El 76,8% de los jóvenes españoles aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es solouna de las muchas conclusiones de un completo estudio realizado por el CIS sobre las opiniones y actitudes de la juventud española respecto a la diversidad afectivo-sexual y los derechos de las personas lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, presentado este lunes por el director general del Instituto de la Juventud (Injuve), Gabriel Alconchel, junto al presidente de la FELGTB, Antonio Poveda.
Alconchel ha explicado que con esta investigación, que combina un estudio cualitativo y un sondeo cuantitativo, y que cubre un rango de edad que va desde los 15 hasta los 30 años, “tratamos de dar un paso más y de aproximarnos a cómo, desde el conjunto de la población adolescente y joven, se considera a estos jóvenes con una orientación sexual o identidad de género minoritarias“. El director del Injuve ha señalado que los avances de los últimos años, que han convertido a España en referente internacional en ampliación de derechos civiles, “se han consolidado gracias a la juventud y a su capacidad para asimilar y adoptar los nuevos derechos“. No obstante, quedan muchos obstáculos por eliminar. “Como señala este sondeo miles de jóvenes siguen sufriendo discriminación sexual en el ámbito educativo“, ha señalado Alconchel.
A este respecto, Antonio Poveda ha alertado sobre “los casos de exclusión, de acoso escolar y de violencia física o psíquica que sufren los adolescentes y jóvenes que expresan una orientación sexual diferente al canon heterosexual dominante“. “Resulta urgente comprender y actuar sobre esta problemática, reaccionar a ella desde las instituciones educativas y los centros de enseñanza y comprometernos en educar a los jóvenes en el respeto, el rechazo a la discriminación y en la vivencia positiva de la diversidad sexual, tanto desde las familias como en las aulas o en la vida social en general“, ha añadido.
Algunos datos de la investigación
Los datos del estudio muestran al joven LGTB como un chico o chica forzado en numerosas ocasiones al ocultamiento; que se siente sobre todo rechazado por los varones heterosexuales -incluso por los de sus propias familias- y a quien le resulta más fácil establecer amistades con chicas que con chicos; que encuentra mayores dificultades para ser aceptado en las localidades pequeñas que en las grandes ciudades y que se halla expuesto -sobre todo los varones LGTB- a la amenaza constante de la violencia verbal y psicológica y, en menor medida, física.
La población joven que se reconoce como LGTB es de un 6% (lo que correspondería a unos 540.000 jóvenes en España y unos 180.000 adolescentes LGB en enseñanza secundaria). Como dato positivo, se aprecia un avance evidente en los discursos y las mentalidades, aunque dicho avance no se habría producido de igual manera en las prácticas y las actitudes cotidianas. Por lo que se refiere a datos cuantitativos, un 81,7% de los jóvenes españoles acepta las relaciones entre varones y un 84,1% las relaciones entre mujeres. El 76,8% aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que un 74,1% acepta las operaciones de reasignación sexual en personas adultas. Un 54,6% tiene amigos LGTB.
No todos los grupos se benefician por igual de esta apertura. Los varones gays logran índices de aceptación sustanciales, pero lesbianas, bisexuales y sobre todo las personas transexuales continúan en mayor medida tras un muro de silencio y rechazo. La incomprensión de la transexualidad profundiza el rechazo. Existen además diferencias muy marcadas entre chicos y chicas a la hora de mostrar respeto y tolerancia ante las personas LGTB. La expresión pública de afectos entre personas del mismo sexo continúa siendo un aspecto controvertido: el “asco” y/o el “morbo” surgen una y otra vez. Y se aceptan mejor las muestras de afecto entre mujeres.
En cualquier caso, persisten aún en el entorno juvenil homofobia y discriminación, en diferentes formas, desde la hostilidad estructural a la violencia física, del insulto a la risa. Un 77,4% de la juventud ha escuchado insultos y un 18,1% ha presenciado golpes y empujones. El cotilleo, la burla humorística o el insulto no son muchas veces comprendidos como conductas homófobas, de tal modo que se relativizan sus efectos negativos. La forma que tiene el grupo de iguales (más masculinista e intolerante, o por el contrario, más plural, inclusivo y tolerante) tiene una gran importancia.
La televisión es la principal y casi única fuente de información sobre la diversidad sexual, y los principales referentes de personas LGTB vienen de ella. Hay un escasísimo conocimiento de personajes LGTB históricos, literarios, culturales, etc. Pero es el conocimiento directo de personas LGTB el que aparece como clave para construir actitudes más abiertas hacia ellas. Por lo que se refiere al seno de las familias, no existe apenas diálogo sobre la diversidad sexual. Solo un 22% cree que el padre aceptaría totalmente a un hijo gay, frente a un 47,9% que creen que lo haría la madre. “No obstante, en los estudios se percibe una cierta apertura respecto del pasado, apertura en la que los propios jóvenes estarían cumpliendo un papel, al constituirse muchos de ellos en educadores de sus padres en opiniones y actitudes más tolerantes”, ha matizado Gabriel Alconchel.
Más información (incluyendo datos completos del estudio, mucho más amplios que los que aquí se han esbozado) en la página web del Injuve, pinchando aquí.