(Continuación)
Una hora más tarde la policía se personaba en los domicilios de varios dirigentes de esa obediencia masónica, incluido el de Morayta, procediendo a incautar la documentación que encontraron. Al día siguiente eran detenidos el filipino T. Aréjola (secretario de Morayta) y tres masones más. Morayta se libró porque casualmente estaba veraneando en un pueblo del Pirineo francés.
La misma suerte corrió el Gran Oriente Nacional de España de José Ma Pantoja y Eduardo Caballero de Puga que también fueron detenidos, su sede clausurada y los archivos incautados. Dicha sede en la calle de la Libertad, número 27, de Madrid. Poco después del incidente todos los detenidos fueron puestos en libertad al cumplir los tres días de detención preventiva determinados por la ley.
Más tarde, el 8 de septiembre de 1896, el juez especial designado, D. Miguel López de Saa, de acuerdo con el fiscal, dictaba una providencia en la que aparecía demostrado, no sólo por los documentos, libros y datos incautados, sino por los testimonios recabados, que ni la Asociación Hispano-Filipina, ni el Gran Oriente Español, ni el Grande Oriente Nacional de España se habían ocupado de trabajos ni propaganda separatista, y que los tres organismos se hallaban establecidos legalmente.
Desde otras instancias masónicas también hubo sus denuncias y protestas. Así desde La Antorcha Valentina, subtitulada Periódico Radical, pero órgano de la logia Puri- tana de Valencia (Del Grande Oriente Ibérico) y uno de los periódicos más anticlericales de la época, en un artículo titulado “La masonería y el filibusterismo”, del 29 de agosto de 1896, además de apostar por la integridad de la patria, se protesta contra las acusaciones de filibusterismo hacia la masonería española:
Los católicos, en su odio a la masonería, la acusan de proteger los trabajos filibusteros en Cuba y Filipinas. Con motivo de una pretendida conspiración descubierta en este archipiélago han sido detenidos los altos dignatarios del Oriente Español, se han incautado de su secretaría y archivo y su templo ha sido objeto de un minucioso registro…34
- El anónimo autor del artículo, en otra parte de su escrito dice:
Nosotros confiamos mucho en la rectitud de los tribunales, y ellos estamos seguros que harán justicia al Oriente Español. No tenemos relación con ese Oriente, pero ante la persecución de que es objeto debemos unirnos todos los masones y prestarle todo género de apoyo.35
- Más adelante añade:
Eso de los trabajos filibusteros por parte de la masonería es una añagaza de mala ley que utilizan los católicos y los carlistas para desacreditar la institución. La masonería española no puede trabajar contra su patria…
Sin embargo, unas líneas más abajo hace un curioso reconocimiento:
Que en Cuba y en Filipinas haya logias filibusteras no lo negamos. Allí, gracias a la torpeza de los gobiernos católicos abundan los filibusteros en todas partes. La última insurrección de Cavite ¿no la prepararon algunos curas indígenas? ¿Por eso vamos a decir que el clero de allá es filibustero?. No, allí hay filibusteros en la masonería, como los hay en el clero, y los habría en el ejército si el ejército fuera de indígenas. Los verdaderos filisbusteros de Filipinas son los frailes. Esos son los que han despertado el odio a España y ellos son los responsables de que allí hayan aparecido los primeros gérmenes separatistas.36
Más sereno en su firmeza es la actitud del Boletín Oficial del Grande Oriente Nacional de España, donde se publicó una “Protesta” en su número del 30 de agosto de 1896, en la que se puede leer lo siguiente:
El Grande Oriente Nacional de España en vista de los telegramas que denuncian los tristes acontecimientos de Filipinas, declara que es tan español como indica su título; que al tratarse de una causa nacional, su patriotismo no tiene límites, y que es su deber consignar su más enérgica protesta contra aquellos que, fueren quienes fueren, hayan podido o querido valerse de la noble Institución francmasónica, para pantalla de torpes fines o para conducirla por derroteros que la deshonran. El sentimiento de la patria no se discute; y nosotros ante todo, somos españoles.37
A pesar de este reconocimiento, en un largo artículo titulado “La Francmasonería española”, publicado en el mismo Boletín Oficial se reconocen que así como todas las logias del Grande Oriente Nacional de España mantenían ante todo la “unidad del territorio y el más acnedrado patriotismo” se había dado el caso de que durante la guerra de los diez años, mientras las logias verdaderamente españolas suspendían sus trabajos acatando las órdenes del Gobierno, las dependientes del Supremo Consejo de Colón y Cuba siguieron su actividad, si cabe, con más intensidad todavía, contraria a la integridad del territorio patrio.38
