(Fotos de Internet. Una colaboración de CCR)
José Ramón, sabias que en el Maine viajaban algunos mallorquines? Eso es lo que descubrirás al mirar la hemeroteca de la Vanguardia (sí, ultimamente me ha dado por mirar hemerotecas...)
También puedes ver como ya en Febrero de 1898 todo occidente (incluyendo el mismo EEUU) aceptaba que se había tratado de un accidente, pero aun así los pro-warros americanos decidieron empezar una guerra).
Ahi te dejo el enlace y artículo completo para que veas.
http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/1898/02/18/pagina-5/33404763/pdf.html?search=maine
La voladura del "Maine"
Todos los testimonios, asi los propios como los ajenos, van demostrando que la voladura de ese buque ha sido debida á un accidente fortuito. Tan racional es esa afirmación que no solamente en España, sino en Francia, en Inglaterra, en los E.U., en todas partes las personas más autorizadas por sus conocimientos técnicos aseguran que todos los detalles conocidos permiten dar carácter absoluto y definitivo á la afirmación de que el accidente fue casual. Si no bastaran tales testimonios a posteriori para rechazar la suposición,
que á priori rechazamos todos los españoles, de que el accidente haya podido ser ocasionado por una ignorada agresión, consecuencia de la situación creada por la presencia provocadora del Maine en la Habana, toda sospecha de los espíritus miserables quedaría destruida con el nobilísimo comportamiento, que aplaudimos con efusión, de las autoridades españolas de la Habana y de los marinos y marineros del Alfonso XII. Esos marinos y esos marineros, esos hijos legítimos de nuestra querida España, á los cuales saludamos desde aquí con orgullo de compatriotas, exponiendo heroicamente la vida por salvar la de sus ofensores! olvidando el agravio para aliviar el dolor de su enemigo! Qué lección tan dura para los norteamericanos, como nación y como individuos, si no están dejados de la mano de Dios y tienen el sentido moral de que alardean!
Pero al lado de estas pruebas de incalculable valor y de aquellos testimonios sobre el carácter fortuito del accidente, vienen todavía de los Estados de la Unión notas de recelo y de agresión. La comisión de Relaciones Exteriores cuando no sabe que hacer, insulta a España. Sustituir la explosión de agradecimiento, que al conocer el comportamiento de los españoles es lo que hubiera sentido cualquier corazón noble, por una explosión de injurias, según anuncian las noticias de allá, es propio de imbéciles ó malvados sin redención, y por tanto a tales injurias, sí existen, conforme comunican los cablegramas, no cabría contestar más que con el desprecio. Las reservas del comandante del Maine y de otras personas oficiales de la Unión sobre las causas del accidente, obligarán á otra conducta.
Esas reservas han motivado las informaciones oficiales de que hablan los despachos, y esto es lo que inspira estas líneas. En esas informaciones debe España utilizar en absoluto todos sus derechos y desplegar una actividad y una inteligencia extraordinarias, para que sea imposible falsear la verdad por torpeza ó por malicia. Va en ello la honra y la tranquilidad de España. El espíritu americano puede tener un doble interés en que no aparezca con su verdadero carácter de fortuito el accidente: Primero para que no quede al descubierto la vergonzosa incuria de su marina que no ha sabido preveer el accidente; segundo para fomentar la política de arterías seguida con España y adular al jingoísmo. Contra tales contingencias se han de prevenir las autoridades españolas en esa información, no solo por amor á España sino por el amor supremo á la verdad y á la justicia.
Los despachos dicen también que entre los marineros del Mame había varios mallorquines. No queremos reflexionar ahora sobre la situación de esos; españoles á quienes los accidentes de la vida llevan á servir á los enemigos de su patria. Dejando para iniciativas más autorizadas y de mayores recursos el estudiar el modo, quizás deseado por loa compatriotas que se encuentren en ese caso, de ofrecer á todos los españoles qwe sirvan en las escuadras extranjeras un puesto en la escuadra española, ciñéndonos ahora al accidente del Maine y con el alma llena de compasión, se nos ocurre, pensar que el espíritu español, mortificado por la famosa suscripción yankee, tiene ahora ocasión de aquilatar la sinceridad de la teoría yankee, amparando con socorros de España á las familias españolas de los mallorquines víctimas de la incuria ó de la torpeza de la administración norteamericana.
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