NAVIERAS
Diferentes compañías navieras seguían estas rutas, entre las que destacan:
La Compagnie Generale Transatlantique, con sede central en París. Representada en España por Francisco Setuain, cubría la ruta que conducía desde Francia y España hasta el Caribe, con escalas finales en La Habana, Santiago, Puerto Rico, Martinica, Trinidad, Cartagena y La Guayra.
The Pacific Steam Navigation Company. Con domicilio central en Liverpool, representada en España por Sobrinos J. Pastor. Los emigrantes españoles optaban por desplazarse hasta Lisboa y desde allí embarcar en los buques que, procedentes de Liverpool, tenían como destinos intermedios Brasil, el Plata, Caldera, Molendo y Callo. Con la apertura del Canal de Panamá el acceso directo al Pacífico se realizó por esta vía, a través del Caribe, estableciéndose una línea que cubría la ruta d.- Coruña-Vigo-La Habana y el Pacífico.
Compañía Transatlántica 1881. Desde Barcelona y los puertos levantinos y andaluces, hasta Cuba y Puerto Rico y otros puertos del Caribe.
Pinillos, Sáenz y Compañía (1884). Con sedes en Barcelona y Cádiz. La ruta partía de la ciudad condal, hacía escala en Málaga y Cádiz, para luego ir a las Antillas y EE.UU., con escalas en Puerto Rico, Santiago de Cuba, Cienfuegos y La Habana.
Pinillos, Izquierdo y Compañía de Cádiz era la única naviera exclusivamente andaluza. Cubría la ruta del Caribe con salidas de Málaga y Cádiz, y escalas en Canarias, Puerto Rico, Ponce, Santiago de Cuba, La Habana, Cienfuegos y Nueva Orleáns.
SITUACIóN ACTUAL DE LA POBLACIóN ESPAÑOLA
La presencia española ha experimentado un descenso muy importante. En Cuba, la colonia española censada en 1970 apenas presenta cambios en su volumen con respecto a 1954. Son españoles la mitad de los extranjeros y uno de cada 100 habitantes del país. La población española tiende a la concentración, siendo en este caso La Habana el lugar preferido para establecerse.
ANDALUCES EN CUBA
Todas las regiones históricas de España no influyeron por igual en la conformación de la cultura cubana de nuestros días, pero hay una en particular que se vio privilegiada para ejercer su protagonismo en los primeros siglos de la presencia hispánica en la mayor de las Antillas: Andalucía.
La influencia cultural andaluza representa para Cuba lo que el sedimento de fermentación para el buen vino. Todo esto se vio constatado en los primeros pobladores que debían ser registrados a través de la Casa de Contratación en Sevilla, en sus instrumentos de trabajo o en sus artes de pesca, junto con la aportación de costumbres alimentarias muy distantes de la dieta propia de los aborígenes de Cuba. La formación de una cultura agrícola estuvo más condicionada por las técnicas y los aperos meridionales de España que por los rudimentarios medios de cultivo indígena. Sólamente la música sería un tópico aparte para destacar, desde las formas de decir cantando un verso rimado en compañía de instrumentos de cuerda pulsados y rasgados, hasta los nexos originarios entre la rumba flamenca y la rumba cubana.
La bien llamada “escuela criolla de arquitectura morisca” por el Dr. Francisco Prat Puig, es un fiel testigo de la temprana presencia de emigrantes andaluces, portadores de múltiples oficios y ocupaciones, entre los que sobresalían los constructores: alarifes o maestros de obras, carpinteros, canteros y albañiles.
En éste y otros muchos aspectos, Cuba también ha sido receptora indirecta de la Ruta Al-Andalus, como parte del inicial trasvase humano socio-cultural a través del Atlántico. En este sentido, la Giralda de Sevilla tiene su homóloga en uno de los máximos símbolos de La Habana: La Giraldilla, cuya copia se levanta hoy sobre la torrecilla del Castillo de la Real Fuerza. Su artífice fue Gerónimo Martín Pinzón, que concibió la pieza a partir de su antecesora sevillana.