A modo de síntesis concluye el artículo con una exposición de intenciones en la que deja bien asentada su posición ante lo que podríamos considerar patriotismo y cuestión colonial:
Las aspiraciones actuales del Grande Oriente Nacional de España, aparte de las ya consignadas y que a su Instituto se refieren, son: en la Península, levantar el espíritu patrio, y contener en sus justos límites las demasías de la teocracia, que en vano pretende anular una Institución que sólo al bien se dedica. En Cuba, en cuanto a su alcance esté y se le permita, mantener a toda costa el honor de la bandera española, terminar la guerra y asegurar la paz. En Puerto Rico, hacer de aquella isla un emporio de todos los adelantos, para demostrar al mundo lo que España sabe hacer en sus provincias de Ultramar. En Filipinas, cuando sea oportuno y las circunstancias lo consientan, consolidar la existencia exclusiva de la francmasonería nacional, acabar de una vez para siempre con la perniciosa ingerencia de la extranjera más o menos vecina, y de la local, mal comprendida y peor organizada, no consintiendo logias cuya dirección no esté encomendada a expertos peninsulares. Hay que decirlo claro y de una vez; en nuestras provincias y posesiones de Ultramar, la francmasonería local o extranjera, puede ser perjudi- cial; la peninsular, o sea la nacional, nunca, porque ella es el centinela avanzado y el más eficaz auxiliar de los Gobiernos.39
Por lo que respecta a Puerto Rico, el profesor Ayala en su definitiva obra La masonería de obediencia española en Puerto Rico aporta testimonios más íntimos de la españolidad de los masones de aquella isla. Así por ejemplo, la logia Hijos de Borinquen no 146, de San Germán, al conocer la acusación vertida contra el Gran Oriente Español, protestaba indignada al Gran Consejo, en carta de 19 de diciembre de 1896, reafirmando su lealtad a la causa de España:
Somos masones por convicción y conocemos perfectamente las obligaciones que nos supone el carácter de tales, así como también sabemos que somos españoles leales y que jamás podríamos perder los afectos legítimos que a nuestra querida madre Patria tenemos y debemos. En nuestra agrupación masónica no hay ningún hermano rebelde ni desafecto a la causa de España, sino que todos somos buenos hijos y españoles ante todo, como gustosos lo probaríamos.40
Poco después era la logia Borinquen no 81 de Mayagüez, la que también fiadora de todas las logias del oriente, consideraba una calumnia las acusaciones vertidas contra la masonería. En carta del 26 de febrero de 1897 se dirigía así al Gran Consejo:
Podemos responder de las logias de la obediencia del Gran Oriente Español, que siempre han dado pruebas de lealtad, respeto y cariño a la Patria. Vosotros sabéis que el masón tiene enemigos ocultos por todas partes, que no cesan de atacarle; es de suponer que aquí no habrán estado ociosos y ninguna ocasión les es más propicia que la actual, en que la nación se ve herida por sus hijos ingratos de Cuba y Filipinas para suponer inmiscuida a la masonería en tan ruines propósitos.41
Y en mayo de 1897, la logia Legalidad Española, de Guayana, expresaba al Gran Consejo su incondicional adhesión, para que olvidéis que en este apartado rincón de la patria española existe un puñado de hermanos dispuestos siempre a derramar por ella la última gota de sangre.42
Por su parte el Boletín Oficial del Gran Oriente Español, en su último número del 20 de septiembre de 1896, antes de la autodisolución de la masonería española deriva- da de los acontecimientos de Filipinas, también tiene un largo capítulo dedicado al “españolismo de la masonería”, a la “Asociación Hispano-Filipina” y a la “Representa- ción en Cortes de las Filipinas”. Dicho número del Boletín Oficial del Gran Oriente Espa- ñol, dedicado en su integridad a defenderse de los ataques recibidos por los sucesos de Filipinas, comienza por estas significativas palabras, dirigidas “A las gentes honradas”:
Ni uno solo de cuantos forman parte del Gran Oriente Español y de la Asociación Hispano-Filipina, se sienten obligados a hacer alardes de españolismo: su conciencia, perfectamente tranquila, les permite despreciar las calumnias de que han sido objeto; tan blindados se sienten en lo referente a este particular, que se hallan seguros de que contra su intachable patriotismo se ha estrellado, sin dañarlos en lo más mínimo, todo el clamoreo de tal cual mal aconsejado periódico. Es ya, sin embargo, tiempo, de que los acusados pidan cuentas a sus acusadores.43
(Continuará)
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