CUBA 1899
Revista de anÁlisis general, fundada en 1908
Cuando falta la unidad
La destitución de Máximo Gómez como General en Jefe, por la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana, radicada en el Cerro, agudizó la desunión entre los patriotas de la época, lo que fue aprovechado por Estados Unidos para desmembrar las últimas instituciones revolucionarias
Por PEDRO ANTONIO GARCÍA
Fotos: ARCHIVO BOHEMIA
(16 de marzo de 2009)
El pueblo se volcó a las calles y se organizaron
manifestaciones de apoyo a Gómez frente a su
residencia en la Quinta de Molinos
La manzana de la discordia resultó ser el pago al Ejército Libertador por su desmovilización. Máximo Gómez era partidario de aceptar el donativo de tres millones de dólares, ofrecido por el Presidente de los Estados Unidos. La Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana, radicada en el Cerro, prefería concertar un empréstito de 20 millones con un banquero norteamericano, de los cuales Cuba solo recibiría 12,5 millones, además de pagar intereses al cinco por ciento semestral.
Fue un diálogo de sordos. Gómez no quería empeñar tan tempranamente la República, pero no se percataba de que con la desmovilización del Ejército mambí Washington podía eternizar su ocupación militar en nuestro país o mediatizar la futura Cuba independiente. Los asambleístas pretendían con el préstamo que el Gobierno estadounidense, al autorizarlo, les reconociera personalidad jurídica y autoridad como representantes del pueblo cubano. Ingenuidad política, porque estaba por ver si el presidente MacKinley aprobaba la concesión de dicho empréstito.
En el colmo de la insensatez, la Asamblea del Cerro quiso imponer autoritariamente su criterio al Generalísimo. Para ello, le envió una comisión con el fin de que acatara la propuesta del empréstito. Gómez estalló en cólera al sentirse tratado como un subalterno cualquiera. La ruptura se hizo evidente.
Solo una voz sensata se alzó, la del general mambí Enrique Collazo, quien en La Lucha, el 11 de marzo de 1899, alertó: “El único poder que existe hoy con carácter popular es la Asamblea; la única entidad que vale hoy para el gobierno interventor es el general Gómez.
Unos y otro tienen que vivir apoyándose mutuamente; Gómez sin el apoyo de la Asamblea, no tiene para nosotros autoridad real; la Asamblea sin el apoyo de Gómez no tiene vida y morirá, por consunción, y en una posición ridícula y falsa, dejándonos huérfanos de quien nos represente”.
Palabras proféticas que no fueron escuchadas. En la sesión de ese día, la Asamblea destituyó a Máximo Gómez como General en Jefe.
Disolución del PRC
Los distintos clubes patrióticos y Cuerpos de
Consejo acataron la decisión del Delegado de
disolver el Partido Revolucionario Cubano
Consejo acataron la decisión del Delegado de
disolver el Partido Revolucionario Cubano
Meses antes, cuando el 24 de octubre de 1898 comenzó sus sesiones en Santa Cruz del Sur la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana (ARRC), los mambises contaban con tres instituciones revolucionarias, verdaderos organismos representativos de nuestro pueblo: la propia ARRC, llamada inicialmente Asamblea de Santa Cruz y en sus últimos días Asamblea del Cerro —integrada por 44 delegados elegidos en los seis cuerpos de ejército mambises—, el Ejército Libertador (EL) y el Partido Revolucionario Cubano (PRC).
Desde que Tomás Estrada Palma asumiera la jefatura del PRC, a la muerte de Martí, la organización fundada por el Apóstol había dejado de ser aquel instrumento formidable de sus comienzos, concebido para “unir y disponer para la acción” a los patriotas cubanos e “impedir que se desvíen de la obra común los elementos revolucionarios”.
En esos tres años transcurridos, había perdido su carácter democrático, en gran parte debido a los métodos autoritarios de dirección de don Tomás, y su capacidad de movilización entre los trabajadores cubanos del sur de la Florida, para devenir simple institución recaudadora de fondos para la guerra. De ahí que tanto daño le hiciera una perniciosa tendencia surgida entre su membresía, a partir de la capitulación del ejército español, que consideraba cumplida la misión histórica del PRC, una vez que cesaron las operaciones militares con la derrota del colonialismo español.
