Oro y plata, lana de alpaca de Los Andes, esmeraldas de Colombia, caobas de Cuba y Guatemala, cueros de la Guajira, especias, palo de tinte de Campeche, maíz, patatas, mandioca, cacao son las materias primas que llegan en los veleros al puerto mejor protegido de América, entre marzo y agosto, para formar los grandes convoyes que, custodiados por las naves militares, parten en días señalados rumbo a España.
Con ellos, miles de marinos, funcionarios, colonos, comerciantes, aventureros llegan en la incipiente ciudad, que crece desde el puerto a ritmo vertiginoso.
La Habana se fortifica durante el siglo XVII por mandato de los reyes que la suscriben como "Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales". Al mismo tiempo, la ciudad se edifica con los materiales más abundantes de la isla: las maderas, que proporcionan a la arquitectura de la época un encanto peculiar en combinación con los estilos llegados de la Península Ibérica y, muy profusamente, de Canarias.7
En 1649 una epidemia de peste llegada de Cartagena de Indias, en Colombia, extermina a una tercera parte de la población habanera. El 30 de noviembre de 1665, la reina doña Mariana de Austria, viuda de Felipe IV, ratifica el escudo antiguo de Cuba, que tenía como símbolos heráldicos los tres primeros castillos de la ciudad: el de la Real Fuerza, el de los Tres Santos Reyes del Morro y el de San Salvador de la Punta, como tres torres de plata sobre campo azul. Además, una llave de oro que simbolizaba el título de "Llave del Nuevo Mundo", concedido desde antiguo a la ciudad.8
El Faro, junto al Castillo de los Tres Reyes del Morro, se ha convertido en símbolo de La Habana, capital de todos los cubanos.
Durante el siglo XVII la ciudad se engrandece con construcciones monumentales civiles y religiosas. Se erige el convento de San Agustín, se concluye el castillo de El Morro, y se construyen la ermita del Humilladero, la fuente de la Dorotea de la Luna en La Chorrera, la iglesia del Santo Angel Custodio, el hospital de San Lázaro, el monasterio de Santa Teresa, el convento de San Felipe Neri, y en 1728 se funda la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo en el convento de San Juan de Letrán.7
En 1763 se comenzó la construcción de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la mayor de las construidas por España en el Nuevo Mundo, que apuntaló el sistema defensivo de La Habana tras la ocupación inglesa. Las obras se prolongaron por más de once años y con un coste tan enorme para su tiempo que se dice que Carlos III, Rey de España se asomó a la ventana de su palacio con un catalejo para que le indicaran donde se encontraba tan cara construcción. Su posición privilegiada le convertía en un bastión inexpugnable. Contaba con un elevado número de cañones fundidos en Barcelona en el siglo XVIII, que siguen guardando simbólicamente la entrada de la Bahía de La Habana.7
En 1774 se realiza el primer censo oficial de Cuba: 171.670 habitantes, de los cuales 44.333 son esclavos. Entre 1789 y 1790 se divide la diócesis de Cuba: se erige en catedral la Iglesia Mayor de La Habana mientras que la antigua mitra permanece en Santiago de Cuba. Seis años más tarde, el 15 de enero de 1796, llegan a La Habana los restos de Cristóbal Colón procedentes de Santo Domingo.9
Siglos XIX y XX
El siglo XIX se abre con la llegada a La Habana de Alexander von Humboldt, quien queda impresionado por la vitalidad del puerto habanero. En el año 1837 se inaugura el primer tramo de ferrocarril, de 51 km, entre La Habana y Güines, que se usa para el transporte de azúcar desde el Valle de Mayabeque hasta el puerto de la ciudad. Con ello España se convierte en el quinto país del mundo en tener ferrocarril (ya que Cuba pertenecía por aquel entonces a España) y el primero de los de habla española.
A lo largo del siglo, La Habana se enriquece con centros culturales, como el Teatro Tacón, uno de los más lujosos del mundo, el Liceo Artístico y Literario, el teatro Coliseo. Visita la ciudad Garibaldi bajo el nombre de Giuseppe Pani
Hacia la década de 1850, el desarrollo de la industria azucarera, el ferrocarril, la industria tabacalera, entre otras, produjeron una pujante economía que llevó a Cuba a ser un lugar enormemente rico. En la década de 1860 Cuba era más rica que nunca, y La Habana fue el vivo reflejo de esta riqueza y prosperidad. En 1863, las murallas de la ciudad fueron derribadas para que pudiera ampliarse la urbe y construirse nuevos y espléndidos edificios. A finales del siglo XIX, las clases acomodadas se trasladaron al elegante barrio del Vedado, con sus numerosas quintas y palacetes.
