( Foto de Internet )
Sylvie Mégevand
PILAR
Université de Toulouse - Le Mirail
Por su ubicación en el golfo de México, Cuba tuvo un papel estratégico preponderante desde la llegada de los españoles al Nuevo Mundo hasta el final del periodo colonial. « Llave del nuevo mundo y ante mural de las Indias », La Habana era la piedra angular del sistema militar y comercial español, en un Mar Caribe que se convertía a menudo en campo de batalla.
Aunque reducida, la iconografía clásica de temas cubanos deja constancia de la importancia estratégica de la zona habanera. Los grabados son sobre todo marinas que muestran batallas navales en la bahía de La Habana o en las inmediaciones de la isla. Cabe notar que el paisaje local esbozado en esas escenas no era auténtico :
Los grabados, de carácter popular, constituyen una versión gráfica
de los combates, cuyo ambiente geográfico y arquitectónico está
ingenuamente deformado. Los grabadores, generalmente anónimos, no
parecen haber venido a Cuba, limitándose a ilustrar de oídas los relatos de los
marinos participantes en las batallas e incursiones a
nuestros centros habitados 1.
El boom azucarero de los años 1830 reforzó aún el papel central de La Habana y de otras localidades de la zona, como Matanzas. La región occidental se enriquece mucho con el advenimiento de « Su Majestad el azúcar»; se emprende el embellecimiento de La Habana, con la construcción de monumentos y lujosos edificios como el teatro de Tacón. Atraídos por las nuevas oportunidades comerciales, los artistas extranjeros instalan imprentas y litografías en la isla y se interesan por sus paisajes, inspirándose muchas veces en escenas urbanas y portuarias. La moda de las vistas pintorescas convierte lógicamente La Habana, donde se concentra la mayoría de los talleres y de los clientes, en tema predilecto del arte litográfico. Las fuentes de inspiración artísticas oscilan entre tradición y modernidad ; los álbumes pintorescos vendidos por entregas o las láminas publicadas por la prensa muestran a la vez el patrimonio antiguo, como la catedral de La Habana y varios conventos, y las nuevas construcciones, símbolos de la transformación y del enriquecimiento de la ciudad : Teatro de Tacón, Casa de Beneficencia, Cárcel Nueva, entrada del Cementerio General... El Templete, que conmemora la primera misa dicha en la isla, aparece en varias láminas y su arquitectura neoclásica marca el triunfo de los cánones estéticos más europeos : la imitación no era en aquel entonces un síntoma de inferioridad o de sumisión cultural, sino una señal de modernidad.
En la nueva iconografía – nueva por los temas y la técnica empleada – también se muestran las afueras de la ciudad :
La Havane étant le centre politique, économique, commercial mais
encore intellectuel, c’est de La Havane que tout part, c’est vers La
Havane que tout converge [...] Dans El paseo pintoresco por la
isla..., la plupart des articles concernent finalement la capitale (ses
monuments, ses édifices publics, ses promenades, etc.), ou se situent
dans la zone d’influence proche de La Havane (San Francisco de
Paula, près de Matanzas, Güines, La Aguada del Cura –où
convergent les voyageurs de Güines –, El Bejucal, San Antonio de los
Baños, San Felipe et Santiago de Bejucal, les grottes de la Vuelta Abajo
[...], Marianao sur la route de la Vuelta Abajo et tant d’autres
agglomérations vivant sous la dépendance et dans l’orbite de la
capitale, là où la riche société havanaise se rend au fil des saisons
(stations balnéaires proches ou lieux des fêtes les plus célèbres) 2.
Las marinas ya no son escenas de guerra, sino testimonios auténticos del nuevo dinamismo comercial, debido sobre todo al azúcar. El dibujante y litógrafo francés Pierre-Toussaint-Frédéric Mialhe dedica varias láminas de su álbum Isla de Cuba Pintoresca (1839-1842) al puerto de La Habana 3, donde se puede apreciar el incesante trajín de los veleros y barcos de vapor exportando o importando madera, azúcar y mieles, tabaco, tasajo destinado a los esclavos... Otros dibujantes, como Garneray y Deroy, habían realizado o realizaron panoramas y vistas « aéreas » de la bahía de La Habana, verdadera metonimia de todo el territorio cubano. En el caso de las marinas, es difícil separar los motivos de orgullo económico de los gustos estéticos de la época ; en efecto, puede considerarse que también fue por la evidente plasticidad del género marítimo (que permitía a los artistas aprovechar el movimiento de los barcos, la forma de las velas, los juegos con las olas y la luz) por lo que el puerto fue un tema predilecto de la iconografía litografiada. Además, las marinas arraigan en la tradición clásica.
