(Foto de Internet)
Dr. Miguel Leal Cruz*
Responsable de la Editora PERIODISMO HISTÓRICO, S.L.
Los continuos actos de terrorismo habidos en New York, Londres, Madrid, y en diferentes ciudades occidentales (al igual que en países musulmanes) que, normalmente, son patrocinados por determinados seguidores de Alá y de su profeta Mahoma, nos deben hacer reflexionar y constatar que nos acercamos a un enfrentamiento que, como otro hito histórico, resurge en este nuevo siglo, y que podríamos llamar mesianismo coránico, tal vez como consecuencia del desajuste socio-económico mundial, injusto a todas luces…
Se ha dicho que con unas normas elementalísimas: viajar a la Meca una vez en la vida, (el no beber vino, ni comer carne de cerdo…), cumplir el Corán, o luchar y morir por la religión islámica, a partir del siglo VII se organiza un enorme imperio que, desde el occidente hispánico, norte y centro de África y todo el sur de Asia, alcanzará hasta las actuales Indonesia e Islas Filipinas…, como consecuencia de aquellas premisas que persisten hasta hoy. Ha de quedar claro que los terroristas suicidas que tanto proliferan entre estos fanáticos seguidores, son aleccionados y actúan en consecuencia de dicha doctrina, aún, en todo el mundo musulmán, o en países con civilización occidental a quienes consideran, todavía, enemigas e infieles…
Pero ¿Qué ocurrirá cuando nuestro vecino marroquí (con problemática, más moderada, pero inmersa en dicho contexto) reivindique y retome su apetencia territorial sobre Ceuta, Melilla, varios islotes mediterráneos y otras islas próximas? ¿Aparecerán aquellas consignas y aplicarán, otra vez, lo que llamaron la guerra santa contra el infiel que tanto marcó nuestra Edad Media hispana desde aquel momento, año 711, hasta 1492?
Son otros tiempos, pero recordamos con el compañero de fatigas, amigo y colega (en periodismo…) Eugenio Ibáñez un caballa (ceutí) de pro, al que se dijo: finalizada una larga lucha de casi ocho siglos para expulsar del territorio peninsular español a los seguidores de Mahoma, la política católica contra el Islam optó por tomar numerosas plazas fuertes en el norte africano (en aquellos momentos de soberanía indeterminada) desde Ceuta (retomada más tarde a Portugal), Melilla, Bujía, Trípoli, hasta Argel; nunca como cabezas de puente de presumible dominio continental, solo como presidios, enclaves o fortalezas para protección del estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo occidental, totalmente español en aquellos momentos.
El Magreb no aportaba riquezas ni gloria de ningún tipo, y sí numerosos problemas como así tuvo lugar posteriormente, tanto para Portugal en enfrentamiento de Alcazarquivir en 1578, con grave derrota del ejército luso y muerte de su rey Don Sebastián; y para España que culminaba en el desastre de Annual en 1921 (con símil a la aventura colonial francesa en Argelia hasta 1965). Pero aquella problemática se hace patente en recientes, relativamente, acontecimientos de todos conocidos: Desalojo apresurado de la posesión española en el Sahara occidental (ahora inmersa en otro foco mundial desestabilizador), incidente del islote Perejil resuelto de forma más diplomática que bélico propiamente dicho, entre otros; como consecuencia de dicha apetencia alauita sobre posesiones españolas, precisamente conquistadas como fruto de aquella política y en virtud de guerras ganadas en buena lid para ambos contendientes…
Por todo lo expuesto ¿qué deparará el futuro a la ciudad ceutí a la vista de este renacer bélico-religioso del islamismo? Por qué, conquistado todo Portugal a los moros, antes que España, el país hermano pone los ojos en Ceuta por ser la puerta del Sur, con Alcazar-Seguer, a través de dónde han pasado todas las invasiones islámicas a la Península Ibérica (e incluso otras culturas anteriores históricas, protohistóricas o prehistóricas)
Pero ¿Quién dirige la iniciativa hacia esta ciudad que con Gibraltar, arrebatado a España por otros motivos y con status analizado en este artículo, guarda el estrecho que lleva su nombre?
Según crónicas fue Juan Alfonso, Intendente de las Finanzas del Rey de Portugal, que siendo un buen economista conocía que la conquista de Ceuta tenía otro valor más práctico que el factor religioso usado como pretexto del momento.
En aquella época Lisboa, con uno de los mejores puertos naturales del mundo, comenzaba a convertirse en una ciudad comercial y cosmopolita y heredera de Venecia en el Atlántico. Con objeto de proteger su ya consolidado protagonismo comercial había creado una marina de guerra cuando aún existía el reino nazarí de Granada y por tanto el dominio musulmán en el estrecho de Gibraltar que impedía o entorpecía el tráfico marítimo -comercial entre Italia-Lisboa-Flandes. Era Ceuta el enclave más importante y por allí, los llamados moros enviaban refuerzos para defender Granada, bajo amenaza de la política reconquistadora de los Reyes Católicos. Se hacía necesario apoderarse de esta importante plaza para la seguridad del estrecho y será ésta la principal razón para que el país luso ocupara Ceuta en 1415.
El plan para la realización de la empresa se hizo en el máximo secreto para sorprender a los defensores, pero que, sin embargo, la empresa atrajo a muchos europeos para participar en la misma. Franceses y borgoñones llegaron en gran número a Lisboa, así como cinco navíos con voluntarios ingleses los que, según Epifanio González Jiménez, militar y autor del libro España y Portugal , Madrid 1959, ignoraban en qué misión iban a participar para prestar los servicios guerreros contratados. Algunas circunstancias retrasaron la salida de la flota reunida en el estuario del Tajo, mas el 21 de agosto de 1415 se encontraba ante Ceuta y las tropas del Infante Don Enrique decidieron precipitadamente el desembarco que losmoros defensores no pudieron repeler. Al llegar la noche derrotados, exterminados o huidos todos sus ocupantes, la bandera de Lisboa ondeaba sobre los muros de la ciudad. Desde aquel momento pasaba a dominio portugués, más tarde a soberanía española desde 1580 por la unión de las dos coronas ibéricas: portuguesa y española (precisamente como consecuencia de la muerte del heredero legítimo portugués Don Sebastián en defensa de dicha ciudad, citado).
En estas circunstancias y deseo de mayoría portuguesa correspondía al monarca español Felipe II la soberanía en todo el imperio marítimo luso incluida Ceuta, cuyo dominio se consolida en 1860, en pugna con tribus norteafricanas, y cuyo status de ciudad española se mantiene hasta hoy en día.
A decir de Epifanio González, la toma de Ceuta fue uno de los acontecimientos más trascendentales no sólo para la Península Ibérica sino para toda la Cristiandad y tras la era de los grandes descubrimientos, siglo XVI, fue considerado como un hito histórico tan importante como la caída de Constantinopla, en poder de los turcos otomanos desde 1453. Sin embargo, la conquista de la ciudad, que fue llave oriental de Europa, sí constituyó otro evento histórico trascendental, pero, esta vez, para la expansión del Islam, y marcó notablemente los acontecimientos que tendrán lugar en el Mediterráneo y centro de Europa durante las dos siguientes centurias, e incluso hasta nuestra época como hemos constatado en la cruenta resolución del dilema étnico y territorial balcánico.
¿Qué más se puede decir?
Confiar en los Organismos internacionales, la diplomacia inter-estatal, y el sentido común…, de todos.
*Publicado en El Mundo-La Gaceta de Canarias el día 25 de julio de 2005
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