miércoles, 31 de marzo de 2010
La Leyenda Negra y la Leyenda Inglesa.
Casualmente ayer hablando con un amigo sobre Canadá, mi experiencia en mis vacaciones por ese país hace algunos años, y me dijo, que ese es un país maravilloso porque había sido colonia inglesa, igual que EEUU, Australia, etc. Enseguida salió la Leyenda Negra española. Yo no pude callarme, le dije que también colonias inglesas habían sido Zambia y muchos países de África y la India que es un desastre, etc. o sea que no me sacara eso. Muchas personas son de la opinión, que si la America Latina está como está, es porque fue colonizada por España. Yo le dije, mira mi amigo, si Bolivia hubiese sido conquistada por Inglaterra, y no hubiesen exterminado a todos los nativos, estoy seguro que hoy en día el mismo Evo Morales, quizás se llamara John Smith y bebiera el Te a las 5 PM y masticara hoja de coca, además hablando ingles, estaría con la misma retórica de echarle la culpa de todo a la conquista inglesa y Bolivia estuviese con sus indígenas con sus trajes típicos haciendo las mismas cosas aunque se comunicaran en su lengua autóctona e ingles. Las construcciones fueran distintas, muchos pueblos con casas de madera al estilo Reina Victoria, que hubiesen sido muy débiles frente a los huracanes e inclemencias del tiempo en la región, por lo tanto no hubiesen resistido mucho como las construcciones españolas de paredes gruesas y techos de teja árabe. Las ciudades no hubiesen sido tan bien planeadas con plazas en el centro con iglesias y catedrales que son verdaderas joyas arquitectónicas, ni hubiese esos monasterios que parecen fortalezas. También Hugo Chávez en Venezuela quizás se llamara Jim Brown y también hablara ingles y tomara el Te a las 5 PM, pero seria el mismo impresentable y dictador, coqueteando con los terroristas e implantando el sistemas de Trueque en la economía. A lo mejor Rigoberta Menchú de Guatemala, se llamara Elizabeth y también hablaría en ingles y bebería el Te a las 5 PM, pero seria la misma que defiende a dictaduras como la de Fidel Castro y no le importaría que se violen los derechos humanos en Cuba.
A los países los hacen sus gentes. Canadá es así por las personas que lo habitan, si lo habitaran gentes como los antes mencionados, no importa que tuviesen otros nombres u otro idioma, ni que los haya conquistado Inglaterra, el resultado hubiese sido un desastre por parte de esos personajes.
No quiero que me malinterpreten, pero cuando vean un documental de Bolivia con toda su gente y su folklore, díganme si con Inglaterra hubiese habido mucho cambio, a no ser de que los hubiesen exterminados. Que casualidad que ni en Canadá, ni en EEUU haya casi indígenas. Que paso? Eran pocos?
martes, 30 de marzo de 2010
LA FUERZA DE LA PALABRA. EL AUTONOMISMO EN CUBA EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX. (V y Final)
Por: LUIS MIGUEL GARCÍA MORA
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Revista de Indias, 2001, vol. LXI, núm. 223
DE LA GRAN CAMPAÑA AL RETRAIMIENTO
Si en algún momento los autonomistas confiaron en que se podía, finalmente, cumplir su programa fue cuando a fines de 1885 regresaron al poder los liberales y permanecieron en él hasta julio de 1890. Era la ocasión de hacerles formalizar, ahora que ya eran un partido consolidado, todas las promesas de reforma realizadas desde la oposición, en particular, la electoral. En el manifiesto del 22 de marzo de 1886 ya amenazaban con el retraimiento si, concluida la legislatura, no se hubiese realizado la misma. Aunque Labra desde Madrid les daba seguridades de que era un hecho una vez los diputados cubanos llegasen al Parlamento, en La Habana había cierto recelo71.
A favor del autonomismo jugaba su consolidación como partido, que le permiten campañas mucho más eficaces, como la propia ineficacia del principio asimilista, lo que provocará que algunos unionistas se empezasen a mostrar a favor de la descentralización72. El diario madrileño, El Progreso, señalaba:
«Hoy, hasta en los periódicos genuinamente peninsulares, se levantan acentos vigorosos demandando el término de un régimen colonial inicuo. Y aquel antiguo calificativo de reformista [las cursivas son de El Progreso] que en un tiempo de ignorancia y mala fe tendían a considerar como diminutivo de filibusterismo,
es hoy llevado con holgura por muchos que antes no lo hubieran permitido siquiera se les sospechara partidarios del más leve cambio en el orden administrativo colonial»73.
No debemos olvidar que por aquellas fechas, El Progreso, recibía una subvención por parte del partido de 100 pesos mensuales, pero lo importante es que, a diferencia de tiempos anteriores, ahora estaba dispuesto a aceptarla. Los autonomistas tenían la esperanza de que algo podía empezar a cambiar74.
En el proceso electoral pusieron un gran empeño y, siguiendo los consejos de Labra, consiguieron una diputación en donde estaban presentes algunos de los principales miembros de la Junta Central: Montoro, Fernández de Castro, Giberga, Terry, algunos de ellos, como es el caso de Montoro, con contactos e influencia en los ambientes políticos e intelectuales de Madrid75. No se escatimaron esfuerzos para lograr una gran representación. Se acudió a una suscripción popular a fin de poder pagar los gastos de estancia de algunos de los parlamentarios.
Todo ello permitió la constitución de una minoría autonomista, que puntualmente daba cuenta a la Junta Central de sus actividades en el Parlamento76.
Por vez primera, la Junta Central tenía capacidad para controlar la actividad de sus parlamentarios. En la primera reunión de la minoría, Montoro, alegando cumplir órdenes de La Habana, presentó un ambicioso plan de trabajo basado en aprovechar cualquier circunstancia para provocar un debate sobre la cuestión
cubana y, aunque se sigue manifestando el carácter local e independiente del partido, no se rechazaba establecer contactos con otros grupos que pudiesen aceptar el programa autonomista. En este sentido, el mismo Montoro realizó distintas gestiones cerca de Castelar, con la idea de conseguir adeptos77.
El plan expuesto por Montoro a la minoría culminó con su discurso de 19 de junio de 1886. No se produjo en una sesión de madrugada, con el hemiciclo semi-minoría autonomista a la contestación del discurso de la Corona, todo el Parlamento pudo escuchar las necesidades sociales, políticas y económicas de Cuba, pudo
recordar las promesas que Sagasta había realizado desde la oposición y, finalmente, amparándose en el artículo 89 de la constitución de 1876, expuso la doctrina autonómica, tal y como la entendía el partido78. Aunque la enmienda sólo contó con el apoyo de 17 diputados, los autonomistas y algunos republicanos, lo verdaderamente importante fue que se había situado el problema colonial en el centro del debate político. La Época dedicó dos artículos a valorar el discurso de Montoro y El Imparcial enfatizaba el espíritu de consenso desde el que se podía debatir: «Hace años, es casi seguro que ni el Sr. Montoro, ni el Sr. Labra podrían pronunciar en el Congreso los discursos que han pronunciado: hoy se les ha oído sin recelo, ni prevención; el país conoce sus deseos; la opinión los juzga; el gobierno sabrá hasta donde puede llegar en el terreno de las concesiones»79.
Otros sectores de la prensa fueron más favorables. El Globo, quizás recogiendo los contactos Montoro-Castelar que antes comentabamos, señalaba que «con arreglo a nuestra conciencia hemos reconocido la justicia que asiste a los autonomistas en sus aspiraciones, con arreglo a nuestro patriotismo no podemos asociarnos a ellas». El Liberal apoyaba firmemente la idea autonomista y, al igual que El Imparcial, muestra la flexiblización del régimen de la Restauración cuando afirma que la defensa del programa autonomista: «hubiera sido materialmente imposible en esta misma Cámara hace poco más de media docena de años»80.
En la estela del debate de contestación al discurso de la Corona, la minoría autonomista desarrolló una frenética actividad tendente a dejar en la mesa del Congreso, antes de clausurarse la legislatura, una serie de proposiciones de ley para reformar todo el modelo colonial: sistema electoral, régimen municipal y, de las relaciones financieras entre la metrópoli y las Antillas, identidad de derechos entre peninsulares y cubanos, y finalmente, de la organización del Gobierno General de la isla de Cuba, en donde especificaba las atribuciones de su programa entre el Gobernador General nombrado por la metrópoli, una Diputación
Insular elegida por sufragio y un Consejo de Administración designado a partes iguales por el gobierno y mediante la elección de ayuntamientos, diputaciones y asociaciones de carácter general. En el curso de las sesiones se podía apreciar una discrepancia entre el jefe de la minoría, Labra, y en menor medida de otros diputados que viven en Madrid, Portuondo y Betancourt, con los que vienen de La Habana, principalmente con Montoro81.
En esta coyuntura se produjo el definitivo fin de la esclavitud, con la abolición de la Ley del Patronato. Desde su instauración, los autonomistas habían sido los principales impugnadores de la misma, pero en el debate del presupuesto que se estaba desarrollando en la Cámara, los conservadores cubanos habían aprovechado la ocasión para presentar un proyecto de ley de abolición, con reglamentación del trabajo.
Se encontraban en una difícil posición, por un lado, no querían firmar una proposición de ley con los conservadores, pero tampoco querían transmitir a la opinión pública la idea de ser un obstáculo para la abolición, más cuando en la minoría figuraba el puertorriqueño, Julio Vizcarrondo, fundador de la Sociedad Abolicionista y Labra, su presidente. Finalmente la solución la encontró Labra cuando consiguió que Gamazo, ministro de Ultramar, aceptase un artículo adicional a los presupuestos por el que se abolía el patronato82.
Cuando regresaron a La Habana, los diputados autonomistas volvían con la sensación de que estaba cercano conseguir los fines de su campaña política. Cada vez tenían más influencia en la opinión pública, habían consolidado una minoría parlamentaria y en la Unión Constitucional, su izquierda, se mostraba más proclive a las reformas83. En noviembre de 1886 se refundó la junta provincial de Santiago de Cuba. El autonomismo cumplía su papel de estabilizador del sistema colonial, limitando las tensiones e integrando a antiguos independentistas en la legalidad84.
Al mismo tiempo, también cumplimentaba la otra característica que apuntamos al principio: la promoción de un nacionalismo cubano moderado. Ya no eran sólo los anuales mítines de la fundación del partido, ahora se disponía de un Círculo Autonomista en La Habana, otro en Matanzas, y los diputados cuando regresaban a
Cuba eran recibidos por multitudinarias manifestaciones y acudían a sus provincias a dar cuenta de sus actividades parlamentarias, lo que en ocasiones provocaba polémicas con los conservadores y las autoridades, como ocurrió con el mitin de Figueroa y Fernández de Castro en Cienfuegos en octubre de 188685. Fuerzan el sistema, favorecen el nacionalismo, afirman lo cubano frente a lo español. El caso más paradigmático: la publicación, en 1887, del libro de Raimundo Cabrera, Cuba y sus jueces.
El gran problema que se debía resolver era el electoral. Ya hemos comentado que Sagasta se había comprometido a elaborar un proyecto que diese más posibilidades a los autonomistas. Y no se trataba únicamente de la ampliación del censo, sino de la modificación de las circunscripciones electorales. De los cuatro ministros de ultramar del periodo (1885-1890), tres trataron de realizar la reforma electoral.
Finalmente, en 1889 Manuel Becerra presentó un proyecto de ley en las Cortes que aprobado en el Congreso no llegó a ser discutido en el Senado, donde los autonomistas tenían el compromiso del gobierno de admitir mejoras86.
La política del gobierno conservador fue muy tímida. Antonio María Fabié, el nuevo ministro de ultramar, en 1890, introdujo una variación mínima consistente en ampliar el número de diputados y de distritos, pero manteniendo la cuota. Fabié había sostenido reuniones con Portuondo, Labra, Montoro y Fernández de Castro y confiaba que esa leve modificación evitaría el retraimiento electoral de los autonomistas.
Sin embargo, era algo inadmisible para el partido, una vez que en la metrópoli se había aprobado el sufragio universal. Como a lo largo de todo el siglo, el Estado liberal caminaba a dos velocidades. Convocadas las elecciones, finalmente se abstuvieron de participar en los comicios. En la junta que celebraron el siete de
enero de 1891 decidieron el retraimiento, publicando en El País un manifiesto que justificaba su actuación87.
Fabié había dado instrucciones al gobernador general, Polavieja, a fin de lograr una transacción y que la Unión Constitucional aceptase la reforma electoral88. Conocido el manifiesto autonomista, el ministro escribe de inmediato a Polavieja tratando la situación de muy grave «pues es sabido que una agrupación que se aparta de las vias legales entra en las revolucionarias»89. A partir de ese momento presiona a los autonomistas presentes en Madrid debido a las negociaciones arancelarias para que consigan reintegrar al autonomismo en el juego político90. El Ministro teme que se desequilibre el sistema de partidos, facilitándose no sólo una salida revolucionaria, sino también la ruptura de la Unión Constitucional, ya de por si dividida entre una izquierda reformista y una derecha intransigente. Ante la ausencia autonomista era posible que la izquierda constitucional tratase de ocupar, en parte, su espacio político. Conscientes del temor de las autoridades y de su papel en el sistema colonial, los autonomistas perseveraron en su actitud. Así, meses más
tarde escribía Montoro:
«Además, aquí mismo los nuestros creen que no se puede ir a las elecciones sino para ir de veras y que nuestro retraimiento, cada vez más lamentado por los conservadores a quienes perturba, ha de traernos en más o menos tiempo una reforma electoral aceptable, por lo cual importa no debilitarlo»91.
No se equivocaba Montoro. En diciembre de 1892 volvieron los liberales al poder y la cartera de Ultramar fue ocupada por Antonio Maura. Ya Fabié en su carta a Polavieja de 5 de febrero de 1891 señalaba que ante la actitud de los autonomistas sólo se podría realizar una política de resistencia, para la que ya no se
contaba con la total obediencia de la Unión Constitucional, o de transigencia92.
Maura no tiene duda: había que transigir, sobre todo desde que un año antes se había fundado el Partido Revolucionario Cubano. Así, en el mismo mes de diciembre, publicó varios decretos reformando el sistema electoral, para lo que había tenido muy en cuenta la opinión del senador autonomista, Bernardo Portuondo93. La reforma consistía en bajar de 25 a 5 pesos la cuota de contribución que daba derecho
a ser elector, y retirar el voto a los cuerpos de voluntarios, un voto que indudablemente iba a las filas de la Unión Constitucional. Con ello se conseguía un incremento del censo que, sin duda, favorecía a los autonomistas. El 31 de diciembre abandonaban el retraimiento y días después, en el mitin del Teatro Tacón, que conmemoraba su determinación, los discursos de Fernández de Castro y Giberga no dejaban lugar a dudas: autonomía o independencia94.
Maura era consciente de que por el bien del Estado era necesario dar más juego político a los autonomistas y girar a la izquierda la política colonial. No debemos olvidar que era cuñado del antiguo ministro de ultramar, Gamazo, y que mantenía estrechas relaciones con los sectores más progresistas de Unión Constitucional, Arturo Amblard y Ramón Herrera, que desde el Diario de la Marina venían reclamando
la descentralización como política más idónea para gobernar en Cuba. En definitiva, pretendía ensanchar el espacio político lo suficiente para permitir refundar la relación colonial sobre bases más sólidas. El fin último era evitar la independencia o una alta inestabilidad política que pudiera ser utilizada por alguna de las
potencias interesadas en afianzar su posición en el Caribe.
La reforma que Maura presentó a las Cortes en junio de 1893 pretendía dar mayor capacidad a la administración local y colonial, una autonomía administrativa, aumentando las atribuciones de los ayuntamientos, a la vez que proponía una modificación del censo electoral para hacerlos más representativos. Las 6 antiguas diputaciones se refundían en una Diputación Única, institución clave de la reforma, compuesta de 18 diputados elegidos por sufragio popular con capacidad para tratar temas de obras públicas, comunicaciones, agricultura, industria, comercio, inmigración, educación y sanidad. La Diputación podía formar su propio presupuesto y la renovación de sus miembros se realizaba cada dos años, en que cesaban la mitad de los diputados. Su autoridad estaba limitada por el Gobernador General, como representante
máximo de la metrópoli, pero los conflictos que pudieran surgir entre ambos poderes los tendría que resolver el Ministerio de Ultramar o los tribunales ordinarios.
Por último, el entramado institucional se completaba con el Consejo de Administración, organismo consultivo compuesto por las principales autoridades coloniales, los miembros cesantes de la Diputación y por nueve vocales elegidos por el Ministerio de Ultramar, entre personalidades de prestigio social, político y económico95.
El proyecto creó gran confusión entre los partidos políticos cubanos. Sólo la izquierda de Unión Constitucional lo apoyó desde un principio. Los autonomistas primero lo rechazaron, para posteriormente aceptarlo como un avance sobre la situación preexistente, aplaudiendo el sentido general de la reforma, aun reserván-dose el derecho de crítica al articulado de la ley, cuando se conociese96. Según Giberga, lo más positivo de la reforma Maura era que, como cuando el Zanjón, se renovaron los días de contento y esperanza de la población cubana97. Pero quien no podía transigir con el proyecto era la derecha de la Unión Constitucional. La desaparición de las diputaciones provinciales, desde donde se articulaba todo su poder caciquil, suponía su muerte política. Por ello movilizaron a sectores canovistas e incluso liberales, no del todo contentos con la reforma, y aunque sufrió una excisión que dio lugar al Partido Reformista, finalmente se consiguió el cese de Maura.
Fue sustituido por Becerra y éste por Buenaventura Abarzuza, quien finalmente consiguió que el Parlamento aprobase una modificación del proyecto Maura, en donde se recuperaban las diputaciones proviniciales.
A pesar del fracaso de las reformas, el autonomismo se vio favorecido por los nuevos aires políticos que introdujo Maura. Frente a la intransigencia de antaño, en la metrópoli comenzaban a calar sus ideas en distintos sectores políticos. Entre enero y febrero de 1895 sus diputados protagonizaron unas conferencias en el Ateneo de Madrid, de las que puntualmente se fue informando en la prensa. Con las mismas habían conseguido llevar a la opinión pública una imagen conciliadora y moderada, que rompía con la anterior de seudoseparatistas. Para el Nuevo Mundo, semanario vinculado con los autonomistas, las conferencias del Ateneo habían «desvanecido muchos recelos patrióticos, especialmente en esa gran masa social,
que sin formar línea dentro de ningún partido, influye más de lo que se piensa»98.
Lamentablemente, la guerra reiniciada en el oriente de Cuba por esas mismas fechas rompía toda posibilidad de consenso.
Reanudado el conflicto, el autonomismo tenía dos alternativas. Una era disolversen como partido, tal y como había anunciado en varias ocasiones y tal como hicieron los reformistas al estallar la Guerra de los Diez Años99. La otra continuar la actividad política y mantenerse dentro de la legalidad. En verdad, las dos se dieron.
Por un lado, muchos autonomistas, sobre todo de la región oriental, se incorporaron al independentismo, otros se exiliaron y otra parte permaneció ajena a toda actividad. Por su lado, la Junta Central, o más bien, algunos de sus miembros, renovó su fe en el sistema y se pronunció por la defensa de la autonomía como solución española y al autonomismo como partido español100. Quería seguir jugando un papel dentro del sistema, aunque éste hubiese explotado. Así, daba fe pública de españolismo, pero por otro lado se preocupaba de la suerte que pudieran correr los prisioneros de guerra, realizando distintas gestiones ante las autoridades101.
Poco a poco las deserciones fueron en aumento. Según se extendía la guerra, eran pocos los que permanecían al lado de la Junta Central. El relevo de Martínez Campos por Valeriano Weyler no hizo más que acelerar el proceso. La única esperanza, para la metrópoli y los autonomistas, era que se proclamase la autonomía.
Cánovas había tratado de llevar a la práctica en 1897 un proyecto de autonomía sobre la fórmula Abarzuza apoyándose para ello en la Unión Constitucional, el partido que durante toda su existencia la había combatido102. Pero fue a su muerte, con el regreso de los liberales al poder, cuando se proclamó ésta por los decretos de noviembre de 1897103.
