Permítanme declarar que hasta hoy el 20 de octubre era una fecha que no me decía nada. A riesgo de ser incinerada en muchas piras, rechazo el Himno Nacional, por regionalista, patriotero y belicista: no soy bayamesa sino cubana, no me identifico con aquello que han querido inculcarme bajo el oropel engañoso de lo que comúnmente han dado en llamar “Patria”, no quiero correr a ningún combate, ni mucho menos creo que bajo ninguna circunstancia la muerte sea gloriosa. Muerte es el vocablo más absoluto que conozco. En general, detesto la violencia en cualquiera de sus manifestaciones y –en mi pequeño credo personal- sostengo que lo realmente glorioso es la vida.
La Historia, por su parte, suele ser una vieja dama veleidosa que, al margen de los hechos, ha sido violada, sometida y puesta al servicio de los más disímiles amos. Así, pues, no me conmueve mucho si un apasionado cubano -al calor de la efervescencia guerrera decimonónica, y rodeado de sus fragorosos compañeros- compuso unos belicosos versos que fueron entonados por vez primera un día como hoy en una ciudad que poco después sería inútilmente incendiada. De cualquier manera, antes de eso ya había cubanos, y pese a todas las tormentas, hoy seguimos habiendo.
Pero este 20 de octubre de 2009 sí me concita a bloguear, no por un himno, por una bandera o por la casualidad de haber nacido en esta breve geografía de 111 mil kilómetros cuadrados, sino porque en esta Cuba que amo y conozco persisten, a pesar de ese himno y esa bandera, las mismas condiciones humillantes que no pudieron barrer las guerras de Independencia y 50 años de República. Medio siglo de oscuridad impide hoy a los cubanos vislumbrar sus derechos a la libertad de expresión, centenares de presos políticos purgan en prisión el ejercicio valiente y digno de la opinión libre, mientras fuera de esas rejas once millones de cubanos viven el degradante encierro que les impone una dictadura que se arroga el derecho de permitir o no el movimiento de los que considera esclavos de su dotación.
Los cubanos que, como yo, hemos conquistado un modesto espacio virtual de expresión ciudadana, podríamos unirnos en una blogacción permanente para multiplicar los reclamos de esta convocatoria urgente: libertad para todos los presos políticos y de conciencia, libertad de expresión, libertad de movimiento, libertad de opinión y de asociación, Internet para todos… Que así sea por siempre.
3 comentarios:
Tienes razón.
Los cubanos sois demasiado españoles, un siglo despues.
La forma de comportaros y de pensar es la misma.
Deberiamos volver a estar juntos para afrontar el futuro de otra manera.
Chapeaux, Señorita,
Totalmente en acuerdo contigo estoy, paisana.
Un saludo,
IDania
Tu prosa, remedo de tu perfil anejado por la brisa de caracoles y yagrumas, era virgen para mi; solo hoy te he leido, a las 7 y 5 pm en hialeah y ya me enviciaste. Felicidades....
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