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domingo, 22 de noviembre de 2009

III.-WEYLER EN CUBA, ÉXITOS PRELIMINARES. Por Miguel Leal Cruz (Primera Parte)

Periodismo Histórico s.l.
Canarias-España

III.-WEYLER EN CUBA, ÉXITOS PRELIMINARES

La Guerra de independencia de Cuba (1895-1898), como se ha dicho, definitiva a pesar del esfuerzo de los españoles adictos y de los mandos militares en la isla, se extiende rápidamente desde Oriente hasta la provincia de Pinar del Río, en acción combinada de fuerzas insurrectas cubanas que asombraron al mundo de la época en el mismo año 1895. La opinión pública fue hábilmente movilizada a través de la prensa, único y eficaz medio de comunicación de masas y
que constituía un factor influyente, quedando amenazada, por último, la propia Habana sede suprema de la administración civil y militar españolas, en estado de alerta desde finales de dicho año y dos meses antes de la llegada del nuevo Capitán General: Valeriano Weyler y Nicolau, Marqués de Tenerife[1].

Con táctica netamente militar intenta cambiar, por todos los medios, el signo adverso de los acontecimientos, aplicando nuevos métodos, considerados bárbaros, contra los insurrectos y elementos no adictos a la causa española que llegaban a su punto culminante en el bando de reconcentración firmado, pero que tiene efecto mucho después de su toma de posesión, el 21 de octubre del mismo año, al ver clara la concomitancia entre población civil con rebeldes y yanquis, orden que disponía: «... todos los habitantes en los campos o fuera de las líneas de fortificación —se refería ya a la creada por él desde Mariel a Majana— y de poblados, se reconcentrarán en el término de ocho días en los pueblos ocupados por las tropas. Será considerado rebelde y juzgado como tal, todo individuo que transcurrido dicho plazo se encuentre en despoblado...». Como apunta el profesor cubano José Cantón Navarro[2], la citada orden motivó que «miles de cubanos tuvieran que abandonar sus hogares, fincas y demás propiedades —salvo los animales domésticos y enseres personales— y se trasladarían hasta los lugares designados por el bando. Los concentrados, sin medios de vida vagaban por los portales, parques y calles de las poblaciones, durmiendo a la intemperie y subsistiendo de la caridad pública», puesto que el ejército español poco o muy poco hacen por ellos, sólo vigilarlos.

Esta política de concentración en múltiples campos independientes, donde se fusilaba bajo mínimo pretexto a aquellos de sospechosa conducta de no afección —mujeres, niños, e incluso hijos de ilustres militares españoles, que resultaran sospechosos—, produjo la crítica de la prensa yanqui con el consiguiente daño a España y a su política colonial, al quedar afectados por dichas medidas la población campesina formada principal mente por ancianos, mujeres y niños al hallarse muchos de los adultos huidos o en el bando insurreccional ya nominado Ejército Liberador de Cuba y en abierta guerra contra el Ejército Español en la isla.

La situación de guerra desesperada en que desembocó, dio lugar a excesivos gastos a la hacienda española que llegado el momento devaluó la peseta cuando su cotización en el mercado internacional aún era superior a la del mismo dólar norteamericano.

La tópica frase «España pondrá en Cuba el último hombre y gastará la última peseta», no la pronunció solamente Cánovas del Castillo, también la usó, para sus intereses azucareros en la isla, Romero Robledo, político conservador vinculado por matrimonio a la familia cubana de los Zulueta propietario de varios ingenios azucareros, que repitió insistentemente: antes de transigir daremos la última gota de nuestra sangre y gastaremos el último escudo de nuestros bolsillos. Asimismo, al juicio de la guerra, en 1895, el entonces líder de la oposición liberal, Práxedes Mateo Sagasta con apasionamiento inusitado previno ante el parlamento que el gobierno español estaba dispuesto a invertir el último hombre y la última peseta para aplastar la rebelión cubana. Más tarde, a la vista de las circunstancias en Cuba y en el mismo territorio español, modificó totalmente aquella premisa, puesto que llegado el momento de reflexión, ante la proximidad de la derrota que se intuía en aquel verano de 1898, aparece en un artículo editorial de El Nacional, respecto a aquella defensa a ultranza para conservar Cuba, lo siguiente: cueste lo que cueste se transforma en pérdida de los fundamentos integristas preconizados, para acercarse más al sentido lógico y de racionalidad.., con una deuda que alcanza los 3.000 millones de pesetas, una inevitable guerra con los EEUU y todo perdido, y con la autonomía radical (en Cuba) que es igual a la independencia, que además los cubanos terminaron por no acatar, lo que supone la anarquía, y se pregunta ¿es que nadie ha pensado en una anexión pactada y beneficiosa para España o la venta en firme proyectada, pero no posible que garantice las propiedades de los peninsulares y nos redima de la deuda?

