Crée usted de que Cuba estaría mejor como:

sábado, 21 de noviembre de 2009

Amanecí recordando y quiero hablarles de mí.

Hoy quiero cambiar un poco el tema de la Cuba Española y hablar un poco de mí. He amanecido recordando mi época de veterinario, mis comienzos, mi primer trabajo y haré algunas anécdotas pues tienen que ver con el comienzo de cualquier inmigrante en un país con una lengua diferente.

El 1980, recién llegado a Miami, después de una pequeña estancia en Chicago y darme cuenta de que necesitaba a los cubanos, me vine a vivír a casa de unas tías en Hialeah, ciudad colindante con Miami y que tiene el mayor numero de cubanos. Busque y conseguí mi primer trabajo en un hospital veterinario de americanos (por supuesto, también trabajan cubanos). Yo estaba al mismo tiempo estudiando para sacar mi board de veterinaria cuyos exámenes eran el ciudad de Orlando. Allí comencé haciendo de todo, desde bañar perros y gatos, suminístrales medicamentos, hacer análisis en el microscopio, tirar y revelar placas, ayudar al médico en las consultas y a veces servir de traductor, jajaja (yo con mi ingles estudiado en Cuba con acento británico, y muy malo) y hasta barrer y recoger papeles alrededor del hospital y con un sueldo bajo.

En ese hospital veterinario, que era grande y muy bonito, me sucedieron cosas muy interesantes. Con el tiempo, como yo había pasado parte de mi examen de veterinaria, podía trabajar como medico de forma supervisada y por el periodo de un año, pero bueno, yo estaba solo consultando a un paciente cuya dueña americana lo había traído para (put it to sleep), yo no sabia que me decía, traducía en mi mente y eso quería decir, ponerlo a dormir. El perro no se veía mal. Yo lo osculte, le tome la temperatura, y al revisarle los oídos, me di cuenta de que tenia una infección y le dije que había que hacerle un lavado de oídos, ponerle antibióticos y mandarle para la casa. La americana me decía “I don’t understand”, que no entendía, y yo le decía que era que tenia una infección muy grande en los oídos, al final llego una técnica veterinaria y norteamericana que trabajaba allí, cogio el perro se lo llevo para atrás y allí se le dio eutanasia, el perro venia para que lo mataran y yo no sabia que “put it to sleep” quería decir eso.

Otro día llego otra señora con un perros ciego de 13 años y en malas condiciones y yo pensé que ese si venia para “put it to sleep” y por poco le doy el pinchazo, sin embrago me lo quitaron pues ese venia a curarse. Ahí me trataron muy bien y fueron muy pacientes conmigo.

Mas tarde me alquile un piso en Miami Beach y vi una plaza de ayudante de veterinario en una clínica muy bonita cerca de mi casa y me pagaban mas. Era de un judío, me examino en ingles y pase bien la prueba. Me hizo firmar un papel que decía que no podía abrir una clínica veterinaria a una distancia que no recuerdo de la suya y yo lo hice, en un final no tenia dinero, ni me interesaba el mercado americano. Allí también pase mis aprietos, pues recuerdo un día que me dieron unas inyecciones y unos medicamentos para que fuera por las perreras y los suministrara. La americana que me dio las instrucciones tenia un acento que no había quien le entendiera, y cuando llegue atrás, no sabia quien llevaba las inyecciones y quien las pastillas. Al ver que me demoraba, ella fue y me ayudo. Nada, cosas del exiliado en un país con otra lengua!

Después me llego un mensaje de un veterinario cubano recién graduado que trabajaba en el primer hospital donde yo trabaje. Me dijo que quería reunirse conmigo, que estaba abriendo una pequeña clínica y quería que yo me fuera con el como mano derecha. Así lo hice, comenzamos esa clínica de la nada. Yo era el manager y hombre orquesta, pues lo llevaba todo. La mayor parte de las veces no teníamos ni secretaria y yo contestaba teléfono, llevaba el papeleo, atendía pacientes, análisis al microscopio, esterilización de instrumentos, tirar y revela placas, cirugías de todos los tipos, pues el era un tremendo cirujano y aprendí muchísimo, pasar sueros, sacar sangre, inyectar, dar comida, baños, tratamientos para la piel, en fin, esa fue una verdadera escuela. Quiero agradecerle al Dr. Juan M. Santamarina, el dueño de la clínica, todo lo que aprendí a su lado, Puedo decir que ahí fue donde verdaderamente me hice veterinario. Fui muy profesional en mi carrera, trabajaba muchas horas y cuando llegaba a casa y de noche, soñaba cortando orejas o haciendo una histerectomía, o castrando un perro, pasando un pin en un fémur fracturado, etc.