Como paso previo a la entrada en vigor del nuevo régimen, el ministro de ultramar, Segismundo Moret toma dos medidas. Por un lado releva a Weyler, por Ramón Blanco, que ya había sido gobernador tras el Zanjón y estaba familiarizado con los asuntos cubanos. Por otra parte, sugiere la fusión de reformistas y autonomistas para asegurar el régimen autonómico sobre una fuerza política sólida104.
En noviembre de 1897 se dieron los decretos que fijaban las bases de la autonomía, acompañados de otros dos: sufragio universal e igualdad de derechos entre españoles y cubanos. El entramado institucional era el siguiente:
Un Parlamento bicameral formado por una Cámara de Representantes elegida por sufragio universal
(1 representante por cada 25.000 habitantes) cada cinco años y un Consejo de Administración de 35 miembros, de los que la metrópoli designa 17. El Parlamento entiende de justicia, obras públicas, tesoro, educación, política monetaria y tiene capacidad para formar su propio presupuesto. El Gobernador General, como máxima autoridad designada por el gobierno metropolitano, lo controlaría, sancionaría sus decisiones y formaría el Consejo de Secretarios para atender los ramos de Gracia y Justicia y Gobernación, Hacienda, Instrucción Pública, Agricultura, Industria y Comercio y Obras Públicas. El primero de enero, presididos por Gálvez, con tres secretarios autonomistas (Montoro, Govín y Zayas) y dos reformistas (EduardoDolz y Laureano Rodríguez) nacía la autonomía.
Tras veinte años de existencia, los autonomistas se habían convertido, al fin, en el eje de la vida política insular. Además contaban con el favor de las autoridades frente a la Unión Constitucional. En las elecciones a Cortes obtuvieron el 70% de los escaños; en las del Parlamento insular, el 80%105. Pero el problema era otro. Indudablemente los autonomistas sabían que la única manera de consolidar el nuevo régimen era conseguir la paz. Los independentistas temían que la viabilidad de la autonomía les dejase sin argumentos para seguir la lucha y por ello decretaron la pena de muerte para quien aceptase la fórmula de «paz por autonomía». Por su lado, los Estados Unidos tampoco estaban a favor de que se consolidase el nuevo modelo de relación colonial. Las inversiones norteamericanas a lo largo del siglo
XIX se habían ido incrementando y estaban sufriendo mucho con la guerra. Además, querían controlar a su principal abastecedor de azúcar y uno de sus principales mercados de exportación. Siempre preferirían una independencia tutelada, que tener que negociar con los cubanos y, en último término, con España.
El gobierno autonómico trató de convencer a unos y a otros. Fracasado el proyecto autonómico, el partido dejaba de tener sentido; era una fuerza política de un sistema que, había ayudado a vertebrar, y ya no existía. Por otro lado, sus formulaciones de un nacionalismo moderado se vieron ampliamente desbordadas por las
de un independentismo que gracias a la ayuda norteamericana lograba la independencia.
De esta forma, el partido de oposición, el progresista de la colonia, se convertía en el partido de orden, en el partido moderado de la república que nacía.
Bibliografia:
http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/viewFile/499/566
Cuando un grupo como los independentistas es capaz de Decretar Pena de Muerte, para los que aceptacen la formula de Paz Autonomica, que se puede esperar de esa clase de personas. Ahí no había terminos medios, sino Pena de Muerte. J.R.M.
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Revista de Indias, 2001, vol. LXI, núm. 223
DE LA GRAN CAMPAÑA AL RETRAIMIENTO
Si en algún momento los autonomistas confiaron en que se podía, finalmente, cumplir su programa fue cuando a fines de 1885 regresaron al poder los liberales y permanecieron en él hasta julio de 1890. Era la ocasión de hacerles formalizar, ahora que ya eran un partido consolidado, todas las promesas de reforma realizadas desde la oposición, en particular, la electoral. En el manifiesto del 22 de marzo de 1886 ya amenazaban con el retraimiento si, concluida la legislatura, no se hubiese realizado la misma. Aunque Labra desde Madrid les daba seguridades de que era un hecho una vez los diputados cubanos llegasen al Parlamento, en La Habana había cierto recelo71.
A favor del autonomismo jugaba su consolidación como partido, que le permiten campañas mucho más eficaces, como la propia ineficacia del principio asimilista, lo que provocará que algunos unionistas se empezasen a mostrar a favor de la descentralización72. El diario madrileño, El Progreso, señalaba:
«Hoy, hasta en los periódicos genuinamente peninsulares, se levantan acentos vigorosos demandando el término de un régimen colonial inicuo. Y aquel antiguo calificativo de reformista [las cursivas son de El Progreso] que en un tiempo de ignorancia y mala fe tendían a considerar como diminutivo de filibusterismo,
es hoy llevado con holgura por muchos que antes no lo hubieran permitido siquiera se les sospechara partidarios del más leve cambio en el orden administrativo colonial»73.
No debemos olvidar que por aquellas fechas, El Progreso, recibía una subvención por parte del partido de 100 pesos mensuales, pero lo importante es que, a diferencia de tiempos anteriores, ahora estaba dispuesto a aceptarla. Los autonomistas tenían la esperanza de que algo podía empezar a cambiar74.
En el proceso electoral pusieron un gran empeño y, siguiendo los consejos de Labra, consiguieron una diputación en donde estaban presentes algunos de los principales miembros de la Junta Central: Montoro, Fernández de Castro, Giberga, Terry, algunos de ellos, como es el caso de Montoro, con contactos e influencia en los ambientes políticos e intelectuales de Madrid75. No se escatimaron esfuerzos para lograr una gran representación. Se acudió a una suscripción popular a fin de poder pagar los gastos de estancia de algunos de los parlamentarios.
Todo ello permitió la constitución de una minoría autonomista, que puntualmente daba cuenta a la Junta Central de sus actividades en el Parlamento76.
Por vez primera, la Junta Central tenía capacidad para controlar la actividad de sus parlamentarios. En la primera reunión de la minoría, Montoro, alegando cumplir órdenes de La Habana, presentó un ambicioso plan de trabajo basado en aprovechar cualquier circunstancia para provocar un debate sobre la cuestión
cubana y, aunque se sigue manifestando el carácter local e independiente del partido, no se rechazaba establecer contactos con otros grupos que pudiesen aceptar el programa autonomista. En este sentido, el mismo Montoro realizó distintas gestiones cerca de Castelar, con la idea de conseguir adeptos77.
El plan expuesto por Montoro a la minoría culminó con su discurso de 19 de junio de 1886. No se produjo en una sesión de madrugada, con el hemiciclo semi-minoría autonomista a la contestación del discurso de la Corona, todo el Parlamento pudo escuchar las necesidades sociales, políticas y económicas de Cuba, pudo
recordar las promesas que Sagasta había realizado desde la oposición y, finalmente, amparándose en el artículo 89 de la constitución de 1876, expuso la doctrina autonómica, tal y como la entendía el partido78. Aunque la enmienda sólo contó con el apoyo de 17 diputados, los autonomistas y algunos republicanos, lo verdaderamente importante fue que se había situado el problema colonial en el centro del debate político. La Época dedicó dos artículos a valorar el discurso de Montoro y El Imparcial enfatizaba el espíritu de consenso desde el que se podía debatir: «Hace años, es casi seguro que ni el Sr. Montoro, ni el Sr. Labra podrían pronunciar en el Congreso los discursos que han pronunciado: hoy se les ha oído sin recelo, ni prevención; el país conoce sus deseos; la opinión los juzga; el gobierno sabrá hasta donde puede llegar en el terreno de las concesiones»79.
Otros sectores de la prensa fueron más favorables. El Globo, quizás recogiendo los contactos Montoro-Castelar que antes comentabamos, señalaba que «con arreglo a nuestra conciencia hemos reconocido la justicia que asiste a los autonomistas en sus aspiraciones, con arreglo a nuestro patriotismo no podemos asociarnos a ellas». El Liberal apoyaba firmemente la idea autonomista y, al igual que El Imparcial, muestra la flexiblización del régimen de la Restauración cuando afirma que la defensa del programa autonomista: «hubiera sido materialmente imposible en esta misma Cámara hace poco más de media docena de años»80.
En la estela del debate de contestación al discurso de la Corona, la minoría autonomista desarrolló una frenética actividad tendente a dejar en la mesa del Congreso, antes de clausurarse la legislatura, una serie de proposiciones de ley para reformar todo el modelo colonial: sistema electoral, régimen municipal y, de las relaciones financieras entre la metrópoli y las Antillas, identidad de derechos entre peninsulares y cubanos, y finalmente, de la organización del Gobierno General de la isla de Cuba, en donde especificaba las atribuciones de su programa entre el Gobernador General nombrado por la metrópoli, una Diputación
Insular elegida por sufragio y un Consejo de Administración designado a partes iguales por el gobierno y mediante la elección de ayuntamientos, diputaciones y asociaciones de carácter general. En el curso de las sesiones se podía apreciar una discrepancia entre el jefe de la minoría, Labra, y en menor medida de otros diputados que viven en Madrid, Portuondo y Betancourt, con los que vienen de La Habana, principalmente con Montoro81.
En esta coyuntura se produjo el definitivo fin de la esclavitud, con la abolición de la Ley del Patronato. Desde su instauración, los autonomistas habían sido los principales impugnadores de la misma, pero en el debate del presupuesto que se estaba desarrollando en la Cámara, los conservadores cubanos habían aprovechado la ocasión para presentar un proyecto de ley de abolición, con reglamentación del trabajo.
Se encontraban en una difícil posición, por un lado, no querían firmar una proposición de ley con los conservadores, pero tampoco querían transmitir a la opinión pública la idea de ser un obstáculo para la abolición, más cuando en la minoría figuraba el puertorriqueño, Julio Vizcarrondo, fundador de la Sociedad Abolicionista y Labra, su presidente. Finalmente la solución la encontró Labra cuando consiguió que Gamazo, ministro de Ultramar, aceptase un artículo adicional a los presupuestos por el que se abolía el patronato82.
Cuando regresaron a La Habana, los diputados autonomistas volvían con la sensación de que estaba cercano conseguir los fines de su campaña política. Cada vez tenían más influencia en la opinión pública, habían consolidado una minoría parlamentaria y en la Unión Constitucional, su izquierda, se mostraba más proclive a las reformas83. En noviembre de 1886 se refundó la junta provincial de Santiago de Cuba. El autonomismo cumplía su papel de estabilizador del sistema colonial, limitando las tensiones e integrando a antiguos independentistas en la legalidad84.
Al mismo tiempo, también cumplimentaba la otra característica que apuntamos al principio: la promoción de un nacionalismo cubano moderado. Ya no eran sólo los anuales mítines de la fundación del partido, ahora se disponía de un Círculo Autonomista en La Habana, otro en Matanzas, y los diputados cuando regresaban a
Cuba eran recibidos por multitudinarias manifestaciones y acudían a sus provincias a dar cuenta de sus actividades parlamentarias, lo que en ocasiones provocaba polémicas con los conservadores y las autoridades, como ocurrió con el mitin de Figueroa y Fernández de Castro en Cienfuegos en octubre de 188685. Fuerzan el sistema, favorecen el nacionalismo, afirman lo cubano frente a lo español. El caso más paradigmático: la publicación, en 1887, del libro de Raimundo Cabrera, Cuba y sus jueces.
El gran problema que se debía resolver era el electoral. Ya hemos comentado que Sagasta se había comprometido a elaborar un proyecto que diese más posibilidades a los autonomistas. Y no se trataba únicamente de la ampliación del censo, sino de la modificación de las circunscripciones electorales. De los cuatro ministros de ultramar del periodo (1885-1890), tres trataron de realizar la reforma electoral.
Finalmente, en 1889 Manuel Becerra presentó un proyecto de ley en las Cortes que aprobado en el Congreso no llegó a ser discutido en el Senado, donde los autonomistas tenían el compromiso del gobierno de admitir mejoras86.
La política del gobierno conservador fue muy tímida. Antonio María Fabié, el nuevo ministro de ultramar, en 1890, introdujo una variación mínima consistente en ampliar el número de diputados y de distritos, pero manteniendo la cuota. Fabié había sostenido reuniones con Portuondo, Labra, Montoro y Fernández de Castro y confiaba que esa leve modificación evitaría el retraimiento electoral de los autonomistas.
Sin embargo, era algo inadmisible para el partido, una vez que en la metrópoli se había aprobado el sufragio universal. Como a lo largo de todo el siglo, el Estado liberal caminaba a dos velocidades. Convocadas las elecciones, finalmente se abstuvieron de participar en los comicios. En la junta que celebraron el siete de
enero de 1891 decidieron el retraimiento, publicando en El País un manifiesto que justificaba su actuación87.
Fabié había dado instrucciones al gobernador general, Polavieja, a fin de lograr una transacción y que la Unión Constitucional aceptase la reforma electoral88. Conocido el manifiesto autonomista, el ministro escribe de inmediato a Polavieja tratando la situación de muy grave «pues es sabido que una agrupación que se aparta de las vias legales entra en las revolucionarias»89. A partir de ese momento presiona a los autonomistas presentes en Madrid debido a las negociaciones arancelarias para que consigan reintegrar al autonomismo en el juego político90. El Ministro teme que se desequilibre el sistema de partidos, facilitándose no sólo una salida revolucionaria, sino también la ruptura de la Unión Constitucional, ya de por si dividida entre una izquierda reformista y una derecha intransigente. Ante la ausencia autonomista era posible que la izquierda constitucional tratase de ocupar, en parte, su espacio político. Conscientes del temor de las autoridades y de su papel en el sistema colonial, los autonomistas perseveraron en su actitud. Así, meses más
tarde escribía Montoro:
«Además, aquí mismo los nuestros creen que no se puede ir a las elecciones sino para ir de veras y que nuestro retraimiento, cada vez más lamentado por los conservadores a quienes perturba, ha de traernos en más o menos tiempo una reforma electoral aceptable, por lo cual importa no debilitarlo»91.
No se equivocaba Montoro. En diciembre de 1892 volvieron los liberales al poder y la cartera de Ultramar fue ocupada por Antonio Maura. Ya Fabié en su carta a Polavieja de 5 de febrero de 1891 señalaba que ante la actitud de los autonomistas sólo se podría realizar una política de resistencia, para la que ya no se
contaba con la total obediencia de la Unión Constitucional, o de transigencia92.
Maura no tiene duda: había que transigir, sobre todo desde que un año antes se había fundado el Partido Revolucionario Cubano. Así, en el mismo mes de diciembre, publicó varios decretos reformando el sistema electoral, para lo que había tenido muy en cuenta la opinión del senador autonomista, Bernardo Portuondo93. La reforma consistía en bajar de 25 a 5 pesos la cuota de contribución que daba derecho
a ser elector, y retirar el voto a los cuerpos de voluntarios, un voto que indudablemente iba a las filas de la Unión Constitucional. Con ello se conseguía un incremento del censo que, sin duda, favorecía a los autonomistas. El 31 de diciembre abandonaban el retraimiento y días después, en el mitin del Teatro Tacón, que conmemoraba su determinación, los discursos de Fernández de Castro y Giberga no dejaban lugar a dudas: autonomía o independencia94.
Maura era consciente de que por el bien del Estado era necesario dar más juego político a los autonomistas y girar a la izquierda la política colonial. No debemos olvidar que era cuñado del antiguo ministro de ultramar, Gamazo, y que mantenía estrechas relaciones con los sectores más progresistas de Unión Constitucional, Arturo Amblard y Ramón Herrera, que desde el Diario de la Marina venían reclamando
la descentralización como política más idónea para gobernar en Cuba. En definitiva, pretendía ensanchar el espacio político lo suficiente para permitir refundar la relación colonial sobre bases más sólidas. El fin último era evitar la independencia o una alta inestabilidad política que pudiera ser utilizada por alguna de las
potencias interesadas en afianzar su posición en el Caribe.
La reforma que Maura presentó a las Cortes en junio de 1893 pretendía dar mayor capacidad a la administración local y colonial, una autonomía administrativa, aumentando las atribuciones de los ayuntamientos, a la vez que proponía una modificación del censo electoral para hacerlos más representativos. Las 6 antiguas diputaciones se refundían en una Diputación Única, institución clave de la reforma, compuesta de 18 diputados elegidos por sufragio popular con capacidad para tratar temas de obras públicas, comunicaciones, agricultura, industria, comercio, inmigración, educación y sanidad. La Diputación podía formar su propio presupuesto y la renovación de sus miembros se realizaba cada dos años, en que cesaban la mitad de los diputados. Su autoridad estaba limitada por el Gobernador General, como representante
máximo de la metrópoli, pero los conflictos que pudieran surgir entre ambos poderes los tendría que resolver el Ministerio de Ultramar o los tribunales ordinarios.
Por último, el entramado institucional se completaba con el Consejo de Administración, organismo consultivo compuesto por las principales autoridades coloniales, los miembros cesantes de la Diputación y por nueve vocales elegidos por el Ministerio de Ultramar, entre personalidades de prestigio social, político y económico95.
El proyecto creó gran confusión entre los partidos políticos cubanos. Sólo la izquierda de Unión Constitucional lo apoyó desde un principio. Los autonomistas primero lo rechazaron, para posteriormente aceptarlo como un avance sobre la situación preexistente, aplaudiendo el sentido general de la reforma, aun reserván-dose el derecho de crítica al articulado de la ley, cuando se conociese96. Según Giberga, lo más positivo de la reforma Maura era que, como cuando el Zanjón, se renovaron los días de contento y esperanza de la población cubana97. Pero quien no podía transigir con el proyecto era la derecha de la Unión Constitucional. La desaparición de las diputaciones provinciales, desde donde se articulaba todo su poder caciquil, suponía su muerte política. Por ello movilizaron a sectores canovistas e incluso liberales, no del todo contentos con la reforma, y aunque sufrió una excisión que dio lugar al Partido Reformista, finalmente se consiguió el cese de Maura.
Fue sustituido por Becerra y éste por Buenaventura Abarzuza, quien finalmente consiguió que el Parlamento aprobase una modificación del proyecto Maura, en donde se recuperaban las diputaciones proviniciales.
A pesar del fracaso de las reformas, el autonomismo se vio favorecido por los nuevos aires políticos que introdujo Maura. Frente a la intransigencia de antaño, en la metrópoli comenzaban a calar sus ideas en distintos sectores políticos. Entre enero y febrero de 1895 sus diputados protagonizaron unas conferencias en el Ateneo de Madrid, de las que puntualmente se fue informando en la prensa. Con las mismas habían conseguido llevar a la opinión pública una imagen conciliadora y moderada, que rompía con la anterior de seudoseparatistas. Para el Nuevo Mundo, semanario vinculado con los autonomistas, las conferencias del Ateneo habían «desvanecido muchos recelos patrióticos, especialmente en esa gran masa social,
que sin formar línea dentro de ningún partido, influye más de lo que se piensa»98.
Lamentablemente, la guerra reiniciada en el oriente de Cuba por esas mismas fechas rompía toda posibilidad de consenso.
Reanudado el conflicto, el autonomismo tenía dos alternativas. Una era disolversen como partido, tal y como había anunciado en varias ocasiones y tal como hicieron los reformistas al estallar la Guerra de los Diez Años99. La otra continuar la actividad política y mantenerse dentro de la legalidad. En verdad, las dos se dieron.
Por un lado, muchos autonomistas, sobre todo de la región oriental, se incorporaron al independentismo, otros se exiliaron y otra parte permaneció ajena a toda actividad. Por su lado, la Junta Central, o más bien, algunos de sus miembros, renovó su fe en el sistema y se pronunció por la defensa de la autonomía como solución española y al autonomismo como partido español100. Quería seguir jugando un papel dentro del sistema, aunque éste hubiese explotado. Así, daba fe pública de españolismo, pero por otro lado se preocupaba de la suerte que pudieran correr los prisioneros de guerra, realizando distintas gestiones ante las autoridades101.
