(Una colaboración de Gabriel Matos)
En la prensa y en la sociedad hubo una histeria frente a la insurrección de los negros, asustados por el viejo fantasma de una revuelta racial como la de Haití en el siglo XIX. Los congresistas negros, junto al colaborador negro de José Martí, Juan Gualberto Gómez, firmaron un manifiesto en contra del alzamiento y dándole al gobierno “… nuestro apoyo más resuelto” Juan Gualberto Gómez, quien fuera estrecho colaborador de Martí, es de los que condenan el movimiento, lanzando un manifiesto que suscribe junto con Nicolás Guillén, Generoso Campos Marquetti y otros. Después de liquidado el movimiento, censura la crueldad empleada para reprimirlo y aconseja la adopción de medidas que impidan en el futuro, la repetición de situación similar. Los mayores generales negros del Ejercito mambí Agustín Cebreco y Jesús Rabí, expresaron su postura contraria al alzamiento en telegrama enviado al gobierno. Al principio de la insurrección, el Presidente José Miguel Gómez no se afanó mucho en combatirla, quizá por estar en período de elecciones, pero la prensa de la oposición desarrolló una intensa campaña de alarma y criticó al gobierno por la inacción. El 25 de Mayo se recibió una nota del Gobierno americano notificando el envío de un cañonero a la bahía de Nipe y otras medidas que se preparaban para proteger las vidas y los intereses de los norteamericanos en la Isla. El presidente Gómez comprendió de inmediato la grave amenaza de intervención que entrañaba la nota y se apresuró en contestarle al presidente Taft, enumerando las medidas que pensaba tomar para combatir la insurrección, y , aunque agradeciéndola, considerando innecesaria la intervención americana. En aquellas mismas fechas partieron para Cuba varios barcos cargados de marines americanos pero el reticente General Leonard Wood, ahora jefe de estado mayor en Washington, se limitó a reforzar la base de Guantánamo con 4 compañías de marines (parece ser que algunos de estos se trasladaron a haciendas y propiedades americanas en territorio cubano) y a que algunos de sus buques “enseñaran la bandera” en los puertos de La Habana y Nipe. |
El 27 de junio, Estenoz fue fusilado a quemarropa(*) junto con 50 hombres cerca de Alto Songo. Se informó que su muerte "llena de júbilo a los corazones cubanos”. Su cuerpo, cubierto de moscas, fue exhibido en Santiago de Cuba. antes de ser enterrado en una fosa común; la mayoría de los periódicos mostró la foto, en un recuadro, con titulares alborozados.181 Durante los días siguientes, muchos más independientes fueron muertos por resistirse presuntamente a sus arrestos, como se alegó con frecuencia. Entre ellos estuvieron dirigentes menores, como Ramón Miranda, René Savaigne y Germán Luna.
El golpe final contra la protesta armada fue propinado el 18 de julio, el día en que Ivonnet se rindió en las cercanías de El Caney. Fue capturado y muerto "mientras trataba de escapar". Su cadáver fue trasladado triunfalmente a Santiago de Cuba por el capitán Ortiz.(3) Según la autopsia, Ivonnet llevaba tres días sin comer. Como con Estenoz, su cadáver fue expuesto al público y luego enterrado en una fosa común, aunque su familia había hecho arreglos para brindar una tumba a sus restos. Obviamente, las autoridades cubanas querían no sólo que Evaristo Estenoz y Pedro Ivonnet estuviesen muertos, deseaban también evitar que surgiesen símbolos como lápidas mortuorias que pudiesen revivir en los negros y mulatos el recuerdo de los dos dirigentes de color.
Con la muerte de ambos, la revuelta de los independientes se acercó a su fin. El 15 de julio se restablecieron las garantías constitucionales. A finales de ese mes, la mayoría de los dirigentes y de los seguidores, aún prófugos, se habían rendido "tratando de entregarse al capitán Pérez, pues ellos sabían que él realmente los entregaría".(4) Ahora con 894 reclusos acusados de rebelión, la cárcel de Santiago de Cuba sobrepasaba ampliamente su capacidad. Fue necesario colocar hamacas adicionales en las celdas y en los corredores, y las condiciones sanitarias se deterioraron. El 7 de agosto fueron trasladados a La Habana 500 prisioneros en un tren especial, custodiados por 150 soldados, para ser juzgados por conspirar contra la república.
Las fuerzas armadas del gobierno evacuaron gradualmente Oriente. De un estimado de 8 000 soldados, guardias rurales y voluntarios en el momento culminante de la represión a mediados de junio, el número total de fuerzas había disminuido hasta menos de 4 000 hombres a mediados de julio. Los primeros en volver fueron los voluntarios del oeste del país, quienes empezaron a regresar a casa después de la muerte de Estenoz. El ejército y la infantería de marina norteamericana lo hicieron a continuación. El 27 de julio, Monteagudo, los oficiales y los soldados recibieron un gran banquete de homenaje en el Parque Martí, en La Habana.
Evidentemente, el balance exacto de la masacre racista de 1912 nunca será conocido. Las cifras oficiales cubanas informaron que el número de muertos era más de 2 000. Los ciudadanos norteamericanos residentes en Oriente lo estimaron de 5 000 a 6000. Guillermo Lara, un independiente que estuvo junto a Estenoz, habló de 5 000 muertos.(7) Estos informes contrastaban con la cifra oficial de 16 muertos en las fuerzas armadas, entre los que estaban incluidos ocho negros y mulatos asesinados por sus compañeros blancos y otras víctimas de disparos escapados.
