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lunes, 5 de julio de 2010

Marx odiaba a Bolivar

Marx odiaba a Bolivar. (Noticias Del Pasado).(documento sobre el héroe Simón Bolívar, redactado por el filosofo Karl Marx )

"Es el canalla más cobarde, brutal y miserable", escribió Karl Marx el 14 de febrero de 1858 en una furibunda misiva a su íntimo amigo Federico Engels, en la cual criticaba la actuación del prócer sudamericano Simón Bolívar y Ponte (1783-1830), al que calificó como "mito de la fantasía popular".

 La curiosidad de Marx por Bolívar nació por interés monetario: articulista regular del New York Daily Tribune, el ideólogo comunista solía redactar piezas por encargo para el editor Charles Dana, que solicitó al filósofo una serie de biografías para incorporarla a la New American Cyclopaedia, respuesta estadunidense a la Enciclopedia Británica.


 En la referida biografía, Marx trata de ridiculizar a Bolívar, a quien denomina“Libertador” de Colombia (así, entre comillas), presentándolo como un oportunista y un cobarde que, actuando como vulgar aventurero, traiciona a don Francisco de Miranda (precursor de la independencia en América del Sur), se entiende con los adversarios, se comporta como un vividor con la ayuda extranjera, abandona reiteradamente a los suyos, permite el saqueo de las ciudades que conquista, seduce y viola a las mujeres que encuentra a su paso, y sólo pelea para inflar su ego y procurar glorias temporales y placeres sin freno. Más aún: se hace eco de una expresión satírica del general Manuel Piar en el sentido de que Bolívar era el “Napoleón de las retiradas”.

 Una muestra palmaria del ensañamiento de Marx contra Bolívar es la forma en que describe la entrada de éste último a Caracas el 6 de agosto de 1813 tras la capitulación de las tropas españolas: “A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteótica. De pie, en un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la mano, fue llevado en una media hora desde la entrada de la ciudad hasta su residencia. Se proclamó “Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela” (…), creó la “Orden del Libertador”, formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte”. Y de inmediato, en tono concluyente, el insigne pensador y revolucionario agrega: “Pero, como la mayoría de sus compatriotas, (Bolívar) era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas”.

 Asimismo, Marx da como cierta y hace suya la descripción que hiciera de Bolívar uno de sus más conspicuos detractores, Henri L. V. Ducoudray Holstein, a saber: “Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjuto, de mejillas hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasiones y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiático para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas”.


 La reacción en el sentido apuntado del fundador del denominado “socialismo científico” está esencialmente contenida en la carta que le envió a Engels el 14 de febrero de 1858, en la que afirma que Bolívar es el “canalla más cobarde, brutal y miserable” que se haya conocido, tipificándolo como “el verdadero Soulouque” (emperador haitiano célebre por su idiotez y su brutalidad). Igualmente, en la misma misiva escribió lo siguiente: “La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”.

 Los defensores de Marx, fundamentalmente europeos, sostienen que si bien se debe reconocer que el insigne pensador y revolucionario era una persona con “malas pulgas” (a veces tenía un carácter difícil, era irreverente e iconoclasta, y perdía la paciencia con mucha frecuencia frente a los contradictores), el mérito básico de sus opiniones sobre Bolívar no residía en los juicios de valor que contenían (en algunos aspectos hipotéticamente no muy alejados de la realidad) sino en la “responsabilidad intelectual” y la “verticalidad de pensamiento” que el autor exhibió al atreverse a formularlos sin cortapisas ni temores.


(Sugerencia de Airo Luisi de Valle)



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