Poco a poco las deserciones fueron en aumento. Según se extendía la guerra, eran pocos los que permanecían al lado de la Junta Central. El relevo de Martínez Campos por Valeriano Weyler no hizo más que acelerar el proceso. La única esperanza, para la metrópoli y los autonomistas, era que se proclamase la autonomía.
Cánovas había tratado de llevar a la práctica en 1897 un proyecto de autonomía sobre la fórmula Abarzuza apoyándose para ello en la Unión Constitucional, el partido que durante toda su existencia la había combatido102. Pero fue a su muerte, con el regreso de los liberales al poder, cuando se proclamó ésta por los decretos de noviembre de 1897103.
Como paso previo a la entrada en vigor del nuevo régimen, el ministro de ultramar, Segismundo Moret toma dos medidas. Por un lado releva a Weyler, por Ramón Blanco, que ya había sido gobernador tras el Zanjón y estaba familiarizado con los asuntos cubanos. Por otra parte, sugiere la fusión de reformistas y autonomistas para asegurar el régimen autonómico sobre una fuerza política sólida104.
En noviembre de 1897 se dieron los decretos que fijaban las bases de la autonomía, acompañados de otros dos: sufragio universal e igualdad de derechos entre españoles y cubanos. El entramado institucional era el siguiente:
Un Parlamento bicameral formado por una Cámara de Representantes elegida por sufragio universal
(1 representante por cada 25.000 habitantes) cada cinco años y un Consejo de Administración de 35 miembros, de los que la metrópoli designa 17. El Parlamento entiende de justicia, obras públicas, tesoro, educación, política monetaria y tiene capacidad para formar su propio presupuesto. El Gobernador General, como máxima autoridad designada por el gobierno metropolitano, lo controlaría, sancionaría sus decisiones y formaría el Consejo de Secretarios para atender los ramos de Gracia y Justicia y Gobernación, Hacienda, Instrucción Pública, Agricultura, Industria y Comercio y Obras Públicas. El primero de enero, presididos por Gálvez, con tres secretarios autonomistas (Montoro, Govín y Zayas) y dos reformistas (EduardoDolz y Laureano Rodríguez) nacía la autonomía.
Tras veinte años de existencia, los autonomistas se habían convertido, al fin, en el eje de la vida política insular. Además contaban con el favor de las autoridades frente a la Unión Constitucional. En las elecciones a Cortes obtuvieron el 70% de los escaños; en las del Parlamento insular, el 80%105. Pero el problema era otro. Indudablemente los autonomistas sabían que la única manera de consolidar el nuevo régimen era conseguir la paz. Los independentistas temían que la viabilidad de la autonomía les dejase sin argumentos para seguir la lucha y por ello decretaron la pena de muerte para quien aceptase la fórmula de «paz por autonomía». Por su lado, los Estados Unidos tampoco estaban a favor de que se consolidase el nuevo modelo de relación colonial. Las inversiones norteamericanas a lo largo del siglo
XIX se habían ido incrementando y estaban sufriendo mucho con la guerra. Además, querían controlar a su principal abastecedor de azúcar y uno de sus principales mercados de exportación. Siempre preferirían una independencia tutelada, que tener que negociar con los cubanos y, en último término, con España.
El gobierno autonómico trató de convencer a unos y a otros. Fracasado el proyecto autonómico, el partido dejaba de tener sentido; era una fuerza política de un sistema que, había ayudado a vertebrar, y ya no existía. Por otro lado, sus formulaciones de un nacionalismo moderado se vieron ampliamente desbordadas por las
de un independentismo que gracias a la ayuda norteamericana lograba la independencia.
De esta forma, el partido de oposición, el progresista de la colonia, se convertía en el partido de orden, en el partido moderado de la república que nacía.
Bibliografia:
http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/viewFile/499/566
Cuando un grupo como los independentistas es capaz de Decretar Pena de Muerte, para los que aceptacen la formula de Paz Autonomica, que se puede esperar de esa clase de personas. Ahí no había terminos medios, sino Pena de Muerte. J.R.M.
viernes, 26 de marzo de 2010
LA FUERZA DE LA PALABRA. EL AUTONOMISMO EN CUBA EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (Parte IV)
Por LUIS MIGUEL GARCÍA MORA*
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Revista de Indias, 2001, vol. LXI, núm. 223
(Continuación)
La doctrina autonomista, distingue tres principios: la soberanía de la metrópoli, la representación local y la responsabilidad del gobierno colonial. A cada uno de estos principios le corresponde una institución: a la soberanía de la metrópoli, el Gobierno General; a la representación local, la Diputación Insular y, finalmente, al principio de responsabilidad, el Consejo de Gobierno. El Gobernador, como representante supremo de la metrópoli, es la máxima autoridad política y militar, nombra y cesa a los miembros del Consejo, convoca y disuelve la Diputación, y aprueba sus resoluciones. Esta última se rige por sufragio y tiene capacidad para atender todos los problemas locales y, especialmente, votar un presupuesto insular propio. Por ultimo, el Consejo de Gobierno administra los intereses de toda la isla, y tiene que dar cuentas tanto al Gobernador como a la Diputación Insular.
Los autonomistas reclamaban una constitución basada en el gobierno propio, en la autonomia colonial, esto es, pretendían que el poder central renunciase a algunas de sus atribuciones en favor de la colonia. Siendo, en su argumentación, la mejor manera de lograr una administración justa en unos territorios que distan
miles de kilómetros; era el camino por el que se podían estrechar los lazos con la metrópoli, cambiando el vínculo militar y autoritario, por el moral y político.
La doctrina era clara y estaba probada en otros territorios coloniales como la Argelia francesa y, sobre todo, el Canadá británico. A pesar de la sentencia absolutoria del tribunal de imprenta, las autoridades hicieron ruda oposición a la propaganda autonomista, tanto en Cuba como en la metrópoli. El viaje a la isla del
diputado Portuondo, contratado para levantar unos planos de un futuro ferrocarril, se convirtió en una gira política en donde los distintos gobernadores provinciales impidieron la celebración de reuniones autonomistas y castigaron con pena de cárcel a quienes diesen en público vivas a la autonomía. El diputado tenía la intención de reorganizar las fuerzas liberales autonomistas en Santiago de Cuba, disueltas a consecuencia de la Guerra Chiquita. En la tensión del conflicto se produjo la deportación del periodista Francisco Cepeda –decisión que, confidencialmente, el gobernador Prendergast reconocía que estaba fuera de la ley, pero la tomaba en favor del mantenimiento del orden público. Y, como ya sabemos, la dirección convocó una Junta Magna para decidir la continuidad del partido50.
En la metrópoli tampoco fueron buenos momentos para el desarrollo de la idea autonómica. Pronto, en marzo de 1879, Martínez Campos, el mentor del Zanjón, fue llamado a la presidencia del gobierno, para que personalmente dirigiese la política reformista. Duró hasta diciembre en que regresó Cánovas al poder. Además, frente a la acción de los partidos en las Cortes, se recurrió de nuevo a las juntas de información. Como la de 1866-1867, en 1879 se convocó una nueva junta, con los mismos resultados. Sin embargo, a diferencia de lo que había ocurrido antes, ahora los representantes antillanos tenían asiento en el Parlamento,
donde plantearían la necesidad de la reforma colonial, obligando al gobierno y oposición a que fijasen su postura ante la misma51. Así consiguieron que los liberales fusionistas se comprometiesen con la política de reformas, pero llegados al gobierno en febrero de 1881, la famosa frase del ministro de ultramar, Fernando León y Castillo, la «autonomía jamás» cercenó las expectativas autonomistas de un triunfo rápido. Portuondo reconocía ante la Junta Central en diciembre de 1881 que el partido se encontraba aislado, nadie aceptaba la idea autonómica y dudaba de que las reformas se llevasen con la intensidad necesaria52.
Proclamar el mensaje autonomista a la metrópoli nunca fue tarea fácil y más en los primeros tiempos, en donde se le consideraba la otra cara del independentismo. De nada había servido su actitud en la Guerra Chiquita; de nada habían valido las elogiosas palabras de Ramón Blanco que los consideró el arma más eficaz en esa contienda: detrás de un autonomista se embozaba un independentista53. Así, con la desaparición de Martínez Campos del gobierno y con un Partido Liberal Fusionista, más preocupado en consolidarse como tal que en emprender una política de reformas, el partido tomó conciencia de que se enfrentaba a una larga campaña.
El primer obstáculo que tenía que superar el Partido Liberal Autonomista era un sistema electoral claramente diseñado para favorecer a la población de origen peninsular. Mientras que en la metrópoli se exigía el pago de 5 pesos por contribución territorial y 10 por subsidio industrial para tener derecho al voto, en Cuba 25, por cualquiera de los dos conceptos. Hay que señalar que el agricultor en Cuba cotizaba un 2% de sus utilidades, mientras que el industrial y el comerciante, casi todos ellos peninsulares, un 16%. En otras palabras, era más fácil para los segundos tener acceso al sufragio. Además, los funcionarios coloniales y los socios de las compañías mercantiles (socios de ocasión) tenían derecho al voto.
Finalmente, el sistema de circunscripciones electorales estaba hecho para que el voto rural se ahogase en las grandes urbes, algo que en la metrópoli no sucedía, ya que la mayoría de los distritos eran rurales. Si a todo esto unimos las coacciones de las autoridades, los copos, las inclusiones y exclusiones de votantes en el
censo, nos explicamos porqué, primero, el censo era muy escaso y, segundo, porqué siempre el triunfo era para la Unión Constitucional54.
Entre 1879 y 1885 se celebraron tres procesos electorales: 1879, 1881 y 1884. Sobre 24 actas de diputados, en los primeros comicios los autonomistas obtuvieron 7, en las segundas 4 y en las terceras, 3. En el Senado ganaron las actas de la Universidad de la Habana y Sociedad Económica de Amigos del País, que siempre fueron suyas, así como la de Puerto Príncipe en las primeras votaciones55.
Los objetivos, de acuerdo a las directrices de la Junta Central eran claros: pedir la abolición de la esclavitud, poner de manifiesto hasta dónde llegaban las intenciones reformistas de los gobiernos metropolitanos y plantear la autonomía colonial56.
La abolición llegó pronto, en 1880, viéndose sustituida por un patronato de ocho años, que los diputados antillanos siguieron impugnando en las sucesivas legislaturas57. Concluido este tema tema, los diputados autonomistas, Portuondo y Labra provocaron un intenso debate (4 febrero a 6 de marzo) con el fin de conocer la opinión del gobierno y de los distintos grupos respecto de la reforma colonial. Pronto comprobaron que para los conservadores ésta se acababa con lo pactado en el Zanjón, mientras los liberales fusionistas hicieron promesas que cuando llegaron al poder no cumplieron. Tras esta primera toma de contacto, los diputados antillanos adquirieron conciencia de que la implantación de las reformas iba a ser un proceso más largo de lo que habían pensado en un principio y que tendrían que dotarse de un entramado organizativo que las sustentase58. En este sentido el partido necesitaba contar con unos mecanismos de propaganda estable, organizar un grupo parlamentario y definir la relación que debía guardar con otros partidos de la metrópoli59.
En el autonomismo, como hemos visto, primero fue el periódico, El Triunfo, y después el partido. En los estatutos del partido se señala que una de las obligaciones de los vocales es sostener económicamente al periódico, que, constituido como sociedad anónima, tiene entre sus principales accionistas y redactores a los líderes de la formación. Dotarse de un órgano de expresión propio era algo fundamental en la vida política de fines del XIX60. A su vez, los constantes mítines del partido y, sobre todo, las fiestas de conmemoración de su fundación, celebradas en la sociedad de recreo la Caridad del Cerro y en donde se hacía balance del año, eran mecanismos óptimos de socialización política y movilización de la opinión pública.
Trasladar el modelo descrito a la metrópoli era algo imposible: no se disponía de la capacidad financiera para ello y, además, la idea autonómica no gozaba de buena prensa. Es por ello que desde un principio sus sostenedores en Madrid, y en particular Labra, reclamaron de la Junta Central medios para mantener una
campaña de prensa. Había dos posibilidades y, las dos, se ensayaron. Por un lado conseguir introducir artículos que defendiesen las soluciones autonómicas en periódicos de Madrid. Era una solución muy difícil.
El diputado José Ramón Betancourt escribía:
«...los conservadores y los esclavistas son aquí de todos los periódicos y muy principalmente de La Época, El Imparcial y La Correspondencia de España, que tienen grandísima circulación [mientras que a los autonomistas] se nos mira como sospechosos [y] los directores de la prensa están acostumbrados a no admitir artículos..., sino por su precio en metálico, o por tabacos»61.
Rafael María de Labra pedía dinero a la Junta Central con el que financiar a la prensa republicana, la única que aceptaba la doctrina autonomista. A su vez el también diputado Gabriel Millet reclamaba cien pesos mensuales, para subvencionar dos o tres periódicos y crear falsas polémicas, pero que permitieran poner
la idea autonómica de relieve62.
La segunda posibilidad consistía en disponer de un órgano de expresión propio. En mayo de 1882 se creaba en Madrid La Tribuna, financiada con dinero antillano para defender, no sólo la autonomía colonial, sino todo el programa democrático republicano de la Revolución de 1868. Según Labra, el tener un
diario en Madrid dedicado en exclusiva al problema colonial, podría traer mas perjuicios que ventajas, y en última instancia, eran los sectores republicanos los únicos que apoyaban a los autonomitas63. La Tribuna tuvo una vida efímera, poco más de un año. Tiraba 3.000 ejemplares y se publicaba 26 veces al mes. Disponía una edición bisemanal para ultramar de 1.900. Consiguió entablar interesantes polémicas en la prensa, en especial con La Época, lo que acercó la doctrina autonómica al lector peninsular. Sin embargo y aunque los diputados antillanos estimaban que era una necesidad, La Tribuna cesó su publicación debido a
problemas políticos y financieros (tenía unos gastos mensuales de 8.900 ptas.).
Aunque desde la Revista de Cuba, publicación que dirigía el autonomista Cortina, se recordaba por esas mismas fechas un viejo texto de Saco reclamando un periódico cubano en Madrid, había muchos miembros en la Junta Central que no estaban de acuerdo en la férrea dirección de Labra, ni en comprometerse con
partidos republicanos64.
La organización del grupo parlamentario era otra de las preocupaciones del partido. Vertebrar las actividades con un océano por medio resultaba difícil. La Junta Central trataba en todo momento controlar la política del grupo en la metrópoli, pero ésta la dictaba Labra, político de oficio y buen conocedor de las entrañas del sistema, quien además, consciente de su importancia, exigía disciplina al grupo, no quería
representantes «que coman bizcochos y se llaman excelencias», sino gente enérgica, combativa y de arraigo en Cuba65. Al mismo tiempo, como líder de la minoría, reclamaba independencia de actuación para sí, llegando a distintos acuerdos de los que informaba directamente a la Junta Central, justificando su actitud por dirigir una minoría carente de medios y aislada66. Finalmente exigía mayor transparencia y comunicación entre La Habana y Madrid67.
Un último aspecto organizativo a tratar, polémico a lo largo de los veinte años de vida del partido, fue la relación del autonomismo con otros grupos políticos de la metrópoli68. Era la práctica política contra la pureza doctrinaria. Labra era consciente de la importancia de que el autonomismo se integrara en grupos republicanos y democráticos de la metrópoli, para ganar peso y facilitar la campaña. Sin embargo, desde La Habana, siempre se defendió que el partido era de carácter local y que sólo acudía al Parlamento a tratar problemas coloniales. Se consideraba que la defensa de la autonomía podría casar bien con cualquier partido peninsular y resultaba peligroso perder el crédito político a favor de los republicanos69. A pesar de las advertencias de Labra que calificaba el localismo como algo funesto y contrario a los intereses nacionales, el partido lo ratificó en la Junta Magna de abril de 1882. La única concesión que hizo fue aceptar que los diputados y senadores que a título particular lo considerasen conveniente, podrían unirse a grupos parlamentarios democráticos, siempre que éstos respetasen la doctrina autonómica70.
(Continuará)
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Revista de Indias, 2001, vol. LXI, núm. 223
(Continuación)
La doctrina autonomista, distingue tres principios: la soberanía de la metrópoli, la representación local y la responsabilidad del gobierno colonial. A cada uno de estos principios le corresponde una institución: a la soberanía de la metrópoli, el Gobierno General; a la representación local, la Diputación Insular y, finalmente, al principio de responsabilidad, el Consejo de Gobierno. El Gobernador, como representante supremo de la metrópoli, es la máxima autoridad política y militar, nombra y cesa a los miembros del Consejo, convoca y disuelve la Diputación, y aprueba sus resoluciones. Esta última se rige por sufragio y tiene capacidad para atender todos los problemas locales y, especialmente, votar un presupuesto insular propio. Por ultimo, el Consejo de Gobierno administra los intereses de toda la isla, y tiene que dar cuentas tanto al Gobernador como a la Diputación Insular.
Los autonomistas reclamaban una constitución basada en el gobierno propio, en la autonomia colonial, esto es, pretendían que el poder central renunciase a algunas de sus atribuciones en favor de la colonia. Siendo, en su argumentación, la mejor manera de lograr una administración justa en unos territorios que distan
miles de kilómetros; era el camino por el que se podían estrechar los lazos con la metrópoli, cambiando el vínculo militar y autoritario, por el moral y político.
La doctrina era clara y estaba probada en otros territorios coloniales como la Argelia francesa y, sobre todo, el Canadá británico. A pesar de la sentencia absolutoria del tribunal de imprenta, las autoridades hicieron ruda oposición a la propaganda autonomista, tanto en Cuba como en la metrópoli. El viaje a la isla del
diputado Portuondo, contratado para levantar unos planos de un futuro ferrocarril, se convirtió en una gira política en donde los distintos gobernadores provinciales impidieron la celebración de reuniones autonomistas y castigaron con pena de cárcel a quienes diesen en público vivas a la autonomía. El diputado tenía la intención de reorganizar las fuerzas liberales autonomistas en Santiago de Cuba, disueltas a consecuencia de la Guerra Chiquita. En la tensión del conflicto se produjo la deportación del periodista Francisco Cepeda –decisión que, confidencialmente, el gobernador Prendergast reconocía que estaba fuera de la ley, pero la tomaba en favor del mantenimiento del orden público. Y, como ya sabemos, la dirección convocó una Junta Magna para decidir la continuidad del partido50.
En la metrópoli tampoco fueron buenos momentos para el desarrollo de la idea autonómica. Pronto, en marzo de 1879, Martínez Campos, el mentor del Zanjón, fue llamado a la presidencia del gobierno, para que personalmente dirigiese la política reformista. Duró hasta diciembre en que regresó Cánovas al poder. Además, frente a la acción de los partidos en las Cortes, se recurrió de nuevo a las juntas de información. Como la de 1866-1867, en 1879 se convocó una nueva junta, con los mismos resultados. Sin embargo, a diferencia de lo que había ocurrido antes, ahora los representantes antillanos tenían asiento en el Parlamento,
donde plantearían la necesidad de la reforma colonial, obligando al gobierno y oposición a que fijasen su postura ante la misma51. Así consiguieron que los liberales fusionistas se comprometiesen con la política de reformas, pero llegados al gobierno en febrero de 1881, la famosa frase del ministro de ultramar, Fernando León y Castillo, la «autonomía jamás» cercenó las expectativas autonomistas de un triunfo rápido. Portuondo reconocía ante la Junta Central en diciembre de 1881 que el partido se encontraba aislado, nadie aceptaba la idea autonómica y dudaba de que las reformas se llevasen con la intensidad necesaria52.
Proclamar el mensaje autonomista a la metrópoli nunca fue tarea fácil y más en los primeros tiempos, en donde se le consideraba la otra cara del independentismo. De nada había servido su actitud en la Guerra Chiquita; de nada habían valido las elogiosas palabras de Ramón Blanco que los consideró el arma más eficaz en esa contienda: detrás de un autonomista se embozaba un independentista53. Así, con la desaparición de Martínez Campos del gobierno y con un Partido Liberal Fusionista, más preocupado en consolidarse como tal que en emprender una política de reformas, el partido tomó conciencia de que se enfrentaba a una larga campaña.