En 1985 tuve la oportunidad de cómprame mi primera casa en uno de los barrios mas lindos de Miami, en la Calle Ferdinand, en Coral Gables, una casa con piscina, pero casi no la podía disfrutar, a veces me bañaba en la piscina casi a la una de la madrugada antes de irme a dormir. Rodaba mi coche del año, pero mi vida era el trabajo.

Por esa época, había una epidemia de un virus llamado Parvo que atacaba a los perros, sobretodo a los cachorros. No había salido la vacuna aun, y todos los días nos llegaban perros enfermos a la clínica, cuyos síntomas eran principalmente vómitos y diarreas con sangre. Estábamos sobrecargados de trabajo. A veces cuando terminabas de ponerle el suero, venia una diarrea con sangre que manchaba las paredes y una peste que hacia casi imposible estar en esa clínica con aire acondicionado. Los sábados supuestamente cerrábamos a las 2:00pm, pero siempre nos íbamos mas tarde, pero a veces al punto de irnos, llegaba una emergencia, una perra con una píometra, que si no se operaba se moría. Yo con el compromiso de una fiesta, pero a esa hora había que esterizar paquetes de cirugías, pues ya todos se habían usado, y desde sacarle placas, hasta prepararla para operarla, después la cirugía, y al final salías de la clínica a las 10:00 PM sin cenar, sin bañarte, muerto de cansado, y el domingo había que ir por la mañana a inyectarla, etc., al igual que a otros animales.

A veces al dueño de la clínica se iba de vacaciones y yo me quedaba solo con el ayudante a cargo de la clínica y todo lo que viniera era mi responsabilidad. El stress consumió mi ser, sumando a los arañazos de gatos, mordidas de algún perro, un tufillo que llevaba en mi uniforme al salir de la clínica, mas ver como había personas que después de uno haber puesto sus conocimientos y tantas horas de trabajo, te decían a la hora de cóbrales, ¿Tanto? ¿Si es solo un perro? Y te daban cheques sin fondos, etc. En fin, decidí cambiar de carrera.

Yo no necesitaba vivir solo para trabajar, especialmente al no tener hijos, ni nadie a quien mantener. Un día le dije al dueño de la clínica que me iba de la veterinaria, no podía desconectar, sentía mucho el dolor de los pacientes, mi mundo era la veterinaria y al querer hacerlo todo perfecto, pues me estaba volviendo loco. Lo dejaba todo, prefería ganar menos en otro trabajo que me sintiera mejor y desconectara al irme para mi casa. El no quería y pensaba que yo iba a volver, pero nunca más lo hice. Me han propuesto en otras clínicas y he dicho que ese capitulo se cerro.

Entre muchos otros trabajos que he realizado, esta el de realtor, tengo mi licencia de real estate (vendedor de bienes raíces, pero como esta la economía, pues me he cogido un año sabático).

Por supuesto, después de la veterinaria, vendí y me salí de ese barrio tan lindo de Coral Gables con piscina y me vine para donde vivo ahora desde el 1991, lugar donde estoy muy tranquilo y feliz. No vale la pena tener mucho, sino te sientes bien contigo mismo.

7 comentarios:

CCR dijo...

Gracias por compartir tu historia Jose Ramon, yo creo que hubiera hecho lo mismo, aunque a mi edad aun no puedo contar muchas batallas

Por cierto... "put it to sleep", nunca hubiera imaginado que significaria eso! A parte de que no sabia que alli se llamaba "IT" a los animales, ¿suena un poco frio no? Seria como si yo llamase a mi canario "esa cosa"...

Jesús dijo...

Gracias por compartir su historia con nosotros. Ahora conocemos un poco más a la persona que está detrás de esta maravilloso proyecto.
Un abrazo.

Eon Flux dijo...

Los recuerdos de aquella epoca!!!

Se me habia olvidado la clinica de Miami Beach.

Y la historia de los franceses que tenian televisores para los gatos?

José Ramón Morales dijo...

