(Continuación)
López a su vez recibía fondos de los patriotas cubanos y organizaba una segunda expedición en 1849, que había de mandar él en persona. Reclutó al afecto sus partidarios entre las gentes de peores costumbres en la isla Redonda, que debía ser el punto de partida.
El Gobierno americano, ante las enérgicas protestas de España, y no pudiendo pasar desapercibida aquella expedición, compuesta en su mayor parte de corsarios y piratas, la mandó a disolver.
No desalentado López y queriendo evitar a toda costa la desmoralización de sus posesivos, logró colocar un empréstito en los Estados Unidos de dos millones de pesos al 88 por ciento garantizado con la propiedad de Cuba, e hizo renacer el entusiasmo en aquellos aventureros, dándoles luego algunas pagas de marcha.
Les recogió enseguida juramento de cumplir su palabra y les proveyó de cartas de naturaleza americana, cualquiera que fuese su nacionalidad, como una salvaguardia para el caso de caer en manos de los españoles.
Con el objeto de aumentar López el número de sus adeptos, se valió del ardid de hacer creer al público que la expedición se dirigía a los placeres del oro de California, con lo cual pudo llegar hasta unos seiscientos seis nombres de enganchados.
Atravezó la expedición el seno mexicano y tras una breve estancia en Cabo Catoche, Yucatan, emprendió el camino hacia Cuba, haciéndoles a la vela los dias 15 y 16 de Mayo de 1850.
El vapor español "Pizarro" tenía órdenes del Capitán General de Cuba de salir al encuentro de la expedición, de la cual ya se tenía noticias. Así lo verificó y el mismo día pudo apresar en Contoy a una barca y un bergantín-goleta con la correspondencia y algunos expedicionarios armados. La mayor parte de ellos no pudo ser capturada porque había salido de Yucatán un día antes, en el vapor Creole donde iban López y quinientos de los suyos, que desembarcaron en Cárdenas, después de varias tentativas, el 19 de Mayo. El Gobernador D. Francisco Cerruti se puso inmediatamente a la cabeza de diecisiete hombres, única fuerza de que por el momento pudo disponer y tras una corta refriega fue hecho prisionero. Los invasores se apoderaron de los fondos de aduana y cometieron depredaciones en la ciudad.
En la tarde fue atacado López por otra pequeña fuerza española que había llegado a Cárdenas con el objetivo de auxiliar a Cerruti, y la cual fue también vencida, por su pequeño número. No obstante, se reembarcó violentamente López rumbo a Cayo Hueso, por haber notado pocas simpatías del vecindario hacia su causa.
Los Cinsules españoles en Estados Unidos informaron al Gobierno de la Isla que, según los datos recogidos se sabía que si la expedición de López hubiese sido secundado por los habitantes de Cuba, habrían salido de Nueva York, Boston, Nueva Orleans y otros puertos, cerca de diez mil hombres a apoyar la revolución, tan luego como se hubiera recibido esta nueva.
Las protestas y quejas se dirigieron al Gobierno de la Unión por parte del de España con ese motivo, fueron tales y tan justificadas, que se logró por el cónsul de Nueva Orleans que López fuese detenido y procesado. Mas como de las averiguaciones practicadas en la institución de ese proceso, resultó que en la expedición de López estaban complicados muchos altos funcionarios americanos, tuvo que sobreerse la causa, no sin el escandalo consiguiente.
Este resultado estimuló a López, como era natural, a la continuación de sus empresas.
Por aquel tiempo permanecía abierto en Texas un público alistamiento para Cuba. Figuraba como director de aquel centro revolucionario Mr. Walker, el mismo Gobernador del Estado; con el pretexto de invadir Haití se hacen en realidad los preparativos para la nueva expedición a la gran Antilla.
En uno de los vapores que hacían la travesía de Nueva York a Chagres, navegaba a principios de Diciembre del mismo año (1850) el ya famoso Garibaldi, a quien se propuso de parte de la Junta americana el mando de la proyectada expedición; mas él se excusó por estar aún pendiente, según dijo, de los sucesos de su país.
Al llegar el año 1851 no había sido posible a los empresarios obtener dinero para la realización de sus proyectos. Poco después, que en parte fue vencido este obstáculo, no pudo superarse el que representaba la actitud del Gobierno de Washington (En los periódicos de Nueva Orleans aparecieron en ese año las listas de los personajes de los Estados Unidos que estaban implicados en los proyectos anexionistas de López, entre ellos Mr. Quittma Gobernador de Luisiana. Lo afirma así el historiador Justo Zaragoza en su obra "Las insurrecciones en Cuba"), que por entonces amenazó a los filibusteros con privarlos de sus derechos de ciudadanos americanos, siento este el motivo para que los invasores escogieran como punto de reunión y partida, las costas de Yucatán. Esta vez el ministro mexicano D. Mariano Yañez, cumpliendo las promesas de imparcialidad de su gobierno a España, impidió que se llevase a termino la expedición.
Esta serie de dificultades hizo que fueran suspendidas las tentativas de invadir a Cuba por entonces.
(Continuará)