El primer obstáculo que tenía que superar el Partido Liberal Autonomista era un sistema electoral claramente diseñado para favorecer a la población de origen peninsular. Mientras que en la metrópoli se exigía el pago de 5 pesos por contribución territorial y 10 por subsidio industrial para tener derecho al voto, en Cuba 25, por cualquiera de los dos conceptos. Hay que señalar que el agricultor en Cuba cotizaba un 2% de sus utilidades, mientras que el industrial y el comerciante, casi todos ellos peninsulares, un 16%. En otras palabras, era más fácil para los segundos tener acceso al sufragio. Además, los funcionarios coloniales y los socios de las compañías mercantiles (socios de ocasión) tenían derecho al voto.
Finalmente, el sistema de circunscripciones electorales estaba hecho para que el voto rural se ahogase en las grandes urbes, algo que en la metrópoli no sucedía, ya que la mayoría de los distritos eran rurales. Si a todo esto unimos las coacciones de las autoridades, los copos, las inclusiones y exclusiones de votantes en el
censo, nos explicamos porqué, primero, el censo era muy escaso y, segundo, porqué siempre el triunfo era para la Unión Constitucional54.
Entre 1879 y 1885 se celebraron tres procesos electorales: 1879, 1881 y 1884. Sobre 24 actas de diputados, en los primeros comicios los autonomistas obtuvieron 7, en las segundas 4 y en las terceras, 3. En el Senado ganaron las actas de la Universidad de la Habana y Sociedad Económica de Amigos del País, que siempre fueron suyas, así como la de Puerto Príncipe en las primeras votaciones55.
Los objetivos, de acuerdo a las directrices de la Junta Central eran claros: pedir la abolición de la esclavitud, poner de manifiesto hasta dónde llegaban las intenciones reformistas de los gobiernos metropolitanos y plantear la autonomía colonial56.
La abolición llegó pronto, en 1880, viéndose sustituida por un patronato de ocho años, que los diputados antillanos siguieron impugnando en las sucesivas legislaturas57. Concluido este tema tema, los diputados autonomistas, Portuondo y Labra provocaron un intenso debate (4 febrero a 6 de marzo) con el fin de conocer la opinión del gobierno y de los distintos grupos respecto de la reforma colonial. Pronto comprobaron que para los conservadores ésta se acababa con lo pactado en el Zanjón, mientras los liberales fusionistas hicieron promesas que cuando llegaron al poder no cumplieron. Tras esta primera toma de contacto, los diputados antillanos adquirieron conciencia de que la implantación de las reformas iba a ser un proceso más largo de lo que habían pensado en un principio y que tendrían que dotarse de un entramado organizativo que las sustentase58. En este sentido el partido necesitaba contar con unos mecanismos de propaganda estable, organizar un grupo parlamentario y definir la relación que debía guardar con otros partidos de la metrópoli59.
En el autonomismo, como hemos visto, primero fue el periódico, El Triunfo, y después el partido. En los estatutos del partido se señala que una de las obligaciones de los vocales es sostener económicamente al periódico, que, constituido como sociedad anónima, tiene entre sus principales accionistas y redactores a los líderes de la formación. Dotarse de un órgano de expresión propio era algo fundamental en la vida política de fines del XIX60. A su vez, los constantes mítines del partido y, sobre todo, las fiestas de conmemoración de su fundación, celebradas en la sociedad de recreo la Caridad del Cerro y en donde se hacía balance del año, eran mecanismos óptimos de socialización política y movilización de la opinión pública.
Trasladar el modelo descrito a la metrópoli era algo imposible: no se disponía de la capacidad financiera para ello y, además, la idea autonómica no gozaba de buena prensa. Es por ello que desde un principio sus sostenedores en Madrid, y en particular Labra, reclamaron de la Junta Central medios para mantener una
campaña de prensa. Había dos posibilidades y, las dos, se ensayaron. Por un lado conseguir introducir artículos que defendiesen las soluciones autonómicas en periódicos de Madrid. Era una solución muy difícil.
El diputado José Ramón Betancourt escribía:
«...los conservadores y los esclavistas son aquí de todos los periódicos y muy principalmente de La Época, El Imparcial y La Correspondencia de España, que tienen grandísima circulación [mientras que a los autonomistas] se nos mira como sospechosos [y] los directores de la prensa están acostumbrados a no admitir artículos..., sino por su precio en metálico, o por tabacos»61.
Rafael María de Labra pedía dinero a la Junta Central con el que financiar a la prensa republicana, la única que aceptaba la doctrina autonomista. A su vez el también diputado Gabriel Millet reclamaba cien pesos mensuales, para subvencionar dos o tres periódicos y crear falsas polémicas, pero que permitieran poner
la idea autonómica de relieve62.
La segunda posibilidad consistía en disponer de un órgano de expresión propio. En mayo de 1882 se creaba en Madrid La Tribuna, financiada con dinero antillano para defender, no sólo la autonomía colonial, sino todo el programa democrático republicano de la Revolución de 1868. Según Labra, el tener un
diario en Madrid dedicado en exclusiva al problema colonial, podría traer mas perjuicios que ventajas, y en última instancia, eran los sectores republicanos los únicos que apoyaban a los autonomitas63. La Tribuna tuvo una vida efímera, poco más de un año. Tiraba 3.000 ejemplares y se publicaba 26 veces al mes. Disponía una edición bisemanal para ultramar de 1.900. Consiguió entablar interesantes polémicas en la prensa, en especial con La Época, lo que acercó la doctrina autonómica al lector peninsular. Sin embargo y aunque los diputados antillanos estimaban que era una necesidad, La Tribuna cesó su publicación debido a
problemas políticos y financieros (tenía unos gastos mensuales de 8.900 ptas.).
Aunque desde la Revista de Cuba, publicación que dirigía el autonomista Cortina, se recordaba por esas mismas fechas un viejo texto de Saco reclamando un periódico cubano en Madrid, había muchos miembros en la Junta Central que no estaban de acuerdo en la férrea dirección de Labra, ni en comprometerse con
partidos republicanos64.
La organización del grupo parlamentario era otra de las preocupaciones del partido. Vertebrar las actividades con un océano por medio resultaba difícil. La Junta Central trataba en todo momento controlar la política del grupo en la metrópoli, pero ésta la dictaba Labra, político de oficio y buen conocedor de las entrañas del sistema, quien además, consciente de su importancia, exigía disciplina al grupo, no quería
representantes «que coman bizcochos y se llaman excelencias», sino gente enérgica, combativa y de arraigo en Cuba65. Al mismo tiempo, como líder de la minoría, reclamaba independencia de actuación para sí, llegando a distintos acuerdos de los que informaba directamente a la Junta Central, justificando su actitud por dirigir una minoría carente de medios y aislada66. Finalmente exigía mayor transparencia y comunicación entre La Habana y Madrid67.
Un último aspecto organizativo a tratar, polémico a lo largo de los veinte años de vida del partido, fue la relación del autonomismo con otros grupos políticos de la metrópoli68. Era la práctica política contra la pureza doctrinaria. Labra era consciente de la importancia de que el autonomismo se integrara en grupos republicanos y democráticos de la metrópoli, para ganar peso y facilitar la campaña. Sin embargo, desde La Habana, siempre se defendió que el partido era de carácter local y que sólo acudía al Parlamento a tratar problemas coloniales. Se consideraba que la defensa de la autonomía podría casar bien con cualquier partido peninsular y resultaba peligroso perder el crédito político a favor de los republicanos69. A pesar de las advertencias de Labra que calificaba el localismo como algo funesto y contrario a los intereses nacionales, el partido lo ratificó en la Junta Magna de abril de 1882. La única concesión que hizo fue aceptar que los diputados y senadores que a título particular lo considerasen conveniente, podrían unirse a grupos parlamentarios democráticos, siempre que éstos respetasen la doctrina autonómica70.
(Continuará)
Triunfo de Marcha por las Damas de Blanco en Miami.
Multitudinaria marcha la de ayer jueves 25 de marzo por la CALLE OCHE desde la 27 ave del SW hasta la 22 AVE de Miami. Según la policía hubo más de 100.000 personas sin que se produjera un incidente. Fue convocado por Gloria y Emilio Estefan en apoyo a las Damas de Blanco que tan valientemente han salido a protestar por la excarcelación de sus familiares presos de conciencia en las cárceles cubanas. Esas valientes mujeres que desfilan pacíficamente con flores en las manos y que son reprimidas por las turbas castristas.
(Foto cortesia de Manny Verdecia)
Había muchas personalidades, entre ellos el Dúo Pimpinela de la Argentina, Willy Chirino, Albita Rodríguez, Marielena Verena, Olga Guillot, María Laria, María Elvira, Pitbull, Carlos Alberto Montaner, en fin muchos y una representación de todo el exilio de Miami, sin que fuera convocado por ninguna organización política.
Por supuesto Juanes no fue, aunque puso algo muy suave y entre líneas en Twiter, se ve que no quiere mancharse con el gobierno de Cuba. Shakira por su parte mandó un mensaje bonito. Era un acto pacifico, no político, por los derechos humanos. Había hermanos de otras comunidades como de Venezuela, Nicaragua, Honduras, etc. Al mismo tiempo de la marcha, las Damas de Blanco marchaban por el Malecón de La Habana y fueron reprimidas al llegar frente al Hotel Nacional. El exilio desfiló vestido de blanco y con flores como ellas.
Una vez mas el destierro cubano de Miami, da una muestra de solidaridad y de forma voluntaria respondió masivamente al llamamiento de los Estefan.
Gracias Gloria y Emilio, y a todos los que participaron.
(En la foto se ve a Maria Elvira de espalda junto a Jose Camilo de La Mega TV.)
miércoles, 24 de marzo de 2010
Breve comentario de miércoles 24 de marzo del 2010. Por J.R.M.
Como siempre este Blog cada cierto tiempo me trae sorpresas, unas muy agradables y otras menos, pero todas son lecciones y me da pie para seguir adelante. Yo estoy consciente que no que tengo que caerle bien a todo el mundo, mis ideas no tienen por que coincidir siempre con la mayoría. Lo bonito es la diversidad, el saber ser tolerante y creo que es una de mis virtudes.
Como todos saben, hace poco tuve un ataque cibernético desde el Blog CubaDebate, algo que no hace honor a su nombre, pues no esta permitido el debate limpio, solo los que piensan mas o menos igual pueden publicar ahí. El artículo del Sr. Eliades Acosta Matos, donde me atacaba ferozmente por el simple hecho de no estar de acuerdo conmigo, fue reproducido íntegramente en el mío, sin embargo mi respuesta no la publicaron. En fin el objetivo es que me lean, me interpreten, que busquen en los archivos de Cuba hagan interpretaciones de la historia, no solo de los libros escritos cuando éramos colonia norteamericana o semicolonia y después que han servido como fuente de información para otros historiadores repitiendo lo mismo. Mi intención no es desprestigiar a nadie, solo el darle a los autonomistas el lugar que se merecen en la historia de Cuba y como alternativa futura para la isla, la continuidad de la Comunidad Autónoma de Cuba que nos fue arrebatada por parte de EEUU.
No quisiera convertir esto en algo partidista, pues en realidad los necesitamos a todos, de derecha, de centro, de izquierda. Esto no es un movimiento político, es más bien para crear conciencia y llegar a un plebiscito para ver si los cubanos quieren de nuevo pertenecer a España. Somos españoles y siempre lo hemos sido, aunque no estemos conscientes de ello, pero para eso hacen falta muchos debates, la idea debe difundirse por toda Cuba y ahí es donde los necesitamos a todos, o sea a los disidentes políticos dentro de Cuba, los opositores, los castristas, los derechistas, etc. Cada uno puede militar en el partido que desee y luchar por el.
Pienso que ser parte de España como comunidad autónoma es muy beneficioso para Cuba al igual que para esta, pero primero que todo debemos ir haciéndonos conciencia de que además de cubanos somos españoles, y abrazar la bandera española que ondeó en Cuba por mas de 400 años, desde antes de que naciera el primer criollo y llegaran los primeros africanos y para nada es extranjera. Al cubano siempre le ha gustado todo lo español, y sabemos que todos nuestros mulatos de todas las tonalidades llevan sangre española. En Cuba todos somos iguales y tan español es el negro como el blanco, y todos tendrían el derecho a poseer un pasaporte de la Unión Europea, que es todo un lujo y ayuda muchísimo al desarrollo de la nueva España con Cuba incluida. Ni de que hablar sobre el Euro, quien no quiere en Cuba que en vez de recibir su salario en pesos, se lo den en Euros?. Por lo demás la constitución española nos garantiza la democracia, estado de bienestar, la salud pública socializada, la igualdad, etc. Pero repito, hay que sentirse español, amar a España, respetar y amar al Rey (que hizo posible la democracia y es el balance) al igual que a la Familia Real, estudiar su historia que es la nuestra, pero han pasado muchas cosas después de que nos separamos y debemos conocerla, como ellos deben conocernos a nosotros, nuestra idiosincrasia, y nuestra historia. Hay que ser muy tolerantes de ambos lados, pues habrá un periodo de transición que lo requerirá. Los medios de difusión tendrán el papel principal, la Internet sin dudas también, pues en esa Cuba en transición, todos la tendrán al alcance y será la forma de difundir todas las cosas lo mas rápidamente.
Hay muchas organizaciones políticas tanto en el exilio cubano, como dentro de Cuba y no queremos que nos vean como una competencia. Somos un movimiento al que se puede pertenecer desde cualquier vertiente y militancia. Puedes ser de centro, de derecha o de izquierda, sin embargo simpatizar con la idea de que Cuba retome la Comunidad Autónoma que fue abortada por la invasión norteamericana en la guerra hispanoamericana y la pérdida de Cuba por parte de España. Sé que repito las mismas cosas, pero es muy importante que el mensaje se grabe.
Solo luchamos por un Plebiscito a ver que opina el pueblo cubano y después el español, y si el SI es por mayoría, lo llevamos a cabo, si triunfa el NO, pues no pasa nada, esa es la democracia. Cada cual permanece en el partido que desee, aunque sea parte del Movimiento por la Reunificación de Cuba a España, pues como he dicho en otras ocasiones, nosotros no tenemos ninguna intención de hacer política en una Cuba futura.
Una vez mas quiero recalcar, tenemos que comenzar a crear conciencia de que somos cubanos españoles, no importa el color de la piel, todos somos iguales, abrazar a España como a nuestra Cuba, abrir los brazos un poco mas e incluirla y amar los símbolos, el Himno de España que además es muy bello. Quizás el Himno Nacional de Cuba, debemos suprimirle la letra como se hizo con Himno de España, de todas formas, este solo va dirigido a los bayameses y no a todos los cubanos, y dejar su música, que puede ser el himno de la Comunidad Autónoma de Cuba. Todo no se puede cambiar, hay cosas que hay que respetarle.
La bandera de España debe volver a ondear en el castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana (como en los lugares publicos) como antaño, con el escudo español de Cuba con los tres castillos, también la de la Comunidad Europea, y la cubana, que aunque su pasado es obscuro, yo no soy nadie para decir que se cambie por una nueva.
He oído comentarios frívolos, como por ejemplo que eso no puede ocurrir, pues el deporte nacional de Cuba es el Béisbol y en España el Fútbol, les diré que en EEUU existen varios deportes nacionales y todos están al mismo nivel, por que nosotros no?
Recuerden que si queremos una Cuba verdaderamente democrática como lo es en España, tenemos que ser tolerantes y pensar que todos los cubanos de las diferentes vertientes políticas, tienen los mismos derechos a vivir en ella con respeto entre si.
Una Cuba española tiene que ser para todos y para el bien de todos.
Viva España con Cuba de vuelta! Haríamos historia, es algo nuevo, nunca antes visto, le daríamos una lección al mundo y quizás sea el preámbulo para algo más grande que ocurra en el mundo con otras naciones que quieran sumarse de nuevo.
Como todos saben, hace poco tuve un ataque cibernético desde el Blog CubaDebate, algo que no hace honor a su nombre, pues no esta permitido el debate limpio, solo los que piensan mas o menos igual pueden publicar ahí. El artículo del Sr. Eliades Acosta Matos, donde me atacaba ferozmente por el simple hecho de no estar de acuerdo conmigo, fue reproducido íntegramente en el mío, sin embargo mi respuesta no la publicaron. En fin el objetivo es que me lean, me interpreten, que busquen en los archivos de Cuba hagan interpretaciones de la historia, no solo de los libros escritos cuando éramos colonia norteamericana o semicolonia y después que han servido como fuente de información para otros historiadores repitiendo lo mismo. Mi intención no es desprestigiar a nadie, solo el darle a los autonomistas el lugar que se merecen en la historia de Cuba y como alternativa futura para la isla, la continuidad de la Comunidad Autónoma de Cuba que nos fue arrebatada por parte de EEUU.
No quisiera convertir esto en algo partidista, pues en realidad los necesitamos a todos, de derecha, de centro, de izquierda. Esto no es un movimiento político, es más bien para crear conciencia y llegar a un plebiscito para ver si los cubanos quieren de nuevo pertenecer a España. Somos españoles y siempre lo hemos sido, aunque no estemos conscientes de ello, pero para eso hacen falta muchos debates, la idea debe difundirse por toda Cuba y ahí es donde los necesitamos a todos, o sea a los disidentes políticos dentro de Cuba, los opositores, los castristas, los derechistas, etc. Cada uno puede militar en el partido que desee y luchar por el.
Pienso que ser parte de España como comunidad autónoma es muy beneficioso para Cuba al igual que para esta, pero primero que todo debemos ir haciéndonos conciencia de que además de cubanos somos españoles, y abrazar la bandera española que ondeó en Cuba por mas de 400 años, desde antes de que naciera el primer criollo y llegaran los primeros africanos y para nada es extranjera. Al cubano siempre le ha gustado todo lo español, y sabemos que todos nuestros mulatos de todas las tonalidades llevan sangre española. En Cuba todos somos iguales y tan español es el negro como el blanco, y todos tendrían el derecho a poseer un pasaporte de la Unión Europea, que es todo un lujo y ayuda muchísimo al desarrollo de la nueva España con Cuba incluida. Ni de que hablar sobre el Euro, quien no quiere en Cuba que en vez de recibir su salario en pesos, se lo den en Euros?. Por lo demás la constitución española nos garantiza la democracia, estado de bienestar, la salud pública socializada, la igualdad, etc. Pero repito, hay que sentirse español, amar a España, respetar y amar al Rey (que hizo posible la democracia y es el balance) al igual que a la Familia Real, estudiar su historia que es la nuestra, pero han pasado muchas cosas después de que nos separamos y debemos conocerla, como ellos deben conocernos a nosotros, nuestra idiosincrasia, y nuestra historia. Hay que ser muy tolerantes de ambos lados, pues habrá un periodo de transición que lo requerirá. Los medios de difusión tendrán el papel principal, la Internet sin dudas también, pues en esa Cuba en transición, todos la tendrán al alcance y será la forma de difundir todas las cosas lo mas rápidamente.
Hay muchas organizaciones políticas tanto en el exilio cubano, como dentro de Cuba y no queremos que nos vean como una competencia. Somos un movimiento al que se puede pertenecer desde cualquier vertiente y militancia. Puedes ser de centro, de derecha o de izquierda, sin embargo simpatizar con la idea de que Cuba retome la Comunidad Autónoma que fue abortada por la invasión norteamericana en la guerra hispanoamericana y la pérdida de Cuba por parte de España. Sé que repito las mismas cosas, pero es muy importante que el mensaje se grabe.
Solo luchamos por un Plebiscito a ver que opina el pueblo cubano y después el español, y si el SI es por mayoría, lo llevamos a cabo, si triunfa el NO, pues no pasa nada, esa es la democracia. Cada cual permanece en el partido que desee, aunque sea parte del Movimiento por la Reunificación de Cuba a España, pues como he dicho en otras ocasiones, nosotros no tenemos ninguna intención de hacer política en una Cuba futura.
