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jueves, 10 de diciembre de 2009

Benedicto XVI dice que el embargo de EE.UU. sigue dañando a Cuba

EFE CIUDAD DEL VATICANO Publicado Jueves , 10-12-09 a las 13 : 26

El Papa ha dicho hoy que el embargo económico de EEUU sigue pesando sobre Cuba, "aunque se ven algunos signos de distensión" y abogó por una mayor apertura religiosa en la isla y un marco jurídico que regule las relaciones "nunca interrumpidas" entre la Santa Sede y Cuba.

Benedicto XVI así lo manifestó en el discurso que dirigió al nuevo embajador de Cuba ante la Santa Sede, Eduardo Delgado Bermúdez, quien hoy le presentó en el Vaticano las cartas credenciales.

Tras agradecer el saludó que le envió el presidente cubano, Raúl Castro, el Papa dijo que "entre ilusiones y dificultades", Cuba ha logrado un "protagonismo en el contexto económico y político" del Caribe y América Latina y que se ven "algunos signos de distensión" con EEUU que dejarían presagiar nuevas oportunidades para un acercamiento mutuamente beneficioso, "en el pleno respeto de la soberanía".
"Como otros muchos países, Cuba sufre también las consecuencias de la grave crisis mundial que, añadida a los devastadores efectos de los desastres naturales y al embargo económico, golpea de manera especial a las personas y familias más pobres", señaló el Papa.

El Obispo de Roma agregó que en esa compleja situación general, es cada vez más la urgente necesidad de una economía que, "edificada sobre sólidas bases éticas, ponga a la persona y sus derechos en el centro de sus intereses, ya que el primer capital que se ha de salvaguardar es el hombre, la persona en su integridad".

Benedicto XVI agregó que los Gobiernos deben esforzarse por remediar los graves efectos de la crisis financiera, sin desatender las necesidades básicas de los ciudadanos y mostró la disponibilidad de la Iglesia cubana a prestar su ayuda.
Benedicto XVI hizo votos para que "se sigan multiplicando los signos concretos de apertura al ejercicio de la libertad religiosa, tal como se ha venido haciendo en los últimos años, como por ejemplo la oportunidad de celebrar la Santa Misa en algunas cárceles y la realización de procesiones religiosas.

También abogó por la reparación y devolución de algunos templos y la construcción de algunas casas religiosas, así como la posibilidad de contar con seguridad social para los sacerdotes y religiosos, "ya que así la comunidad católica ejercerá con más soltura su específica tarea pastoral".

"Con vistas a avanzar en este camino, sobre todo en beneficio de los ciudadanos, sería también deseable que se pudiera continuar dialogando para fijar conjuntamente el marco jurídico que defina convenientemente las relaciones existentes y nunca interrumpidas entre la Santa Sede y Cuba, que garantice el desarrollo adecuado de la vida y la acción pastoral de la Iglesia", agregó.

Benedicto XVI dijo también en su discurso que todas las personas, especialmente los jóvenes, necesitan hoy redescubrir valores morales, humanos y espirituales, como el respeto a la vida desde su concepción hasta su ocaso natural, "que hacen la existencia del hombre más digna".

Asimismo destacó las iniciativas de la Iglesia en proyectos sociales y de ayudas a enfermos y ancianos y el clima de colaboración con las autoridades en números e hizo votos para que ese clima "favorezca también" su participación en los medios de comunicación social.

También resaltó que la colaboración de la Iglesia con las autoridades cubanas ha permitido realizar importantes proyectos de asistencia y reconstrucción, sobre todo con motivo de las catástrofes naturales.

Benedicto XVI calificó al pueblo cubano de "siempre noble, luchador, sufrido y trabajador pueblo" y le expresó "de corazón" su cercanía y afecto.
El Papa Ratzinger destacó que la Iglesia se prepara para las celebraciones en 2012 del cuarto centenario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba.

Benedicto XVI recordó la ya histórica frase pronunciada por Juan Pablo II a su llegada a La Habana en 1998: "Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba".

Publicado por ABC.es

UNA DE HÉROES ESPAÑOLES. Por Pedro Escudero

Con la guerra prácticamente perdida, Hitler en 1944 decidió invadir Hungría, Independientemente de los motivos que le llevaron en tan desesperada situación a invadir un país, esta decisión a quién perjudicó en sobremanera fue a los judíos allí residentes.

Como en el resto de países invadidos por los Nazis, los judíos fueron obligados a registrarse y a identificarse con la estrella de David, muy pronto empezaron las deportaciones a Auschwitz. Fue entonces cuando el encargado de negocios de la embajada de España en Hungría Miguel Ángel de Muguiro, escribió una primera carta al Gobierno de España, denunciando los graves crímenes que se estaban llevando a cabo por los miembros de las SS.

