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martes, 11 de agosto de 2009

Colaboración para el Blog de Cuba Española. Segunda Parte (continuación)


No obstante, y a decir de Jesús Guanche Pérez, el guajiro canario llegado a las vegas para el laboreo del tabaco o la caña desde muy antiguo, quintado o emigrante forzado por la penuria existente en Canarias consecuencia del cruel e injusto sistema caciquil. Este emigrante necesario fue el que aportó a través de su elevado número, carácter y forma peculiar de su ser, la más grata huella y el recuerdo de su afabilidad, buena conducta y cumplidor en el trabajo asignado y en la palabra dada, lejos de la forma de proceder del llamado “confianzudo gallego”.
Los canarios aportaron destacadas figuras en todos los órdenes destacando el ideólogo, escritor, poeta y periodista José Martí Pérez, libertador y padre de la patria cubana, hijo de mujer isleña, Leonor Pérez Cabrera, nacida en la Vega de San Mateo de Gran Canaria y con ascendientes próximos en Santa cruz de Tenerife y La Palma, cuyo recuerdo da nombre a numerosas asociaciones de carácter cultural en diversos pueblos de la isla antillana.

Fue José Martí, a decir de la gran historiadora cubana Hortensia Pichardo, un hombre múltiple que vivía comido por el ansia de hacer bien a los demás, de luchar por la humanidad, sobre todo por Cuba y por su patria grande la América hispana. Fue contemporáneo de otro canario ilustre Nicolás Estébanez Murphi, militar, político, escritor, diputado a Cortes, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, soldado ejemplar en la guerra de África donde fue laureado por caer herido en campaña. Pidió destino a Cuba, prácticamente en guerra permanente contra la administración española, y hallándose en el Café “El Louvre” de La Habana, 1871, conoció el reciente fusilamiento de varios estudiantes jóvenes con cuyo acto, llevado a cabo por los llamados “voluntarios de la causa española donde se hallaban numerosos militares de carrera”, discrepó abiertamente en claro signo de insubordinación rompiendo su sable de forma simbólica. Este hecho a decir de Hortensia Pichardo le obligaría a formar parte de un consejo de guerra que se volvería contra él mismo, por cuyo hecho decidió abandonar su carrera militar. Más tarde diputado español y defensor del federalismo murió exiliado en Paris. El bandolero generoso, que tan bien retrata el “cubanólogo”, profesor Manuel de Paz Sanchez (director de mi tesis) en “Bandolerismo en Cuba”, Manuel García el “rey de los campos de Cuba” que da forma con grandes honores para la cultura tradicional cubano-canaria con sus décimas y guajiras, recordadas por nuestros abuelos como aparece en los versos que siguen recitados por un vecino de La Orotava y que Manuel Fariña, otro americanista, recoge en una publicación, que dicen: “Le sucedió a Manuel/ por ser tan justo y tan fuerte/ que hirió al contrario de muerte/ y lo apellidaron cruel...”

Este sentido de justicia y libertad, de independencia personal tanto en el isleño como en el cubano, se hallan presente en la idiosincrasia de ambos pueblos situados a ambos lados del Atlántico pero con permanentes relaciones. Mentalidad agraria y alma común, unido a las costumbres domésticas de ambas sociedades, costumbrismo, forma de hablar, entre otras afinidades comunes.

Producto de esta caracterizada personalidad cubana es digno de resaltar lo que un historiador cubano, bastante moreno, decía a este que escribe: “Primero nos avasallan los españoles durante cuatrocientos años, más tarde los yanquis con intervenciones a capricho, pistolerismo, corrupción y sexo, Enmienda Platt, Batista y sus perros amaestrado (sic)... A cualquiera se le infla el alma. La Revolución de Castro fue para nosotros la liberación total”. Sin comentarios.


(Continurá)

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