Una vez mas quiero recalcar, tenemos que comenzar a crear conciencia de que somos cubanos españoles, no importa el color de la piel, todos somos iguales, abrazar a España como a nuestra Cuba, abrir los brazos un poco mas e incluirla y amar los símbolos, el Himno de España que además es muy bello. Quizás el Himno Nacional de Cuba, debemos suprimirle la letra como se hizo con Himno de España, de todas formas, este solo va dirigido a los bayameses y no a todos los cubanos, y dejar su música, que puede ser el himno de la Comunidad Autónoma de Cuba. Todo no se puede cambiar, hay cosas que hay que respetarle.
La bandera de España debe volver a ondear en el castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana (como en los lugares publicos) como antaño, con el escudo español de Cuba con los tres castillos, también la de la Comunidad Europea, y la cubana, que aunque su pasado es obscuro, yo no soy nadie para decir que se cambie por una nueva.
He oído comentarios frívolos, como por ejemplo que eso no puede ocurrir, pues el deporte nacional de Cuba es el Béisbol y en España el Fútbol, les diré que en EEUU existen varios deportes nacionales y todos están al mismo nivel, por que nosotros no?
Recuerden que si queremos una Cuba verdaderamente democrática como lo es en España, tenemos que ser tolerantes y pensar que todos los cubanos de las diferentes vertientes políticas, tienen los mismos derechos a vivir en ella con respeto entre si.
Una Cuba española tiene que ser para todos y para el bien de todos.
Viva España con Cuba de vuelta! Haríamos historia, es algo nuevo, nunca antes visto, le daríamos una lección al mundo y quizás sea el preámbulo para algo más grande que ocurra en el mundo con otras naciones que quieran sumarse de nuevo.
Cuba como Autonomía Española y Las Cumbres Iberoamericanas. Carta de Justino Renée Morales.
Teniendo en cuenta que en la década de los 90s España tuvo la intención de ganar importancia política y diplomática en Las Américas, con la Creación de las Cumbres Iberoamericanas, no sería descabellada la idea, de que con una Cuba incorporada a España y a La Unión Europea, la posición Ibérica en la America hispano portuguesa, representaría de gran importancia, por lo que en la práctica beneficiaría mucho a España la idea de incorporar La Llave de América a la nueva metrópoli.
Cuando Las Cumbres Iberoamericanas se comenzaron a gestar, en 1991, Auspiciada por España y promovida por el entonces presidente español Felipe González y apoyada por Salinas de Gortari presidente de México por esos tiempos. La idea era crear una organización de corte diplomático, con una estructura similar a Commonwealth inglesa.
España ya formaba parte del primer mundo y había creado una democracia acorde al actual mundo occidental y como deseaba ocupar un lugar preponderante en la diplomacia planetaria, porque en realidad ya existen dos conglomeraciones de este corte en la actualidad, el de Gran Bretaña y el de los franceses, no era de mala idea, formar un tercero en el que incluía a Portugal y Brasil, de formación hispano portugués y aparecer ante el resto del planeta como metrópoli de poderío, haciéndola importante en el marco de la Comunidad Europea y Los Estados Unidos.
Para una Cuba sin los Castro, los problemas reales para un futuro democrático, serían la pobreza, la estabilidad gubernamental, la corrupción política, la creciente delincuencia, el existente narcotráfico del continente y la fragilidad de una democracia y todo esto, formando parte de España y Europa, ayudaría a contener estos males.
Con Gloria y Emilio Estefan, este jueves a las 5:00pm en Marcha Por Las Damas de Blanco
MARCHA EN RESPALDO A LAS DAMAS DE BLANCO ,LOS PRESOS POLITICOS Y EN GENERAL AL SUFRIDO PUEBLO CUBANO.
MARZO 25 , 2010 A LAS 5.00 PM EN LA CALLE 8 DEL SW CON LA AVENIDA 27, PARA SALIR A LAS 6.P.M. MARCHANDO HASTA LA AVENIDA 22. MIAMI, FL
SE PIDE QUE DE PODER SE VISTA DE BLANCO Y LLEVAR UN GLADIOLO EN LA MANO. EMILIO Y GLORIA ESTEFAN QUE ORGANIZAN ESTA ACTIVIDAD HAN CONTACTADO CON LOS MAYORES CANALES DE TELEVISION Y COLOCARAN CAMARAS A LO LARGO DE LA CALLE 8 PARA POSTERIOR DISTRIBUCION DE ESTE EVENTO PARA SOLICITAR EL APOYO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL A LA LIBERTAD DEL PUEBLO DE CUBA .
(Allí estaré de blanco con unos gladiolos, espero verles. J.R.M.)
MARZO 25 , 2010 A LAS 5.00 PM EN LA CALLE 8 DEL SW CON LA AVENIDA 27, PARA SALIR A LAS 6.P.M. MARCHANDO HASTA LA AVENIDA 22. MIAMI, FL
SE PIDE QUE DE PODER SE VISTA DE BLANCO Y LLEVAR UN GLADIOLO EN LA MANO. EMILIO Y GLORIA ESTEFAN QUE ORGANIZAN ESTA ACTIVIDAD HAN CONTACTADO CON LOS MAYORES CANALES DE TELEVISION Y COLOCARAN CAMARAS A LO LARGO DE LA CALLE 8 PARA POSTERIOR DISTRIBUCION DE ESTE EVENTO PARA SOLICITAR EL APOYO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL A LA LIBERTAD DEL PUEBLO DE CUBA .
(Allí estaré de blanco con unos gladiolos, espero verles. J.R.M.)
martes, 23 de marzo de 2010
LA FUERZA DE LA PALABRA. EL AUTONOMISMO EN CUBA EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL S. XIX. (Parte III)
Revista de Indias, 2001, vol. LXI, núm. 223
POR LUIS MIGUEL GARCÍA MORA*
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Al autonomismo siempre le caracterizó un espíritu de consenso, propugnador de soluciones alternativas y aceptó cualquier medida positiva para resolver el problema colonial. Un partido de orden, de evolución, pragmático que, como reconocía uno de sus líderes, acudía a la arena política, tras diez años de guerra, a
vencer con la palabra25.
VENCER CON LA PALABRA. LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL AUTONOMISMO CUBANO
El Partido Liberal, más tarde denominado Autonomista, se constituyó en agosto de 1878, alentado por el periódico El Triunfo, que, fundado un mes antes, inmediatamente se convirtió en su órgano de expresión. En febrero, el gobernador general Arsenio Martínez Campos había puesto fin a la Guerra de los Diez Años, gracias a un incremento de la acción armada y a un espíritu de conciliación hacia los insurrectos. Esta política condujo a la firma del Pacto del Zanjón, tildado por la historiografía de mera fraseología legal. Evidentemente las aspiraciones de la sociedad civil cubana iban más allá de lo que ofrecía la metrópoli y ahora sabemos que la nueva legislación y su práctica no consiguieron que Cuba permaneciese unida a España. Aún así el modelo colonial que nace en 1878 trajo una ley municipal y provincial basada en el sufragio, creación de partidos políticos y representación en Cortes, derechos de reunión y asociación, ley de imprenta yuna dinámica de elecciones que contribuyeron a la formación y consolidación de una opinión pública. A pesar del criterio restrictivo con el que se llevaba la legislación metropolitana a la colonia, podemos afirmar que la situación que se vivió a la firma del Zanjón, más por el ambiente que propició que por lo meramente pactado, es lo que hizo posible el surgimiento del partido26.
Por ello, no consideramos descabellado señalar que la legislación post-Zanjón, que actuaba sobre unas estructuras socioeconómicas difíciles de integraren el Estado español, contribuyó a crear el clima de opinión favorable a la eclosión de un nacionalismo cubano, quizás cumpliendo un fin contrario para el que se
diseñó. Algo parecido ocurrió a nivel social con la legislación sobre el patronato, que proyectada para prolongar la esclavitud, facilitó su fin27. El autonomismo supo aprovechar las posibilidades que ofrecía el sistema para criticarlo y para conducir la situación hacia una posición más ventajosa para los intereses cuba-
nos. A pesar de todo ello, la salida revolucionaria indica que el modelo colonial no supo, pudo o quiso avanzar a la velocidad que la sociedad civil cubana le exigía.
En mayo de 1896, el general Martínez Campos, lamentándose de no haber practicado una política colonial más idónea, reconocía: «El Convenio del Zanjón no era más que un punto de partida, para ver quien llegaba antes, si España mejorando la administración y el régimen general de la isla, o los separatistas en su propaganda»28. Ese fue el gran reto autonomista: conseguir la mejora del modelo colonial que surge tras el Zanjón.
Uno de los rasgos más característicos del nuevo orden colonial lo constituye el juego de los partidos políticos. Nuestra hipótesis es que sirven para hacerlo viable y canalizar la tensión política dentro de los límites del sistema. No hay duda de que el autonomismo juega ese papel y lo hace en el sentido de afirmar lo cubano y otorgar el mayor grado de libertad e independencia posible a la isla dentro del Estado español.
Pero esta función no se puede entender única y exclusivamente desde la perspectiva colonial y, en contra de lo escrito por distintos historiadores, también representó un nacionalismo moderado, que prefirió afirmar la práctica política constitucional dentro de la soberanía española, posponiendo, pero no renunciando a un futuro en el que Cuba, por la gradual evolución histórica, llegase a ser independiente29.
Por ello, y con esto estamos formulando nuestra segunda hipótesis, no consideramos el autonomismo como antinacional, sino como acabamos de decir, como un nacionalismo moderado, eclipsado por otro de carácter revolucionario que estaba dispuesto a recurrir a cualquier medio para lograr su objetivo. En última instancia el fracaso del modelo colonial español se explica, más que nada, por la divergencia de dos
estructuras económicas, la cubana y la metropolitana, dentro de un mismo Estado.
Esa sería la explicación de base, de tiempo largo, sobre la que actúa la coyuntura de fin de siglo que se entiende también, creemos, por el juego de otros actores, como el Partido Liberal Autonomista30.
A diferencia de movimientos políticos criollos anteriores, como el anexionismo y el reformismo, el autonomismo se constituye como un auténtico partido al cumplir las condiciones que la ciencia política impone para reconocer a una agrupación como tal: canalizar intereses de distintos sectores, aspirar o participar del poder y tener un programa para la sociedad en su conjunto. El partido es una institución integradora y mediadora de la pluralidad y de la conflictividad política que se produce en la sociedad en la que actúa. Su función es encauzar y comunicar al poder las demandas de la sociedad, para que dentro de los mecanismos del Estado pueda ser satisfecha. Los partidos políticos surgen cuando se precisan nuevas
instituciones que ejerzan las funciones de integración y mediación ante el Estado; en los momentos de cambio, de crisis del sistema, para canalizar dicho cambio. Porello, en agosto de 1878 el autonomismo presentó su programa político31.
El programa del autonomismo no surgía ex novo. Llevaba tras de sí toda la tradición política del reformismo colonial. Organizado en tres grandes temas
—cuestión social, política y económica—, condensaba las principales preocupaciones de las elites criollas y concretaba los problemas del momento. Un programa que, en definitiva, reflejaba el más puro sentido liberal (libertad de imprenta, reunión y asociación) y, en último término, la admiración al sistema de autogobierno que el liberalismo británico había instaurado en el Canadá32.
En la cuestión social se trataba, por un lado, de solventar el problema de la esclavitud y, por otro, de señalar con qué tipo de inmigrantes se conformaría la fuerza de trabajo post-abolicionista. En cuanto a lo primero, los autonomistas presentaron una propuesta conservadora, basada en el artículo 21 de la Ley Moret
de (1870), que facultaba al gobierno para presentar un plan de abolición cuando los diputados cubanos fueran admitidos en las Cortes. Pedían una indemnización y no fijaban un plazo concreto para llevarla a término. Para el gobernador general Blanco la actitud autonomista ante la abolición «se agita en continuas dudas y vacilaciones, pues si sus tendencias políticas le impulsan a formular opiniones abolicionistas , en absoluto, los intereses materiales y permanentes de estas provincias, que no pueden desatender, le imponen limitaciones y fórmulas de transacción33. Al año, sin embargo, vencidos los temores del primer momento y empujados por los sectores más progresistas del partido, ya reclamaron la abolición inmediata y sin indemnización, siendo los principales opositores de la Ley de Patronato, aprobada por las Cortes en 1880 y que prolongaba por ocho años la esclavitud34.
Fueron autonomistas los que pretendieron abrir en La Habana una filial de la Sociedad Abolicionista Española, dirigida en Madrid por el político autonomista Rafael María de Labra, y fueron abogados autonomistas los que se preocuparon por asesorar a los patrocinados sobre sus derechos recién adquiridos35.
En la segunda parte de su propuesta social, los autonomistas mostraban su predilección por una inmigración blanca y familiar. Estaba claro que en su modelo de nación excluía a los esclavos y en gran medida, a la población de color y de origen asiático. Ese «blanqueamiento» recordaba mucho a los temores expresado
por Saco, «blanqueamiento» que se completaba con la «educación moral e intelectual del liberto», es decir, aculturación a los patrones de la población blanca.
El liberalismo autonomista era consciente de la dificultad que entrañaba formar un orden constitucional y democrático con el mantenimiento de la esclavitud y de ahí arrancaba su fervor abolicionista. Pero conseguida ésta e integrado el liberto en el «orden blanco», la lucha contra la discriminación racial era un problema que debía resolver la evolución de la sociedad.
En el terreno económico y conscientes del papel que jugaba el azúcar en la economía de la isla, reclamaban el librecambio, proponiendo un desarme arancelario que no tuviera más sentido que el poder mantener las necesidades presupuestarias.
Además demandaban tratados de comercio, principalmente con los Estados Unidos, conocedores de la importancia que había adquirido el mercado norteamericano37.
Finalmente, en el aspecto político, los autonomistas se declararon partidarios del autogobierno bajo la fórmula de «la mayor descentralización posible dentro de la unidad nacional». Se sirvieron de este circunloquio, en palabras de Ricardo del Monte38, para evitar problemas con las autoridades que no querían que se proclamase la autonomía colonial, un objetivo que a lo largo de su existencia como partido iría cobrando forma y con el que se pretendía la participación efectiva de los cubanos en los asuntos que directamente afectaban a la isla. Como en el caso de la abolición, esperaron a conmemorar el primer aniversario del partido para proclamar su credo sin ambages: «pedimos el gobierno del país por el país,
el planteamiento del régimen autonómico como única solución práctica y salvadora39. En su proyecto relegaban el ideal independentista, un objetivo a largo
plazo, por el logro inmediato del afianzamiento del sistema constitucional. Preferían la educación política en el sistema parlamentario que llegar a una república que obtenida por un proceso bélico comprometía un orden no sólo político, sino económico y social. Así afirmaban: «Orden, libertad: esto es todo cuanto necesita
un pueblo, porque estas dos palabras comprenden un sistema político perfecto»40.
Adoptaron, pues, un nacionalismo moderado, más preocupado en profundizar en la práctica del liberalismo que en alcanzar la independencia.
Por último, su programa político reclamaba el cuerpo legal de derechos y deberes que por esas fechas ya disfrutaban en la metrópoli y que en Cuba se aplicaban en un sentido restrictivo. Exigían la homologación de las leyes electoral, municipal y provincial, del Código Penal, de la ley hipotecaria, etc. Además demandaban
la implantación sin limitaciones de las leyes de imprenta, reunión y asociación, las libertades necesarias, irrenunciables para todo partido liberal. En definitiva, los autonomistas buscaban establecer un «Estado en pequeño» dentro de la Monarquía española. Era una opción conservadora frente a la independencia,
pero que gozaba de un fuerte apoyo entre unas elites criollas escarmentadas por la Guerra de los Diez Años y horrorizadas ante la práctica política de las repúblicas latinoamericanas41.
Estas eran las ideas que albergaba el programa del partido tras el que estaban antiguos independentistas, como su presidente José María Gálvez, jóvenes abogados que se habían mantenido al margen de la guerra, como Giberga, Montoro o Cortina, profesionales, muchos de ellos masones, pequeños propietarios, hacendados, más criollos que peninsulares, aunque alguno de ellos, como Pérez de Molina, editor de El Triunfo, resultaran fundamentales en los primeros momentos.
En la reunión inaugural del partido, un grupo de asistentes presentó un programa alternativo, liberal pero de carácter asimilista, proclamándose como Partido Liberal Nacional. Pospuesta la reunión, días después se llegó a una conciliación entre ambos grupos, figurando algunos miembros del Partido Liberal Nacional
en la junta directiva. El 8 de agosto de 1878 quedaba constituido el partido, ratificándose la misma seis meses después42.
A las pocas semanas nacía el partido Unión Constitucional: el partido de los peninsulares, de los grandes propietarios, de los sectores más cercanos al poder y, en cierta medida, de los beneficiarios de la explotación del Estado colonial. Si el autonomismo concebía lo pactado en el Zanjón como el punto de partida de un modelo colonial que se tenía que ensanchar, la Unión Constitucional era la defensor del statu quo, el partido en ultramar de todos los gobiernos de la metrópoli, «ministerial con todos los ministerios». Se configuraba de esta forma un sistema de partidos poco competitivo, con uno dominante, la Unión Constitucional, que contaba con el apoyo de todas las estructuras del Estado, y otro de oposición, el Liberal
Autonomista43. La historiografía ha enfatizado el carácter homogéneo de la Unión Constitucional, cohesión sólo rota en 1893 a consecuencia del proyecto de reformas de Antonio Maura, que propició la creación de una tercera agrupación, el Partido Reformista. Sin embargo, los estudios de Inés Roldán demuestran que desde los primeros tiempos siempre hubo dentro de ésta una tensión entre aquellos sectores con intereses en la economía insular, y por tanto favorables a un reformismo moderado, frente a otros que, vinculados a los negocios que generaba el Estado colonial, defendían a ultranza el mantenimiento del orden de cosas imperante44.
En estos primeros años el autonomismo tuvo dos preocupaciones fundamentales.
La primera era de tipo organizativo. Constituido el partido en La Habana, necesitaba contar con una estructura estable en el resto de la isla. A todo ello ayudaron los mítines de fundación que los distintos miembros de la Junta Central realizaron a lo largo y ancho de ella. En poco tiempo consiguió una vertebración en todo el territorio. En los seis meses que median entre agosto del 1878 y febrero de 1879, cuando una Junta Magna ratificó la fusión con los liberales nacionales, el autonomismo había constituido 6 juntas provinciales, una por cada una de las provincias cubanas, además de 40 locales y comités de barrio. Su presencia era más palpable en el área de La Habana, con 26 juntas, algo lógico dado el peso que zona tenía en el conjunto de la isla. En la región centro-oriental sólo se logró constituir una provincial en Santiago de Cuba, de vida efímera, y otra en Puerto Príncipe. Las provincias de Pinar del Río, con 6 juntas, Matanzas, con 4, y Santa Clara, con 8, tenían una representación acorde a su importancia y población. En
la Junta Magna de abril de 1882 estuvieron representadas, además de la central, 3 provinciales —sólo faltó Puerto Príncipe, ya que en Santiago se designó un representante— 15 juntas locales, 28 juntas de barrio y 68 comités. En total 115 agrupaciones autonomistas, más del doble que tres años antes45.
El autonomismo desplegó una estructura piramidal, en donde las juntas locales dependían de las provinciales y éstas, de la Central, que también era Provincial y Local de La Habana. Para tomar decisiones de relieve o para cubrir las vacantes que surgiesen en el seno de la última, se tendría que convocar, según sus estatutos, una junta magna, a la que podrían asistir todos los miembros de la Central —presidente, vicepresidente y 36 vocales—, tres representantes por cada una de las provinciales y un representante de las locales, todos ellos con voz y voto46.
En teoría, las juntas provinciales y locales disfrutaban de bastante libertad de acción y podrían hacer valer sus derechos. En la práctica, las juntas magnas las fijaba la Central y lo hizo sólo en dos ocasiones, una para ratificar la fusión con los liberales nacionales y otra, en abril de 1882, para discutir sobre la disolución del partido a consecuencia de las dificultades que las autoridades ponían a su propaganda política y por la deportación de Francisco Cepeda, director del semanario autonomista Revista Económica. Pues bien, de los alrededor de 200 representantes, sólo 24 eran de la central y, sin embargo, se aprobaron todas sus propuestas por aclamación. Con anterioridad a la celebración, el gobernador general,
Luis Prendergast, el 25 de febrero le escribe al Ministro de Ultramar que por distintas conversaciones mantenidas con dirigentes autonomistas, sabe a ciencia cierta que el resultado de la Junta Magna será la continuación del partido47.