El gobierno de entonces era perfectamente conocedor de la masacre sistemática e inhumana que estaba cometiendo el III Reich. Y una vez más el ingenio Español y el Quijote que habita dentro de muchos españoles llevó, entre otros, primero a Federico Oliván secretario del embajador español en Berlín y después al mencionado Miguel Ángel de Muguiro, a una audaz y arriesgada misión, salvar a todos los judíos que pudieran. Para ello encontraron un decreto promulgado por el General Primo de Rivera en 1924, en virtud del cual todos los que demostrasen ser Sefardíes, descendientes de aquellos judíos que fueron expulsados de España por los Reyes Católicos en 1492, obtendrían de inmediato la nacionalidad española. Por cierto se les olvido decir que el mencionado decreto había sido derogado en 1931, pero en España nadie lo comprobó y los alemanes tenían mejores cosas que hacer en 1944 que estudiarse los Decretos Españoles de la Dictadura de Primo de Rivera…ay! bendita picardía Española.

Para sorpresa de los Nazis, para Muguiro todos los Judíos de Hungría resultaron ser Sefardíes, incluyendo un convoy de 500 niños judíos que ya estaban subidos en un tren y con destino a los campos de concentración, nuestro agregado de negocios consiguió bajarlos del tren haciendo valer su condición diplomática, dar visado para todos y los refugió en Tanger. Esta actuación fue la gota que desbordó la copa, Hungría y Alemania presentaron una queja y este fue cesado de manera fulminante.

Pero una vez más salió el orgullo Español, y la persona encargada de sucederle tomó el relevo también en la misión. Este se llamaba Ángel Sanz Briz. Como nuevo encargado de negocios decidió hacer lo mismo que su antecesor pero de manera más discreta que no implicase su cese y por lo tanto más eficazmente
.
Él y un italiano nacionalizado Español (Giorgio Perlasca) se pusieron manos a la obra. Obviamente los filo-Nazis de Hungría sabían de sobra que no había tantos judíos Sefardíes como decían desde la Embajada Española, y ahí entró en juego otra de las denostadas características españolas, el compadreo y el soborno. Angel Sanz se hizo “amigo” del gobernador Alemán de Hungría Adolf Eichmann y entre halagos y billetes se lo metió en el bolsillo. Misión cumplida, las SS le molestarían lo justo.

Las autoridades, otorgaron al representante español un cupo de 200 personas, que era, más o menos, el número de hebreos de ascendencia sefardí en todo el país. Sólo podía emitir 200 pasaportes, ni uno más. Sanz Briz no protestó y lo aceptó sin más y dio órdenes en la embajada para preparar los salvoconductos, pero no 200 sino muchos más, tantos como fuese posible. El truco residía en que ninguno de los pasaportes tenía un número mayor al 200, pero tampoco estaban repetidos. Fue creando series que iban del 1 al 200, así, por ejemplo del pasaporte número 50 había varios: de la serie A-1, de la A-2, de la A-3 y así sucesivamente con distintas letras.

No obstante este método implicaba cierto riesgo, bastaba con que pararan en la calle a dos judíos con un pasaporte con el mismo número y distintas letras, hasta el más tonto de los Nazis se daría cuenta que algo no cuadraba. Por eso a Ángel Sanz se le ocurrió otra genialidad, interpretar el cupo a su manera y empezó a dar un número (con su correspondiente letra) por familia, esto multiplicó el número de protegidos de manera exponencial.

Para proteger mejor a los judíos, Ángel Sanz alquiló pisos y bajo la denominación de “edificio anejo a la embajada española”, estos nunca fueron registrados por las autoridades.

Los pisos de Ángel Sanz salvaron la vida de más de 5.000 judíos, no es de extrañar que los judíos de Hungría le conocieran como el Ángel de Budapest. A muchos los sacó de los trenes de deportación, a otros de las comisarías en noches en las que salía de casa cargado de pasaportes falsos, siempre del 1 al 200 y con la coartada aprendida de memoria.

No fue el único español que salvó judíos durante la II guerra mundial. Hubo más diplomáticos españoles que se la jugaron. En el mismísimo Berlín, en el corazón del III Reich, José Ruiz Santaella arriesgó su vida para ayudar a los judíos alemanes perseguidos. En Sofía, Juan Palencia desafío a las autoridades nazis, salvó a 600 judíos búlgaros hasta que fue declarado persona non grata y expulsado del país. En París, Bernardo Rolland de Miota consiguió salvar a 2.000 judíos al Gobierno de Vichy y trasladarlos al Marruecos español. En Atenas, Sebastián Romero Radigales sacó 500 judíos del país enfrentándose con el todopoderoso embajador alemán. En Bucarest, José de Rojas se tomó tan en serio la protección de los sefardíes que mandó poner en las puertas de sus casas un cartel con una leyenda que no dejaba lugar a equívocos: "Aquí vive un español".