Todo este buen deseo se esfumó puesto que el escenario cambia de forma radical con en el estallido de la guerra hispano-americana, que provocada por los intereses yanquis, conduce irreversiblemente a la derrota..

IV- GUERRA TOTAL A LA DESESPERADA: MACEO Y GÓMEZ

Waleriano Weyler y Nicolau[3], Marqués de Tenerife desembarca en el Puerto de La Habana, el día 10 de febrero de 1896, confirmado en el mando.

Asumirá amplios poderes de actuación, tanto civiles como militares, y es recibido con multitudinaria manifestación de apoyo en el mismo puerto y por las calles hasta el Palacio de Capitanía. Las principales peripecias de carácter oficial, desde su propuesta en España hasta su toma de posesión en Cuba, aparecen recogidos con carácter exhaustivo en los periódicos de la época nacionales, entre ellos Diario de Tenerife (Canarias)[4] y muchos extranjeros.

Como ya habían previsto los principales jefes cubanos en la ya considerada guerra como tal, generales Maceo y Gómez, la llegada del notorio general español inicia una fase nueva en la estrategia española. Weyler sentía total desprecio por la mucha “benevolencia” usada por Martínez Campos, que dio lugar a la llamada “invasión del oeste” y a las correrías de los principales jefes insurrectos cubanos en las mismas puertas de La Habana desde las provincias limítrofes, antes de la llegada y toma de posesión del General. Su primer comunicado a Madrid reflejaba claramente la gravedad de la situación, del que entresacamos:

«Cuando tomé el mando de esta Isla, Maceo estaba todavía en Pinar del Río —parece discrepar con otras fuentes— concretamente en Sabana del Mar, y el 11 en el molino de azúcar Laborí, cerca de Artemisa. Máximo Gómez, desde Oriente, se dirigía hacia Guayabal, a sólo 32 kilómetros de La Habana, por el Oeste, desde el molino Jamaica. Estaba acampado cerca del molino Portugalete, famoso por ser propiedad de Manuel Calvo, financiero que en la guerra anterior, había sido representante de los voluntarios, y por estar muy próximo a la capital.., donde reinaba el terror: mi predecesor, Martínez Campos, había tomado medidas contra un ataque enemigo... en Correos y en los principales edificios públicos, con equipos de «voluntarios» y de bomberos, y cada noche este admirable cuerpo vigilaba el sector externo de la ciudad, para impedir un ataque... La comida sólo podía llegar desde el campo a condición de «pagar a los rebeldes el impuesto que ellos pidieran... Al día siguiente de mi llegada, ellos, impidieron el aprovisionamiento de leche. Debería añadir que en la propia capital había conspiraciones, que entraban y salían municiones de diferentes tipos, y que... se había desvanecido todo respeto por la autoridad, y en todas partes se murmuraba contra España, en todas partes críticas y quejas... Nuestras distintas columnas, constituidas por contingentes aislados procedentes de cuerpos diferentes, y dirigidas por oficiales que no conocía, estaban deprimidas y no recibían alimentos de un modo regular. Había tal anarquía que, cuando los oficiales por un puesto militar, dejaban allí a algunos hombres y cogían otros nuevos. Las tropas tenían que abarcar un número enorme de granjas y pueblos... o sea que cuando un contingente era atacado, por los rebeldes, no contaba con ningún refuerzo positivo, y así se veían obligados a contemplar como ardían los cañaverales ante sus mismos ojos. Finalmente, la facilidad con que podían formarse guerrillas y fuerzas de voluntarios, para el bando español, “concediéronse” (sic) el grado de capitán o de comandante a cual quiera que lo pidiera, producía... una gran falta de unidad en el mando, desistiendo muchos de ellos al cabo de poco, y lo que es más grave pasándose al enemigo con armas y municiones... Y cómo en el cuartel general no se tenía un conocimiento suficiente de todo esto, se comprenderá que el trabajo que me aguardaba era difícil e ímprobo[5]”

Para agravar más aún la situación, la política yanqui-norteamericana “incentivaba”, más claramente ahora, la ayuda a los rebeldes en armas, dinero e iniciativas. Las fuerzas del General Máximo Gómez, a quien Weyler conoció[6] personalmente en Santo Domingo en 1865 durante una acción bélica conjunta, hacían gala de su capacidad militar en las mismas puertas de La Habana, burlando a las columnas enemigas que el nuevo mando envió en su persecución, con marchas y contramarchas, casi paralelas, que “despistaban” a los españoles. Maceo, el otro gran líder cubano de la guerra, que también luchó en la anterior contienda, “Guerra de los Diez años”, llevaba a cabo planes de estudiada estrategia militar para desacreditar a Weyler ante la gran expectación creada con su llegada y sobre todo influir en los periódicos de la época, que trataban en sus primeras páginas la cuestión cubana, sabido como era que el nuevo general venía a “pacificar” la isla a “sangre y fuego”. Evitar que V. Weyler se pudiera vanagloriar de posibles éxitos militares para ahogar la rebelión convertida en abierta guerra para toda la isla de Cuba, constituía el plan estratégico ideado por el General de color, llama do por ello “El Titán de Bronce”.