La segunda preocupación del partido en estos años fue la de concretar su programa político. Sabemos que en julio de 1879, la Junta Central acuerda una comisión para que elabore un plan autonómico48. El manifiesto de fundación, como vimos, había evitado la palabra autonomía. Un año después la proclamó como su objetivo político. Finalmente, en mayo de 1881, desarrolla todo su plan con la publicación en El Triunfo del artículo «Nuestra doctrina», que denunciado al tribunal de imprenta por atentar contra la unidad de la patria fue absuelto, declarándose legal la doctrina autonomista49.
(Continuará)
POR LUIS MIGUEL GARCÍA MORA*
Fundación Histórica Tavera (Madrid)
Al autonomismo siempre le caracterizó un espíritu de consenso, propugnador de soluciones alternativas y aceptó cualquier medida positiva para resolver el problema colonial. Un partido de orden, de evolución, pragmático que, como reconocía uno de sus líderes, acudía a la arena política, tras diez años de guerra, a
vencer con la palabra25.
VENCER CON LA PALABRA. LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL AUTONOMISMO CUBANO
El Partido Liberal, más tarde denominado Autonomista, se constituyó en agosto de 1878, alentado por el periódico El Triunfo, que, fundado un mes antes, inmediatamente se convirtió en su órgano de expresión. En febrero, el gobernador general Arsenio Martínez Campos había puesto fin a la Guerra de los Diez Años, gracias a un incremento de la acción armada y a un espíritu de conciliación hacia los insurrectos. Esta política condujo a la firma del Pacto del Zanjón, tildado por la historiografía de mera fraseología legal. Evidentemente las aspiraciones de la sociedad civil cubana iban más allá de lo que ofrecía la metrópoli y ahora sabemos que la nueva legislación y su práctica no consiguieron que Cuba permaneciese unida a España. Aún así el modelo colonial que nace en 1878 trajo una ley municipal y provincial basada en el sufragio, creación de partidos políticos y representación en Cortes, derechos de reunión y asociación, ley de imprenta yuna dinámica de elecciones que contribuyeron a la formación y consolidación de una opinión pública. A pesar del criterio restrictivo con el que se llevaba la legislación metropolitana a la colonia, podemos afirmar que la situación que se vivió a la firma del Zanjón, más por el ambiente que propició que por lo meramente pactado, es lo que hizo posible el surgimiento del partido26.
Por ello, no consideramos descabellado señalar que la legislación post-Zanjón, que actuaba sobre unas estructuras socioeconómicas difíciles de integraren el Estado español, contribuyó a crear el clima de opinión favorable a la eclosión de un nacionalismo cubano, quizás cumpliendo un fin contrario para el que se
diseñó. Algo parecido ocurrió a nivel social con la legislación sobre el patronato, que proyectada para prolongar la esclavitud, facilitó su fin27. El autonomismo supo aprovechar las posibilidades que ofrecía el sistema para criticarlo y para conducir la situación hacia una posición más ventajosa para los intereses cuba-
nos. A pesar de todo ello, la salida revolucionaria indica que el modelo colonial no supo, pudo o quiso avanzar a la velocidad que la sociedad civil cubana le exigía.
En mayo de 1896, el general Martínez Campos, lamentándose de no haber practicado una política colonial más idónea, reconocía: «El Convenio del Zanjón no era más que un punto de partida, para ver quien llegaba antes, si España mejorando la administración y el régimen general de la isla, o los separatistas en su propaganda»28. Ese fue el gran reto autonomista: conseguir la mejora del modelo colonial que surge tras el Zanjón.
Uno de los rasgos más característicos del nuevo orden colonial lo constituye el juego de los partidos políticos. Nuestra hipótesis es que sirven para hacerlo viable y canalizar la tensión política dentro de los límites del sistema. No hay duda de que el autonomismo juega ese papel y lo hace en el sentido de afirmar lo cubano y otorgar el mayor grado de libertad e independencia posible a la isla dentro del Estado español.
Pero esta función no se puede entender única y exclusivamente desde la perspectiva colonial y, en contra de lo escrito por distintos historiadores, también representó un nacionalismo moderado, que prefirió afirmar la práctica política constitucional dentro de la soberanía española, posponiendo, pero no renunciando a un futuro en el que Cuba, por la gradual evolución histórica, llegase a ser independiente29.
Por ello, y con esto estamos formulando nuestra segunda hipótesis, no consideramos el autonomismo como antinacional, sino como acabamos de decir, como un nacionalismo moderado, eclipsado por otro de carácter revolucionario que estaba dispuesto a recurrir a cualquier medio para lograr su objetivo. En última instancia el fracaso del modelo colonial español se explica, más que nada, por la divergencia de dos
estructuras económicas, la cubana y la metropolitana, dentro de un mismo Estado.
Esa sería la explicación de base, de tiempo largo, sobre la que actúa la coyuntura de fin de siglo que se entiende también, creemos, por el juego de otros actores, como el Partido Liberal Autonomista30.
A diferencia de movimientos políticos criollos anteriores, como el anexionismo y el reformismo, el autonomismo se constituye como un auténtico partido al cumplir las condiciones que la ciencia política impone para reconocer a una agrupación como tal: canalizar intereses de distintos sectores, aspirar o participar del poder y tener un programa para la sociedad en su conjunto. El partido es una institución integradora y mediadora de la pluralidad y de la conflictividad política que se produce en la sociedad en la que actúa. Su función es encauzar y comunicar al poder las demandas de la sociedad, para que dentro de los mecanismos del Estado pueda ser satisfecha. Los partidos políticos surgen cuando se precisan nuevas
instituciones que ejerzan las funciones de integración y mediación ante el Estado; en los momentos de cambio, de crisis del sistema, para canalizar dicho cambio. Porello, en agosto de 1878 el autonomismo presentó su programa político31.
El programa del autonomismo no surgía ex novo. Llevaba tras de sí toda la tradición política del reformismo colonial. Organizado en tres grandes temas
—cuestión social, política y económica—, condensaba las principales preocupaciones de las elites criollas y concretaba los problemas del momento. Un programa que, en definitiva, reflejaba el más puro sentido liberal (libertad de imprenta, reunión y asociación) y, en último término, la admiración al sistema de autogobierno que el liberalismo británico había instaurado en el Canadá32.
En la cuestión social se trataba, por un lado, de solventar el problema de la esclavitud y, por otro, de señalar con qué tipo de inmigrantes se conformaría la fuerza de trabajo post-abolicionista. En cuanto a lo primero, los autonomistas presentaron una propuesta conservadora, basada en el artículo 21 de la Ley Moret
de (1870), que facultaba al gobierno para presentar un plan de abolición cuando los diputados cubanos fueran admitidos en las Cortes. Pedían una indemnización y no fijaban un plazo concreto para llevarla a término. Para el gobernador general Blanco la actitud autonomista ante la abolición «se agita en continuas dudas y vacilaciones, pues si sus tendencias políticas le impulsan a formular opiniones abolicionistas , en absoluto, los intereses materiales y permanentes de estas provincias, que no pueden desatender, le imponen limitaciones y fórmulas de transacción33. Al año, sin embargo, vencidos los temores del primer momento y empujados por los sectores más progresistas del partido, ya reclamaron la abolición inmediata y sin indemnización, siendo los principales opositores de la Ley de Patronato, aprobada por las Cortes en 1880 y que prolongaba por ocho años la esclavitud34.
Fueron autonomistas los que pretendieron abrir en La Habana una filial de la Sociedad Abolicionista Española, dirigida en Madrid por el político autonomista Rafael María de Labra, y fueron abogados autonomistas los que se preocuparon por asesorar a los patrocinados sobre sus derechos recién adquiridos35.
En la segunda parte de su propuesta social, los autonomistas mostraban su predilección por una inmigración blanca y familiar. Estaba claro que en su modelo de nación excluía a los esclavos y en gran medida, a la población de color y de origen asiático. Ese «blanqueamiento» recordaba mucho a los temores expresado
por Saco, «blanqueamiento» que se completaba con la «educación moral e intelectual del liberto», es decir, aculturación a los patrones de la población blanca.
El liberalismo autonomista era consciente de la dificultad que entrañaba formar un orden constitucional y democrático con el mantenimiento de la esclavitud y de ahí arrancaba su fervor abolicionista. Pero conseguida ésta e integrado el liberto en el «orden blanco», la lucha contra la discriminación racial era un problema que debía resolver la evolución de la sociedad.
En el terreno económico y conscientes del papel que jugaba el azúcar en la economía de la isla, reclamaban el librecambio, proponiendo un desarme arancelario que no tuviera más sentido que el poder mantener las necesidades presupuestarias.
Además demandaban tratados de comercio, principalmente con los Estados Unidos, conocedores de la importancia que había adquirido el mercado norteamericano37.
Finalmente, en el aspecto político, los autonomistas se declararon partidarios del autogobierno bajo la fórmula de «la mayor descentralización posible dentro de la unidad nacional». Se sirvieron de este circunloquio, en palabras de Ricardo del Monte38, para evitar problemas con las autoridades que no querían que se proclamase la autonomía colonial, un objetivo que a lo largo de su existencia como partido iría cobrando forma y con el que se pretendía la participación efectiva de los cubanos en los asuntos que directamente afectaban a la isla. Como en el caso de la abolición, esperaron a conmemorar el primer aniversario del partido para proclamar su credo sin ambages: «pedimos el gobierno del país por el país,
el planteamiento del régimen autonómico como única solución práctica y salvadora39. En su proyecto relegaban el ideal independentista, un objetivo a largo
plazo, por el logro inmediato del afianzamiento del sistema constitucional. Preferían la educación política en el sistema parlamentario que llegar a una república que obtenida por un proceso bélico comprometía un orden no sólo político, sino económico y social. Así afirmaban: «Orden, libertad: esto es todo cuanto necesita
un pueblo, porque estas dos palabras comprenden un sistema político perfecto»40.
Adoptaron, pues, un nacionalismo moderado, más preocupado en profundizar en la práctica del liberalismo que en alcanzar la independencia.
Por último, su programa político reclamaba el cuerpo legal de derechos y deberes que por esas fechas ya disfrutaban en la metrópoli y que en Cuba se aplicaban en un sentido restrictivo. Exigían la homologación de las leyes electoral, municipal y provincial, del Código Penal, de la ley hipotecaria, etc. Además demandaban
la implantación sin limitaciones de las leyes de imprenta, reunión y asociación, las libertades necesarias, irrenunciables para todo partido liberal. En definitiva, los autonomistas buscaban establecer un «Estado en pequeño» dentro de la Monarquía española. Era una opción conservadora frente a la independencia,
pero que gozaba de un fuerte apoyo entre unas elites criollas escarmentadas por la Guerra de los Diez Años y horrorizadas ante la práctica política de las repúblicas latinoamericanas41.
Estas eran las ideas que albergaba el programa del partido tras el que estaban antiguos independentistas, como su presidente José María Gálvez, jóvenes abogados que se habían mantenido al margen de la guerra, como Giberga, Montoro o Cortina, profesionales, muchos de ellos masones, pequeños propietarios, hacendados, más criollos que peninsulares, aunque alguno de ellos, como Pérez de Molina, editor de El Triunfo, resultaran fundamentales en los primeros momentos.
En la reunión inaugural del partido, un grupo de asistentes presentó un programa alternativo, liberal pero de carácter asimilista, proclamándose como Partido Liberal Nacional. Pospuesta la reunión, días después se llegó a una conciliación entre ambos grupos, figurando algunos miembros del Partido Liberal Nacional
en la junta directiva. El 8 de agosto de 1878 quedaba constituido el partido, ratificándose la misma seis meses después42.
A las pocas semanas nacía el partido Unión Constitucional: el partido de los peninsulares, de los grandes propietarios, de los sectores más cercanos al poder y, en cierta medida, de los beneficiarios de la explotación del Estado colonial. Si el autonomismo concebía lo pactado en el Zanjón como el punto de partida de un modelo colonial que se tenía que ensanchar, la Unión Constitucional era la defensor del statu quo, el partido en ultramar de todos los gobiernos de la metrópoli, «ministerial con todos los ministerios». Se configuraba de esta forma un sistema de partidos poco competitivo, con uno dominante, la Unión Constitucional, que contaba con el apoyo de todas las estructuras del Estado, y otro de oposición, el Liberal
Autonomista43. La historiografía ha enfatizado el carácter homogéneo de la Unión Constitucional, cohesión sólo rota en 1893 a consecuencia del proyecto de reformas de Antonio Maura, que propició la creación de una tercera agrupación, el Partido Reformista. Sin embargo, los estudios de Inés Roldán demuestran que desde los primeros tiempos siempre hubo dentro de ésta una tensión entre aquellos sectores con intereses en la economía insular, y por tanto favorables a un reformismo moderado, frente a otros que, vinculados a los negocios que generaba el Estado colonial, defendían a ultranza el mantenimiento del orden de cosas imperante44.
En estos primeros años el autonomismo tuvo dos preocupaciones fundamentales.
La primera era de tipo organizativo. Constituido el partido en La Habana, necesitaba contar con una estructura estable en el resto de la isla. A todo ello ayudaron los mítines de fundación que los distintos miembros de la Junta Central realizaron a lo largo y ancho de ella. En poco tiempo consiguió una vertebración en todo el territorio. En los seis meses que median entre agosto del 1878 y febrero de 1879, cuando una Junta Magna ratificó la fusión con los liberales nacionales, el autonomismo había constituido 6 juntas provinciales, una por cada una de las provincias cubanas, además de 40 locales y comités de barrio. Su presencia era más palpable en el área de La Habana, con 26 juntas, algo lógico dado el peso que zona tenía en el conjunto de la isla. En la región centro-oriental sólo se logró constituir una provincial en Santiago de Cuba, de vida efímera, y otra en Puerto Príncipe. Las provincias de Pinar del Río, con 6 juntas, Matanzas, con 4, y Santa Clara, con 8, tenían una representación acorde a su importancia y población. En
la Junta Magna de abril de 1882 estuvieron representadas, además de la central, 3 provinciales —sólo faltó Puerto Príncipe, ya que en Santiago se designó un representante— 15 juntas locales, 28 juntas de barrio y 68 comités. En total 115 agrupaciones autonomistas, más del doble que tres años antes45.
El autonomismo desplegó una estructura piramidal, en donde las juntas locales dependían de las provinciales y éstas, de la Central, que también era Provincial y Local de La Habana. Para tomar decisiones de relieve o para cubrir las vacantes que surgiesen en el seno de la última, se tendría que convocar, según sus estatutos, una junta magna, a la que podrían asistir todos los miembros de la Central —presidente, vicepresidente y 36 vocales—, tres representantes por cada una de las provinciales y un representante de las locales, todos ellos con voz y voto46.
En teoría, las juntas provinciales y locales disfrutaban de bastante libertad de acción y podrían hacer valer sus derechos. En la práctica, las juntas magnas las fijaba la Central y lo hizo sólo en dos ocasiones, una para ratificar la fusión con los liberales nacionales y otra, en abril de 1882, para discutir sobre la disolución del partido a consecuencia de las dificultades que las autoridades ponían a su propaganda política y por la deportación de Francisco Cepeda, director del semanario autonomista Revista Económica. Pues bien, de los alrededor de 200 representantes, sólo 24 eran de la central y, sin embargo, se aprobaron todas sus propuestas por aclamación. Con anterioridad a la celebración, el gobernador general,
Luis Prendergast, el 25 de febrero le escribe al Ministro de Ultramar que por distintas conversaciones mantenidas con dirigentes autonomistas, sabe a ciencia cierta que el resultado de la Junta Magna será la continuación del partido47.
La segunda preocupación del partido en estos años fue la de concretar su programa político. Sabemos que en julio de 1879, la Junta Central acuerda una comisión para que elabore un plan autonómico48. El manifiesto de fundación, como vimos, había evitado la palabra autonomía. Un año después la proclamó como su objetivo político. Finalmente, en mayo de 1881, desarrolla todo su plan con la publicación en El Triunfo del artículo «Nuestra doctrina», que denunciado al tribunal de imprenta por atentar contra la unidad de la patria fue absuelto, declarándose legal la doctrina autonomista49.
(Continuará)
lunes, 22 de marzo de 2010
La opinión de Justino Renée Morales
Siguiendo los pasos de José Mario Heredia Carmona, español, que como muchos otros aman a Cuba como lo que siempre fue, la hija separada pero no perdida e inspirado en este portal creado por nuestro hermano cubano llamado José Ramón Morales que lleva el nombre de "Cuba Española" que ha avivado la nunca muerta añoranza de muchos cubanos como yo, de reestablecer y recuperar la nacionalidad española que una vez poseíamos los cubanos, interrumpida por casi un siglo, por la intervención estadounidense, e inspirado en ese amor por la Madre Patria que nunca ha desaparecido, me gustaría ampliar sobre sus palabras de...
"Cuba Española significa; Democracia, Libertad, Riqueza, Independencia Autonómica, Prosperidad, Protección Europea, Igualdad, Orgullo, Ley, Respeto, Poder, Unión Hispánica, Potencia Económica, Bienestar, Futuro para todos, y un largo etcétera…."
Primero que todo, decir y aclarar que en mi caso particularmente, por vivir fuera del país por más de 30 años por mi edad y por estar muy cerca de jubilación, puedo, una vez que me retire del trabajo, vivir en cualquier parte del mundo, con una mensualidad suficiente para vivir sin estrecheces, supongo que igual sería para la mayoría de los cubanos que han vivido y trabajado en el extranjero por cierta cantidad de años, pero para los cubanos que no emigraron y que son más de 11 millones y sobre todo para aquellos que no tienen familiares en el exterior, sería muy alentador y provechoso, para los más jóvenes, por los primeros ocho o diez años, mientras Cuba tome un camino de prosperidad y desarrollo, emigrar temporalmente para trabajar en cualquier país europeo, legalmente por formar Cuba, parte de la Unión Europea, con el fin de asegurar una ayuda económica familiar, que sería muy necesaria en los primeros tiempos.
Tendría Cuba una democracia asegurada, porque ya en este caso, adoptaría la Constitución Española, así como su sistema legal, de inmediato entrarían a funcionar todas las libertades que disfruta hoy España, donde los derechos civiles, estarían asegurados, bajo las leyes españolas actuales, respeto por la diversidad, la igualdad de género, igualdad racial. Aseguraría Cuba en pocos años un desarrollo económico, al parejo de España y la UE, la inversión peninsular y europea tendría prioridad por la eliminación de muchas trabas de aduana, por ser inversión de nacionales. En un corto tiempo, Cuba exportaría sus productos agrícolas, sobre todo de frutas tropicales. Al tener Cuba en la actualidad, cierto desarrollo científico en bioquímica, exportaría de esta rama, además de mucha mano de obra profesional, una variedad de productos, de la rama, del campo de la medicina, sería muy provechoso, tanto para Europa, como para Cuba. La Isla, tiene mucha riqueza marina, mineral, turística, nuestros artistas viajarían sin necesidad de pasaportes o visas a más de 25 países, de inmediato, muchas de las aerolíneas europeas aumentarían la cantidad de vuelos, cruceros y con ello, los precios se harían accesibles tanto para los nacionales, como para el turista. Por tener España un sistema de salud universal, sería este un logro cubano de la actualidad que se actualizaría muy pronto, la educación es también otra de las oportunidades que se conservarían, por ser en España una facilidad existente. Cuba podría ser, lo que en la actualidad son Las Canarias, el País Vasco o Cataluña, con una independencia muy amplia. Con el logro de convertirnos en Comunidad Autónoma de España, evitaríamos una dependencia económica de Estados Unidos, aunque la inversión de este país, como del reste del Mundo, ayudaría a acelerar un bienestar para sacar a Cuba de la situación infraestructura tan horrible en que se encuentra, de transporte, de calidad de las carreteras, de la recuperación del sistema ferroviario, por ser España puntero en tecnología moderna del desarrollo de trenes de alta velocidad.
