domingo, 27 de febrero de 2011

Teatro Irijoa de La Habana en 1884 en Cuba Española, después Teatro Martí a partir de 1900


Vista general del edificio neoclásico
inaugurado el 8 de junio de 1884

PATRIMONIO
Muchas obras en una.
 Gran voluntad para llevar adelante la recuperación del capitalino teatro Martí, un lugar impostergable en la vida cultural cubana...
Por NORA SOSA 
Fotos: LEYVA BENÍTEZ y ARCHIVO DE BOHEMIA 

 Elegante y sencillo, así resume la arquitecta de la Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), Marilyn Mederos, la esencia del edificio neoclásico, inaugurado el 8 de junio de 1884 en las calles Dragones y Zulueta, con el apellido de su propietario, Irijoa. Y que ya en 1900 es designado, definitivamente, con el nombre del Apóstol de nuestra independencia patria: Teatro Martí.



Tanto para la proyectista general de la recuperación del coliseo —que cerró sus puertas casi un siglo después 
de haberlas abierto, al hundirse el techo del escenario (1977)—, como para el arquitecto Daniel Taboada, asesor principal de este proyecto que incluye “restauración, rehabilitación y nueva construcción”, emprender tan ardua y profunda labor implicó introducirse en la historia artística de un lugar prominente en la vida cultural cubana.

 De cuánta fuerza interior imprime este conocimiento a quienes dirigen el rescate del también conocido como Teatro de las cien puertas, Templo de la Zarzuela y cuna del teatro vernáculo cubano, fuimos testigos durante el recorrido de Marilyn por la obra, un día de intensa faena recuperativa, explicando sus pormenores a familias que ganaron premios en Rutas y Andares, opción de turismo cultural que organiza cada verano —hace ahora seis años— la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).

 La arquitecta recordó que en el Martí se presentaron espectáculos tan diversos como conciertos vocales y sinfónicos, el circo y el cinematógrafo. A la vez que se estrenó en Cuba, en 1902, la ópera Tosca, de Puccini.

La proyectista general Marilyn Mederos acompaña un recorrido por las obras de restauración del Teatro martí
La proyectista general, Marilyn Mederos,
explica los pormenores de la intensa labor de
recuperación del teatro Martí a familias que
ganaron premios en la opción de turismo
cultural Rutas y Andares
 Exitoso hasta sus últimos días fue el teatro vernáculo, género popular cubano que tiene su antecesor en Francisco Covarrubias (1775-1850), quien al subir a escena en 1804 la Feria de Candelaria, convierte los personajes típicos de la comedia española en tipos netamente cubanos, con argumentos basados en costumbres de Cuba, donde no falta el choteo; y muy especialmente la música de la Isla.

 En la memoria popular cubana viven los personajes del gallego, el negro catedrático, la mulata, recuerda Marilyn; a la vez que valora el vernáculo como un desahogo ante las tensiones políticas, que brindaba una imagen de la sociedad a través de la cultura. Por eso —indica— también asistía la intelectualidad a las funciones.


 En conversaciones anteriores con Daniel Taboada, el también proyectista general en la restauración y conservación de más de 40 obras de gran importancia como el teatro Sauto, de Matanzas —igualmente del siglo XIX—, distinguió el estreno en el Martí de la zarzuela de Gonzalo Roig,Cecilia Valdés (1932).

 De más de cien representaciones sucesivas disfrutó el público a partir de la noche inaugural de la obra inspirada en la novela homónima de Cirilo Villaverde, que cuenta el trágico amor incestuoso entre la mulata y el hijo de la familia esclavista. Y según el investigador musical José Piñeiro Díaz, el acontecimiento se inscribe en un período de auge de la zarzuelística cubana que, de 1931 a 1936, protagoniza en el Martí la Compañía de Suárez y Romero.

Interior del Teatro Martí en proceso de rehabilitación
En el interior del teatro, junto a la gran labor
de rehacer palcos de platea, balcones y
graderías se ha pensado en detalles como la
reproducción del telón pintado del escenario
 Desde que en 1914 Moisés Simons crea El pescador de corales, el Martí fue bautizado como el Templo de la Zarzuela, título que se refuerza con producciones posteriores: María Belén Chacón y Amalia Batista, de Rodrigo Prats; La emperatriz del Pilar, de Jorge Anckermann; Rosa La ChinaMaría la O, de Ernesto Lecuona…

Y entre los artistas que allí conquistaron el reconocimiento del público vale señalar a Federico Piñero, Blanca Becerra, Luz Gil, Adolfo Otero, Julio Gallo, Alicia Rico, Ramón Espigul, Rita Montaner, Tomás Cuervo, Candita Quintana, Armando Soler, María de los Ángeles Santana, Xenia Mirabal, Rosita Fornés, Mario Martínez Casado, Aurora Basnuevo y Carlos Montezuma, entre muchos otros, subraya enfáticamente José Piñeiro en sus conversaciones con BOHEMIA.


 La historia del recinto se extiende a lo político, pues en 1901 se reúne allí la Asamblea Constituyente de la nueva república para redactar su carta magna, y aprobar además el apéndice de la Constitución que lastra la independencia: la Enmienda Platt.

