La Habana de 186… vista por el viajero norteamericano Samuel Hazard
Por: Emilio Roig de Leuchsenring
Cuadro lleno de vida y color y en el que, al contrario de lo que suele ocurrir en esta clase de obras, han quedado muy disminuidos los errores y las exageraciones.
La Casa editora Cultural ha tenido el acierto de publicar en su magnífica Colección de Libros Cubanos, dirigida por Fernando Ortiz, la traducción al español de la interesantísima obra escrita en inglés, Cuba with pen and pencil, por Samuel Hazard, viajero norteamericano que pasó varios meses en esta Isla, abandonándola poco antes de estallar la guerra del 68, y cuenta en estilo sencillo y ameno sus observaciones e impresiones sobre la vida y costumbres cubanas de aquella época, demostrando simpatía por los cubanos y ofreciéndonos un cuadro lleno de vida y color y en el que, al contrario de lo que suele ocurrir en esta clase de obras, han quedado muy disminuidos los errores y las exageraciones.
Poseemos nosotros la edición inglesa, hecha en Londres en 1873, tercera, pues en 1871, se hicieron dos, la primera en Nueva York y la segunda en Hartford, y ahora hemos querido aprovechar la actualidad que nos ofrece esta traducción española del libro, amorosamente realizada por Adrián del Valle, para ofrecer en estos Recuerdos de Antaño un extracto de las noticias que Hazard da de la Habana y de los habaneros de 186…, ilustrándolo con algunos de los dibujos por él hechos también que figuran en la edición inglesa y han sido reproducidos en la traducción castellana.
Hazard, que había visitado La Habana en su primera juventud, al llegar de nuevo a ella, exclama: «!Habana! ¿He de olvidar nunca las extrañas y a la vez agradables impresiones que en mi ánimo produjeron sus murallas, cuando, años atrás, en pleno vigor juvenil, al desembarcar en la Aduana, mis pies pisaron por vez primera suelo extranjero?»
El cuadro que ahora se le ofrece, en cuanto tiene de atractivo, interesante, bello y exótico, no difiere para él mucho del que contempló años atrás.
Como viajero que se propone permanecer varios meses en la ciudad, a lo primero que presta atención es a los hoteles. Después de visitarlos casi todos y hospedarse en varios de ellos, encuentra que La Habana «no puede enorgullecerse de tener un hotel de primera clase, tal como nosotros lo entendemos, si bien cuenta con varios, en los cuales, el viajero, si no es extremadamente exigente, puede estar de manera tolerablemente confortable». Considera el mejor de la ciudad el Hotel Santa Isabel, al estilo americano, del Coronel Lay, en el Palacio del Conde de Santovenia, al lado del Templete. Dice que sus habitaciones son grandes y aireadas, el lenguaje que se usa es el inglés, y es el único que tiene para las señoras servicio de camareras, y la comida es buena. Después del Santa Isabel, cita, como el mejor, cubano, el Hotel Telégrafo, y a continuación, e1 Hotel Inglaterra, el Hotel Europa, en la Plaza de San Francisco. Recomienda, sin embargo, para los que han de permanecer algún tiempo en la Ciudad, el alquilar un cuarto amueblado en casas de familias o de huéspedes, como el Hotel San Luis, en el paseo del Prado, cerca del Hotel Inglaterra, «excelente», Águila de Oro en San Ignacio y Obispo, Hotel San Felipe, en la calle de Ancha del Norte 78, donde Hazard permaneció varias semanas muy agradables, deseoso de gozar de los baños de mar, que se hallan al lado de la casa, teniendo la conveniencia de poder salir de la habitación, a primeras horas de la mañana, en zapatillas, en deshabillé y hacer una refrescante y vigorizante zambullida en el venerable océano».
Continuará.
Por: Emilio Roig de Leuchsenring
Cuadro lleno de vida y color y en el que, al contrario de lo que suele ocurrir en esta clase de obras, han quedado muy disminuidos los errores y las exageraciones.
La Casa editora Cultural ha tenido el acierto de publicar en su magnífica Colección de Libros Cubanos, dirigida por Fernando Ortiz, la traducción al español de la interesantísima obra escrita en inglés, Cuba with pen and pencil, por Samuel Hazard, viajero norteamericano que pasó varios meses en esta Isla, abandonándola poco antes de estallar la guerra del 68, y cuenta en estilo sencillo y ameno sus observaciones e impresiones sobre la vida y costumbres cubanas de aquella época, demostrando simpatía por los cubanos y ofreciéndonos un cuadro lleno de vida y color y en el que, al contrario de lo que suele ocurrir en esta clase de obras, han quedado muy disminuidos los errores y las exageraciones.
Poseemos nosotros la edición inglesa, hecha en Londres en 1873, tercera, pues en 1871, se hicieron dos, la primera en Nueva York y la segunda en Hartford, y ahora hemos querido aprovechar la actualidad que nos ofrece esta traducción española del libro, amorosamente realizada por Adrián del Valle, para ofrecer en estos Recuerdos de Antaño un extracto de las noticias que Hazard da de la Habana y de los habaneros de 186…, ilustrándolo con algunos de los dibujos por él hechos también que figuran en la edición inglesa y han sido reproducidos en la traducción castellana.
Hazard, que había visitado La Habana en su primera juventud, al llegar de nuevo a ella, exclama: «!Habana! ¿He de olvidar nunca las extrañas y a la vez agradables impresiones que en mi ánimo produjeron sus murallas, cuando, años atrás, en pleno vigor juvenil, al desembarcar en la Aduana, mis pies pisaron por vez primera suelo extranjero?»
El cuadro que ahora se le ofrece, en cuanto tiene de atractivo, interesante, bello y exótico, no difiere para él mucho del que contempló años atrás.
Como viajero que se propone permanecer varios meses en la ciudad, a lo primero que presta atención es a los hoteles. Después de visitarlos casi todos y hospedarse en varios de ellos, encuentra que La Habana «no puede enorgullecerse de tener un hotel de primera clase, tal como nosotros lo entendemos, si bien cuenta con varios, en los cuales, el viajero, si no es extremadamente exigente, puede estar de manera tolerablemente confortable». Considera el mejor de la ciudad el Hotel Santa Isabel, al estilo americano, del Coronel Lay, en el Palacio del Conde de Santovenia, al lado del Templete. Dice que sus habitaciones son grandes y aireadas, el lenguaje que se usa es el inglés, y es el único que tiene para las señoras servicio de camareras, y la comida es buena. Después del Santa Isabel, cita, como el mejor, cubano, el Hotel Telégrafo, y a continuación, e1 Hotel Inglaterra, el Hotel Europa, en la Plaza de San Francisco. Recomienda, sin embargo, para los que han de permanecer algún tiempo en la Ciudad, el alquilar un cuarto amueblado en casas de familias o de huéspedes, como el Hotel San Luis, en el paseo del Prado, cerca del Hotel Inglaterra, «excelente», Águila de Oro en San Ignacio y Obispo, Hotel San Felipe, en la calle de Ancha del Norte 78, donde Hazard permaneció varias semanas muy agradables, deseoso de gozar de los baños de mar, que se hallan al lado de la casa, teniendo la conveniencia de poder salir de la habitación, a primeras horas de la mañana, en zapatillas, en deshabillé y hacer una refrescante y vigorizante zambullida en el venerable océano».
Continuará.