El cubano José Miró Argenter su compañero infatigable, protector y lugarteniente a más de cronista en la campaña de Maceo, claramente explica en sus memorias la forma en que llevó a cabo el citado plan, puesto en marcha desde antes de la llegada del nuevo y temido Capitán General.

Consistía en: Primero: lidiar contra todas las columnas españolas que guardaban la comarca central del Pinar del Río; segundo: abrirse paso a mandoble allí donde encontraran resistencia sólida, y tercero: encaminarse a la Provincia de La Habana, donde pensaban unirse a las columnas de Gómez, y hacer coincidir su presencia con las fechas de toma de posesión de Weyler en el mando del ejército español en Cuba.

Siguiendo la magnífica descripción militar que de este momento de la guerra aparece en el Libro Fuerzas Armadas, Cuba, 1972, extraemos aquello que más concierne a nuestro protagonista: El marqués de Tenerife y su vinculación bélica en la Mayor de las Antillas.

Para poner en práctica el plan ideado contra Weyler, Maceo encamina sus fuerzas hasta el Paso Real de San Diego de la provincia pinareña, en enero del mismo año 1896, entablando combate con la fuerte columna española de más de 2.000 hombres al mando del general García Navarro, quien, siguiendo órdenes superiores, las últimas de Martínez Campos, se retiró precipitadamente hacia La Habana, sin presentar batalla a los insurrectos, a donde habrían de reconcentrarse las tropas hasta la llegada del nuevo general en jefe.

Maceo le persiguió, siento interceptado por las columnas del general Luque, y con una carga a «machete», famosa, y pérdidas para ambas partes, logró proseguir la marcha. Conquistada fácilmente la población de Candelaria, cuyos defensores, los llamados “voluntarios”, se unieron a las fuerzas de Maceo en mayoría, tal vez para salvar la vida, continuó el avance hasta La Habana, en cuyas proximidades esperaría hasta el día doce de febrero, fecha anunciada para la llegada de Weyler, que viajaba en barco desde España.

Maceo ansiaba mostrar al mundo, y especialmente a la prensa, que resultaría fácil aparecer con sus fuerzas en las mismas puertas de la capital en el preciso momento en que llegara el legendario general. Contaba con unos dos mil hombres el día 17 de enero, situados a sólo cinco leguas de su extrarradio. A los efectos de acallar las manifestaciones de júbilo prodigadas por los citados voluntarios ante la llegada de Weyler, determinó atacar el poblado de Jaruco, fácilmente conquistado con la incautación de valioso material de guerra en fusiles, municiones y otros.
(Continuará)


