Actualizado jueves 04/02/2010 22:49
El barco español Castilla es el mejor lugar para tratar de entender como es posible que aguas cristalinas del azul turquesa puedan bañar tanta destrucción. Nunca el Caribe pudo ser tan bello a bordo, y tan desolador en tierra. Desde la cubierta de uno de los mejor barcos de la armada se ven cientos de cocoteros que crecen sobre una arena del color de la harina pero que tapan cientos de casas reducidas a escombros y una población hambrienta que se asoma a la playa para pedir trabajo y ver a lo lejos la mole de hierro que llegó para ayudar.
24 días después del terremoto y con 423 militares abordo, 27 de ellos médicos, el buque español llegó a Petit Goaves, una pequeña localidad de 100.000 habitantes a 70 kilómetros de Puerto Príncipe. Una ciudad destrozada y olvidada por el objetivo de las grandes televisiones pero donde la población también duerme bajo los plásticos y sigue sacando, muchos días después, muertos de debajo de los escombros.
Pasada la una de la tarde, justo cuando el calor era más intenso, en un mugroso dique, que no es si no un montón de piedras sobre el mar, desembarcaron los primeros 35 militares que llegan en misión de apoyo humanitario a Haití. En el puerto les esperaba un grupo de Guardias civiles que forman parte de la misión de la ONU destinada en Haití desde hace seis meses. Se les notaba en la cara.
Las arrugas, el polvo en la cara y la comida envasada de unos, con el pelo perfectamente cortado y el traje a estrenar de los otros. Bajo el sol de Haití y frente al mar se juntaron y compartieron acento los españoles que dejan compañeros muertos bajo los escombros con los que acaban de llegar para tratar de ayudar en una complicada reconstrucción.
Pero en el muelle no hubo distingos y militares y Guardias Civil se fundieron en un emocionado abrazo con la bandera española ondeando en lo más alto, ante la mirada de un puñado de haitianos llegados hasta el muelle para presenciar semejante despliegue en un pueblo como este. Nadie recuerda algo ni remotamente parecido. Hasta aquí sólo llega alguien que descarga cemento de vez en cuando.
El barco incluye una potabilizadora, una farmacia, un banco de sangre y un quirófanoLa lancha de desembarco anfibia tipo LCM se acercó al muelle lentamente hasta que repentinamente la proa se abrió y se convirtió en una enorme boca que dejó caer hasta la arena una plancha metálica. 35 soldados equipados con la tecnología más sofisticada pisaron tierra por primera vez. Detrás de ellos 6 vehículos semiblindados tipo Hummer descendiendo poco a poco hasta el derruido pueblo. Era la primera vez que tocaba suelo en Haití el Ejército español.
Uno de estos haitianos, vestido con una americana llena de remiendos, era de los más contentos y esperaba que ahora por fin llegaran las medicinas y alimentos que necesitamos. ¿Pero estos no son americanos verdad? .
El Castilla llega en tareas de labor humanitaria durante los próximos tres meses y "demuestra la capacidad de reacción de la armada", explica el teniente Soto mientras muestra los modernos quirófanos y salas UCI del buque anfibio.
"El día 19 la ministra hace el anuncio y cuatro días después estamos en marcha con un barco diseñado para llevar a la costa tropas, material y vehículos gracias a un dique inundable interior y helicópteros. Hemos traídos lo mejor" señala.
De Perejil a Haití
El barco incluye una unidad de zapadores que proporciona capacidad de desescombro y apertura de carreteras, dotada de palas, cargadoras, excavadores bulldozer y camiones volquetes entre otra maquinaria. Incluye también una unidad de apoyo capaz de potabilizar 500 litros de agua cada hora.
'Esta misión supone un baño de humildad para los que estamos aquí', dice un tenienteEl buque cuenta con zona de reanimación y clasificados de heridos, quirófano y dos salas de operaciones, gabinete de odontología, farmacia, banco de sangre y rayos X. Entre otros avances, trae hasta un psicólogo y puede realiza consultas médicas por videoconferencia con el Hospital general Gómez Ulla. Hata que llegó a Haití el buque Castilla era más conocido por participar en el desalojo de la Isla del Perejil (julio de 2002) que por haber estado antes en Haití en 2004.
El teniente Saul Fernández fue de los que también estuvo en 2004 en Haití cuando el Castilla participó en una misión de la ONU destinada a la pacificación del país tras la huída de Jean Bertrand Aristide. Como tantos otros, es de los que tiene ganas de empezar a ayudar. "Sigo acordándome de aquella vez. Lo que más me llamó la atención fue el contraste de ver el Caribe y la belleza del país y su gente con la violencia y el hambre. La gente mataba por un bocadillo o por quitarte unos pares de zapatos. Todas estas misiones suponen un baño de humildad para todos los que estamos aquí".
Hasta llegar al puerto frente al que fondea el Castilla hay que recorrer tres horas de coche desde Puerto Príncipe de una infernal carretera que combina tierra, piedras y en algunos tramos asfalto. Un asfalto que en muchos puntos se abrió como el gajo de una naranja formando grietas de muchos metros aquel 12 de enero a las 4:53 de la tarde.