Pese a la prepotencia de La Habana, la imagen litografiada de mediados del siglo XIX plasma el verdadero « descubrimiento » de la isla por los autóctonos. Los cubanos se interesan por las vistas de su tierra, buscando en los temas vernáculos un reflejo de su identidad. Como los textos, las imágenes se convierten en espejos de una sociedad emergente ; en este sentido, no están desprovistas de narcisismo 4. En la literatura, las ciencias y las artes, se afirma una clara conciencia cubana, que se diferencia de la metrópoli. El embellecimiento de La Habana tiene que ver en cierta medida con el despertar del criollismo, ya que la edificación de ciertos monumentos fue objeto de rivalidades entre peninsulares y criollos. Isla de Cuba Pintoresca consta por ejemplo de una litografía de la Fuente de la noble Habana 5 (o « Fuente de la India »), símbolo de la tropicalidad, cuya construcción fue financiada por los criollos, a diferencia de la Pila de Neptuno, edificada a la sazón por el gobernador general Tacón. Esta lámina fue realizada a partir de un daguerrotipo, otro rasgo « modernista » de la evolución tecnológica en la iconografía. La estación de Villanueva, que aparece también en Isla de Cuba Pintoresca, es otro eco de la rivalidad entre criollos y peninsulares : su nombre remite al rico Intendente general criollo Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, quien promovió su construcción y se enfrentó con el general Tacón 6.
Aunque más modesto, el mismo fenómeno de progreso se nota en Matanzas. La ciudad, que según los escritores de la época tiene un parecido con Venecia por sus numerosos puentes 7, conoce un desarrollo fenomenal merced al azúcar. En 1827, Matanzas ya produce el cuarto del azúcar cubano y su jurisdicción consta de 111 ingenios y 203 en 1831. El número de habitantes pasa de 3.000 en 1798 a 26.000 en 1836 8. Se construye el famoso Paseo de Versalles, muy alabado por la prensa ; la ciudad cambia tanto que el poeta Manzano, que vuelve a su ciudad natal tras una larga ausencia, ya no la reconoce :
Testigo un tiempo, campo venturoso,
De tu maleza fui : manglar y uvero
En ti mecerse contempló el viajero,
[...]
Todo desapareció : tu plaza crece,
Y a par huyendo, dejante poblado
Selva maleza y campesina sombra.
Tamaña variedad júbilo ofrece ;
Pues quien te abandonó tan desmedrado
Hoy con placer filial te ve, y se asombra 9.
En la misma perspectiva de modernidad, la iconografía de los años 1840-1850 da un papel importante al tren, que fue otro motivo de orgullo para los sacarócratas criollos y el verdadero motor del proceso de modernización azucarero 10. El ferrocarril era una necesidad vital para reformar una economía azucarera arcaica o por lo menos « tradicional » : en tiempos de lluvia, era muy difícil transportar el azúcar desde los ingenios hasta los puertos exportadores, ya que las pesadas carretas, movidas por bueyes, quedaban muchas veces estancadas en el fango. El primer tramo, La Habana-Güines, fue inaugurado en 1837, once años antes que en la metrópoli y sólo siete después de Inglaterra. Luego se prolongó hasta Matanzas. La empresa, impulsada primero por la Real Junta de Fomento, aseguraba el transporte permanente y regular del azúcar, garantizando su exportación y la prosperidad de los dueños de ingenios :
Rápidos medios de trasporte, canales, caminos de hierro, esos caminos en los que un caballo hace el oficio de veinte, van a ser en la isla de Cuba el primer móvil del engrandecimiento de su riqueza mercantil y agrícola.
Asociaciones que los emprendan, particulares que quieran duplicar sus capitales ; he aquí todo lo que se necesita ; pues bien; la Junta de Fomento promovió ya indirectamente esas asociaciones deseadas, abrió una nueva senda a los especuladores, y un porvenir risueño a cien familias y fortunas 11.
Otra vez, la capital y la zona occidental tuvieron un papel preponderante en la evolución de la isla. La iconografía de la época deja constancia de los cambios y de la conexión ferroviaria entre ingenios y puertos : el libro Los Ingenios, himno a la sacarocracia cubana 12, abre su serie de estampas con una vista general de los Almacenes de Regla, pueblo portuario de la bahía de La Habana donde se depositaba el azúcar destinado a la exportación 13 ; la lámina dedicada al « Ingenio Ácana » presenta el tren en primer plano (lámina
Ahora, pueden parecernos ingenuas las numerosas vistas ferroviarias de la iconografía decimonónica insular 14, con su tren casi de juguete, pero son por el contrario reveladoras de una toma de conciencia estética e intelectual : se descubría y ensalzaba el progreso representado por el tren, nuevo vector de las riquezas de Cuba y garante del futuro capitalista. En la iconografía de mediados de siglo, el tren pasa por los puentes, símbolos de comunicación por excelencia, como si el viaje, el transporte y la velocidad fueran los símbolos de una mentalidad nueva 15.
La prensa refleja en varios artículos las esperanzas materializadas por el ferrocarril ; los más idealistas llegaban a entrever, con argumentos a veces sorprendentes, la posibilidad de suprimir la esclavitud merced a esta tecnología nueva :
Protegiendo los caminos de hierro, es verdad que los carreteros y arrieros quedan sin poder ejercer el oficio que tenían ; pero en cambio encuentran el grande y ventajoso recurso de colocarse en cualquier finca, ganando un salario igual o mayor al que antes obtenían ; porque el hacendado necesita brazos, y todos tienen en la Isla que tomar partido de tener hombres asalariados.
Continuará.