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[1] Carlos Estefanía, director de una publicación cubana en Suecia Cuba Nuestra ha dicho: A principio de los años noventa el enfoque de la historia fue revisado en Cuba. Por primera vez se habló de españoles como corajudos soldados que enfrentaron al poderoso ejército norteamericano; así lo recordamos en las palabras con las que el historiador Eusebio Leal Spengler presentó un documental sobre el Contra Almirante Cervera y el hundimiento, frente a Santiago de Cuba, de la Escuadra de Operaciones de Las Antillas bajo su mando.
La llegada en 1996 del Partido Popular al poder en España y sus críticas a La Habana significó una inversión en esta tendencia. Muestra viva la dio Librínsula, publicación de Biblioteca Nacional. En su edición correspondiente al Año 1, No.47, viernes, 26 de noviembre del 2004, apareció un artículo titulado San Valeriano Weyler, donde se ataca duramente la Ponencia sobre “Weyler y la Guerra de Cuba”, enviada por el historiador canario Miguel Leal Cruz a la III Conferencia Internacional de Historia, celebrada en La Habana en 1998, y se trata de vincular su contenido con la ideología del Partido Popular, lo cual no era cierto. Hemos decidido dar a conocer en esta edición de Cuba Nuestra, la controvertida ponencia, no porque tengamos el menor interés de reivindicar a Weyler, cuyos crímenes contra la población civil cubana consideramos injustificables, sino por lo importante que es conocer como nos ve el otro, en este caso un español, y por las enseñanzas que aún podemos extraer de la tragedia desencadenada en Cuba hace 110 años por el general español, cuando puso en práctica las medidas recomendadas por su predecesor, Arsenio Martínez Campo; la de concentrar a los campesinos en ciudades y poblados , a fin de que no pudieran respaldar a los independentistas. Sólo podremos valorar en su justa medida el trabajo investigatorio de Miguel Leal que ahora presentamos, contraponiendo su ponencia a obras de claro hispanocentrismo, como Weyler: Nuestro Hombre en La Habana, de Gabriel Cardona y Juan Carlos Losada; es aquí donde encontramos la auténtica apología del espadón y donde la irreverencia ante sus muertos llega a limites inconcebibles, mientras se alaba su eficacia como estratega militar.
Y es este concepto weyleriano de “eficacia” sobre el que se construyen en general las guerras, paridoras eternas de “Weylers”. Ocurre que todo ejército, no sólo el de la España colonial, lleva Weylers en ciernes. Weylers fueron los generales que durante la guerra Anglo-Bóers crearon en Sudáfrica inmensos campos de concentración, donde murieron miles de mujeres y niños descendientes de los primeros colonos holandeses. Weylers fueron los generales del Ejército Rojo que aplicando la contingentación (sic) y colectivización de los campesinos rusos, desataron verdaderas hambrunas. Weylers concibieron los campos de concentración nazis. Y Weylers dejaron caer bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Como Weylers son los generales aliados que en la caza de Sadam Hussein permitieron el bombardeo de objetivos civiles. Y no menos Weylers son los llamados resistentes que, en nombre del Alah, el anti sionismo o el antiimperialismo, degüellan inocentes ante las cámaras de televisión o envían hombres-bombas arrancando la vida de todos cuantos andan por las calles, tengan culpa o no esos transeúntes de lo que hagan los sionistas y los imperialistas.
Solo hay una forma de conjurar a los Weylers de cualquier naturaleza; conjurando las guerras que los desencadenan, sean “buenas” o “malas”, y esto se logra de un solo modo, enterrando bajo una montaña de razones y palabras, apenas aparezca, la intransigencia. Carlos M. Estefanía, Estocolmo (S), febrero 2006, Cuba Nuestra.
[2] Cantón Navarro, José, El Desafío del Yugo y la Estrella, La Habana, 1995, citado, desde aspectos generales.
[3] Valeriano Weyler y Nicolau, Marqués de Tenerife nació en Palma de Mallorca, 1838 y falleció en Madrid, 1930. Capitán General de Canarias y de Filipinas. Fue designado por Cánovas del Castillo para reprimir la insurrección cubana en 1896. Posteriormente fue Ministro de la Guerra de 1901 a 1905, y 1907, y Capitán General de Cataluña (segunda vez), donde reprimió duramente los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona (1909), que fue motivo para su cese posterior.
Militar enérgico y valeroso cuyos destinos en los lugares más conflictivos eran a petición propia. Abandonó Santo Domingo en 1865, en cuya ciudad conoció personalmente a Máximo Gómez, el futuro contendiente en la Guerra de Cuba, alcanzando el grado de Teniente Coronel de Caballería. Después de corta estancia en la Península volvió a Cuba donde en las primeras operaciones de 1868, a las órdenes del conde de Valmaseda, alcanzó el grado de Coronel por su heroico comportamiento en la toma de Bayazo a los rebeldes.