Justino Renée Morales
"Cuba Española significa; Democracia, Libertad, Riqueza, Independencia Autonómica, Prosperidad, Protección Europea, Igualdad, Orgullo, Ley, Respeto, Poder, Unión Hispánica, Potencia Económica, Bienestar, Futuro para todos, y un largo etcétera…."
Primero que todo, decir y aclarar que en mi caso particularmente, por vivir fuera del país por más de 30 años por mi edad y por estar muy cerca de jubilación, puedo, una vez que me retire del trabajo, vivir en cualquier parte del mundo, con una mensualidad suficiente para vivir sin estrecheces, supongo que igual sería para la mayoría de los cubanos que han vivido y trabajado en el extranjero por cierta cantidad de años, pero para los cubanos que no emigraron y que son más de 11 millones y sobre todo para aquellos que no tienen familiares en el exterior, sería muy alentador y provechoso, para los más jóvenes, por los primeros ocho o diez años, mientras Cuba tome un camino de prosperidad y desarrollo, emigrar temporalmente para trabajar en cualquier país europeo, legalmente por formar Cuba, parte de la Unión Europea, con el fin de asegurar una ayuda económica familiar, que sería muy necesaria en los primeros tiempos.
Tendría Cuba una democracia asegurada, porque ya en este caso, adoptaría la Constitución Española, así como su sistema legal, de inmediato entrarían a funcionar todas las libertades que disfruta hoy España, donde los derechos civiles, estarían asegurados, bajo las leyes españolas actuales, respeto por la diversidad, la igualdad de género, igualdad racial. Aseguraría Cuba en pocos años un desarrollo económico, al parejo de España y la UE, la inversión peninsular y europea tendría prioridad por la eliminación de muchas trabas de aduana, por ser inversión de nacionales. En un corto tiempo, Cuba exportaría sus productos agrícolas, sobre todo de frutas tropicales. Al tener Cuba en la actualidad, cierto desarrollo científico en bioquímica, exportaría de esta rama, además de mucha mano de obra profesional, una variedad de productos, de la rama, del campo de la medicina, sería muy provechoso, tanto para Europa, como para Cuba. La Isla, tiene mucha riqueza marina, mineral, turística, nuestros artistas viajarían sin necesidad de pasaportes o visas a más de 25 países, de inmediato, muchas de las aerolíneas europeas aumentarían la cantidad de vuelos, cruceros y con ello, los precios se harían accesibles tanto para los nacionales, como para el turista. Por tener España un sistema de salud universal, sería este un logro cubano de la actualidad que se actualizaría muy pronto, la educación es también otra de las oportunidades que se conservarían, por ser en España una facilidad existente. Cuba podría ser, lo que en la actualidad son Las Canarias, el País Vasco o Cataluña, con una independencia muy amplia. Con el logro de convertirnos en Comunidad Autónoma de España, evitaríamos una dependencia económica de Estados Unidos, aunque la inversión de este país, como del reste del Mundo, ayudaría a acelerar un bienestar para sacar a Cuba de la situación infraestructura tan horrible en que se encuentra, de transporte, de calidad de las carreteras, de la recuperación del sistema ferroviario, por ser España puntero en tecnología moderna del desarrollo de trenes de alta velocidad.
Justino Renée Morales
Debate en el Blog
Cubacarlos69 dijo:
Me maravillo como este señor puede catalogar a Máximo Gómez como genocida , por el amor de Dios, si vas hablar de crímenes en la guerra de independencia , España no se salva ,pero eso pasado es , vamos a la actualidad, Cuba tiene muchos problemas por resolver internos , empezando con la horripilante dictadura de Fidel castro, pero ese asunto nos concierne solo a los cubanos, tenemos todos que tener huevos para resolverlo, Cuba debe seguir siendo Cuba , salir de los problemas que tenemos tan graves no significa que la solución este en convertirla en española o norteamericana para otros , NO , Cuba hace mucho tiempo es independiente, que han sido un desastre sus gobiernos , si , pero solo nosotros debemos resolver eso, no que venga nadie de afuera a cuidarnos como unos hijos mamalones que no se saben freír ni un huevo ,España nos puede ayudar y ensenar a vivir en democracia y libertad, pero como la madre que enseña a su hijo los primeros pasos y luego este sigue su camino, y no vivir siempre bajo su falda , NO , Cuba debe ser solo Cuba , ni española ni norteamericana ,sin dictaduras comunistas ni de derecha , libre y democrática , pero republica , lo que planteas es una idea de prostituta , que hasta los mismos españoles se asquearían y no nos respetarían .
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José Mario dijo:
Cubacarlos69 se respeta tu opinión y tu voto a "no Cuba Española" pero si acabas de decir que los españoles se asquearían y no respetarían es la suficiente prueba de que no te has leído bien el blog.
Una persona antes de opinar debe leerse el blog entero y la historia entera y luego opinar, a lo mejor con el tiempo te convences quien sabe, pero si no es así igual es respetable.
Yo soy español y "para nada" me asqueo ni falto el respeto a los cubanos y lo mismo que yo muchísimos españoles por no decirte la mayoría así que no digas cosas que "desconoces".
Otra cosa, es que tú seas nacionalista y no apoyes la unión "idea muy respetable" pero por tener esas ideas no se puede hacer "comentarios erróneos" a mi juicio, muchos españoles como yo apoyan la unión y echan de menos su Cuba "no le faltan el respeto ni se asquean" eso te lo has sacado tu del bolsillo.
Y te cuento si en 200 años de independencia en America Latina no han resuelto nada y todo sigue igual, "no creo yo que en Cuba haya una excepción" una Cuba republicana independiente traería una similitud a los pueblos de America Latina de eso estoy segurísimo ¿Por que? pues porque un país independiente republicano esta "solo", las únicas fuerzas del orden y democráticas que pueden defender al país solo son las de dicho país, si un gobierno es elegido por el pueblo, y ese gobierno empieza como ha empezado Chávez, Ortega, Correa, o Morales, a quitar a opositores del medio dime tu si no estarías en las mismas, y si eso ocurre ¿de que serviría la desaparición de los Castro? vendría a ser todo mas de lo mismo.
En cambio, en una Cuba unida "la unión hace la fuerza" y si un gobierno elegido por votaciones hiciera lo que han hecho los citados hay arriba o fueran un peligro para la democracia de la comunidad las mismas Cortes de España lo destituirían, además la Unión Europea puede intervenir en el asunto y ya como que no podría hacer tales cosas, que en una Cuba republicana independiente pueden hacer y deshacer lo que quieran y nadie se puede meter porque el país "esta solo" no esta protegido. Por lo cual la unificación beneficia mucho a Cuba y la protege de tiranías y le garantiza la democracia y la libertad.
Espero que me hayas entendido y al igual se te respeta tus ideas que ojala pronto veas la realidad y cambies de opinión.
Un saludo
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Cubanocarlos69 dijo:
Para José Mario y Anónimo:
Gracias por su opinión, parece que no me entendieron cuando digo que los españoles se asquearían y no nos respetarían , me refiero a la pura idea de este señor que por salir de la crisis económica y civil que tenemos, por tener un pasaporte europeo, corren bajo la falda de la madre patria, a eso me refiero , a esa idea prostituta, nada mas lejos de tener a España cerca , pero ser nosotros, mis abuelos son españoles , así que bien cerca los tengo, pero somos otra nación, llena de problemas históricos, pero otra nación, claro que quisiera tenerlos cerca , seria yo mismo el primero en recibirlos en el puerto, pero como cubano , mis brazos estarían abiertos y si España entrara en una guerra mundial, seria el primero en alistarme voluntario, pero siempre seguiría siendo cubano , España esta en nuestra sangre señores , en nuestra cultura, en todo, pero no somos españoles , somos cubanos, junto a España lucharía en cualquier frente, pero siempre como cubano.
Saludos, Cubanocarlos69
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Respuesta de José Mario a Cubacarlo69:
Hola cubanocarlos69;
Gracias por tu contestación. Claro desconoces lo que es una comunidad autónoma y es normal que reacciones así porque claro tú dirás "PERO OYE!!! PORQUE VOY A DEJAR YO DE SER CUBANO" y je jeje claro es normal que contestes así, yo también contestaría lo mismo si me dijeran que voy a dejar de ser andaluz, pero bueno mira te explico lo que es España y como esta formada.
España es un país que esta formado por diferentes culturas; entre ellas se destacan: Los Andaluces, Los Canarios, Los Vascos, Los Valencianos, Los Catalanes, Los Gallegos, los Extremaduras, Los Árabes, que campan en "Ceuta y Melilla" con sus mezquitas sus costumbres etc. etc. ¿me explico? bien.
Esta distintas comunidades autónomas que te he mencionado, tienen sus diferentes culturas como algunas tienen también diferentes lenguas, entre ellas se destacan: El Catalán, el Gallego, y el Euskera, que quiere decir que estas tres comunidades autónomas además de hablar el español también hablan estas lenguas porque son tan oficiales en esas comunidades como el idioma español y claro el que quiere habla esa lengua y quien quiere pues habla español es decir que se respeta la cultura y costumbres de cada comunidad autónoma. ¿Me explico?
Si Cuba volviera a ser una Comunidad Autónoma de España ¿sabes lo único que cambiaria con respecto a las leyes? pues aquí te las expreso:
1 Cuba pasaría a ser parte de España pero OJO, "NO DEJA DE SER CUBA"
2 Los cubanos "No pierden la identidad cubana" ganan otra que es "La española" es decir: tendrían doble identidad cubana, y española. "Por eso dije que el cubano no deja de ser cubano"
3 Tiene su independencia es decir, Cuba como toda comunidad autónoma, tendría "su gobierno propio", yo por ser andaluz no podría votar en las elecciones de la Comunidad Autónoma de Cuba porque "estoy asentado en Andalucía" y quiere decir que no resido en Cuba por lo tal no tengo derecho de elegir en las urnas el gobierno de allí" ¿me entiendes?
O sea lo único que Cuba pierde al unirse a España es el "Nombre de Nación Independiente" pero lo demás no se conserva como puede ser:
La identidad cubana, la policía cubana, las costumbres cubanas, todo lo que tiene ahora Cuba no lo pierde seguiría siendo la misma solo eso que pasarais a obtener "otra identidad mas" que es la española o sea ya no seria nada mas que la identidad cubana sino también "identidad española" o sea "las dos" tu pasarías a ser "cubano y español" o sea serias lo mismo que yo que yo soy "andaluz" pero a la vez también "soy español" es decir; España es la madre, y las comunidades autónomas sus hijos, ¿me entiendes ahora?
4 Tendrías "dobles elecciones" ¿porque? pues porque unas serian las que tendrías que votar "por tu gobierno en Cuba" y la otra tendrías que votar "por el gobierno de la nación" o sea por el gobierno de nuestra madre "que ahí si votamos todas las comunidades autónomas por igual, que serian tres sobres;:
Un sobre de elecciones al parlamento cubano, es decir, "a tu gobierno de cuba"
Otro sobre seria "A las cortes generales" es decir "a la madre a España" para elegir el Gobierno Nacional que lo elegimos todas las comunidades por igual.
Y otro al Senado, que es para eligir al Presidente del Congreso de los Diputados.
Como te puedes dar cuenta no pierdes tu identidad como cubano y lo mas bueno "eres independiente" la palabra "autónomo" significa independiente trabajador independiente o sea tu eres tu propio jefe, tu mandas en tu trabajo y solo pagas un seguro que te sirve para que te proteja, en este caso el seguro es "España" y lo mas importante también es que tienes los mismos derechos que todos los españoles y europeos.
Espero que me hayas entendido pero lo mas importante es que aquí somos democráticos y si llega la hora en que nos dejen solicitar un referéndum por la reincorporación, si tu crees que tienes que votar que no, pues eres libre de votar como gustes, porque en un referéndum de estos hay dos papeletas "si" y "no" puedes elegir el que mas creas conveniente y echarlo en la urna. Si llegara ese día, que ojala llegue y no por eso te vamos a menospreciar es decir si votas que no te vamos a seguir respetando y queriendo igual.
Solo te doy un consejo como español que soy amigo, "Cuba lleva algo mas de un siglo sufriendo por culpa de los nacionalistas, detente un poquito "lee" infórmate... antes de agarrar la papeleta y echarla en el buzón. Lee e infórmate, porque el futuro de tu isla que tanto tu amas depende de ti, tu tuviste que emigrar por el sufrimiento que te causaron y por las injusticias que han cometido contra ti, "no hagas que los demás tengan que pasar por ese mismo sufrimiento" Cuba no se lo merece por ello te insisto a que reflexiones y luego deposites el voto que tu creas mas conveniente pero solo te digo eso "el futuro de la isla depende de ti".
Una republica independiente como las republicas de America Latina, seria más de lo mismo te lo aseguro y Cuba no acabaría el sufrimiento nunca, porque los nacionalistas son peores que los que un día a la fuerza tuvieron que dejar esa Perla del Caribe que tanto amaban.
Abrazos Cubacarlos69 y... piénsatelo...
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José Ramón dijo:
Hola a todos:
Primero que todo quiero referirme a Cubacarlos69. Quiero decirte que no te reprocho nada, pues eres el fruto de tantos años de manipulación de la historia de Cuba. Creo que tienes que leerte muchos artículos en el Blog para darte cuenta de muchas cosas, de los crímenes cometidos en la Tea Incendiaria de Máximo Gómez, cuyo objetivo era destruir a toda Cuba, que España solo recogiera cenizas y perdiera interés, y eso trajo el resultado fatídico de Valeriano Weyler. Nadie que ame a un territorio, lo destruye totalmente, también después le dio el visto bueno a los norteamericanos para que invadieran a Cuba, manchando la memoria de Marti y Maceo. No te culpo que pienses de que los españoles no nos quieren de vuelta, pues cuando lance la idea, creía que me iban a lanzar piedras u ofensas, que me dirían que no querían una isla de blancos, negros y mestizos, etc. y eso si me dolería, pero para mi sorpresa, solo he recibido muchísimo amor, me emociona pensar que hayan tantos españoles con tanto amor hacia Cuba como cubanos a España. Cuba era parte del territorio como Galicia, Islas Canarias o Asturias, etc., no una nación que fue invadida por España, es un territorio que creo España desde cero y nuestra historia comienza prácticamente en 1492 cuando la colonizaron, pues no tenemos nativos y casi no hay huellas. Siempre he dicho que la bandera española ondeo desde mucho antes que naciera el primer cubano criollo y llegara el primer africano y lo creo todo. Únete a la familia de Cuba Española que solo traerá bienestar, democracia y desarrollo para Cuba. Te invito a un café bombón que lo hago delicioso y un abrazo
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Cubacarlos69 dijo:
Gracias por responderme, aunque se que la historia siempre la cambian según el historiador, y en eso estoy de acuerdo contigo, lo que digo es que no se debe juzgar a Máximo Gómez , ni Maceo , ni nadie de ese periodo, porque existieron características muy especificas del momento histórico que vivían y la guerra, cruel siempre, llevo a todos a tomar caminos drásticos, tanto cubanos como españoles , se masacraron unos a otros, las bestialidades fueron de ambos lados, cada uno se justifica, pero ya dije, eso es historia , agua pasada , culpa de todos y de nadie, si crees que seria bueno para Cuba ,volver ser española, se debe plantear a partir de ahora, no juzgar a los personajes que ya no existen y que actuaron según el momento histórico, ellos merecen respeto , si me preguntaras hipotéticamente si deberíamos unirnos a España, te diría que no, somos cubanos, si me preguntaran si nos deberíamos unir a los estados unidos , menos aun, en ese caso, como dijo Maceo, seria la única manera que pelearía al lado de los españoles.
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Anónimo dijo:
Yo soy vasco y no por ello no dejo de ser español. Si nos unimos seremos más fuertes.
Toda Hispanoamérica debería formar una gran nación, empezando por cuba seria un gran comienzo doscientos años de separación no han beneficiado a nadie.
Viva una Cuba española en igualdad de derechos y obligaciones.
Saludos.
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Cubanocarlos69 dijo:
Gracias a todos por estos comentarios , en verdad seria bueno exponer este proyecto mejor explicado ,pues en mi caso, salte cuando se le ataco a los patriotas de la independencia, creo que a los muertos hay que dejarlos en paz y no culparlos de nada,ya son historia, mi consejo seria que se llevara esta idea a todos los rincones de la isla,y a todos los cubanos regados por el mundo , que se explique mejor y no confunda ,pues aun siendo nacionalista , debo aceptar que ciertos puntos son muy interesantes para la estabilidad y prosperidad de la isla , y seriamos muy egoistas si con ello traeria la felicidad de nuestro pais,deberias reconciderar la forma de proyectar esa idea y volverla a escribir, y que los espanoles tuviesen mas participacion en ella, quizas entonces los que pensamos en la republica , conciderariamos que pudieramos estar equivocados y que unirnos como comunidad autonoma traeria la paz y libertad que tanto deseamos, nadie tiene la verdad en la mano,pero creo que juntos llegariamos todos a un acuerdo para el bien de la sufrida patria.
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Soren dijo:
España no está para cuidar de Cuba como si de un niño pequeño se tratara. La reunificación supondría la plena integración de Cuba como una comunidad autónoma más dentro de España, en igualdad de condiciones que las demás.
Cuba dispondría de autogobierno y representatividad en las Cortes de España. En un sistema democrático como el español los votos cubanos serían determinantes para gobernar en toda España. Podríamos encontrarnos perfectamente con un presidente de gobierno nacido en Cuba.
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Moisés dijo:
Te felicito José Mario, mejor no lo has podido explicar jeje.
A todo esto, siempre se ha dicho que las Comunidades Autónomas españolas se han caracterizado por tener incluso más autonomía en algunos ámbitos que los Estados Federados alemanes e incluso norteamericanos.
Un ejemplo claro; aquí en Andalucía hace cuestión de días se ha aprobado una ley sobre la libertad para morir dignamente. Es totalmente pionera en España y no se dan en otras CC.AA, aún así el Estado español no tiene voz ni voto para vetar esa ley al ser totalmente competencia de las leyes propias de la Comunidad.
Otro ejemplo claro; las CC.AA pueden negociar libremente con otros países y firmar tratados y acuerdos libremente. Andalucía lo hace con Marruecos, Galicia con Portugal, Cataluña con Francia, etc.
Así que tranquilo hermano cubacarlos, que Cuba y los cubanos con la unión no perderían ni una mínima parte de identidad e idiosincrasia.
Saludos!
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Anonimo dijo:
Cubacarlos69 te dejo un enlace del estatuto de Andalucía para que lo mires.
http://www.juntadeandalucia.es/especiales/aj-nuevoestatuto-estatuto.html?idSeccion=1&idApartado=1
También te digo que en el Art.2 de la Constitución Española dice:
Artículo 2.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Si lo deseas mírate la constitución española.
Y como dices si no se promulga por todo el territorio cubano, esta idea nunca llegara a ningún sitio.
Me maravillo como este señor puede catalogar a Máximo Gómez como genocida , por el amor de Dios, si vas hablar de crímenes en la guerra de independencia , España no se salva ,pero eso pasado es , vamos a la actualidad, Cuba tiene muchos problemas por resolver internos , empezando con la horripilante dictadura de Fidel castro, pero ese asunto nos concierne solo a los cubanos, tenemos todos que tener huevos para resolverlo, Cuba debe seguir siendo Cuba , salir de los problemas que tenemos tan graves no significa que la solución este en convertirla en española o norteamericana para otros , NO , Cuba hace mucho tiempo es independiente, que han sido un desastre sus gobiernos , si , pero solo nosotros debemos resolver eso, no que venga nadie de afuera a cuidarnos como unos hijos mamalones que no se saben freír ni un huevo ,España nos puede ayudar y ensenar a vivir en democracia y libertad, pero como la madre que enseña a su hijo los primeros pasos y luego este sigue su camino, y no vivir siempre bajo su falda , NO , Cuba debe ser solo Cuba , ni española ni norteamericana ,sin dictaduras comunistas ni de derecha , libre y democrática , pero republica , lo que planteas es una idea de prostituta , que hasta los mismos españoles se asquearían y no nos respetarían .