PARA QUE PUEDAN VENIR LAS NUEVAS COMPAÑÍAS

Daniel Taboada
Daniel Taboada, asesor principal
del proyecto que incluye
"restauración, rehabilitación y
nueva construcción”
 Alrededor de la arquitectura, forman un tejido los problemas humanos y las artes, sobre todo la escultura, la pintura y la música, opina Taboada. Titular de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula, y asesor de la dirección de Arquitectura Patrimonial de la OHCH, resume que lo importante en la recuperación del patrimonio es tener en cuenta la esencia del lugar “dada en el acondicionamiento a nuestro clima, a nuestra idiosincrasia, nuestras costumbres y nuestras raíces”.

 Esta opinión la vinculamos con la explicación de Marilyn, de que la actual recuperación del Martí también tiene en cuenta la adecuación al teatro actual, “para que puedan venir las nuevas compañías”.

 Es así que la incorporación a la obra de un edificio anexo en la calle Zulueta, implica una nueva construcción que permitirá nuevas facilidades para la escenotecnia, los camerinos, las oficinas de dirección, y otros espacios necesarios, explica Taboada.
Sala del Teatrro Martí abarrotada de público muchas décadas atrás
¡Se abarrotó el Martí para decirle hasta luego
a la hermosa estrella María de los Ángeles
Santana!", dice uno de los cronistas de la
época
Mientras, la proyectista general señala lo importante de llevar a todo el teatro temperaturas que se correspondan con nuevos tiempos en los que se hace necesario cerrar las puertas para que no entre el ruido de la calle; por lo que se instalarán en la azotea “grandes equipos de climatización”.

 Y en cuanto a lo tradicional, se refirió al gran uso de la madera en la carpintería y de la piedra en los muros. “Fachadas antiguas, puertas, ventanas, vitrales, todo hay que rehacerlo”, dijo. Al llegar al interior del teatro, se pudo apreciar la gran labor de rehacer los palcos de platea y balcones junto a las rejas que los separaban; además de las graderías —asientos corridos— en la tertulia.

 Especial interés existe en rehacer el telón pintado del escenario, de acuerdo con las referencias que se tienen. También está prevista la recuperación de los espaciosos jardines donde, a diferencia de los demás teatros, las personas disfrutaban de los intermedios a la sombra de la vegetación, los bancos, la cafetería. Por eso, recuerda Marilyn, el vestíbulo no es tan grande.

Los Actores Elisita González y Carlos Montezuma en la obra ¡Voy Abajo!
Elisita González, en la obra ¡Voy Abajo! Al
fondo, Carlos Montezuma en el papel de Ñico
Rutina
 Tantos detalles y complejidades le hacen exclamar: “Son muchas obras en una sola”. Y en la expresión está presente una gran voluntad de llevar adelante tan completa recuperación a partir de proyectos cuidadosamente terminados y el serio trabajo de la constructora Puerto Carena.

 En cuanto a la pregunta de en qué momento quedará todo terminado, opinó que aunque la voluntad es que sea lo antes posible, depende de muchos factores, pues se trata de una obra muy grande, que necesita materiales de primera, recursos económicos; más la propia complejidad de la obra. Y el gran espíritu para llevar adelante la labor lo volvió a poner de manifiesto cuando recordó que en una conversación con el historiador de la ciudad, Eusebio Leal, ambos coincidieron en que “piensan” al Martí ya terminado. “Incluso Leal se ve sentado en la platea” —dijo humorísticamente—. Entonces, haciendo un esfuerzo en aquel ambiente de reconstrucción, esta periodista también se vio disfrutando de un espacio en la platea.

El Templete de La Habana



(Foto de Internet- Presionar en la foto)


 Una cohorte de ilustres historiadores, arquitectos y estudiosos de la tradición habanera se han debatido por explicar los orígenes del lugar y el sentido prístino de sus símbolos, tema en el que, como tantas veces en la historia, se dan la mano lo real y lo mítico, llegando hasta nuestros días la leyenda de la primera misa consagratoria de la villa al pie de una tupida ceiba, luego sustituida por la Columna de Cagigal, erigida en el lugar donde se dice que estuvo el primitivo árbol.

 Mas, esta búsqueda en el pasado para iluminar el presente se ha tornado angustiosa, y por momentos el significado profundo del Templete y su ceiba aledaña ha sido centro de arduas controversias y polémicas, las cuales a veces suelen alejarse de una lectura literal del patrimonio construido para desembocar en el inquietante territorio de las luchas políticas y las disputas simbólicas. Quizás el primero que objetó con una evidente intencionalidad política el simbolismo del Templete fue el historiador y patriota villareño Antonio Miguel Alcover (1875-1915), en un texto publicado en la revista Cuba y América durante el periodo de la ocupación militar norteamericana en la Isla (1899-1902)4. Los argumentos de Alcover, repletos de fervor nacionalista, están encaminados a subsanar ciertos “errores históricos”, asociados todos a la tradición hispánica que, al finalizar la guerra del 95, era preciso desterrar del imaginario cubano.


 Uno de estos “deslices” de la tradición sería asumir que la ceiba primigenia murió de muerte natural, cuando en realidad, nos dice Alcover siguiendo a José María de la Torre, la misma fue mandada a cortar por el gobernador Cagigal “gran ortodoxo y profanador de monumentos históricos”, dejándonos tan solo en el lugar del árbol original “una suplantación inicua, una superchería sin nombre”.