Fundó para esta guerra una especie de «legión extranjera» aceptando a negros, blancos, cubanos y todo tipo de «elementos» de cualquier origen, que constituyó el germen de lo que sería La Legión española.
Regresó a España y luchó contra las fuerzas carlistas —a las que más tarde, destituido en Cuba, quiso capitanear—, y por ello ascendido, el 23 de enero de 1878, con sólo 39 años de edad, al empleo de Teniente General. Destinado en Canarias hasta 1883, contribuyó con su mando a la edificación de obras militares, con repercusión en lo civil. Su mando revestía dureza pero fue apreciado por muchos de sus soldados. Construyó la Capitanía General en Santa Cruz de Tenerife, frente a la Plaza que aún hoy lleva su nombre, y el Hospital Militar, sin que «al Estado le costase un duro», al menos sin excesivos costes, para lo que concedía permisos extras a los soldados canarios a cambio de “prestaciones” en las obras. Cuando cesó en el mando, algunos tinerfeños solicitaron para él el título de Marqués de Tenerife que le fue concedido.
Más tarde, hallándose en Barcelona como Capitán General y en férrea lucha contra los anarquistas, fue nombrado por Cánovas para General en Jefe del Ejército en Cuba, a cuya isla llegó en febrero de 1896 con bien estudiado plan de operaciones, que puso en práctica inmediatamente con algunas victorias en el oeste. Creyendo tener pacificada a Cuba en el verano del 96, hubo de retomar la lucha. Mas, tras la pertinaz presión yanqui-norteamericana contra su política bélica y el asesinato de Cánovas del Castillo en circunstancias aún no totalmente aclaradas, motivó su cese en el mando, agosto de 1897, siendo sustituido por el General Blanco, obediente al nuevo presidente Práxedes Mateo Sagasta.
Regresó a España pero no decayó su carrera militar, puesto que en 1909 sofocaría el levantamiento de la Semana Trágica de Barcelona, con su sola presencia, según algunos de sus biógrafos, y llegó por ascenso en el escalafón de su clase al grado de Capitán General.
Escribió Mi mando en Cuba, tratando de justificar su actuación militar, al tiempo que acallar la crítica a su gestión de la que siempre ha sido objeto. Murió próximo a los cien años de edad que explica la excelente salud de que siempre hizo gala. Su nieto Wyler y Puga analiza la vida militar de su ancestro en la isla antillana. N d A.
[4] El prestigioso periódico Diario de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, a través de telegramas al director y otras diversas fuentes, recoge la crisis cubana en sus páginas, desde la caída de Martínez Campos hasta la toma de posesión del General Weyler en el mando de la Isla, y que resumimos:
Viernes, 17 enero 1896. Telegrama de nuestros servicios particulares.
Madrid, 16 -5,30 t.- El Consejo de Ministros celebrado hoy bajo la presidencia de la reina regente, sólo duró 25 minutos. El Presidente del Gobierno, Sr. Cánovas del Castillo, llegó algo retrasado. Salió un cuarto de hora después que sus compañeros. Los ministros desmintieron al salir, como falsos los rumores que han circulado, relativos al Capitán General Sr. liI Campos. Aseguraron que el Sr. Cánovas en su discurso de siempre, sólo se ocupó de la cuestión de Cuba. El ministro de la Guerra Sr. Azcárraga puso a la flama de la regenta vatios decretos de recompensas por méritos contraídos en la campaña de Cuba.
Después del Consejo, conferenciaron y almorzaron juntos los ministros de Estado y de Hacienda Sres. Duque de Tetuán y Navarro Reverter. Está siendo muy comentado, y en distintos sentidos, el consejo de hoy. Todos, sin embargo, convienen en atribuirle importancia. Los ministros se muestran sumamente reservados. Algunos parecen malhumorados.
Madrid, 16 -6 t.- Continúa habiendo gran animación política. En todos los círculos se considera que tendrá gran importancia el Consejo de Ministros que dice se celebrará mañana.
Supónese inminente el planteamiento de la crisis, con motivo del estado de la cuestión en Cuba. En las operaciones de hoy, en la bolsa se han acentuado la baja de todos los valores públicos.
Madrid, 16 -8,40 n.- Nuestro primer telegrama de esta tarde se trasmitió suprimiéndose el párrafo en que el Capitán General, Sr. Martínez Campos, comunica que las partidas —de insurrectos— que se hallaban en el Departamento de Oriente han engrosado la invasión en la parte occidental de la Isla. Con tal motivo alteró la distribución de las tropas, reuniendo 15.000 soldados que operaban en occidente.
Madrid, 16 -9 n.- Se asegura que el gobierno está decidido a acordar el relevo del Capitán General de la Isla de Cuba, Sr. Martínez Campos, aceptándolo la reina regente. En el caso de que los ministros Duque de Tetuán y Navarro Reverter, que continúan defendiéndole, se opusieran a aquel acuerdo, sur la crisis total. En los círculos políticos todos están animadísimos. En ellos nadie duda que se acordará el relevo del General.
