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Como ha dicho nuestro compatriota José Ramón Morales, a nosotros no nos motivan los intereses personales. Yo no necesito el pasaporte europeo porque tengo el norteamericano que sirve a los mismos efectos y abre todas las puertas igual que el primero, además de librarme de la desgracia que sería tener que usar para moverme en el mundo un salvoconducto del remedo de avión secuestrado en que la tiranía castrista ha convertido a nuestra patria verdadera. Digo verdadera porque la prestada la agradecemos sin rendir nuestro orgullo y sentido de la dignidad, pero no es la nuestra.
Mucho de lo que se expone en la blogósfera está basado en globos y mentiras; por ello estoy aportando las pruebas de que lo dicho por mi es absolutamente genuino y lo puedo probar. Haga click en la imagen que está a la izquierda para que pueda corroborar los detalles probatorios de mi ciudadanía estadounidense. Algunos rasgos de mi firma y ciertas partes de códigos neurálgicos (que pueden prestarse para robo de identidad) han sido distorsionados. Los datos concernientes a mi edad (año de nacimiento, 1955), 53 años, mi nombre, Octavio Dilewis, país que emite el pasaporte, Estados Unidos, etc, están comodamente a la vista.
A propósito, en estos dias tengo que renovar mi pasaporte norteamericano porque cumple diez años y expira su validez. Cuánta diferencia con el salvoconducto del remedo de avión secuestrado castrista. La renovación, incluyendo el servicio especial de procesamiento expedito y entrega al otro dia no me cuesta más de cien dólares, y me sirve para viajar al mundo entero durante otros diez años sin necesidad de ningún otro trámite o control en toda la extensión de una década. El salvoconducto castrista, los que tengan la desgracia de necesitarlo, tienen que renovarlo cada dos años, a precios tan obscenos que solo pueden ser considerados precios de extorsión gansteril, y no sirve para nada, solo para poder entrar, los que son sumisos o no enemistados con la tiranía, al remedo de avión secuestrado, al feudo personal del tirano Castro. Como a mí los secuestradores de nuestra patria no me dejan entrar a mi país (ni siquiera cuando enfermó y murió mi padre, que Dios tenga en la gloria eterna, en el 2001), no tengo que sufrir ni la extorsión gansteril ni el asco y la vergüenza de llevar en el bolsillo la sublimación documentada de la esclavitud y de la ausencia de derechos individuales para todos excepto para el capo de la pandilla castrista.
A mi, desde que conocí personalmente a Estados Unidos y aprendí a comprender mejor, desde las entrañas del monstruo, a nuestro Apóstol José Martí, de modo definitivo a partir de 1995 en que fundamos la fraternidad FENA (Fraternidad Euro Norte Americana que ha tenido como fin impulsar el acervo europeo y la expansión de la Unión Europea a toda Europa, las Antillas Españolas, Canada y Estados Unidos) jamás me ha abandonado la idea de la creación de una patria grande en que podamos sentirnos seguros y de la que nos sintamos orgullosos, a crearse mediante la reunificación de España y las Antillas Españolas, y si Portugal se apunta, pues mucho mejor, ahí sí estaremos de tu a tu con el líder de Europa, Alemania, y con muchos más recursos naturales y ventajas de orden estratégico que el gran pais germano.
Se trata de sentimiento y sentido de patria grande, de orgullo nacional, de proyecto de nación para todos nuestros compatriotas de España y las Antillas Españolas. No se trata por mi parte de intereses materiales personales porque para ello, desde mi posición de empresario norteamericano y profesional de las finanzas y las leyes, tengo todo lo que se necesita en materia de plataforma hacia el progreso individual.
Dada mi condición de ciudadano norteamericano y debido, adicionalmente, a ciertas circunstancias favorables con que mi Dios Infinito y Todopoderoso me ha vendecido, yo puedo vivir en el país del mundo que quiera: España, Italia, Francia, Suecia, Suiza, Canada, Australia, Monaco (de hecho en la Côte d'Azur viven algunas de nuestras más allegadas fraternas), Rio de Janeiro, Estambul, Hong Kong, etc, etc, etc.
Esta idea no parte de alguien que tiene en mente que sus compatriotas vayan a vivir a ninguna parte distinta de su paraiso convertido en infierno por la acción de la plutocracia norteamericana que colabora con y patrocina a un canalla que sin alguna duda es descendiente directo de Mefistófeles, el tirano Castro, marioneta del establishment antiamericano. Esta idea existe en función de que mis compatriotas y yo, un aproximado de 13 millones intra y extramuro, podamos vivir en la Perla del Caribe junto con por lo menos cuatro millones de compatriotas españoles de la península, las Baleares y las Canarias, dos millones de compatriotas españoles de Quisqueya y Borinquen, y otros dos millones de alemanes, franceses, italianos, portugueses, etc, 21 millones de almas, de seguro, con uno de los estándares de vida, calidad de vida y de responsabilidad social, más altos del planeta.
Lo que yo ciertamente no tengo ahora es patria, esa solo la tendré, de modo sublime como se acota en el párrafo anterior, cuando Cuba sea libre y nuestro gran proyecto de reunificación se haya materializado.