Es también imposible hacer una evaluación exacta de las destrucciones en Oriente, porque muchos daños atribuidos a los independientes fueron exagerados o inventados por los periodistas y los funcionarios del gobierno como parte de la propaganda contra los negros. Los daños que los propietarios extranjeros informaron a los cónsules, fueron aumentados con frecuencia con la esperanza de obtener compensaciones monetarias. Además, las destrucciones no las causaron solamente los independientes. Los 8 000 soldados y voluntarios que operaron en Oriente durante el clímax de la represión, dejaron sus huellas en la provincia. Requisaron a los campesinos caballos y bueyes, alimentos en las tiendas y armas a los extranjeros. Sin autorización, convirtieron las iglesias en barracas y en fortificaciones.
También se vengaron de los rebeldes, quemando y saqueando sus propiedades, e incendiando los bohíos para matar a los familiares que estaban dentro de ellos. Bandas de delincuentes se aprovecharon del desorden para saquear las fincas abandonadas. En realidad, los cónsules de Francia e Inglaterra en Santiago de Cuba temían más a los voluntarios y a los pillos que a los rebeldes. Pocas propiedades extranjeras valiosas y pocos edificios oficiales sufrieron daños graves: principalmente los centrales de propiedad española Esperanza y Confluente, en las cercanías de Guantánamo; el cafetal Olimpio, propiedad de franceses; algunas casas que pertenecían a la Spanish-American Iron Company; tres estaciones de ferrocarril; algunos archivos judiciales de los municipios y, además, las pérdidas por los incendios en La Maya. La mayoría de las víctimas de la devastación eran campesinos pobres, por lo general negros, y pequeños comerciantes rurales, a menudo de origen francés o español, quienes fueron requisados por los dos bandos para obtener alimentos, armas, municiones, dinero y caballos.
Ese balance indica que si una "guerra racista" tuvo lugar en Oriente en 1912, ésta fue bien distinta al conflicto que denunciaron los periódicos cubanos. En contradicción con lo informado por la prensa, el 20 de mayo de 1912 los independientes no iniciaron un alzamiento de los negros contra los blancos, sino una protesta armada para obligar a que su partido fuese legalizado de nuevo. Sin embargo, la reacción violenta que provocaron estuvo cerca de ser una guerra racista. Durante dos meses, miles de blancos de toda la Isla dieron rienda suelta a su racismo. En Oriente, las fuerzas armadas y las de voluntarios -integradas mayormente por blancos- cazaron y masacraron de manera indiscriminada a los participantes en la protesta de los independientes y a los campesinos pacíficos de origen africano.
Que tal explosión de racismo pudiera ocurrir bajo la guía de veteranos del Ejército Libertador y en la provincia que fue la cuna del movimiento independentista cubano, desprestigió el mito de la igualdad racial en la Cuba capitalista. Además, procura las bases para una reflexión concluyente sobre la importancia de la raza y de la cultura en la formación del nacionalismo cubano.
El General “Chucho” Monteagudo, Jefe del Ejercito Cubano, y compañero de lucha del presidente J.M. Gómez en el Ejercito Mambí.
De todas formas, no creo que ningún autor consultara registros o archivos de la época, en parte porque no existen, o simplemente nunca se registraron, recordar que muchos eran haitianos y muchos indocumentados. La mayoría se basa en estimaciones y relatos de testigos, que si bien son ciertos en cuanto a la ocurrencia de una ejecución en determinado lugar, en cuanto a la cantidad de víctimas no creo que sean muy exactas. Con nombres y apellidos, son pocos los casos a los que se hace referencia, y no aparecen asesinatos de mujeres y niños registrados, a los que muchos autores actuales son aficionados a mencionar de forma festinada, alguno a llegado a comparar este suceso con el genocidio de los armenios!!!??? Es mi opinión que la cifra debe ser menor de 3000, teniendo en cuenta la extensión del territorio que afecto la rebelión, el tiempo que duró la misma, y la repercusión internacional de los hechos, que hubiese sido mucho mayor. Por el contrario muchos se empeñan en señalar que por parte de los sublevados no se produjeron excesos ni crímenes, cosa que también me permito dudar, aunque no aparezcan tampoco casos registrados en las fuentes que he consultado.
De todas formas aunque fuesen menos los muertos, y que hechos de este tipo fuesen repetidos en la historia de Cuba, por eso no dejan de ser condenables y criminales.
Estenoz según la versión de algunos Independientes, se suicidó antes de caer prisionero, aunque otra versión, esta del teniente del Ejercito Lutgardo de la Torre dice que cayó combatiendo contra su partida en Mícara (27 de Junio). Lo cierto es que el cadáver, exhibido en el Cuartel Moncada, presentaba un tiro en la sien.
El siniestro Arsenio Ortiz quien le aplicó a Ivonet la llamada "ley de fuga", se hizo notorio por su persecución implacable de los negros alzados, a quienes ahorcaba en "guásimas". Más tarde apodado el "Chacal de Oriente", este mulato corpulento y con bigote de manubrio, fue uno de los más notorios esbirros del machadato.
Bibliografía :
3 comentarios:
El racismo es un sentimiento primitivo de todos los seres humanos. Los humanos primitivos siempre desconfiaban ante lo "diferente", lo "desconocido" como mecanismo de autodefensa.
Un hecho histórico sin presedentes dentro de la lucha por las libertades del negro cubano.
Había publicado sobre este tema hace algún tiempo. Dejo aquí el enlace :
http://memorandumvitae.blogspot.com/2009/05/nos-cayo-un-20-de-mayo.html
Un saludo y felicidades por hablar de este hecho atroz.
Aqui el articulo completo, debio citarce como bibliografia, mas que nad apara agradecer el esfuerzo. Saludos Apatrida
http://www.elgrancapitan.org/portal/index.php/articulos/historia-militar/1543-cuba-1912-la-guerrita-de-las-razas
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