Madrid, 16 -9,100.- Se ha recibido un telegrama particular de La Habana, participando que los insurrectos habían atacado nuevamente la población de Bejucal. La columna que manda el general Linares los derrotó completamente, causándoles muchas bajas.
Madrid, 16 -11,20 n.- El periódico El Heraldo de Madrid ha recibido un telegrama, diciendo que el Gobierno ha accedido al regreso para la Península al Capitán General Sr. Martínez Campos, por su falta de salud, el malogro de sus operaciones y la confesión de sus errores. El Sr. Cánovas del Castillo ha desmentido semejantes noticias.
Madrid, 17 -2,15 m.- De Partes telegrafían las siguientes noticias: «Ha causado gran impresión el telegrama publicado por Le Temps sobre la actitud de los voluntarios españoles de La Habana contra el Capitán General de Cuba Sr. Martínez Campos». Madrid, 17 -2,30 m.- Se lee que habiéndose enterado el General Luque de la presencia de insurrectos en dirección a Migostura, tras la lucha abandonaron los rebeldes cien caballos. Es de hacer constar que en la Provincia de La Habana, y proximidades de la capital, la actitud de rodeo y evasión de las fuerzas insurrectas, mandadas por el mismo Maceo, con relativos y efectivos triunfos, a más del efecto psicológico, fue principal causa de la crisis, que favoreció la destitución del Capitán General.
Madrid. 17 -3,25 m.- El Teniente General Sr. don Camilo Polavieja se ha presentado hoy a la reina regente.
El Sr. Cánovas del Castillo ha dicho que el cablegrama del Capitán General de Cuba, en que se comunica al Gobierno la discrepancia. El Sr. Cánovas del Castillo ha dicho que el cablegrama del Capitán General de Cuba, en que se comunica al Gobierno la discrepancia surgida entre los partidos políticos de La Habana. le obliga a plantear al Consejo de Ministros la cuestión del relevo del General Martínez Campos.
Madrid, 17 -5,45 t.- La noticia del relevo del General Martínez Campos de la Capitanía General de Cuba y dirección de la campaña, ha impresionado favorablemente a la opinión pública. El Sr. Cánovas, contestando a los periodistas que le preguntaban, ha manifestado que considera todavía algo prematuro decir nombre alguno de quien haya de sustituir al General Martínez Campos.
Madrid. 17 -7,30 t.- Acaba de terminar el Consejo de Ministros y por unanimidad ha acordado autorizar a don Arsenio Martínez Campos Capitán General de Cuba y a don José Arderius y García, Segundo Cabo de la misma, para que regresen a la Península.
Con el carácter de interinos les sustituirá, respectivamente, los Tenientes Generales don Luis Pando y don Sabas Martín. El motivo en que se funda el acuerdo, es la hostilidad manifestada al Sr. Martínez Campos por el partido de La Unión Constitucional de Cuba. Al finalizar, el Sr. Cánovas ha ido a Palacio para dar cuenta a la reina regente.
Créese (sic) que para reemplazar en propiedad al General Martínez Campos, se nombrará al General Weyler o al General Polavieja.
Madrid, 17 -11,40 n.- También esta noche han estado y están animadísimos los círcu los, principalmente los frecuentados por militares.
Coméntase el relevo del General Martínez Campos y las graves responsabilidades que tiene que afrontar el que le sustituya, por el gran avance de la insurrección cubana. Son numerosos y variadísimas las combinaciones que se hacen para los mandos militares.
Lo único que parece cierto es que el Gobierno prefiere para el del Ejército en Cuba al General Weyler. Créese que ya se le ha dirigido alguna consulta. En el caso de que vaya el General Weyler, es el Teniente General don Eulogio Despujol, Conde de Caspe, qnien probablemente le sustituya en el mando de Cataluña. Para mañana ha sido citado nueva mente el Consejo de Ministros.
Madrid, 18 -3,10 m.- Asegúrase que el General Weyler ha contestado al Gobierno que está dispuesto a ir donde se le ordene, pero que para el mando de Cuba necesita que se le revistiese de amplias facultades. De ir a Cuba, dícese que llevará consigo a otro Teniente General.
Madrid, 18 -3,30 t.- El General Martínez Campos, despechado, ha calegrafiado diciendo que él no dimitió, que se limitó a exponer al Gobierno lo ocurrido en la reunión de los jefes de los partidos políticos cubanos; que no le asustan los conflictos y que siempre los afrontó delante del enemigo; que, por eso, ha tomado el telegrama del Gobierno como una orden de destitución, y que se felicitará que la resolución tomada pueda resultar provechosa para España.
Es de hacer notar que Martínez Campos, a través de correspondencia con el Presidente del Gobierno, ya le había propuesto que fuese relevado en el mando por Weyler para contener la creciente insurrección cubana.