Hola a todos:
Gracias por vuestros comentarios. Eón Flux me recordó algo que ya tenía olvidado. Resulta que estos eran un matrimonio francés, millonarios, que vivían en la 5ta Avenida de Nueva York y eran muy amantes de los animales, al punto que nunca conocí a nadie así. Ellos dejaron su vida social neoyorkina, para vivir en su casa en Miami, rodeados de animales. A mi me cogieron mucho cariño y yo era como su hijo, pues ellos no tuvieron. Reconozco que me porte mal con ellos al final. Tenían entre todo ese lujo de muebles antiguos traídos de Francia, donde además tenían una tremenda casa de campo en Marsella, muchos armarios con colecciones de dientes, uñas, pelos y recuerdos de sus animales. En el cuarto de la señora que dormía separado (y parecía de Napoleón) del señor, tenia en una esquina sobre un cojín muy bonito, a de sus perras poodle embalsamada, que había muerto en 1957, frente a la hija que también estaba embalsamada. Parecía que te miraban. Parte de mansión era solamente para gatos. Había muchas neveras llenas de carne y peceras empotradas para que los gatos se entretuvieran. Televisores encendidos para los animales, y cada vez que moría uno, había que hacerle un velorio con una caja como si fuera un humano y después para el cementerio de perros. Yo tengo fotos en diferentes funerales, si encuentro alguna la pongo en Internet.En la clinica teniamos que preparar al perro muerto, bañarlo bien, y ponerlo de forma que estuviese bien en la caja de muerto. Era algo alucínate. Ellos me invitaban a cenar y hacían unas comidas francesas con todo el lujo, y veías que subían gatos a la mesa, y había una perra vieja que tenia un tumor en la boca y la señora que en paz descanse, Mis Machón (esta noche me sale), le pasaba la servilleta y seguía comiendo. De siempre he sido alérgico al teléfono y ella me llamaba todos los días y hablaba por horas, yo no podía más y me desaparecí. Cuando iban para Francia, yo era el único en quien ellos confiaban y aunque a mi no me gustaba quedarme en ese caserón con tanto lujo, solo iba a darles de comer a los gatos y perros y los mas viejos me lo llevaba para mi casa de Coral Gables. Había un gato FRU-FRU que tenia 20 años, y yo con miedo a que se muriera. Con ellos las historias son muchas, pero seria un artículo. Nunca había visto cosa igual. Tuve en mis manos unas cruces de cerámica que eran de Picasso que ella me enseñó. No quiero hablar mal de ellos pues me quisieron muchísimo, pero no podía entrar en su mundo, iba a perder mi libertad y desaparecí.
Un abrazo

JOSÁN CABALLERO dijo...

LA CITA INTRANSITABLE

Hacer alto a su muerte es imposible,
cuando esa turba se muestra intransitable:
¿País prestado a bullicio tan amable,
merece juventud impredecible?

El miedo no es su karma, ni la audible
hambruna ante principios denostables:
La ira confundida entre los cables
se enreda con la náusea más temible.

Adónde van las huestes carcomidas,
sino a negarse al fin que son hermanos,
descifrando el desmán de ese hortelano,

que come y asegura, en su mordida,
dar al mundo otra prueba del desgano
que ha prendido en su turba de cubanos.


Que ha prendido en su turba de cubanos,
diezmada sólo por la incompetencia
de ideales, que aseguran su impotencia,
ante el muro senil de tantas manos,

empuñadas por seres tan ufanos,
como si semejante disidencia
atentara feroz con su decencia,
pronto en tela de juicio: Mito insano

que el hortelano impide remover,
con una libertad a medio hacer,
aturdida y cegada por su “gloria”,

pero esta cita deshecha, sin memoria,
podría reescribirse cual historia
de un pueblo que está a punto de aprender.


De un pueblo que está a punto de aprender
que la conciencia no es objeto de discordia,
cuando un gobierno asume la concordia
como un juego de bandos, a saber

con ese Arma-Ge-Dos, que al someter,
a unos contra otros ceremonia
conducta tan brutal, que testimonia
hasta cuánta infamia puede haber

en estas situaciones perentorias,
en que son condenados por escorias
aquellos que maldicen el poder

de un hortelano que niega hasta el comer
a sus hijos, cual Cronos furibundo,
lanzado de por muerte al inframundo.

JOSÁN CABALLERO
20 de noviembre del 2009.

Anónimo dijo...

hola, soy española, catalana por mas señas.
Ando buscando la descendencia de un familiar que se fua a la Guerra de Cuba allà por el 1900, como soldado. Se llamaba Jose Viladoms, sabemos que se casó y suponemos tuvo hijos, pero perdimos elcontacto con su descendencia.
Pregunto, hay algun Viladoms por lli... que responda a mis detalles?

Montserrat.

Anónimo dijo...

Jose, como siempre quedo encantada con tus historias, porque no me deleitas con un libro pronto? Lei este pedacito y te imagine tanto hoy cuando pasaron por casa a recoger las llaves para quedarse a cargo y es verdad que te imagino a diario pasndo a dar de comer a la manada de animalitos de la francesa, no te vi pero conociendote se que ibas a diario a cumplir con la encomienda, eres tan ecepcional y es tan facil confiar en ti para estos ajetreos porque eres de esas personas que le da a uno la seguridad que las cosas siempre estaran correctas cuando vienen de tu parte. Por eso y por todas tus otras cualidades se que este movimiento va a ser un existaso, sobre todo porque son muchas tus ansias de mejorar a los de tu pueblo. No desmayes estos animos mi querido Jose, recuerda siempre.. CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE EL CAMINO AL ANDAR. Besitos Annay.

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