Consecuente con esta tendencia, Estrada Palma publicó en el periódicoPatria, el 21 de diciembre de 1898, una circular donde expuso las razones por las que se disolvía el PRC. “Nuestra obra ha terminado porque la Patria está redimida”, argumentaba, pues en su opinión “Cuba es independiente” y el Partido fundado por Martí carece de razón de ser.
Este planteamiento se hizo 11 días después de haberse firmado entre España y Estados Unidos el Tratado de París (10 de diciembre de 1898), en el cual no se hacía referencia alguna a la independencia de Cuba y la isla antillana era tratada como botín de guerra.
Para algunos historiadores, tal actitud de don Tomas al disolver el PRC refleja su miopía política y su falta de fe en la capacidad del pueblo cubano. Subraya el investigador Ibrahim Hidalgo: “O no le interesaba participar en las actividades reivindicativas de su país de origen o conscientemente impidió la formación de una fuerza política organizada en Cuba”.
La miopía política es contagiosa. Los distintos clubes revolucionarios y Cuerpos de Consejo acataron la decisión del Delegado. El 30 de diciembre, el Cuerpo de Consejo de Key West aceptó la disolución del PRC. Un día después, apareció el último número de Patria.
La destitución de Máximo Gómez
El Generalísimo no debió
sostener tratos unilaterales con
los estadounidenses, lo que
favoreció los tenebrosos planes
imperialistas contra la Asamblea
sostener tratos unilaterales con
los estadounidenses, lo que
favoreció los tenebrosos planes
imperialistas contra la Asamblea
En la sesión del 11 de marzo de 1899, la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana debatió una moción de Manuel Sanguily que proponía la supresión del cargo de General en Jefe y el paso del Generalísimo Gómez a “la clase de reemplazo”. Lejos de atemperar la moción, esta fue endurecida después de la discusión y se le añadió de modo explícito la destitución como General en Jefe. Solo cuatro delegados votaron en contra: los generales Monteagudo y Emilio Núñez y los coroneles López Leyva y Carlos Manuel de Céspedes y Quesada.
Loret de Mola se abstuvo y Diego Tamayo no participó en la votación.
La profecía de Enrique Collazo se cumplió. El pueblo se volcó a las calles y se organizaron manifestaciones de apoyo a Gómez frente a su residencia en la Quinta de Molinos. Los asambleístas fueron víctimas de la ira popular y las multitudes los abucheaban en sus apariciones públicas. En un club capitalino, unos oficiales se atrevieron a dar vivas a la Asamblea. Casi todas las mujeres presentes, de pie, les replicaron con un ¡Viva Máximo Gómez!
Si bien es cierto que el Generalísimo no debió sostener tratos unilaterales con los estadounidenses en lo relacionado al licenciamiento de las fuerzas mambisas, con lo que favoreció los tenebrosos planes del naciente imperialismo contra la Asamblea y el Ejército Libertador, fue absurdo por parte de la Asamblea no llegar a un entendimiento con Gómez y mucho más irracional resultó su deposición. Lo símbolos no se destituyen y el viejo general indiscutiblemente simbolizaba el espíritu independentista, la unidad de todo el pueblo.
Perdida su autoridad moral, la Asamblea del Cerro se reunió por última vez el 4 de abril de 1899 para, después de acordar el licenciamiento del Ejército Libertador, decidir su autodisolución. Solo Salvador Cisneros Betancourt votó en contra.
También la prensa yanqui promovió discordias
entre cubanos. Así una publicación de ese país
reflejó las discrepancias entre Gómez y la
Asamblea del Cerro
De un plumazo, el pueblo cubano se quedaba sin órgano representativo alguno ante un Gobierno interventor que no ocultaba sus anhelos anexionistas. Quedaba libre el camino para que el naciente imperialismo nos impusiera la Enmienda Platt y con ella todo un tenebroso andamiaje neocolonial para aherrojar al Estado-nación, la cual nacería con una soberanía limitada el 20 de mayo de 1902.
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Fuentes consultadas:
Los libros La forja de una nación (3 tomos, 2005) y Las máscaras y las sombras, ambos de Rolando Rodríguez; Cuba, 1895-1898. Contradicciones y disoluciones, de Ibrahím Hidalgo; La neocolonia,organización y crisis, del Instituto de Historia de Cuba; y el Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, del Centro de Estudios Militares de las FAR.