Madrid, 18 -6,30 t.- Dícese que el Capitán General Sr. Martínez Campos ha publicado en La Habana una alocución activa y violenta, dirigida al Ejército y a los habitantes de la isla de Cuba. Existe gran agitación en los círculos políticos.
Madrid, 18 -7,45 t- Urgente. Dimite el Duque de Tetuán, ministro de Estado, no el de Hacienda,.. Mañana se celebrará Consejo, en el que se decidirá quien ha de sustituir en la Capitanía General de Cuba, al Sr. Martínez Campos y se acordarán los demás nombramientos necesarios,
Barcelona, 18 -11,30 n.- Llamado por el Presidente del Consejo de Ministros, Sr. Cánovas del Castillo, esta noche ha salido para Madrid el Comandante en Jefe de este Cuerpo de Ejército. Marqués de Tenerife. A despedirlo acudieron a la estación de ferrocarril, las autoridades y muchos amigos. El General estaba conmovido. Aseguró que aún no estaba decidido que él fuera a Cuba y que hasta ahora sólo se le ha llamado a Madrid para conferencjar con él respecto a aquella guerra. Créese que el General Weyler, regresará el martes a esta Capital.
Si llegase a ir a Cuba el General Weyler, le acompañaría el Teniente General Don Federico Ochando y Chumillas. Se anuncia que el General Weyler considera que será necesario un refuerzo de 25.000 hombres para la más pronta finalización de la insurrección cubana. Dícese también que trataría de dividir el territorio de la Isla en tres distritos mili tares. Oriente, Centro y Occidente.
Madrid, 19 -8,10 n.- Se ha firmado por la reina regente, entre Otros decretos, el de nombramiento del Teniente General don Valeriano Weyler y Nicolau, Marqués de Tenerife, para el Gobierno y Capitanía General de la Isla de Cuba.
Madrid, 19 -11,10 n.- En el vapor correo que saldrá mañana de La Habana, debe embarcarse el General Martínez Campos. El Gobierno le reserva la presidencia del Consejo Supremo de Guerra y Mamia, vacante por el General Despujol destinado a Cataluña.
El Teniente General Weyler embarcará probablemente el 23 para la isla de Cuba. Créese que irán destinados con él para aquella isla, los Tenientes Generales don Emique Bargés y Pombo y don Francisco Javier Girón y Aragón, Marqués de Ahumada.
Madrid, 20 -11,00 m.- Telegrama de La Habana -entre otros asuntos-, que unos 150 familias salen de la isla y se dirigen a Tampa, temiendo la llegada de Weyler.
Barcelona, 21 -12 t.- De regreso de Madrid ha llegado a esta Capital, el General Weyler, Marqués de Tenerife. Se embarcará el sábado en este puerto en el vapor Santo Domingo, de la compañía Transatlántica. En Cádiz se transbordará al vapor Buenos es, de la misma empresa. Por todas las clases sociales se proyecta hacerle una cariñosa despedida.
Crónica del Diario de Tenerife, 21 enero 1896. Se lee entre otras gacetillas, «además de los telegramas dirigidos al General Weyler, Marqués de Tenerife, aparecidos en el día de ayer, firmados por el Alcalde y el Presidente del Cabildo, se han transmitido muchos más por diferentes asociaciones, sociedades y particulares de esta isla de Tenerife. No podía ser menos desde las muchas relaciones que cuenta en este pueblo agradecido el Marqués de Tenerife».
E igualmente, «La sociedad La X felicita al General Weyler ilustre hijo adoptivo de esta Capital por la confianza depositada en él en estas gravísimas circunstancias y deseándole éxito completo». Firmado: El Presidente. Rafael Hardissón».
Año X, núm. 2758, Diario de Tenerife, sábado 25 de enero de 1896.
Telegrama de nuestro servicio particular.
Barcelona, 24 -4,40 t.- Al Director del Diario.
En toda la ciudad reina gran animación para despedir mañana al general, Marqués de Tenerife y a las tropas que le acompañan... Ante los vivas de la multitud el General contestaba siempre «viva la integridad de La Patria»... El tiempo era bueno y la mar muy tranquila... Weyler marchaba a Cuba animadísimo y satisfecho».
Madrid, 28 -5,45 t.- Ha salido de Cádiz para Cuba el nuevo Capitán General de aquella isla el General Weyler. Manifestó que sólo ve dificultad para la rápida victoria en Cuba, la proximidad de la época de lluvias que podrá impedir las operaciones rápidas y en la gestión económica por la situación ruinosa que han creado los incendios en las fincas, la destrucción de ferrocarriles, la paralización del comercio y la falta de trabajo, sobre todo en las gentes de los campos.
Si a pesar de estos inconvenientes y de la extensión que han tomado los insurrectos, no lograse vencer y extinguirla dentro de dos años, se consideraría fracasado.
Madrid, 28 -10,25 o.- Se menciona la persecución, a instancias del representante español en Washington, por cinco buques de guerra al vapor Halding, que zarpó de Filadelfia para Cuba al frente de Calixto García, llevando anuas y municiones para los insurrectos... El citado buque se hundió posteriormente, ignorándose causas, sin embargo el día 30 la comisión norteamericana de Negocios Extranjeros, en el Congreso, se reúne para que se gestione ante el gobierno español y se conceda a los separatistas de Cuba los derechos y la condición de beligerantes. Y con un solo voto particular se propone se solicite de España que reconozca la independencia de Cuba... Más tarde esta propuesta alcanzaría mayoría en el Congreso.
