoles no queramos que Cataluña se independice, sino porque los propios catalanes no desean dejar de ser españoles. Esas consultillas han causado más daño que beneficio a sus impulsores y, en consecuencia ha asentado un poco más la causa españolista en los territorios nororientales. Hoy, de este modo, debemos dejar de lado los reproches y las suceptibilidades y mirar a los catalanes cómo españoles dignos de ese título que, con su ausencia a tal desmán que supone una consulta ilegal, han demostrado ser gente de bien que no tiene más culpa que la de residir en el mismo territorio que los cuatro muertos de hambre que, en lugar de trabajar y levantar su tierra, prefieren vivir del cuento y del bolsillo de sus compatriotas.

Del Blog C.S. Peinado

El Sáhara sigue siendo Español. Ruego que lo paseís a todos vuestros conocidos. Por Pedro Ramón Sánchez Peinado

Haciéndome eco del llamamiento que nos llega desde el blog de nuestro amigo Doramás quiero dedicar unas lineas ahora a impulsar desde mi humilde situación de ciudadano español la noble tarea de arrebatar a Marruecos un territorio que no le pertenece y al que lleva expoliando y masacrando desde mil novecientos setenta y cinco. Ésto me lo porduce la indignación del trato a Aminatu Haidar que nos ha recordado nuestra desvergüenza al dejar, de la mano de indeseables, el territorio del Sáhara Occidental.

Asi las cosas y con la valiente acción de Haidar el tema del Sáhara Occidental a vuelto a la palestra de la actualidad de la manera más brusca y menos apetecible por cualquier ejecutivo español. El Sáhara sigue siendo un territorio no incorporado a Marruecos, pendiente de descolonización, a la que accedió España en su día pero que, por presiones de grupos beligerantes cómo Estados Unidos, aliados de Mohamed IV nunca se llevó a cabo. La consecuencia es que, a día de hoy, el Sáhara está siendo expoliado por su vecino, que no propietario, del norte ante la indiferencia de la Comunidad Internacional. Ésto se traduce en que su población legítima, los Saharahuis de la República Árabe Saharahui Democrática viven en Argelia, a donde fueron expulsados por el Ejército Marroquí. Mejor dicho, malviven en el desierto argelino, en los campamentos de Tinduf mientras Marruecos se aprovecha de sus fosfatos, su petróleo y su pesca.

Lo más grave no es sin embargo ésto, sino la actitud de la Unión Europea a la que pertenece nuestro país. Se está presionando un acuerdo con Marruecos sobre la prórroga del acuerdo de pesca en sus caladeros y para ello se está intentando incorporar al acuerdo las aguas del Sáhara. Ésto, de facto, supone reconocer la soberanía de Marruecos sobre el territorio con lo que se estarían vulnerando las resoluciones de la ONU que obligan a la descolonización y se entraría en un enfrentamiento directo con Estados Unidos que no reconoce, a fecha de hoy, éste territorio cómo propio del país magrebí.

¿Qué solución queda? El pueblo español tiene una deuda enorme y gravísima para con el Sáhara occidental. Legalmente y a tenor de las informaciones que poco a poco salen removiendo el excremento de este asunto Sáhara Español. Mientras la gran mayoría de la población española se ha posicionado en favor de la RASD, nuestro gobierno rema a contracorriente del sentir mayoritario. Se está vulnerando la voluntad del pueblo español para contentar a Marruecos, quien, no olvidemos, sigue explotando un territorio que no le pertenece. Es comprensible que la situación de presión sobre las posesiones españolas en el norte de África, la lucha conjunta entre Marruecos y España, sin demasiados buenos resultados, en cuestión de inmigración y drogas y el asunto de las aguas Canarias estén obligando al ejecutivo a ser prudentes. Pero, en esa tesitura sólo nos queda elevar, a través del mismo internet que nos quieren restringir aquellos gobernantes democráticamente elegidos y que demuestran una actitud más autoritaria que democrática, que se cumplan los compromisos adquiridos con el pueblo saharaui con el que, a pesar de la distancia y el tiempo pasado nos siguen uniendo lazos de sangre cómo hermanos nuestros que son.

Puesto que no se llevó a cabo el plebiscito de independencia, el Sáhara no fue nunca descolonizado. Según ésto , España sigue siendo el administrador del Sáhara Occidental, según marca la Ley Internacional. Sigue siendo así su responsable jurídico. Esto se tracuce en que el Sáhara sigue siendo España y que su ocupación por parte de marruecos es un acto deliberado de Guerra. Es decir, Marruecos ha invadido un territorio y comporta la misma gravedad que si pretendiera invadir Ceuta, Melilla o Andalucia. Este hecho poco conocido ha sido deliberadamente escondido por las distintas administraciones de nuestro país. Es un asunto que debe indignarnos y debe considerarse una traición al pueblo español independientemente del signo político que haya ocupado la Moncloa, ya sea UCD, PSOE o PP. Es un acto de traición porque el ejecutivo ha estado traicionando, a escondidas y durante cuarenta años a españoles de hecho residentes en Tinduf, territorio extranacional, al ser expulsados de nuestro territorio nacional por una potencia extranjera. Ésto, en mi opinión es una aberración hacía nuestra política de Defensa y nuestro ordenamiento Constitucional, ya que se está permitiendo que ciudadanos españoles malvivan en un territorio extranjero al estar ocupado su verdadero hogar, España.

Sólo hace falta que España reivindique este hecho y se aplique el Derecho Internacional. Aunque puede resultar una maniobra política de muy amplio calado y que exije un valor y una decisión que dudo tenga ninguno de nuestros políticos. El pueblo español debe exigir que se pongan los medios y se haga lo imposible para culminar con décadas de sufrimiento para con nuestros compatriotas saharauis. Después de conseguir la reanexión de un territorio que, LEGALMENTE, nunca dejó de ser nuestro, debemos ofrecer bien el plesbicito de independencia o bien la reincorporación con un estatuto de autonomía a imagen de los existentes en nuestro país.

Hoy más que nunca, el pueblo saharahui precisa que España actue de manera contundente y deje de lado las medias tintas y no me estoy refiriendo al Gobierno. Me estoy refiriendo a todos los españoles y españolas que vemos como una mujer menuda de tez morena y cara demacrada se nos muere en el Aeropuerto de Lanzarote mostrándonos nuestra indecencia y verguenza conformista. Debemos reivindicar, uno a uno que el Sáhara sea liberado del yugo marroquí de una vez por todas. Para ello ruego que paseis éste artículo o escribais los vuestros propios documentándolos al máximo y llamando a la rebelión pacífica contra los planteamientos de los gobiernos que nos siguen mintiendo, explotando y ocultando la verdad.

Del Blog C.S. Peinado