HERALDO.es de Aragón
Zaragoza a 22 de Enero de 1896
El general Weyler pone rumbo a Cuba
En el expresso de barcelona pasó esta madrugada por la estación del Campo del Sepulcro el general Weyler, nombrado gobernador general de Cuba.
Esperábanle en la estación, el señor comandante en jefe de éste cuerpo de ejercito, señor marqués de Ahumada, y el digno presidente de esta audiencia territorial, señor García Briz, ligados ambos, por antigua y estrecha amistad, con el general Weyler.
También esperábamos nosotros para saludar en nombre del Heraldo De Aragón, al bizarro general que marcha a mantener la integridad de la patria en aquellas apartadas regiones.
Conferenció el señor Weyler brevísimos momentos con sus distinguidos amigos y merecimos, después del excelentísimo señor marqués de Ahumada, el señalado honor de ser presentados al ilustre generalen quien hoy tiene España puesta su atención y su confianza toda.
Breve, muy breve fue la entrevista que tuvimos con el general Weyler, aprovechando los cortos instantes de parada que hace en Zaragoza el tren expreso.
El general nos recibió con exquisita amabilidad y cortesía que agradecimos sinceramente y cumplimos el encargo de saludarle en nombre del Heraldo, expresándole nuestro deseo de que vuelva de Cuba victorioso, cubierto de gloria y asegurando la paz en aquella provincia española.
El general Weyler, agradeció el saludo del Heraldo, y mostrose complacidísimo, tanto por la acogida que su nombramiento ha merecido a la opinión, cuanto por la espontánea y entusiasta despedida que se le ha hecho a su marcha de Madrid.
Manifestó sus propósitos de terminar la guerra, sin violencias, haciendo únicamente justicias, castigando a los enemigos de España y sin hacer política ni inclinarse por ninguno de los partidos antillanos. Dijo que en Cuba cumplirá su deber que no es otro que terminar la insurrección.
Se le manifestó la noticia telegráfica que teníamos, y que ya conocen nuestros lectores, de haber abandonado su residencia en La Habana, trasladándose a Tampa, ciento cincuenta familias cubanas, y el general contestó que, si conociendo sus propósitos, que son únicamente hacer justicia, abandonaban Cuba para ir a Tampa, era evidente que algo tenían que temer y que seguramente no serán esas familias muy afectas a España. Complaciole mucho la respetuosa despedida que se hizo en La Habana al general Martínez Campos, de que también le dimos cuenta.
Como circulan noticias contradictorias acerca del día de su embarque, preguntele qué había de cierto, y el general nos contestó que él pensaba embarcar el día 25 en Barcelona, a bordo del vapor Buenos Aires, pero, como el deseo del gobierno y del general era ganar días, este vapor adelantaría sus escalas, todo lo posible, procurando salir de Cádiz el día 28. Por último, y cuando, ya próximo a partir el tren, nos despedíamos todos con el mayor afecto, el general me dijo que, ya nombrado y conociendo sus propósitos, era preciso que la prensa de la Península le secundase ejerciendo su poderoso influjo en la opinión pública, en bien de la pátria.
Sonó la campana de la estación, partió el tren expreso y los allí reunidos saludamos por última vez al general Weyler, quedando el Heraldo muy agradecido y obligado a sus atenciones, tanto como las que mereció su representante, del señor marqués de Ahumada y del presidente de esta Audiencia.
(Una colaboración de Iván)
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