Noticia del Diario El Mundo, y es una colaboración de Alfonso Hernánadez de Mora
desde las Islas Canarias.
24 días después del terremoto y con 423 militares abordo, 27 de ellos médicos, el buque español llegó a Petit Goaves, una pequeña localidad de 100.000 habitantes a 70 kilómetros de Puerto Príncipe. Una ciudad destrozada y olvidada por el objetivo de las grandes televisiones pero donde la población también duerme bajo los plásticos y sigue sacando, muchos días después, muertos de debajo de los escombros.
Pasada la una de la tarde, justo cuando el calor era más intenso, en un mugroso dique, que no es si no un montón de piedras sobre el mar, desembarcaron los primeros 35 militares que llegan en misión de apoyo humanitario a Haití. En el puerto les esperaba un grupo de Guardias civiles que forman parte de la misión de la ONU destinada en Haití desde hace seis meses. Se les notaba en la cara.
Las arrugas, el polvo en la cara y la comida envasada de unos, con el pelo perfectamente cortado y el traje a estrenar de los otros. Bajo el sol de Haití y frente al mar se juntaron y compartieron acento los españoles que dejan compañeros muertos bajo los escombros con los que acaban de llegar para tratar de ayudar en una complicada reconstrucción.
Pero en el muelle no hubo distingos y militares y Guardias Civil se fundieron en un emocionado abrazo con la bandera española ondeando en lo más alto, ante la mirada de un puñado de haitianos llegados hasta el muelle para presenciar semejante despliegue en un pueblo como este. Nadie recuerda algo ni remotamente parecido. Hasta aquí sólo llega alguien que descarga cemento de vez en cuando.
El barco incluye una potabilizadora, una farmacia, un banco de sangre y un quirófanoLa lancha de desembarco anfibia tipo LCM se acercó al muelle lentamente hasta que repentinamente la proa se abrió y se convirtió en una enorme boca que dejó caer hasta la arena una plancha metálica. 35 soldados equipados con la tecnología más sofisticada pisaron tierra por primera vez. Detrás de ellos 6 vehículos semiblindados tipo Hummer descendiendo poco a poco hasta el derruido pueblo. Era la primera vez que tocaba suelo en Haití el Ejército español.
Uno de estos haitianos, vestido con una americana llena de remiendos, era de los más contentos y esperaba que ahora por fin llegaran las medicinas y alimentos que necesitamos. ¿Pero estos no son americanos verdad? .
El Castilla llega en tareas de labor humanitaria durante los próximos tres meses y "demuestra la capacidad de reacción de la armada", explica el teniente Soto mientras muestra los modernos quirófanos y salas UCI del buque anfibio.
"El día 19 la ministra hace el anuncio y cuatro días después estamos en marcha con un barco diseñado para llevar a la costa tropas, material y vehículos gracias a un dique inundable interior y helicópteros. Hemos traídos lo mejor" señala.
De Perejil a Haití
El barco incluye una unidad de zapadores que proporciona capacidad de desescombro y apertura de carreteras, dotada de palas, cargadoras, excavadores bulldozer y camiones volquetes entre otra maquinaria. Incluye también una unidad de apoyo capaz de potabilizar 500 litros de agua cada hora.
'Esta misión supone un baño de humildad para los que estamos aquí', dice un tenienteEl buque cuenta con zona de reanimación y clasificados de heridos, quirófano y dos salas de operaciones, gabinete de odontología, farmacia, banco de sangre y rayos X. Entre otros avances, trae hasta un psicólogo y puede realiza consultas médicas por videoconferencia con el Hospital general Gómez Ulla. Hata que llegó a Haití el buque Castilla era más conocido por participar en el desalojo de la Isla del Perejil (julio de 2002) que por haber estado antes en Haití en 2004.
El teniente Saul Fernández fue de los que también estuvo en 2004 en Haití cuando el Castilla participó en una misión de la ONU destinada a la pacificación del país tras la huída de Jean Bertrand Aristide. Como tantos otros, es de los que tiene ganas de empezar a ayudar. "Sigo acordándome de aquella vez. Lo que más me llamó la atención fue el contraste de ver el Caribe y la belleza del país y su gente con la violencia y el hambre. La gente mataba por un bocadillo o por quitarte unos pares de zapatos. Todas estas misiones suponen un baño de humildad para todos los que estamos aquí".
Hasta llegar al puerto frente al que fondea el Castilla hay que recorrer tres horas de coche desde Puerto Príncipe de una infernal carretera que combina tierra, piedras y en algunos tramos asfalto. Un asfalto que en muchos puntos se abrió como el gajo de una naranja formando grietas de muchos metros aquel 12 de enero a las 4:53 de la tarde.
Noticia del Diario El Mundo, y es una colaboración de Alfonso Hernánadez de Mora
desde las Islas Canarias.
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