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José Mario dijo:
Cubacarlos69 se respeta tu opinión y tu voto a "no Cuba Española" pero si acabas de decir que los españoles se asquearían y no respetarían es la suficiente prueba de que no te has leído bien el blog.
Una persona antes de opinar debe leerse el blog entero y la historia entera y luego opinar, a lo mejor con el tiempo te convences quien sabe, pero si no es así igual es respetable.
Yo soy español y "para nada" me asqueo ni falto el respeto a los cubanos y lo mismo que yo muchísimos españoles por no decirte la mayoría así que no digas cosas que "desconoces".
Otra cosa, es que tú seas nacionalista y no apoyes la unión "idea muy respetable" pero por tener esas ideas no se puede hacer "comentarios erróneos" a mi juicio, muchos españoles como yo apoyan la unión y echan de menos su Cuba "no le faltan el respeto ni se asquean" eso te lo has sacado tu del bolsillo.
Y te cuento si en 200 años de independencia en America Latina no han resuelto nada y todo sigue igual, "no creo yo que en Cuba haya una excepción" una Cuba republicana independiente traería una similitud a los pueblos de America Latina de eso estoy segurísimo ¿Por que? pues porque un país independiente republicano esta "solo", las únicas fuerzas del orden y democráticas que pueden defender al país solo son las de dicho país, si un gobierno es elegido por el pueblo, y ese gobierno empieza como ha empezado Chávez, Ortega, Correa, o Morales, a quitar a opositores del medio dime tu si no estarías en las mismas, y si eso ocurre ¿de que serviría la desaparición de los Castro? vendría a ser todo mas de lo mismo.
En cambio, en una Cuba unida "la unión hace la fuerza" y si un gobierno elegido por votaciones hiciera lo que han hecho los citados hay arriba o fueran un peligro para la democracia de la comunidad las mismas Cortes de España lo destituirían, además la Unión Europea puede intervenir en el asunto y ya como que no podría hacer tales cosas, que en una Cuba republicana independiente pueden hacer y deshacer lo que quieran y nadie se puede meter porque el país "esta solo" no esta protegido. Por lo cual la unificación beneficia mucho a Cuba y la protege de tiranías y le garantiza la democracia y la libertad.
Espero que me hayas entendido y al igual se te respeta tus ideas que ojala pronto veas la realidad y cambies de opinión.
Un saludo
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Cubanocarlos69 dijo:
Para José Mario y Anónimo:
Gracias por su opinión, parece que no me entendieron cuando digo que los españoles se asquearían y no nos respetarían , me refiero a la pura idea de este señor que por salir de la crisis económica y civil que tenemos, por tener un pasaporte europeo, corren bajo la falda de la madre patria, a eso me refiero , a esa idea prostituta, nada mas lejos de tener a España cerca , pero ser nosotros, mis abuelos son españoles , así que bien cerca los tengo, pero somos otra nación, llena de problemas históricos, pero otra nación, claro que quisiera tenerlos cerca , seria yo mismo el primero en recibirlos en el puerto, pero como cubano , mis brazos estarían abiertos y si España entrara en una guerra mundial, seria el primero en alistarme voluntario, pero siempre seguiría siendo cubano , España esta en nuestra sangre señores , en nuestra cultura, en todo, pero no somos españoles , somos cubanos, junto a España lucharía en cualquier frente, pero siempre como cubano.
Saludos, Cubanocarlos69
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Respuesta de José Mario a Cubacarlo69:
Hola cubanocarlos69;
Gracias por tu contestación. Claro desconoces lo que es una comunidad autónoma y es normal que reacciones así porque claro tú dirás "PERO OYE!!! PORQUE VOY A DEJAR YO DE SER CUBANO" y je jeje claro es normal que contestes así, yo también contestaría lo mismo si me dijeran que voy a dejar de ser andaluz, pero bueno mira te explico lo que es España y como esta formada.
España es un país que esta formado por diferentes culturas; entre ellas se destacan: Los Andaluces, Los Canarios, Los Vascos, Los Valencianos, Los Catalanes, Los Gallegos, los Extremaduras, Los Árabes, que campan en "Ceuta y Melilla" con sus mezquitas sus costumbres etc. etc. ¿me explico? bien.
Esta distintas comunidades autónomas que te he mencionado, tienen sus diferentes culturas como algunas tienen también diferentes lenguas, entre ellas se destacan: El Catalán, el Gallego, y el Euskera, que quiere decir que estas tres comunidades autónomas además de hablar el español también hablan estas lenguas porque son tan oficiales en esas comunidades como el idioma español y claro el que quiere habla esa lengua y quien quiere pues habla español es decir que se respeta la cultura y costumbres de cada comunidad autónoma. ¿Me explico?
Si Cuba volviera a ser una Comunidad Autónoma de España ¿sabes lo único que cambiaria con respecto a las leyes? pues aquí te las expreso:
1 Cuba pasaría a ser parte de España pero OJO, "NO DEJA DE SER CUBA"
2 Los cubanos "No pierden la identidad cubana" ganan otra que es "La española" es decir: tendrían doble identidad cubana, y española. "Por eso dije que el cubano no deja de ser cubano"
3 Tiene su independencia es decir, Cuba como toda comunidad autónoma, tendría "su gobierno propio", yo por ser andaluz no podría votar en las elecciones de la Comunidad Autónoma de Cuba porque "estoy asentado en Andalucía" y quiere decir que no resido en Cuba por lo tal no tengo derecho de elegir en las urnas el gobierno de allí" ¿me entiendes?
O sea lo único que Cuba pierde al unirse a España es el "Nombre de Nación Independiente" pero lo demás no se conserva como puede ser:
La identidad cubana, la policía cubana, las costumbres cubanas, todo lo que tiene ahora Cuba no lo pierde seguiría siendo la misma solo eso que pasarais a obtener "otra identidad mas" que es la española o sea ya no seria nada mas que la identidad cubana sino también "identidad española" o sea "las dos" tu pasarías a ser "cubano y español" o sea serias lo mismo que yo que yo soy "andaluz" pero a la vez también "soy español" es decir; España es la madre, y las comunidades autónomas sus hijos, ¿me entiendes ahora?
4 Tendrías "dobles elecciones" ¿porque? pues porque unas serian las que tendrías que votar "por tu gobierno en Cuba" y la otra tendrías que votar "por el gobierno de la nación" o sea por el gobierno de nuestra madre "que ahí si votamos todas las comunidades autónomas por igual, que serian tres sobres;:
Un sobre de elecciones al parlamento cubano, es decir, "a tu gobierno de cuba"
Otro sobre seria "A las cortes generales" es decir "a la madre a España" para elegir el Gobierno Nacional que lo elegimos todas las comunidades por igual.
Y otro al Senado, que es para eligir al Presidente del Congreso de los Diputados.
Como te puedes dar cuenta no pierdes tu identidad como cubano y lo mas bueno "eres independiente" la palabra "autónomo" significa independiente trabajador independiente o sea tu eres tu propio jefe, tu mandas en tu trabajo y solo pagas un seguro que te sirve para que te proteja, en este caso el seguro es "España" y lo mas importante también es que tienes los mismos derechos que todos los españoles y europeos.
Espero que me hayas entendido pero lo mas importante es que aquí somos democráticos y si llega la hora en que nos dejen solicitar un referéndum por la reincorporación, si tu crees que tienes que votar que no, pues eres libre de votar como gustes, porque en un referéndum de estos hay dos papeletas "si" y "no" puedes elegir el que mas creas conveniente y echarlo en la urna. Si llegara ese día, que ojala llegue y no por eso te vamos a menospreciar es decir si votas que no te vamos a seguir respetando y queriendo igual.
Solo te doy un consejo como español que soy amigo, "Cuba lleva algo mas de un siglo sufriendo por culpa de los nacionalistas, detente un poquito "lee" infórmate... antes de agarrar la papeleta y echarla en el buzón. Lee e infórmate, porque el futuro de tu isla que tanto tu amas depende de ti, tu tuviste que emigrar por el sufrimiento que te causaron y por las injusticias que han cometido contra ti, "no hagas que los demás tengan que pasar por ese mismo sufrimiento" Cuba no se lo merece por ello te insisto a que reflexiones y luego deposites el voto que tu creas mas conveniente pero solo te digo eso "el futuro de la isla depende de ti".
Una republica independiente como las republicas de America Latina, seria más de lo mismo te lo aseguro y Cuba no acabaría el sufrimiento nunca, porque los nacionalistas son peores que los que un día a la fuerza tuvieron que dejar esa Perla del Caribe que tanto amaban.
Abrazos Cubacarlos69 y... piénsatelo...
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José Ramón dijo:
Hola a todos:
Primero que todo quiero referirme a Cubacarlos69. Quiero decirte que no te reprocho nada, pues eres el fruto de tantos años de manipulación de la historia de Cuba. Creo que tienes que leerte muchos artículos en el Blog para darte cuenta de muchas cosas, de los crímenes cometidos en la Tea Incendiaria de Máximo Gómez, cuyo objetivo era destruir a toda Cuba, que España solo recogiera cenizas y perdiera interés, y eso trajo el resultado fatídico de Valeriano Weyler. Nadie que ame a un territorio, lo destruye totalmente, también después le dio el visto bueno a los norteamericanos para que invadieran a Cuba, manchando la memoria de Marti y Maceo. No te culpo que pienses de que los españoles no nos quieren de vuelta, pues cuando lance la idea, creía que me iban a lanzar piedras u ofensas, que me dirían que no querían una isla de blancos, negros y mestizos, etc. y eso si me dolería, pero para mi sorpresa, solo he recibido muchísimo amor, me emociona pensar que hayan tantos españoles con tanto amor hacia Cuba como cubanos a España. Cuba era parte del territorio como Galicia, Islas Canarias o Asturias, etc., no una nación que fue invadida por España, es un territorio que creo España desde cero y nuestra historia comienza prácticamente en 1492 cuando la colonizaron, pues no tenemos nativos y casi no hay huellas. Siempre he dicho que la bandera española ondeo desde mucho antes que naciera el primer cubano criollo y llegara el primer africano y lo creo todo. Únete a la familia de Cuba Española que solo traerá bienestar, democracia y desarrollo para Cuba. Te invito a un café bombón que lo hago delicioso y un abrazo
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Cubacarlos69 dijo:
Gracias por responderme, aunque se que la historia siempre la cambian según el historiador, y en eso estoy de acuerdo contigo, lo que digo es que no se debe juzgar a Máximo Gómez , ni Maceo , ni nadie de ese periodo, porque existieron características muy especificas del momento histórico que vivían y la guerra, cruel siempre, llevo a todos a tomar caminos drásticos, tanto cubanos como españoles , se masacraron unos a otros, las bestialidades fueron de ambos lados, cada uno se justifica, pero ya dije, eso es historia , agua pasada , culpa de todos y de nadie, si crees que seria bueno para Cuba ,volver ser española, se debe plantear a partir de ahora, no juzgar a los personajes que ya no existen y que actuaron según el momento histórico, ellos merecen respeto , si me preguntaras hipotéticamente si deberíamos unirnos a España, te diría que no, somos cubanos, si me preguntaran si nos deberíamos unir a los estados unidos , menos aun, en ese caso, como dijo Maceo, seria la única manera que pelearía al lado de los españoles.
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Anónimo dijo:
Yo soy vasco y no por ello no dejo de ser español. Si nos unimos seremos más fuertes.
Toda Hispanoamérica debería formar una gran nación, empezando por cuba seria un gran comienzo doscientos años de separación no han beneficiado a nadie.
Viva una Cuba española en igualdad de derechos y obligaciones.
Saludos.
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Cubanocarlos69 dijo:
Gracias a todos por estos comentarios , en verdad seria bueno exponer este proyecto mejor explicado ,pues en mi caso, salte cuando se le ataco a los patriotas de la independencia, creo que a los muertos hay que dejarlos en paz y no culparlos de nada,ya son historia, mi consejo seria que se llevara esta idea a todos los rincones de la isla,y a todos los cubanos regados por el mundo , que se explique mejor y no confunda ,pues aun siendo nacionalista , debo aceptar que ciertos puntos son muy interesantes para la estabilidad y prosperidad de la isla , y seriamos muy egoistas si con ello traeria la felicidad de nuestro pais,deberias reconciderar la forma de proyectar esa idea y volverla a escribir, y que los espanoles tuviesen mas participacion en ella, quizas entonces los que pensamos en la republica , conciderariamos que pudieramos estar equivocados y que unirnos como comunidad autonoma traeria la paz y libertad que tanto deseamos, nadie tiene la verdad en la mano,pero creo que juntos llegariamos todos a un acuerdo para el bien de la sufrida patria.
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Soren dijo:
España no está para cuidar de Cuba como si de un niño pequeño se tratara. La reunificación supondría la plena integración de Cuba como una comunidad autónoma más dentro de España, en igualdad de condiciones que las demás.
Cuba dispondría de autogobierno y representatividad en las Cortes de España. En un sistema democrático como el español los votos cubanos serían determinantes para gobernar en toda España. Podríamos encontrarnos perfectamente con un presidente de gobierno nacido en Cuba.
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Moisés dijo:
Te felicito José Mario, mejor no lo has podido explicar jeje.
A todo esto, siempre se ha dicho que las Comunidades Autónomas españolas se han caracterizado por tener incluso más autonomía en algunos ámbitos que los Estados Federados alemanes e incluso norteamericanos.
Un ejemplo claro; aquí en Andalucía hace cuestión de días se ha aprobado una ley sobre la libertad para morir dignamente. Es totalmente pionera en España y no se dan en otras CC.AA, aún así el Estado español no tiene voz ni voto para vetar esa ley al ser totalmente competencia de las leyes propias de la Comunidad.
Otro ejemplo claro; las CC.AA pueden negociar libremente con otros países y firmar tratados y acuerdos libremente. Andalucía lo hace con Marruecos, Galicia con Portugal, Cataluña con Francia, etc.
Así que tranquilo hermano cubacarlos, que Cuba y los cubanos con la unión no perderían ni una mínima parte de identidad e idiosincrasia.
Saludos!
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Anonimo dijo:
Cubacarlos69 te dejo un enlace del estatuto de Andalucía para que lo mires.
http://www.juntadeandalucia.es/especiales/aj-nuevoestatuto-estatuto.html?idSeccion=1&idApartado=1
También te digo que en el Art.2 de la Constitución Española dice:
Artículo 2.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Si lo deseas mírate la constitución española.
Y como dices si no se promulga por todo el territorio cubano, esta idea nunca llegara a ningún sitio.
Articulo 149 de la Constitución Española.
(Una contribución de un Anónimo)
Enhorabuena por el Blog. Podrías publicar, dada la propuesta de reunificación de Cuba a España como la 18 Comunidad Autónoma, el artículo 149 de la Constitución Española. Éste recoge las materias atribuidas en exclusiva al Estado. El resto son susceptibles de ser ejercidas por las autonomías, si ése es su deseo.Artículo 149:
Es además importante remarcar que cuando el citado artículo se refiere a "legislación básica" o a "bases", se está refiriendo a que a partir de una ley estatal común, los Parlamentos Autonómicos elaboran su propia ley de desarrollo de dicha materia y la gestionan localmente:
1- El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias.
1. La regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales.
2. Nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería y derecho de asilo.
3. Relaciones internacionales.
4. Defensa y Fuerzas Armadas.
5. Administración de Justicia.
6. Legislación mercantil, penal y penitenciaria; legislación procesal, sin perjuicio de las necesarias especialidades que en este orden se deriven de las particularidades del derecho sustantivo de las Comunidades Autónomas.
7. Legislación laboral; sin perjuicio de su ejecución por los órganos de las Comunidades Autónomas.
8. Legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan. En todo caso, las reglas relativas a la aplicación y eficacia de las normas jurídicas, relaciones jurídico-civiles relativas a las formas de matrimonio, ordenación de los registros e instrumentos públicos, bases de las obligaciones contractuales, normas para resolver los conflictos de leyes y determinación de las fuentes del Derecho, con respecto, en este último caso, a las normas de derecho foral o especial.
9. Legislación sobre propiedad intelectual e industrial.
10. Régimen aduanero y arancelario; comercio exterior.
11. Sistema monetario: divisas, cambio y convertibilidad; bases de la ordenación del crédito, banca y seguros.
12. Legislación sobre pesas y medidas, determinación de la hora oficial.
13. Bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica.
14. Hacienda general y Deuda del Estado.
15. Fomento y coordinación general de la investigación científica y técnica.
16. Sanidad exterior. Bases y coordinación general de la sanidad. Legislación sobre productos farmacéuticos.
17. Legislación Básica y régimen económico de la Seguridad Social, sin perjuicio de la ejecución de sus servicios por las Comunidades Autónomas.
18. Las bases del régimen jurídico de las Administraciones públicas y del régimen estatutario de sus funcionarios que, en todo caso, garantizarán a los administrados un tratamiento común ante ellas; el procedimiento administrativo común, sin perjuicio de las especialidades derivadas de la organización propia de las Comunidades Autónomas; legislación sobre expropiación forzosa; legislación básica sobre contratos y concesiones administrativas y el sistema de responsabilidad de todas las Administraciones públicas.
19. Pesca marítima, sin perjuicio de las competencias que en la ordenación del sector se atribuyan a las Comunidades Autónomas.
20. Marina mercante y abanderamiento de buques; iluminación de costas y señales marítimas; puertos de interés general; aeropuertos de interés general; control del espacio aéreo, tránsito y transporte aéreo, servicio meteorológico y matriculación de aeronaves.
21. Ferrocarriles y transportes terrestres que transcurran por el territorio de más de una Comunidad Autónoma; régimen general de comunicaciones; tráfico y circulación de vehículos a motor; correos y telecomunicaciones; cables aéreos, submarinos y radiocomunicación.
22. La legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una Comunidad Autónoma, y la autorización de las instalaciones eléctricas cuando su aprovechamiento afecte a otra Comunidad o el transporte de energía salga de su ámbito territorial.
23. Legislación básica sobre protección del medio ambiente, sin perjuicio de las facultades de las Comunidades Autónomas de establecer normas adicionales de protección. La legislación básica sobre montes, aprovechamientos forestales y vías pecuarias.
24. Obras públicas de interés general o cuya realización afecte a más de una Comunidad Autónoma.
25. Bases del régimen minero y energético.
26. Régimen de producción, comercio, tenencia y uso de armas y explosivos.
27. Normas básicas del régimen de prensa, radio y televisión y, en general, de todos los medios de comunicación social, sin perjuicio de las facultades que en su desarrollo y ejecución correspondan a las Comunidades Autónomas.
28. Defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español contra la exportación y la expoliación; museos, bibliotecas y archivos de titularidad estatal, sin perjuicio de su gestión por parte de las Comunidades Autónomas.
29. Seguridad pública, sin perjuicio de la posibilidad de creación de policías por las Comunidades Autónomas en la forma que se establezca en los respectivos Estatutos en el marco de lo que disponga una ley orgánica.
30. Regulación de las condiciones de obtención, expedición y homologación de títulos académicos y profesionales y normas básicas para el desarrollo del artículo 27 de la Constitución a fin de garantizar el cumplimiento de las obligaciones de los poderes públicos en esta materia.
31. Estadística para fines estatales.
32. Autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum.
2- Sin perjuicio de las competencias que podrán asumir las Comunidades Autónomas, el Estado considerará el servicio de la cultura como deber y atribución esencial y facilitará la comunicación cultural entre las Comunidades Autónomas, de acuerdo con ellas.
3- Las materias no atribuidas expresamente al Estado por esta Constitución podrán corresponder a las Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos. La competencia sobre las materias que no se hayan asumido por los Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado cuyas normas prevalecerán, en caso de conflicto, sobre las de las Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de éstas. El derecho estatal será, en todo caso, supletorio del derecho de las Comunidades Autónomas.
Disculpas por las molestias, pero no me cabía en un solo mensaje]