miércoles, 30 de marzo de 2011

Cumple 10 años un pueblo nudista español



Aquí vemos el pueblo de El Fonoll
que pasó de fantasma a nudista. 
Foto de Internet

Una colaboración de Avelino Reimondez

Vea el vídeo con el 
testimonio de sus 
habitantes, en el
 interior de la nota.

 Emili Vives, naturista y emprendedor, descubrió este rincón por casualidad a finales de 1995,
cuando en su mente tenía la idea de un proyecto de naturismo integral.

 Persiguiendo este objetivo se lanzó a la aventura de conseguir que las ruinas deshabitadas
de El Fonoll (Conca de Barberà) se convirtieran en el primer pueblo naturista de la geografía
española.

 Pueblo milenario, en 1350 El Fonoll quedó despoblado a raíz de un brote de la peste negra.
A duras penas llegaron nuevos habitantes. Sin embargo, la Guerra Civil dejó de nuevo las
calles de esta aldea de la Conca de Barberà sin alma alguna. Así permaneció hasta 1995,
cuando Emili Vives empezó con un dificultoso proceso de recuperación y
rehabilitación de las viviendas abandonadas. Alejado de toda gran ciudad, El Fonoll se
encuentra en la carretera de Guimerà a Vallfogona de Riucorb, en un paraíso de la naturaleza
solamente ‘invadido’ por la recién instalación de un parque eólico.

 Lenta pero incansablemente, las distintas casas tomaron forma y aparecen el ateneo,
la biblioteca, el restaurante y las primeras viviendas. Es a partir de 1998 cuando se hace
realidad el sueño de este emprendedor y El Fonoll empieza a recibir las primeras visitas
fruto de convertirse en el primer pueblo naturista de toda la península.

 En El Fonoll vive una docena de personas los 365 días del año. Sin embargo, durante
los meses de verano puede llegarse a más de un centenar de visitantes.

 «Estamos a más de 700 metros, de forma que el invierno aquí es muy duro. Sin embargo,
 siempre tenemos gente», explica Vives. Los residentes únicamente tienen que pagar un
pequeño alquiler de entre seis y nueve euros al día, con el los suministros de agua y luz
incluidos.

 Sin embargo, la opción que eligen la mayor parte de visitantes consiste en pasar algunas
semanas en alguna de las viviendas que pueden alquilarse, o acampando en los tranquilos
alrededores del pueblo. «Nuestra filosofía pasa por potenciar las cosas colectivas. Se
trata de integrar y vivir en armonía con la naturaleza. Llevamos una vida muy sana y la gente
que viene aquí también tiene que seguirla. Agradecemos que dejen de fumar y beber y la
comida que se sirve en el restaurante siempre es vegetariana», manifiesta el impulsor del
proyecto.

 Y es que según explica, «se trata de filtrar la gente en función de si son o no adecuados, y
si quieren ser naturistas o no lo quieren ser».

 El precio de las habitaciones es a partir de los 22 euros por día, y están dotadas con
una cocina propia para prepararse la comida. A pesar de ello, aquellas personas que lo
deseen tienen la posibilidad de comer en comunidad.

 Los baños de barro, la piscina, las excursiones a caballo o el senderismo son algunas de las
actividades que pueden practicarse a diario. Sin embargo, durante los meses de julio y agosto
 también se refuerza la planificación de actividades atendiendo al incremento de visitantes.

 Vives puede presumir de una cosa: los clientes son fieles y una vez lo han probado
prácticamente siempre repiten. «Nosotros hace cuatro años que venimos e intentamos
subir un par de veces al año», explica Maria del Roser. Y es que su marido está
«maravillado». «Subimos siempre que necesitamos tranquilidad, se trata de un
lugar idílico para descansar y desconectar ya que se respira muy bien».

 Mientras que esta pareja busca la tranquilidad, también hay otros visitantes que quieren
pasarlo en grande viviendo nuevas experiencias. El pasado fin de semana las barcelonesas
 Raquel y Núria visitaron El Fonoll junto con su madre, María del Carmen. Se trata de una
 nueva experiencia que quieren vivir al 100% y no dudan en meterse en la piscina, a pesar
del frío, o untarse todo el cuerpo con barro obtenido directamente de las montañas de la
Conca de Barberà. Untada de pies a cabeza y sin dejar de temblar, Núria afirma que
«en octubre seguramente volveremos de nuevo un fin de semana». Y es que según la
madre, «se trata de una experiencia del todo inolvidable». (Fuente: Diari de Tarragona –
 Agencia Atlas Video) 

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