Madrid, 2 de febrero 1898 -11 n.- Ha llegado a La Coruña el vapor correo de Cuba en el que regresa el General Martínez Campos. Ocasionará disturbios su presencia en Madrid.
Madrid, 6 -11,15 n.- En el Ministerio de la Guerra dicen que ningún dato oficial hay que autorice la creencia de que varios de los generales que están en Cuba, regresarán, cuando llegue allí el General Weyler (ahora en alta mar).
Madrid, 8 -5.45 t.- Hay noticias de haber llegado a Puerto Rico el vapor que conduce al General Weyler y a los demás generales que le acompañan. Se dice que hasta que Weyler, después de posesionarse del mando en Cuba comunique sus impresiones, no planteará el Sr. Cánovas la cuestión de disolución de las actuales Cortes.
Madrid, 10 -11,00 o.- Se sabe del gran recibimiento que se prepara al General Weyler en La Habana y se insiste en hablar del regreso de varios generales a la llegada de Weyler.
Madrid, 11 -3 t.- El General Weyler llega a La Habana... Numerosos vaporcitos y botes rodean al transatlántico, cruzándose patriotas vivas... El General dijo que no quería que se le hiciesen honores militares.
Al desembarcar y en el trayecto hasta el Palacio de la Capitanía, en la Plaza de Armas, fue constantemente aclamado por la inmensa muchedumbre que lo invadía todo. En el acto tomó posesión y recibió a numerosas comisiones y personas entre ellas a los jefes de los Partidos y a los Cónsules. El General ha dicho que en las actuales circunstancias por que atraviesa la isla, sólo era admisible la política española, y que no había más diferencia que «españoles y anti españoles». Era una clara advertencia que cumpliría más tarde con “tibios” y traidores.
Los telegramas de La Habana indican la creencia de que el General Weyler se proponía salir personalmente a las operaciones tan pronto como se enterara de la situación de las distintas fuerzas de nuestro Ejército.
Madrid, 11 -5,45 t.- El General Ochando ha sido propuesto por Weyler para Jefe del Estado Mayor del Ejército en Cuba.
Barcelona, 12 -5,50 t.- El vapor San Francisco ha embarcado hoy para Cuba un batallón de 1.000 plazas del Regimiento Otumba y 200 mozos rezagados... (estrategia prevista para su política en Cuba).
Madrid, 14 -5,30 m.- El senador por La Habana Sr. don Ramón Herrera, Conde de La Mortera, Jefe del Partido Reformista de la Isla de Cuba, que se encuentra en esta Corte, ha manifestado a varios periodistas.., y rogando que lo hicieran público.., que es inexacto que los reformistas cubanos opinen, como han dicho algunos diarios, en favor de la posibilidad de efectuar unas elecciones generales en Cuba..., ante las circunstancias dolorosas y excepcionales por que atraviesa la isla.., prácticamente, con todas las provincias en estado de guerra..
Los datos hemerográficos y comentarios que anteceden han sido extraídos del periódico Diario de Tenerife, citado, Biblioteca de Guajara, Universidad de La Laguna, Comunidad Autónoma de Canarias, España. N del A.
[5] Armiñan Pérez, Luis: Weyler, Ed. Gran Capitán, Madrid, 1940, y que igualmente apunta en las memorias que Weyler y Puga recoge en el libro En los archivos de mi abuelo. Madrid, 1946, referidas a su abuelo.
[6] Gómez, Máximo. Nació en Baní —República Dominicana—en el año 1836 y falleció en La Habana en 1905. Comandante de la reserva dominicana, que el Gobierno español trasladó a Cuba en 1865. Se unió a los rebeldes cubanos incorporándose a la guerra de «Yara» con grado de sargento mambí, finalizando en la misma como Jefe máximo del ejército cubano en 1878. Intervino en todos los intentos de insurrección habidos, posteriores contra España, hasta 1895. Año en este que asumió, a requerimiento del ideólogo cubano José Martí, el mando de los insurgentes levantados en armas en Baire el 24 de febrero. Dirigió la guerra en calidad de Generalísimo del Ejército Libertador, planteando la «invasión de Cuba» junto a Maceo, desafiando el poderío militar español representado por más de 200.000 hombres, en el momento cumbre de rivalidad contra Weyler, al que había conocido y junto al que lució en Santo Domingo, en el bando español como se dijo.

Imprimió una disciplina austera al ejército mambí y logró, tras variadas peripecias que le favorecieron —ayuda USA, muerte de Cánovas, voladura del Maine, entre otras fatídicas circunstancias.— la independencia de Cuba como territorio español en 1898, bajo dominio ahora norteamericano. Llegó a Presidente de la joven república, en 1901, a pesar de su origen extranjero.

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