Las imágenes pictóricas y los testimonios escritos sobre los “negros curros” son otro reflejo de estos personajes urbanos. Pero el negro curro en Cuba no ha desaparecido, se ha multiplicado, ha cambiado de color y abarca diversos biotipos humanos. Todavía se aprecian oficios como camioneros, guagueros, taxistas y otros atributos de vestuario, gestos y el empleo de un léxico cargado de gitanismos (caló).
En el siglo XIX hubo andaluces que se destacaron en Cuba, como el sevillano Antonio Enrique Zafra y los gaditanos Jacobo de la Pezuela, Francisco Iturrondo y Antonio López Prieto.
CANARIOS EN CUBA
La emigración canaria a Cuba fue cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas. Hoy no es raro el cubano con parientes en Canarias, y menos el que lleva un apellido guanche.
Porque los descendientes de aquellos emigrantes canarios del XVII poco tardaron en considerarse cubanos de pura cepa.
Las condiciones de emigración del común de los españoles fueron muy diferentes de las de los canarios. Tras “pacificar” las islas, y en prevención de posibles rebeldías, los Reyes Católicos ordenaron el traslado de grupos de población nativa guanche a las nuevas colonias de América. En lugar de llegar como colonos o soldados, los isleños, como se los conoce en Cuba, lo hicieron como mano de obra para las plantaciones de caña de azúcar.
Los pobladores de Cuba de origen canario llevaron consigo sus devociones tradicionales. Así, el culto a la Virgen de la Candelaria, surgido en Tenerife en el siglo XIV, inspiró la construcción de una ermita en Guanabacoa. Los propios canarios fueron quienes, en el siglo XVIII, la convirtieron en la hermosa iglesia de Santo Domingo.
La influencia canaria en la cultura cubana actual es muy notable. A ella se debe la pronunciación peculiar del castellano en Cuba, y la preferencia por formas poéticas como la décima campesina. La improvisación, el punto guijarro o “repentismo”, una persistencia de las fiestas campesinas o guateques y las famosas parrandas o Charangas.
En ciertos lugares ha sido especialmente destacado el papel de los inmigrantes canarios. Entre ellos: Güira de Melena, Jaruco, Matanzas, San Juan y Martínes en Pinar del Río, Cabaigüan de Sancti Spíritus, Guanabacoa, San Cristóbal de La Habana, Jesús del Monte, Santiago de las Vegas, Bejucal, Santa María del Rosario y Remedios.
Familias enteras y sucesivas generaciones pudieron emigrar a Cuba. Para ellos, el mar, más que un elemento de separación, lo ha sido de unión. Eran intereses más de tipo familiar o social lo que les movía en esta aventura. Los canarios fundaron las ciudades de Matanzas, Vuelta Abajo, Sagua, San Carlos de Nuevitas, Manzanillo y Santiago de las Vegas. Entre los canarios ilustres se encuentra Leonor Pérez, la madre de Martí, que ha dado nombre a la Asociación Canaria de Cuba.
GALLEGOS EN CUBA
Dejando a un lado a Cristóbal Colón, se ha dicho que el verdadero descubridor de Cuba fue el gallego Sebastián de Ocampo, quién en 1509 recorrió la isla.
Hacia la mitad del siglo XIX la presencia gallega se hizo masiva en Cuba, y aunque muchos regresaron portando nuevas ideas, otros permanecieron formando familias mestizas, de varón español y mujer nativa.
Los gallegos se asentaron en Cuba y crearon una gran infraestructura socio-cultural, siendo el mayor de los símbolos el Centro Gallego de La Habana, creado el 23 de noviembre de 1879, para asegurar a sus asociados asistencia sanitaria, contribuir al realce y prosperidad de la cultura del país natal y fomentar la unión de los hijos de Galicia y de sus descendientes, además de proporcionar ayuda a los inmigrantes gallegos.
Antes, el 31 de diciembre de 1871, los gallegos emigrados a Cuba fundaron con fines benéficos la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia, que constituyó la base para el posterior Centro Gallego de La Habana.