Existe profusa información al respecto, os invito a que visitéis la página de Fernando Díaz Villuena, de la que he sacado la información de este escrito e incluso algún párrafo que otro (espero que me perdone). Por cierto tal vez debería contestar a algún escrito publicado en este blog que por alusiones me hace referencia, debería pero no lo haré. El objetivo de este blog no es el autobombo, o al menos eso me parece a mí, y por lo tanto no voy a hacer ningún comentario que pueda dar lugar a otra contestación, desvirtuaría totalmente el contenido de este blog, Jose Ramón no se lo merece y no vale la pena.

La Bandera Nacional, o cuando los españoles comenzaron a serlo. Por Pedro Ramón Sánchez Peinado

Si hay algo que distinga a un país a parte de las ciento y una mil cosas que se hacen en él, ya sean culturales, sociales o políticas, es su bandera. La Bandera es la esencia de un país. Emociona verla izarse entre los acordes del Himno nacional. Emociona besarla cómo simbolo de adhesión al ideal que representa. Su adoración dignifica al ciudadano y lo consagra al servicio de la entidad superior que se ve impresa en sus colores. Ver ondear la Bandera debe de ser motivo de estímulo y de integración. La Bandera es el espíritu que cada uno llevamos dentro y con el que nos identificamos.Esto para mi, es lo que significa un trapo de colorines no muy distinto a cualquier otro tipo de trapo que pende de un palo en edificios oficiales. En particular esto significa para mí la Bandera de España.

Nunca hay que confundir la Bandera, simbolo inalienable del país, con las armas que porta, que pueden simbolizar a una república, una dictadura o un reino. Las armas, ésto es, el escudo, pueden cambiar con el tiempo o incluso desaparecer, pero la bandera suele permanecer, al menos en lo que respecta a nuestro pais y con alguna escasa excepción en que alguna banda se ensancha, otra se estrecha y la de abajo cambia de color.

Corría el caluroso día veintiocho de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco cuando el mejor alcalde de Madrid, Carlos III, dotaba a la Marina de Guerra Española de su primera enseña totalmente diferenciable. Hasta entonces la bandera que identificaba a nuestra Armada, que no a nuestro país,- haciendo un inciso, cada unidad militar solía tener una propia distinta del resto- no se diferenciaba mucho de otras usadas por los buques de países gobernados por Borbones. Éstas banderas eran de color blanco y portaban las armas del monarca reinante. La cosa tenía cachondeo pues por muy buen vigía que tu fueras a ver cómo distinguias, a tres millas si el escudo que llevaba el puñetero barco que escoraba a babor con sus cañones relucientes y en posición de ataque, era propio o francés, nápolitano, toscano, de Parma o de Sicilia. Era todo un follón y cómo no las tenías todas contigo pues a dar la voz de alarma y esperar acontecimientos. No fuera que el tipo no fuera español y te pillara en bragas.

Antes de ésto, todo era más simple. Veias venir unos tíos con cara de mala hostia y un trapo blanco con una "x" cómo en las quinielas y ya sabias que te había tocado el gordo. O lo que es lo mismo, que te iban a meter la pica por donde no te daba el Sol. Eran las armas de Borgoña bajo la cual conquistamos el mundo. Los gloriosos Tercios Españoles hicieron flamear ésta bandera en todas la batallas en las que participaron. La Cruz de San Andrés, que componía el blasón, simbolizaba los dos leños sobre los que el santo fue martirizado en Patrás. Era un aspa de color rojo que representaba los nudos en el lugar en que habían sifo cortadas sus ramas, con sus picos hacía arriba. No deja de ser curioso que su procedencia fuera, cómo la actual bandera, de origen gabacho. Digo la actual y que nadie se me mosqueé porque Carlos Tercero era Borbón y cómo tal de procedencia gabacha.

Y es que inicialmente la Cruz de San Andrés la blandian los Borgoñones. Se les ocurrió durante la Guerra de los Cien años, ya que el patrón de Borgoña era este santo. Juan Sin Miedo la introdujo y después el guaperas de Felipe el Hermoso que la traía cómo emblema de su guardia, borgoñona, la introdujo cómo enseña real. No debió gustar mucho en la corte, pero quedó en sustitución de las armas de Castilla y Aragón. Éstas que, en tiempos de los Católicos Jerifaltes Isabel y Fernando, Tanto monta, Monta tanto, eran la enseña del aún incompleto puzzle español.

