Yo, en el patio de ZÚ
Hace unos pocos años, un día al pasar por la Calle Ocho entre la 22 y la 23 ave del SW, ví que habían abierto una galería de Arte, su nombre me llamó la atención, Zú Galería Fine Arts, con Z, pensé, ¡Qué raro!, después me dí cuenta que era una genial jugada de publicidad para que no se te olvide el nombre, pues estaba con una falta de ortografía. Por curiosidad decidí pasar y ver como era, y conocí a Manny. Estuvimos hablando y le dije que yo era era un artista y que tenía mis pinturas en casa, le di la dirección de mi Web y que le podía mostrar mi arte. Quedamos en reunirnos para que viera mi obra. A él le pareció interesante y me programó una exhibición en la Galería. Todo fue de una forma muy profesional, tuve la suerte de que Elena Iglesias me entrevistara en la misma galería frente a mis cuadros y con una música clásica de fondo, incienso, con muy buena energía y fue publicado en El Nuevo Herald. Llegó el día del opening y tenía pinturas hasta en el patio, del que hablaré mas adelante. Tuvimos un bar abierto con una variedad de tragos para escoger, vino blanco y tinto, y tapas, las invitaciones quedaron muy bonitas y fue mucha gente. Una noche maravillosa y se vendieron algunas obras.
Ese fue el comienzo de nuestra amistad. El me invitó a que fuera entre semana a pintar en el patio, y fui, también lo hizo el pintor paisajista Radamés Potroni, y comenzamos a plantar arboles frutales y plantas florales, a decorar el patio, le pusimos lámparas antiguas, y hasta se dedicó una pared para que los artistas escribieran lo que quisieran. Ese fue el comienzo de lo que con el tiempo se convertiría en un mito en Miami. Recuerdo que yo me había encontrado en un basurero, dos macetas plásticas con un arbolito de tamarindo en cada una y medio muertos, los había llevado para mi casa y con mucha agua, empezaron a revivir y a echar hojas, como no tenía espacio para sembrarlas en casa, pues las llevé para el patio de Zú Galería. Entre Radamés y yo los sembramos, e incluso uno llevaba mi nombre y el otro el de él, pues no fue fácil abrir aquellos huecos. Sembramos muchas plantas, también la fotógrafa-escritora y artista Ena Columbié (LAPITU), fue a Home Depot y llegó con una bandeja de plantas de impations de todos colores y una manguera nueva. Cada vez éramos más los que sentíamos el patio de Zú como algo nuestro y necesario. Desde ese lugar salieron muchas obras de arte, incluso a veces comenzaba a llover y nosotros pintando en la glorieta del patio, comenzaba a inundarse y teníamos que subir los pies pues bajo ese tremendo aguacero no podíamos ir para la galería y nos divertíamos muchísimo. También la pintora y restauradora Cándida Rodriguez, creó muchas obras de arte desde ese patio mágico. A Manny se le había ocurrido hacer las Noches de Poesías para ayudar a difundir las obras de muchos poetas de Miami, incluso de afuera y poder disfrutarlas, sin siquiera cobrar la entrada. Esas noches eran maravillosas, ese patio se llenaba de personas con buena energía y yo sabía que se estaba haciendo historia en Miami. Ya todos esperábamos ese momento. Y no solo fueron de poesías, también de cine, descargas de trovadores, grupos musicales. Zú era como un Centro de Artes en Miami, sin ayudas del gobierno. A partir de esas Noches de Zú, surgieron eventos similares en la ciudad, que aún perduran, pero la crisis obligó a Manny a tener que cambiar sus planes, Zú le estaba llevando la vida, tenía que tener otro trabajo para poder mantener la galería y se puede decir que lo hacía por amor al arte, a la cultura de Miami. Hoy en día sigue programando eventos con poetas y escritores en la Alianza Francesa y sólo me queda desearle más éxitos porque se los merece.
El patio ya no es igual, la pared con todas las firmas de pintores, poetas y escritores, fue pintada por encima, ya solo quedan los recuerdos que llevamos en nuestros corazones, que son parte de la historia de este Miami tan convulso.
Foto de Manny López, por Elsa Roberto.
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