El 24 de octubre de 1886, en el local de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana y bajo la presidencia de Manuel Curros Enríquez, un grupo de socios funda la asociación Aires d'a Miña Terra, con el objetivo de “proporcionar asistencia sanitaria a la mujer y al niño”.
Una signicativa obra de carácter nacional e internacional fue la edificación del nuevo Palacio Social, frente al Parque Central de La Habana, que incluyó un gran teatro conocido en la actualidad con el nombre de Gran Teatro de La Habana. Más tarde, un grupo de jóvenes gallegos fundó en 1920 la Agrupación Artística Gallega.
Hubo muchas y muy destacadas personalidades gallegas en Cuba, pero son de señalar en el siglo XIX a Ramón de la Sagra (1798-1871), que fue director del primer Jardín Botánico y autor de la obra sobre Historia Económico-política y Estadística de la Isla de Cuba, y a Bartolomé José Crespo y Borbón (1811-1871), periodista y dramaurgo, que aportó su humor al teatro cubano y a la obra literaria de Xoce Neira Vilas.
Defenderán su propia lengua, sus expresiones artísticas y musicales. Por ello crearán Centros y Sociedades Gallegas, para prestar atención médica, para ayudarse los unos a los otros, y sobre todo, para recordar la tierra lejana. Entre estas sociedades destacan el Muy Ilustre Centro Gallego de La Habana en 1879 y la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Galicia, 1871, aún en funcionamiento.
ASTURIANOS EN CUBA
La región asturiana ha dejado huellas en Cuba que conservan y cultivan sus descendientes. Al avanzar el siglo XIX su presencia aumentó, tanto por su número creciente como por la influencia que ejercieron en todas las actividades, hasta que llegaron a convertirse, junto a gallegos y canarios, en una de las poblaciones inmigrantes más numerosas de Cuba.
Aunque llegaron a poblar todo el país, sus asentamientos principales están hoy en las zonas urbanas de la región centro-occidental. Las ciudades de su influencia son Cienfuegos, Cárdenas, Santa Clara, Pinar del Río, Colón y, especialmente, La Habana.
El 8 de septiembre de 1877, en homenaje a su patrona la Virgen de Covadonga, fundaron la Sociedad Asturiana de Beneficencia. Ampliados sus horizontes asociativos, el 2 de mayo de 1886 fundaron lo que llegaría a ser el orgullo de toda la comunidad: el Centro Asturiano de La Habana.
En 1897 fundaron, inicialmente con tres humildes pabellones, la Casa de Salud Covadonga, que en la década de los veinte se convertiría en una verdadera ciudad hospitalaria con más de 30 instalaciones médicas.
Los aportes de la inmigración asturiana en Cuba son muy valiosos sobre todo en el terreno cultural. Un numeroso grupo de periodistas colaboraron con publicaciones de carácter general como el Diario de la Marina, del asturiano Nicolás Rivero, o la Revista Bohemia, con Antonio Ortega. El poeta y novelista Alfonso Carmín describió con sagacidad la vida del emigrante en Cuba en su novela “Entre Palmeras”.
Pero lo que sin duda contribuyó más al sincretismo entre culturas fueron las romerías que se realizaban en los jardines de las fábricas de cerveza y merenderos de la época.
Quizá el asistente más popular de esas fiestas fue el célebre Bigote de Gato, que llegó a convertirse en uno de los personajes más excéntricos de su época, gracias al bar de su propiedad situado en la calle Teniente Rey y por su creación del multirracial Club de los Noctámbulos.
CATALANES EN CUBA
Los primeros catalanes en llegar al continente americano posiblemente formaron parte de las huestes colonizadoras españolas. No obstante el flujo migratorio catalán en aquellos primeros momentos no tiene un peso importante.