Biografía:
Cuba es, quizá, la primera nación en la cual repiqueteó el teléfono. Diversos investigadores han llegado a la conclusión que, si bien no era cubano, sí fue en La Habana donde el verdadero inventor de este medio de comunicación llevó a cabo sus más concluyentes experimentos. El italiano Antonio Meucci, aunque no es considerado el definitivo inventor del teléfono, sí llevó a cabo en la Isla los experimentos que determinaron su aporte en la búsqueda del medio capaz de transmitir la voz a distancia. Natural de Florencia en 1808, Meucci vivía en La Habana desde 1835 y se desempeñaba como “mecánico” en el Teatro Tacón. Su trabajo consistía en instalar y dirigir el funcionamiento de la tramoya, preparar y cuidar los decorados, el atrezzo y la utilería. Para eso se necesitaba una acumulación de conocimientos que comprendía pintura, física, química, historia y artes plásticas. La pasión por el estudio sobrepasó en Meucci la necesaria para el desempeño de su profesión y llegó a ser un verdadero sabio para su época en materia de electricidad. Él descubrió, entre los años 1849 y 1850, cómo obtener la transmisión de voces a través de un alambre conductor unido a varias baterías para producir electricidad. Había denominado a su invento “telégrafo parlante” y también “teletro-phone”. Pero vamos a referirnos al uso del teléfono como una realidad práctica. El primer servicio telefónico local que comenzó a funcionar de forma estable y del cual se tienen noticias ,fue inaugurado en New Haven y luego en New York, entre 1877-78. Meucci, un italiano que inventó el teléfono mientras trabajaba en el teatro Tacón de La Habana |
La primera conversación telefónica en castellano se realiza en La Habana, en octubre de 1877, apenas tan solo 7 meses después de que Alexander Graham Bell le fuera otorgada la patente de su teléfono. Además con los aparatos que se trabajó en La Habana, en1878; en Madrid se iniciaron las investigaciones sobre la comunicación telefónica. En el año 1879, para proseguir con el acelerado desarrollo de las comunicaciones en la Isla, el hombre de negocios Enrique B. Hamel incorpora algunos aparatos telefónicos fabricados por la Tropical American Telephone Company, que permitían establecer una comunicación entre dos de ellos a una distancia máxima de 450 m.
El primer servicio telefónico fue inaugurado en la Habana el 6 de marzo de 1882, después que se fuera subastado durante largo tiempo los derechos a la construcción del mismo.
En 1888 a tenor de la declaración por parte del gobierno español de un Decreto para controlar el desarrollo de las comunicaciones telefónicas en Cuba, Filipinas y Puerto Rico; se le otorgan los privilegios de las transmisiones telefónicas a la empresa Red Telefónica de la Habana, S.A., compañía que contaba con el apoyo total de las autoridades españolas. La compañía solo logro instalar 1500 teléfonos
El Alumbrado Público en Cuba.
Desde 1879 algunas importantes ciudades extranjeras (muy pocas por cierto) disfrutaban en cierta manera de alumbrado eléctrico. La compañía Hispanoamericana de Alumbrado y Fuerza, radicada en la Isla, se dispuso a instalar este sistema en La Habana y, si todo salía bien, en el resto del país. En el año 1888 se da el permiso para instalar arcos voltaicos que iluminasen las dos calles más comerciales que en aquellos tiempos tenía la ciudad: Obispo y O´Reilly. Previamente, en la que fuese la fábrica de gas de Tallapiedra se había montado la maquinaria necesaria y una dinamo monofásica. La potencia de la que pudiera considerarse la primera fábrica de electricidad habanera era de solamente 100 kilowatts, y su capacidad daba nada más para 2000 bujías de 16 watts. Sin embargo, una modesta localidad de la Isla se había adelantado a la capital en el empleo de la electricidad como fuente del alumbrado público: la Compañía de Electricidad de Cárdenas, creada por el empresario hispano don Antonio Prieto, que comenzó a instalar su fábrica en los últimos meses de 1888 y la inauguró oficialmente el 7 de septiembre de 1889, algunas semanas antes de que se iluminasen eléctricamente las principales calles comerciales de la Habana. Aquella modesta planta cardenense tenía capacidad inicial para alimentar los 83 focos que constituían el alumbrado público de la urbe y para los 318 bombillos de uso privado que contrataron sus servicios en los primeros meses de su existencia. Mi opinión: Para acabar con la Leyenda Negra Española en Cuba, que dice que vinimos a progresar cuando nos convertimos en República. Como tenemos que aprender los cubanos. Cuba con España tenía gran desarrollo para la época. J.R.M. |