Después, el aspa se actualizó, como diriamos ahora. Estuvo invariable hasta mil setecientos uno, fecha en que el pelele de Felipe V la cambió por el paño blanco con sus armas personales. En mi opinión una cagada, pues se daba carpetazo a dos siglos de gloriosa tradición militar en la que se había conquistado un cuarto del planeta bajo esa enseña. Pero no sufrais, amiguetes, el aspa pervivió. Primero como contrapunto a las armas de los Reyes. Tradición que se conserva en los estandartes de Juan Carlos y de Felipe. Luego la pudimos ver a posteriori cómo señal distintiva en el Bando Nacional durante el mando del General Franki Franco. En la actualidad como soporte de los distintivos de las Fuerzas aArmadas Españolas y símbolo en los timones de dirección de las aeronaves de combate. Curiosamente se conserva tambien en alguno de los monumentos que nos afanaron los gringos, cómo el Castillo de el Morro de San Juan de Puerto Rico.

Pero cómo decia al comienzo, el pañito blanco de las narices suponía un follón de agarrate y no te menees. Tenía menos futuro que una república en España. Viéndo que era un quebranto el tercer carlos tuvo la genial idea de convocar un concurso para ver que se podía hacer. De doce pretendidos intentos eligió dos. Uno para la marina de guerra, que es el que conocemos actualmente y otro para la marina mercante que consistia en un paño amarillo con dos franjas rojas longitudinales. Una bandera mas chula que el punteras. Roja y Gualda, que es un amarillo asi como suciete. Carlitos lo dejó así refrendado:


Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Oceáno, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.

Señalado de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco.
Vamos que lo dejaba clarito con el agua, bien descrito para que no hubiera fallos ni confusiones ni nada de nada. Que no pillara el un barco con otro pabellón porque sino al capitán le iban a colgar de los juenetes en la verga mayor. El pabellón nos fue dado por el Rey cómo nos fue dada la Marcha Granadera, germen de nuestro actual himno nacional y del que hablare en otra ocasión. Ese fue uno de los mejores Reyes que estuvo España y quizás el primero que nos infundió cierto orgullo nacional, quebrantado vilmente por sus sucesores.

El caso es que el tiempo fue andando y la bandera fue cogiendo impulso. En mil setecientos noventa y tres se vió que la enseña molaba bastante y se ordenó, que pendiera, de ordenanza en todas las fortificaciones y puertos, lo cual la avalaba cómo futura enseña nacional si bien seguía siendo aún el pabellón de la Real Armada. El logro que afianzaba la bandera como enseña nacional fue la Ordenanza de mil ochocientos cuarenta y trés dada por Su Majestad Isabel II por la cual sustituía las banderas de cada unidad que variaba según las mismas cómo dije anteriormente, adoptándose el diseño de Carlos III y convirtiéndose, de facto, en la nueva enseña nacional, por lo que cómo bandera es bastante reciente ya que en dos mil trece cumplira ciento sesenta años. hay que hacer la diferenciación oportuna, de mil setecientos ochenta y cinco la bandera existió cómo pabellón de la Marina. En mil ochocientos cuarenta y trés y con motivo de su adopción por el Ejército de Tierra se constituye en enseña nacional.

La Bandera de España ha permanecido inalterable durante todo este tiempo. Unicamente ha ido variando el escudo que portaba y del que ya hablaré en su momento. Variaban los cuarteles, el escudo, con o sin columnas, con o sin corona real, con o sin corona mural. La bandera, sin embargo, continuó siendo la Rojigualda a excepción del corto periodo de cinco años anterior a la Guerra Civil. Durante el mismo y sin ningún rigor histórico y con dudoso gusto vió sustituida su banda encarnada inferior por otra morada. Según se decía representaba a los comuneros de Castilla que portaban una bandera morada durante su sublevación a principios del Reinado de Carlos I. Luego resultó que los comuneros no habian portado una bandera con ese color y resultó más un intento por modificar el caracter monárquico de la enseña y respaldarla de cierto rigor histórico, por otro lado infundado, que otra cosa.

Yo, por si acaso, seguiré gustando de nuestra bandera de toda la vida. Una enseña visible en lontananza, con fuerta y carácter de siglos. Trapo que enarbola los dos cimientos que hicieron grande al Imperio Español. Por un lado la sangre de los héroes que lo forjaron y por otro el oro que traían los buques que la enarbolaban desde La Habana hasta Cádiz. Cómo dice la copla: Banderita tu eres roja/Banderita tu eres Gualda/llevas sangres llevas oro/en el fondo de tu alma...

Del Blog C.S. Peinado

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