En Cuba, algunos autores hacen referencia a Miguel Ballester, conocido como uno de los más antiguos inmigrantes catalanes, quien introdujo e instaló el primer trapiche de caña de azúcar en la isla. Pero la mayor significación del poblamiento catalán comienza con los Reales Decretos (de 1765 a 1778) que establecían el libre flujo de mercancías entre los puertos de España y los de las colonias. Los comerciantes más beneficiados fueron los catalanes, sobre todo los dedicados al tráfico de la caña de azúcar. Destacan los nombres de José Baró Blanxart, Juan Güell y Ferrer, Antonio López y López, dueño de la famosa compañía “Marqués de Comillas”, y Narciso Gellats Durall, cofundador del banco Gellats, de La Habana.
Juan Pedro Baró, nieto de aquel industrial, hizo del patrimonio de su madre, la central “Conchita”, la fábrica azucarera más competente del país en 1912, con una nómina de 2.800 empleados.
También fue notable, por sus resultados en el comercio de esclavos, Francisco Marty y Torrens, quien logró a costa de este “oro negro”, después de sufrir innumerables adversidades, capital suficiente para fundar el importante teatro “Tacón”, en 1838. Éste fue el origen del teatro “García Lorca”, actual sede del Ballet Nacional de Cuba.
Juan Conill Puig fundó el primer almacén de tabaco en rama que hubo en La Habana Vieja, y se dedicó a la exportación de este producto.
Jaime Partagás y Rabell fue el fundador de la firma “Partagás”, “Real Fábrica deTabacos Partagás”, en 1845. Desde 1827 tenía una tabaquera en La Habana. Murió de un balazo disparado a traición, debido a rivalidades en el comercio del tabaco.
Casi es obvio afirmar que el poder económico de los comerciantes, industriales y banqueros catalanes en la segunda mitad del siglo XIX alcanzó una posición privilegiada en la sociedad colonial en el departamento de Occidente, que compredía La Habana, Pinar del Río y Matanzas, a pesar de que de la composición regional de la inmigración a esas zonas fueran catalanes tan sólo el 10,23%.
Las grandes fortunas acumuladas en Cuba permitieron la creación de una aristocracia catalana con títulos nobiliarios españoles como: Marqués de Comillas (Antonio López y López), Conde de Güell (Juan Güell y Ferrer), Marqués de Santa Rita (José Baró Blanxart).
ARAGONESES EN CUBA
De las comunidades españolas que emigraron a Cuba, la aragonesa fue una de las menos numerosas. Su gente, como toda la emigración española, ha tenido una significativa influencia cultural en todos los órdenes de la vida socio-económica cubana. La inmigración fundamentalmente fue de funcionarios, comerciantes, sacerdores, militares, aunque de modo mayoritario la gente humilde del pueblo aragonés viajó en busca de mejores condiciones de vida.
En el primer tercio del siglo XX esta isla fue el segundo destino preferido por los aragoneses en América, aunque anteriormente existía una pequeña colonia aragonesa que suponía el 1,16 % de los españoles residentes en Cuba.
La Sociedad Aragonesa fue fundada en La Habana en 1923, en el local de la Asociación de Dependientes de Comercio de La Habana. Tenía el propósito de aglutinar y realizar obras en beneficio de los nativos de la región y de sus descendientes residentes en Cuba, así como mantener viva su cultura, las mejores tradiciones españolas y los estrechos vínculos existentes entre los dos países. La Sociedad Aragonesa cuenta con un Panteón Social que fue construido en 1937 en el histórico Cementerio Colón de La Habana.
Existe un gran interés de la Sociedad en los aspectos culturales y sus tradiciones. Desde su fundación, la Sociedad estableció vínculos con el “Heraldo de Aragón” y otros medios de prensa de la región española y sus provincias. Una de las actividades más importantes para la comunidad aragonesa es el homenaje que le brindan a la Virgen del Pilar “Patrona de Aragón” cada 12 de octubre con una misa en la Igleisa de la Merced, en La Habana Colonial.
Las aspiraciones de los integrantes de la Sociedad Aragonesa de Beneficencia en Cuba son las de mantener y hacer revivir la cultura, las costumbres y la historia de la región.
(Continuará)