Crée usted de que Cuba estaría mejor como:

miércoles, 29 de julio de 2009

Pa' Flamenco, el cubano

Por Ignacio T. Granados Herrera.
Para José Ramón Morales.

En su blog de Cuba española, que aboga por la integración de Cuba como una Comunidad Autónoma de España, el amigo José Ramón ha publicado un video sobre el flamenco cubano. Se trata de un grupo cubano, una pareja, que baila flamenco, y con gracia; pero más interesante se me hace indagar por esas costas, que todo lo que sea especulación es bueno.

Primero, para cultura flamenca, la cubana, sólo superada por la de España misma; pero además, con la otra peculiaridad de ser un flamenco negro, ni blanco ni castizo, que hasta esas locuras se le ocurren a Dios. En efecto, se trata de la cultura curra, de la que aún sobrevive la rumba; baile popular y negro por excelencia, y que es un desideratum de bulerías, cante hondo y contoneo; bien que sobre la mitad delantera de los pies, pues sólo se taconea para cierto énfasis muy puntual; mientras en el baile flamenco el taconeo se intercala con el punteo, en una proporción de más o menos cincuenta por cincuenta; pero de todas formas, en las maneras en general, la rumba es pura bulería, hasta en el amaneramiento de sus dejos vocales. Conviene aclarar que, en definitiva, la cultura flamenca, más bien andaluza, es muy poco española; es más bien árabe, como puede reconocerse en la más vulgarota y pobre de las danzas del vientre; aunque hay que reconocer que esa permanencia en la península ibérica, por sobre los ovarios de la muy señora católica, la hizo preciosista y fina.

Será de esa extraña convivencia entre africanos y andaluces, allá en la península, que salieran los curros; negros que, esclavos o libertos, en Cuba reencontraron a los suyos, aunque ya perdidos por eso de la iberidad. Los negros curros —y esto es muy poco original, se debe a Don Fernando Ortiz— introdujeron en Cuba la guapería; es decir, una cultura civil y más maleva que el tango, que vendría después en otra historia. Lo mejor de los curros fue eso, su concentración mayormente en los centros urbanos y no en los rurales; de ahí esa interpretación de ritmos recuperados, pero ya contaminados para siempre de la hermosa bulería; y no es que los originales no fueran hermosos, sino que ahora incorporaban otra hermosura más. Ahora, como no podría ser en África, los cantos cantaban historias y tradiciones de barrio y amores trágicos y carcelarios; además, como no podía ser en África, se bailaba por placer y sensualidad del cuerpo, no sólo en honor a dioses; incluso aún se caracterizaba a esos dioses, pero con la zalamería arrogante del pisa bonito que no hay más na’. A esa urbanidad de los curros, por ejemplo, se deben las diferencias entre la rumba y los otros bailes de origen afro-religioso; que salieron directamente de lo religioso, y se conservaron en una cultura rural, donde lo malevo y lo carcelario eran tan malditos como la brujería.

Curioso y genial, en ningún otro lugar que en Cuba se da ese vínculo que perpetúa lo ibérico en lo negro; ni siquiera en Brasil, ni en ninguna otra parte, porque sólo a Cuba llegaron los curros de forma tan masiva como determinante. Siempre se ha dicho, en una imagen retórica, que Cuba es la llave del golfo; ya irá siendo hora de irlo creyendo, y todavía más, posiblemente hasta sea la llave ibérica; sólo que una llave negra, cuando "llave" a veces quiere decir "clave".

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